Las últimas horas de Jenni Rivera: “Fue una explosión tan fuerte que los cerros retumbaron”

El sábado 8 de diciembre de 2012, la 'Diva de la Banda' vivió uno de los momentos más increíbles: cerca de 17,000 fanáticos la aplaudieron a rabiar en la Arena Monterrey y en una conferencia de prensa posterior a ese concierto, en la madrugada del domingo 9, la artista del regional mexicano derrochaba agradecimiento y compartía detalles de su prometedor futuro, ignorando que le quedaban menos de cuatro horas de vida.

Vanessa Morales
Por:
Vanessa Morales.
Satcha Pretto reporta sobre el fallecimiento de la 'Diva de la banda' en diciembre de 2012.
Video Video: la noticia de la muerte de Jenni Rivera

A la intérprete de regional mexicano Jenni Rivera parecía que le había pasado de todo: quedó embarazada a los 15 años, le robaron un carro, la violaron, su exesposo abusó de su hija mayor y de su hermana, su hijo mayor enfrentó cargos por supuesto abuso de una menor de edad... en fin, parecía tener un imán para atraer calamidades. Sin embargo, cuanto más duro la vida le pegaba, más fuerte 'la Diva de la Banda' resurgía.

Esa resiliencia, que parecía inhumana, le ganó la admiración de millones de personas que, además de aplaudir sus éxitos musicales, admiraban su carácter y la forma en que contra viento y marea le sonreía a la vida. Había pasado por tanto y sobrevivido con éxito, que resultaba impensable que algo peor le pudiera pasar. Su más reciente problema, según había compartido en octubre con el público, era su divorcio del expelotero Esteban Loaíza, el cual se concretaría en seis meses.

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No vivió para ser testigo de ese momento. Y tampoco para protagonizar la serie 'Jenni', que la convertiría en la primera hispana en protagonizar un programa en la televisión estadounidense. El domingo 9 de diciembre, horas después de haber dejado el alma sobre el escenario ante 17,000 personas en la Arena Monterrey, el avión en el que viajaba a Toluca se estrelló.

Cinco años más tarde, no hay una razón contundente que permita a sus fans comprender y aceptar el trágico final de la mujer que peleó hasta para nacer, como lo narró en sus memorias, publicadas en forma póstuma.

De niña a mujer

Doña Rosa Saavedra tenía 20 años cuando se enteró de que estaba embarazada, por tercera vez, y justo cuando se disponía a viajar a Estados Unidos, sin documentos, para comenzar una vida junto a su esposo, Pedro Rivera. La llegada de ese bebé no parecía ser una bendición, así que intentó abortar tomando tés, remedios caseros, bañándose en agua muy caliente y moviendo objetos pesados. Pero ese bebé resultó inquebrantable y el 2 de julio de 1969, ya en California, nació Dolores Janney Rivera, a quien años más tarde millones de personas conocieron y aplaudieron como Jenni Rivera.

La música fue una constante en su hogar, recibiendo sobre todo el apoyo de su padre, don Pedro Rivera. Cuando tenía 10 años, él la llevó a un club, llamado 'La tormenta', para que participara en un concurso, pero a Jenni se le olvidó la canción. Salió corriendo del lugar y peleando con su papá regresó a la casa, donde se juró que ser cantante o artista como él no sería lo suyo.

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Apenas cumplía 15 años cuando quedó embarazada de su novio, Trinidad 'Trino' Marín. Cuando doña Rosa se enteró, le pidió que recogiera sus cosas y dejara su casa. La desilusión fue gigante, pues no entendía cómo una niña tan aplicada en la escuela había dado un paso tan gigante en su vida. No sabía que Jenni quedó embarazada al tener relaciones sexuales por primera vez y con el acto a medio completar, un hecho que había sembrado dudas en su pareja que la acusaba de haberse acostado “con otro güey”.

