"Yo pensaba que las carpas eran solo para ir a la playa": la ONU abre un campamento para migrantes venezolanos en Colombia

Hasta ahora, el gobierno de Colombia se había negado a construir campamentos para migrantes venezolanos, pero ha tenido que ceder ante el creciente ingreso de personas sin techo y sin dinero y, con la ayuda de Acnur, ha levantado uno en la Guajira, en su frontera norte con Venezuela.

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Por:
Manuel Rueda.
Freddy Pacheco y su familia descansan bajo su carpa en el campamento para migrantes y refugiados venezolanos en Maicao, Colombia. La familia vivió en la calle por varias semanas antes de que abriera el campamento.
Freddy Pacheco y su familia descansan bajo su carpa en el campamento para migrantes y refugiados venezolanos en Maicao, Colombia. La familia vivió en la calle por varias semanas antes de que abriera el campamento.
Imagen Manuel Rueda

MAICAO, Colombia. - El mediodía acecha y decenas de migrantes y refugiados venezolanos reciben un almuerzo gratis de pasta con pollo en un campamento de la Naciones Unidas. La pequeña aldea de tiendas blancas, containers, y espacios públicos cubiertos con techos metálicos, resplandece bajo el ardiente sol del municipio colombiano de Maicao.

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Dentro de las carpas, algunos de los migrantes que ya comieron descansan y se protegen del sol. Otros contemplan su suerte: "Yo antes pensaba que la carpas eran solo para ir a la playa", dice Zaimil Vega, una migrante de 31 años que no ha perdido su sentido del humor. "Ahora estas carpas nos salvan de dormir en la calle¨", añade.

Un grupo de voluntarios acomoda una carpa en el campamento para migrantes y refugiados en Maicao, Colombia. El campamento actualmente cuenta con 55 carpas en las que están viviendo unas 200 personas.
David Perez y su pareja Cisle Chacin llevan una semana viviendo en el campamento para migrantes venezolanos en Maicao, Colombia. Tienen aproximadamente un mes para quedarse y aún no saben qué harán despues .
Vista aérea del campamento para migrantes y refugiados venezolanos en Macaio, Colombia. El campamento actualmente cuenta con 50 carpas y unos 200 habitantes, pero puede expandirse para albergar hasta mill personas.
Estos migrantes del estado Anzoátegui viven ahora bajo la misma carpa en el campamento de Naciones Unidas en Maicao. A la derecha, Manuel Canova y su pareja, Zaimil Vega, que tiene tres meses de embarazo. Aunque se prevé que el campamento pueda albergar a más de 1,000 personas cuando esté finalizado, en esta primera fase se da prioridad a los más vulnerables.
Zaimil Vega viajó a Colombia con escasas pertenencias. Ahora las mantiene ordenadamente en su carpa.
El 40 % de los habitantes del campamento para migrantes son niños. ACNUR le ha dado prioridad a familias que vivían en la calle en la ciudad de Maicao.
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Un grupo de voluntarios acomoda una carpa en el campamento para migrantes y refugiados en Maicao, Colombia. El campamento actualmente cuenta con 55 carpas en las que están viviendo unas 200 personas.
Imagen Manuel Rueda

El campamento, construido en marzo con la ayuda de ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, es actualmente el hogar de 200 venezolanos que han huido de la crisis económica y política de su país.

Su construcción es un hito para Colombia, donde hasta hace poco las autoridades locales se habían negado a hacer este tipo de estructuras. Aunque los campamentos de refugiados son comunes en países de África y el Medio Oriente que reciben a miles de personas huyendo de guerras y hambrunas, en Colombia el gobierno nacional los había descartado hasta hace poco, diciendo que dificultan la integración socioeconómica de migrantes y refugiados.

Según Naciones Unidas, unas tres millones de personas se han ido de Venezuela desde 2015. Y, a medida que la crisis empeora, miles más están saliendo de su país improvisadamente, sin dinero para alquilar vivienda o familiares que los puedan albergar.

Y esto genera problemas para ciudades pequeñas como Maicao, que no cuentan con suficientes albergues para acomodar a personas desprotegidas.

En diciembre, las autoridades de esta ciudad fronteriza, ubicada a solo 15 minutos de Venezuela, le pidieron ayuda a ACNUR para albergar a los cientos de venezolanos que dormían en las calles de esta localidad.

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1,500 venezolanos dormían en las calles

La solución propuesta por la agencia internacional fue un campamento de 4 hectáreas, que será construido en cuatro fases y podrá albergar alrededor de mil personas: “Las autoridades locales nos han pedido ayuda, porque su capacidad (de respuesta) ha sido rebasada”, explica Marco Rotunno, el jefe de comunicaciones de ACNUR, en esta región de Colombia.

