SAN JUAN, Puerto Rico.- Las islas del Caribe han experimentado en las últimas semanas una oleada de violencia que ha llevado a gobiernos y fuerzas de seguridad a tomar medidas drásticas. Uno de los escenarios de mayor tensión es el archipiélago de Turcas y Caicos, donde un reciente despliegue de soldados y policías busca frenar el aumento de crímenes violentos.
Pandillas y armas ilegales: la lucha del Caribe contra la violencia armada
Autoridades caribeñas y fiscales de EE.UU. piden al Congreso frenar el contrabando de armas, fuente de violencia y asesinatos en el Caribe; la violencia armada afecta a civiles en el Caribe, con tiroteos en áreas públicas y pandillas operando en la región sin control suficiente.
Esta situación se produce en un contexto alarmante, ya que la isla reportó un récord de 40 asesinatos en lo que va del año, superando con creces las cifras de periodos anteriores.
El incremento en la violencia y los homicidios en varias islas del Caribe está vinculado a la proliferación de armas de fuego ilegales, según autoridades locales, quienes indican que la gran mayoría de estas armas provienen de Estados Unidos, en especial de los estados de Florida, Georgia y Texas, desde donde se envían al Caribe de manera clandestina.
Las armas de contrabando son introducidas al país de forma disimulada en cargamentos diversos, desde automóviles hasta electrodomésticos.
La situación ha llegado a un punto crítico. Las cifras de decomiso son un reflejo de esta problemática: durante el año pasado, las autoridades en Bahamas enviaron 266 armas confiscadas a la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de EE.UU. para su rastreo.
Jamaica, República Dominicana y Trinidad y Tobago también reportaron altas cifras de decomisos. Sin embargo, la capacidad de rastreo no es suficiente para detener el flujo constante de armas, que en muchos casos son desmontadas y escondidas en contenedores marítimos, haciendo su detección aún más complicada.
Expertos en seguridad citados por AP han identificado un cambio en los patrones de violencia en el Caribe. Según Michael Jones, director ejecutivo de la Agencia de Implementación para el Crimen y la Seguridad de Caricom, los homicidios han dejado de ocurrir solo en enfrentamientos de pandillas o en zonas conflictivas.
Ahora, los asesinatos son más visibles y a plena luz del día, y cada vez son más los jóvenes involucrados en crímenes violentos. Jones también señaló que muchas pandillas operan a modo de franquicias en toda la región, con sicarios que incluso viajan entre islas para cometer asesinatos.
A la par, el número de víctimas civiles en estos tiroteos ha aumentado. En Trinidad, un niño de cuatro años resultó herido de bala cuando un tiroteo estalló cerca de su escuela, mientras que en Bahamas, un hombre fue asesinado mientras sostenía a su bebé en brazos. Estos casos son sólo algunos ejemplos de cómo la violencia armada afecta cada vez más a inocentes en la región.
Líderes caribeños toman medidas para controlar la crisis de violencia
Para hacer frente a esta crisis, líderes caribeños han adoptado diversas medidas y reformas. Keith Rowley, primer ministro de Trinidad y Tobago, ha impulsado una legislación para restringir el uso de armas de asalto y rifles de alto calibre.
En Jamaica, las autoridades han reducido el número de pandillas activas de casi 600 a 150 y han implementado leyes para combatir el crimen organizado. Sin embargo, el problema persiste, y muchas autoridades locales afirman que los recursos son insuficientes para hacer frente a una crisis que en gran medida tiene sus raíces fuera de sus fronteras.
En respuesta, las autoridades del Caribe han pedido una mayor colaboración de Estados Unidos. Letitia James, fiscal general de Nueva York, y otros 13 fiscales estadounidenses han instado al Congreso a tomar medidas para frenar el flujo de armas hacia el Caribe.
Los esfuerzos hasta ahora incluyen la designación de un coordinador en EE.UU. para combatir el contrabando de armas en la región y el rastreo de armas decomisadas por la ATF. Sin embargo, muchos líderes caribeños consideran que se necesita una intervención más firme para reducir la violencia que continúa cobrando vidas.