Cuando Pedro Rivera llegó a Estados Unidos "tenía 60 centavos de dólar en la bolsa" cuenta Jenni Rivera en su autobiografía 'Inquebrantable'. Con veinte dólares prestados logró viajar de San Diego a Fresno, donde se dedicó a la pisca de frutas y realizó diferentes trabajos para ahorrar y traer a la familia que había dejado atrás: su esposa Rosa y dos hijos.
Rosa Saavedra decidió no acompañar a su esposo en el primer viaje a Estados Unidos porque se enteró que estaba embarazada (de Jenni). Entonces tenía 20 años, dos hijos y, según contó su hija años más tarde, "la última cosa que quería era tener una boca más para alimentar". Rosa intentó abortar, sin éxito y en julio de 1962 dio a luz a Janney Dolores Rivera en el hospital de UCLA.
En sus primeros años en Estados Unidos, los Rivera atravesaron por una racha de aprietos económicos: cambiaban con frecuencia de residencia, de Culver City a Carson y luego a Long Beach, después de ser desalojados varias veces por no poder pagar la renta.
"Crecimos en West Side Long Beach, el lado separado por conflictos raciales, pelear era parte de la vida" escribió Rivera en sus memorias en las que confesó que en esos años aprendió de su padre una filosofía de trabajo y que la llave del éxito radicaba en a ser una "inconformista".
La 'Diva de la Banda' trabajó informalmente en la taquería y en el puesto de discos que su padre tenía en un tianguis. Sus primeros trabajos formales fueron en una fábrica de bolsas y como mesera en cadenas de restaurantes aunque siguió estudiando para graduarse e ir a la Universidad Estatal de Long Beach.
A pesar de que Jenni fue una madre adolescente (tuvo a su primera hija a los 15 años y padeció de abuso doméstico), persisitió en la empresa de estudiar administración. Tras graduarse trabajó en bienes raíces y puso un pie en la industria musical trabajando en la disquera de su padre, Cintas Acuario.
'La Chacalosa' fue el album con el que Jenni Rivera debutó en el mundo de la música. Desde sus inicios la cantante rompió algunos moldes y estereotipos de la música regional mexicana. "Yo era divorciada, tenía tres hijos y era talla 12, no era la típica mujer que una disquera quería representar", contó la Diva sobre el arranque de su carrera en 1995.
"Hiciera lo que hiciera Jenni iba a triunfar" dijo en una entrevista Pepe Garza, el primer programador que incluyó una canción de Jenni Rivera en la radio.
En paralelo a su exitosa carrera como cantante fue una empresaria y vocera de causas en pro del empoderamiento de las mujeres y las minorías. En el 2010 fue nombrada embajadora de la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica y abrió la fundación 'Love Foundation' para apoyar a víctimas de abuso doméstico, niños con cáncer e inmigrantes.
La 'Diva de la Banda' hizo crecer su fama incursionando en la televisión. Llevó su vida familiar a la pantalla chica con el reality 'I love Jenni' y Chiquis n' Control'. Su nombre entonces tenía el peso suficiente para convertirse en una marca de cosméticos, ropa y hasta un perfume.
En sus memorias, Rivera contó el momento en el que su padre le hablo sobre la entereza y el esfuerzo necesarios para cumplir el 'sueño americano', una ilusión basada en el éxito y la bonanza que ha motivado a millones a cruzar la frontera. La cantante materializó este anhelo con 15 discos de oro, otros 15 de platino, cinco más de doble platino y 15 millones de dólares en ventas.
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Cuando Pedro Rivera llegó a Estados Unidos "tenía 60 centavos de dólar en la bolsa" cuenta Jenni Rivera en su autobiografía 'Inquebrantable'. Con veinte dólares prestados logró viajar de San Diego a Fresno, donde se dedicó a la pisca de frutas y realizó diferentes trabajos para ahorrar y traer a la familia que había dejado atrás: su esposa Rosa y dos hijos.
Imagen Rosie Rivera

“Mi madre tenía miedo de cómo reaccionaría mi padre así que me hizo partir antes de que él llegara”, recordaba Jenni sobre ese periodo, en 1984. La familia de 'Trino' los acogió, mas no sin lucha. Sus cuñadas la insultaban porque, según la intérprete de 'Se las voy a dar a otro', ella no era mexicana, ni ideal para su guapo hermano.

El 26 de junio de 1985, se convirtió en madre por primera vez, de una pequeña a la que llamó Janney Marín Rivera, 'Chiquis'. Era una niña criando a otra, en medio de batallas con su compañero y la familia. Resultó tan desafiante el proceso que intentó quitarse la vida. Tras dos semanas internada en un centro de salud, regresó a la casa de don Pedro y doña Rosa, volvió a estudiar, consiguió un trabajo y se hizo de un Toyota Supra.

La vida parecía sonreirle hasta que una noche, saliendo del trabajo, 'Trino' Marín la sorprendió y le pidió que subiera a su carro para que hablaran, porque la extrañaba. En ese Nissan Máxima, la embarazó de Jacqueline, su segunda hija. Tuvo que volver a dejar la casa de sus padres y regresar con 'Trino', pero las peleas físicas entre ambos habían alcanzado niveles insostenibles. Llamó a su hermano Gustavo, quien le permitió vivir con Chiquis en el garaje de la casa que él ocupaba con su esposa. Desde ese lugar, madre e hija vieron cómo le robaban el carro con el que contaban en esos momentos.