Aunque se prevé que el campamento podrá albergar hasta a 1,000 personas, por el momento tiene menor capacidad y se les da prioridad a los más vulnerables.
Aunque se prevé que el campamento podrá albergar hasta a 1,000 personas, por el momento tiene menor capacidad y se les da prioridad a los más vulnerables.
Imagen Manuel Rueda

Rotunno dice que en febrero su organización realizó un censo y encontró que unos 1,500 venezolanos dormían en las calles de Maicao o en asentamientos como parqueaderos, plazas de mercado y hasta galpones de gasolina.

El campamento de ACNUR por ahora no tiene la capacidad par albergar a todas estas personas, así que se le esta dando prioridad a los más vulnerables, como Zaimil Vega, que tiene tres meses de embarazo.

Vega y su pareja, Manuel Cánova, llegaron a Maicao el 2 de marzo desde el estado venezolano de Anzoátegui tratando de buscar algún trabajo que les ayudara a subsistir, pues en Venezuela sus ingresos ya no superaban los $10 al mes. Dicen que les toco dormir en la calle desde su segunda noche en la ciudad porque ya no les alcanzaba el dinero para alquilar una habitación.

A la semana de estar en Maicao, la pareja fue abordada por trabajadores sociales que les ayudaron a inscribirse en el campamento de la ONU: “Es bien duro en la calle, porque se pasa frio, y además tienes que cuidarte de gente que te quiere robar tus cosas”, dice Cánova. “Cuando hay mujeres embarazadas de por medio y niños de por medio es más difícil aún.”

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Ahora la pareja trata de subsistir vendiendo bolsas de agua en las calles, que almacenan en unas cajas blancas de icopor. Tienen aproximadamente un mes para quedarse en el campamento, y aún no tienen claro qué harán después.

“Queremos estabilizarnos”, dice Cánova, que en Venezuela trabajaba como comerciante de comida, mientras que su compañera administraba una panadería.

Buscando qué hacer después del campamento

No son los únicos enfrentando la incertidumbre. David Pérez y su compañera Sicle Chacín viven en la carpa #11 con sus dos hijos.

Pérez, de 19 años, ha trabajado como vendedor informal de zapatos y ropa, pero dice que su familia vivía en la calle. Dormían en una hamaca, pues sus ingresos no eran suficientes para pagar alquiler: "No sé a dónde iremos después de salir de acá", dice Pérez. "Si la situación mejora en Venezuela volvemos, pero si no, tal vez nos toca volver a a la calle a seguir luchando".

Las zonas populares y las familias con necesidades especiales y miembros enfermos son las más afectadas por la crisis que se vive en el país suramericano. Por su parte, el oficialismo sigue responsabilizando al gobierno de EEUU de las fallas en los servicios básicos. Nicolás Maduro pidió a los ministros poner sus cargos a disposición para hacer una restructuración que, a su juicio, buscará blindar la operatividad de su gestión.
Video Millones de venezolanos continúan atravesando dificultades debido a las fallas en el suministro de agua y luz


ACNUR y las demás agencias encargadas del campamento intentan buscar estrategias “de salida” para los migrantes en el campamento, que incluyen apoyo con implementos de trabajo, o pasajes de bus para aquellos que quieran probar suerte en otras ciudades.

Pero estas estrategias apenas se están gestionando. Y por el momento muchos de los migrantes en el campamento seguirán dependiendo de la asistencia humanitaria que se les brinda.

Mientras tanto, el gobierno colombiano contempla la construcción de otros campamentos o estructuras, para albergar a los miles de venezolanos que se encuentran en condición vulnerable.

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Según un documento publicado en noviembre por el Departamento de Planificación Nacional, ya han sido asignados fondos para construir cuatro albergues, conocidos como Centras de Atención Transitorios, con capacidad para 62,000 personas, en regiones fronterizas. El costo estimado será de $5 millones de dólares.

Rotunno dice que ACNUR estará dispuesto a ayudar a en donde el gobierno lo requiera. En Brasil, la agencia ya ha colaborado con 10 campamentos para migrantes y refugiados venezolanos.

“Las situacion de los desplazados venezolanos es bastante grave”, dice el funcionario de ACNUR. “Para nosotros es importante responder donde se presente la necesidad de ayuda".

