En la arena blanca de una playa paradisíaca irrumpe una torre de hormigón similar a la de una cárcel: es el inicio de 100 millas del muro que construye República Dominicana para "protegerse" de la inmigración ilegal, la violencia y el contrabando de Haití.
Un muro fronterizo con Haití, la bandera electoral en República Dominicana en estas presidenciales
El presidente Luis Abinader es favorito para ganar los comicios de este domingo en República Dominicana, en medio de gran popularidad por su manejo de la economía y, sobre todo, por su dura política hacia su vecino.
Militares fuertemente armados lo custodian y en los tramos más calientes hay vehículos blindados.
La estructura —una base de concreto y, el resto, una verja con alambres en el tope— es una bandera del gobierno del presidente Luis Abinader, favorito este domingo a la reelección para un segundo mandato de cuatro años.
Abinader endureció su política sobre Haití con más redadas migratorias, miles de deportaciones, el cierre de los pasos fronterizos y el muro, que vende como "una de las obras más importantes y que cambiará para siempre la República Dominicana".
La valla arranca en Pedernales, un pueblo de playa que aspira convertirse en polo turístico y hace frontera con Anse-à-Pitre. La violencia de las pandillas, que tomaron sectores enteros de Puerto Príncipe, a 87 millas, acá no se percibe.
Los niños juegan junto a un río, mientras camiones y comerciantes cruzan de Haití a Dominicana a una zona franca binacional.
La actitud de los cuerpos de seguridad es más distendida que en puntos mucho más calientes de la frontera como Jimaní, el más cercano de la capital haitiana (33 millas). El portal fronterizo es una rudimentaria cerca con palos de madera, similar al de una finca y muy distinto de las puertas metálicas en otros cruces más transitados.
"Ellos tranquilos, son hermanos", dice a la agencia AFP Eleodoro Matos, líder comunitario en Pedernales.
Un muro cargado de simbolismo para separarse de Haití
El muro ocupará 100 de las 210 millas de frontera que comparten los dos países de la isla La Española.
Las torres de vigilancia miden 30 pies, el muro de hormigón tiene 8 pulgadas de espesor y cinco pies de altura, seguido por la verja de seis pies y medio.
Abinader asegura que delitos como el robo de ganado, motocicletas y vehículos bajaron 80% en algunas zonas. Y ha prometido que de ser reelecto extenderá la construcción a zonas montañosas, donde se reporta un incremento de cruces.
Y salvo la de los activistas, parece no encontrar objeción: su principal rival, Leonel Fernández, defiende políticas migratorias de mano dura, mientras que 70% de la población aprueba la gestión del mandatario, según encuestas.
"Tiene un efecto que es simbólico, que va a ayudar a tener quizás ciertos controles", opina Odanis Grullon, de 29 años, sentado en una mesa de su restaurante a la orilla de la paradisíaca playa de Pedernales, a una milla de la verja. "A la hora de que exista un estallido en Haití, ese muro...", se interrumpe, escéptico de su efectividad si escalase la violencia en áreas fronterizas.
Juan Del Rosario, experto en temas fronterizos, coincide al considerar que "no es efectivo". "La presión migratoria no se detiene con infraestructura física ni tecnológica", explica a AFP. "Dificulta ahora el paso de ganado (de contrabando) en donde se ha concluido, por ese lado, podemos decir que hay cierto control; sin embargo, ilícitos como drogas, armas, eso no se ha controlado todavía", añade.
La corrupción que propicia el muro con Haití
Las Fuerzas Armadas reforzaron su presencia en la frontera cuando estalló la más reciente crisis en Haití. La presencia de soldados en Jimaní es mayor, hay más retenes en las carreteras y el paso al muro, construido detrás de un lago, está bloqueado.
"Son órdenes", responden los soldados.