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Para transportarse, mientras volvía a evolucionar, comenzó a utilizar una bicicleta y con ella se trasladaba a la escuela, después de dejar a Chiquis en su centro preescolar. Ya con dos hijas a cargo y habiendo completado sus estudios de escuela superior, Jenni Rivera se licenció como agente de bienes raíces. Poco a poco, la prosperidad regresaba a su vida, pero no era lo único. También 'Trino' reapareció dispuesto a hacer que su unión funcionara.

La embarazó por tercera vez y así fue como nació Michael, un bebé que no pudo esperar a que llegara el médico, sino que debutó en el mundo justo cuando la enfermera estaba buscando al doctor para que la atendiera. A Jenni le dolió que 'Trino' no estuviera esa noche con ella, pues se fue a dormir en el coche mientras ella daba a luz. Poco tiempo después, se divorciaron.

Violada por un ojiverde que nunca identificó

Como madre soltera, a cargo de sus tres hijos, batalló duro por un tiempo. En ocasiones, lo que ganaba no le alcanzaba para pagar todas sus cuentas, por lo que llegó a perder el servicio de agua potable. En una emergencia, tuvo que bañar a sus niñas con una manguera que le prestaron sus vecinos.

Sin pareja llevaba un tiempo cuando se enamoró de Juan López, su segundo compañero sentimental. Contrario a 'Trino', él sí creía en su talento artístico y la motivaba. El amor que nació entre ambos les permitió superar la primera gran crisis que vivieron como pareja, cuando él tuvo que cumplir una condena por supuesto tráfico de indocumentados.

Estando él tras las rejas, Jenni Rivera vivió la única batalla que públicamente declaraba que había perdido. El domingo 26 de enero de 1997, poco después de las 10:30 de la noche, “un hombre de ojos verdes”, como lo describió, la violó.

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Meses más tarde, Juan López salió de prisión y casados emprendieron una aventura juntos. Jenni quedó embarazada de su cuarta hija, Jenicka. Todavía no había dado a luz cuando su hermana Rosie Rivera le confesó que 'Trino' Marín había abusado sexualmente de ella y de Chiquis. Su grito de dolor, contó, se escuchó hasta en oficinas al otro lado de la calle. Su deseo era matarlo, pero su padre, don Pedro Rivera, la convenció de que confiara en la justicia. Lo denunció y él huyó. Nueve años tardó en reaparecer, ser arrestado, sometido a juicio, hallado culpable y sentenciado a 31 años de prisión.

En medio de su lucha por justicia y con el apoyo de Juan, Jenni retomó su carrera artística. Al nacimiento de Jenicka le siguió el de Juan Ángel, al que cariñosamente llamaba 'Johnny'. La familia parecía fortalecerse, hasta que la artista descubrió que su esposo la engañaba con otras y se divorció.

Su mala experiencia con los hombres no la hizo perder la fe. Y gracias a su apertura fue que conoció a Fernando 'El Pelón' y el hombre al que le atribuye haberle hecho sentir un orgasmo, por primera vez, en sus 33 años de vida.

Con él sabía que no aspiraría a una vida en pareja. Era un buen amigo, gran amante, pero no se convertiría en su tercer esposo.

Quien sí la encantó a ese nivel fue el expelotero Esteban Loaíza, con quien se casó la segunda semana de septiembre de 2010, en un rancho de Simi Valley, California, frente a 800 invitados. Finalmente tuvo la boda que merecía quien ya en ese entonces era reconocida como 'la Diva de la Banda'. Jenni Rivera dio el sí pensando que había encontrado al hombre que le permitiría descansar en su hombro, mas con el tiempo descubrió que se trató de un espejismo.

En octubre de 2012, Jenni Rivera sorprendió a más de uno al anunciar su divorcio de Esteban Loaíza. Nunca quiso hablar públicamente de las razones que la llevaron a tomar la decisión. “Las cosas que se hicieron en mi contra fueron tan graves que yo no las puedo aceptar... No hubo peleas, nunca hubo golpes de ningún tipo, no hubo maltratos”, dijo en ese entonces a Raúl de Molina, de 'El Gordo y la Flaca'.

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Ese divorcio creó una bola de especulación que teminó golpeando con rudeza a su hija mayor, Chiquis, pues se alegaba que se había involucrado sentimentalmente con Loaíza, algo que tiempo después fue desmentido por ellos y otros miembros de la familia. Esa no fue la razón.