Estas familias del centro de Caracas han pasado meses sin recibir agua por las tuberías, luego que fallas de energía cortaron el suministro y la distribución en su edificio colapsó por la falta de mantenimiento. En toda Venezuela muchos se están bañando, lavando ropa, platos, limpiando y cocinando con unos pocos litros de agua al día. En la fotografía un hombre ayuda a un niño a bañarse en su departamento el 17 de marzo de 2017.
Un apagón que cortó el suministro de agua durante casi una semana multiplicó el problema. Ante la incertidumbre de cuándo podría normalizarse la distribución, y si sería suficiente, muchos venezolanos están conservando la cantidad de agua que pueden comprar o recoger de los ríos. En la fotografía Eleazar Azuaje, quien se encarga de cuidar el sistema de agua del edificio, verifica el nivel de agua del tanque principal de la estructura.
"Tratamos de ahorrar agua bañándonos de pie sobre un recipiente, para contener el agua que cae y utilizarla para los inodoros”, dijo a Reuters Yudith Contreras, una abogada de 49 años, en la fotografía junto a los tanques de agua de su edificio. A su departamento ha llegado poca agua en los últimos dos años y como cientos de caraqueños, Contreras ha recogido agua de los arroyos que bajan de la montaña El Ávila, en el extremo norte de Caracas.
Este complejo de 10 pisos en el centro de Caracas está muy cerca del Palacio de Miraflores, sede del ejecutivo Venezolano y desde donde gobierna Nicolás Maduro. En su cocina y baño Contreras guarda recipientes con agua que debe subir por las escaleras hasta su apartamento en el noveno piso, porque el ascensor no funciona. "Tienes que ahorrar agua porque no sabemos cuánto tiempo durará esta situación", aseguró.
En este y otros edificios de Caracas los residentes deben bajar las escaleras con contenedores de agua vacíos para llenarlos y llevarlos a sus departamentos. Desde los barrios más pobres hasta las urbanizaciones de clase media y las más adineradas, la escasez de agua se suma a la profunda crisis económica que deben soportar las familias en Venezuela.
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Una botella de 1.32 galones (cinco litros) cuesta alrededor de dos dólares un supermercado de Caracas y está fuera del alcance de muchas personas porque el salario mínimo mensual es de alrededor de seis dólares. En la fotografía las botellas de plástico vacías que utiliza para recolectar agua Wilson Hernández, quien vive en un cuarto piso.
Algunos residentes ya han agotado sus suministros de agua. "Hoy terminé todo lo que tenía guardado", dijo David Riveros, un conductor de autobús retirado que vive en un primer piso. La fotografía muestra una pecera vacía en su departamento.
Yuneisy Flores, una ama de casa de 31 años, vive con su familia en un cuarto piso. Filtra el agua que usa para lavar los platos para eliminar las sobras de alimentos y luego la utiliza para bajar el inodoro y baña a su hija de 3 años en el fregadero para reciclar el agua. "Es difícil, demasiado difícil, puedes morir sin agua”, dijo Flores. "No sabíamos esto antes. El agua ahora es oro".
Jenny Montana, de 38 años, lava una manta en la cocina de su departamento. Actualmente está desempleada y vive con su hija en el noveno piso. Regularmente sube contenedores de agua de 20 litros por las escaleras hasta el noveno piso. "Recuerdo que una vez tuve que cargar cinco contenedores en un día", dijo.
Minerva Savago, de 58 años, vive en la planta baja del edificio y limpia el piso con la poca agua que recolectó durante el día. Maduro culpa a la sequía y sus opositores de sabotear su suministro de agua pero Juan Guaido, quien en enero invocó la Constitución para asumir la presidencia interina, dice que el problema se debe a la falta de mantenimiento en los sistemas de energía y agua de Venezuela.
Uno de los vecinos reutiliza el agua en su máquina de lavar ropa. A principios de este mes Venezuela se hundió aún más en el caos después de un apagón de casi una semana que cortó el suministro de agua que ya escaseaba para muchos, cuando sistemas de bombeo se vieron afectados por la interrupción de la energía.
Desde entonces, Maduro prometió colocar tanques de agua en los techos de las casas y bloques de apartamentos para aliviar el problema. Desde el apagón, el peor en décadas, las filas de personas que hacen cola para llenar el agua que fluye del Ávila se han multiplicado, a pesar de las advertencias de que el agua no es apta para el consumo. Muchos de los edificios en Caracas ya tienen al menos un tanque de agua.
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Estas familias del centro de Caracas han pasado meses sin recibir agua por las tuberías, luego que fallas de energía cortaron el suministro y la distribución en su edificio colapsó por la falta de mantenimiento. En toda Venezuela muchos se están bañando, lavando ropa, platos, limpiando y cocinando con unos pocos litros de agua al día. En la fotografía un hombre ayuda a un niño a bañarse en su departamento el 17 de marzo de 2017.
Imagen Carlos Jasso/Reuters
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