Está, además, la corrupción. "Eso (del muro) no funciona aquí", dice Juan Enrique Matos, comerciante en el mercado El Paso de Jimaní, poco concurrido por estos días tras el estallido en Haití. Los haitianos le "dan su plata al guardia y los dejan cruzar. Eso es un negocio que hay", denuncia.
Es secreto a voces en este pueblo, aunque pocos se atreven a decirlo abiertamente. "Pasan por donde quieran", señala Brian Baptista, de 25 años y comerciante en Jimaní, donde la mayoría de los vendedores son haitianos y el creole se escucha en todos lados. "Por el monte, por la puerta...".
Abinader, favorito para ganar las elecciones dominicanas
Más de 8 de los 11 millones de dominicanos están llamados a las urnas en estas elecciones generales, en las que se escogen a la vez los 190 diputados y 32 senadores del Congreso.
En las presidenciales, se da la revancha entre el presidente Abinader, un empresario millonario que supo capitalizar el hartazgo con la vieja política, y Leonel Fernández, que gobernó por tres mandatos, aspira volver al poder. Ya se midieron en 2020, cuando Abinader se alzó con una holgada victoria que dejó a Fernández en tercer lugar.
De los nueve candidatos, el actual presidente es el favorito a la reelección en los comicios del domingo, tras cuatro años enfocados en enderezar la economía y combatir la migración ilegal haitiana.
De 56 años, el mandatario es heredero de un imperio familiar enfocado en el turismo y el cemento. Hizo su incursión en la política en paralelo al manejo del consorcio Abicor, que le ha permitido amasar una fortuna estimada en 75 millones de dólares. Su padre, José Rafael Abinader, fue secretario de Finanzas y senador en gobiernos socialdemócratas.
Su primer acercamiento formal a la política ocurrió en 2005, cuando quiso ser senador. Fue luego candidato a vicepresidente en 2012 y a presidente en 2016 con el Partido Revolucionario Moderno (PRM), que hoy también lidera. Llegó al poder con un discurso anticorrupción, pero su popularidad despegó por el manejo de la economía, la pandemia del covid-19 y, sobre todo, por el endurecimiento de la política en torno a Haití.
Sus seguidores lo llaman el "presidente de la crisis" y su popularidad ronda el 60%, según los últimos sondeos. "Ha sabido manejar las crisis que se le han presentado, ha tenido una política de subsidios y eso ha ayudado en su popularidad", comenta la politóloga Rosario Espinal.
Nacido en Santo Domingo, de ascendencia libanesa, está casado y tiene tres hijas.
El nuevo intento de Leonel Fernández
Por su parte, Leonel Fernández, 70 años, aspira a un cuarto mandato. Ya suma tres períodos presidenciales: el primero entre 1996 y 2000, y luego dos consecutivos entre 2004 y 2012.
Y por segunda vez se enfrenta al mismo rival: Abinader. Aunque en 2020 quedó en tercer lugar con el 8% de los votos, en esta oportunidad las encuestas lo ubican como el principal rival del mandatario, pero todavía lejos (60% a 25%).
Promete "un gobierno de progreso" con 2,024 propuestas para transformar la economía y la "justicia social", entre las que destacan el aumento de la producción agropecuaria que, asegura, ha sido afectada por el crecimiento de las importaciones.
Fernández, abogado y escritor, militó 46 años en el izquierdista PLD, el partido que lo acompañó durante sus tres gobiernos, pero rompió con la organización en 2019 tras perder las primarias, que tachó de fraudulentas. Fundó entonces su propio partido, la Fuerza del Pueblo.
Acusa al gobierno de Abinader de manipular las cifras de crecimiento, aunque coincide con la política de deportación de indocumentados.
La gestión de Fernández tiene grandes obras de infraestructura como el metro de Santo Domingo. Además, permitió el acceso de capitales privados a empresas del Estado e impulsó un gran crecimiento económico.
Se crió en los barrios capitalinos de San Carlos y Villa Juana. Soñaba con ser beisbolista, se casó dos veces y también tiene tres hijas.
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