El golpe final

Jenni Rivera sí estaba furiosa con su primogénita y desde ese mismo octubre no quería ni verla. Era una situación tensa, pero había pasado antes; se enojaban, se distanciaban y se contentaban. Lamentablemente, el 8 de diciembre de 2012 todavía no se hablaban. Ese sábado fue increíble en la vida de la 'Diva de la Banda', pues por primera vez llenó a reventar la Arena Monterrey. Cerca de 17,000 personas acudieron a su concierto y hubo otros tantos que se quedaron fuera por lo que ella adelantó que probablemente regresaría en febrero para regalarles “la experiencia”.

Poco antes de subir al escenario, Jenni fue a comer algo con su círculo más íntimo al restaurante 'El rey del cabrito'. Pidió una paleta de cabro, cuya carne casi no tiene grasa y declinó las tortillas pues “en cinco horas” empezaba su show.

Comió, fue al ensayo, salió a preparse y a las 9:00 de la noche comenzó su última actuación multitudinaria. El concierto se extendió cerca de cuatro horas y frente a todo su público recibió discos de oro y platino por las ventas de su más reciente producción, 'Joyas prestadas'.

Su copa rebosaba. Y aunque lloró durante la interpretación del tema 'Paloma negra', más tarde les dejó saber a los periodistas y a un amigo que se emocionaba al interpretar algunos temas, pero que no había de qué preocuparse, pues estaba feliz. Más en momentos en que triunfaba junto a estrellas como Miguel Bosé y Paulina Rubio, en el programa 'La Voz México'. También, le hacía mucha ilusión saber que se convertiría en la primera hispana en protagonizar 'Jenni', una serie en la televisión de Estados Unidos. Y en el 2013 vería la luz la película 'Filly Brown', que marcaba su debut en la pantalla gigante.

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Me siento bendecida, muy afortunada, muy querida... Muchas veces no puedo creer las cosas que suceden en mi vida”, declaró en las primeras horas del domingo 9 de diciembre, en una breve conferencia de prensa. Salió de ahí rumbo al aeropuerto de Monterrey y, según recordó su chofer Jesús González, tenía hambre. Le preguntó dónde podría conseguir a esa hora un té o algo "calientito". Él le sugirió detenerse en un OXXO cercano.

Rosa Isela Rodríguez dijo que eran como las 2:20 de la madrugada del domingo 9 de diciembre cuando Jenni RIvera entró al OXXO. Compró una sopa y llevó agua caliente para un té. Se regresó a la camioneta, donde comió mientras que su chofer la escuchó llamar a su relacionista público, Arturo Rivera. Le pidió que le avisara cuando ya todos estuvieran abordo y el avión a punto de despegar porque estaba tan agotada que “no quería verle la cara a más nadie”.

A las 3:08 de la madrugada, le escribió a su amigo Javier Estrella, quien la había contactado, preocupado porque la vio llorar sobre el escenario. Calmó su inquietud escribiéndole: “La verdad tengo paz... Soy muy feliz... Estoy tranquila... te lo prometo. Ciertas canciones me hacen llorar, pero es todo. Dios está conmigo. Confío en él”.

Su último mensaje de texto, antes que el avión despegara, fue para el cantautor José Manuel Figueroa, hijo de Joan Sebastian. “Te marco aterrizando” en Toluca, le prometió.

El Lear Jet 25, matrícula N345 MC despegó por la pista 11, cerca de las 3:30 de la madrugada. Los pilotos Miguel Pérez y Alejandro Torres tenían como misión trasladar a Jenni Rivera y su equipo (Arturo Rivera, Mario Macías, Jacob Yebale y Gerardo N) hasta la ciudad de Toluca. El despegue resultó exitoso, pero cuando el avión alcanzó los 28,000 pies de altura confrontó dificultades. Se estima que sus ocupantes sintieron como si fuera una turbulencia durante dos minutos 50 segundos, antes de que comenzara a descender a una velocidad vertiginosa. Informes oficiales obtenidos por el periodista Gerardo Reyes, de Univision Investiga, apuntan a que, en 22 segundos, el avión descendió a 600 millas por hora, el equivalente a cuatro millas, hasta estrellarse.

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“Fue una explosión tan fuerte que los cerros retumbaron”, dijo a Univision Rosendo Rodríguez, vecino de Iturbide, municipio en el que se reportó la tragedia. El impacto, ese último azote de la vida, fue implacable. De Jenni Rivera, sus amigos y los pilotos, solo se recuperaron restos, esparcidos por unos 300 metros. Murió la mujer, pero su legado permanece más vivo que nunca: inquebrantable.

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