Cómo el terremoto está desnudando la falta de transparencia del negocio inmobiliario mexicano

En la capital azteca, el terremoto no solo ha dejado a cientos de muertos y damnificados. También ha evidenciado lo difícil que será identificar responsabilidades en el sector de la construcción.

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Por:
Juan Pablo Garnham.
Un edificio dañado por el terremoto, en Ciudad de México.
Un edificio dañado por el terremoto, en Ciudad de México.
Imagen PEDRO PARDO/AFP/Getty Images

Desde hace una década, Ciudad de México ha estado construyendo una herramienta para saber cuáles son las zonas más propensas a catástrofes naturales. En el llamado ‘Atlas de riesgos’ se han invertido 5.6 millones de dólares solo desde 2015, de acuerdo a la senadora María Verónica Martínez. Sin embargo, muy pocos saben lo que este atlas dice. A pesar de 113 solicitudes de transparencia, el gobierno local se ha negado a cederlo al público.

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“En materia de riesgos geológicos, conocimiento es seguridad”, comentó en el periódico Milenio el periodista e historiador Héctor Aguilar Camín. “[A quienes lo han pedido] se les ha respondido, entre otras cosas, que solo pueden conocer el atlas quienes puedan demostrar un ‘interés jurídico’. Podría responderse que los habitantes de la ciudad tienen algo más que un ‘interés jurídico’ en el acceso al atlas de riesgo: tienen un interés vital’”.

La impresión de muchos al respecto es que, con este secreto, se trata de favorecer al sector inmobiliario. Luego de fuertes presiones posteriores al terremoto, el jefe de gobierno de la ciudad, Miguel Ángel Mancera ha comenzado a dar señales de que haría público el documento. Pero, más allá de que lo haga o no, este es uno de los muchos ejemplos de la opacidad con la que se maneja el negocio de la construcción en Ciudad de México.


“En todo el mundo el sector inmobiliario tiende a ser de los más corruptos, pero en México el nivel de corrupción es grandísimo”, dice el economista y urbanista Salvador Medina, quien agrega que la complejidad de regulaciones y jurisdicciones superpuestas hace más difícil entender las reglas del juego y da pie a que sea fácil evadir estas mismas. “Si tienes suficiente poder para corromper a alguien, puedes lograr beneficios de cambio de suelo, de altura, etc. Y no es fácil ver y conocer algunas cosas. Hay registros centrales y más o menos te responden cuando solicitas información, pero a nivel delegacional se hace complicado”.

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Hoy, esa falta de transparencia está dificultando la labor de los medios y la sociedad civil para analizar responsabilidades frente a los miles de edificios dañados y 38 caídos (incluso la recuperación de los cuerpos ha sido cuestionada por su poca transparencia, como lo muestra esta historia de la periodista Marcela Turati). Otro ejemplo de esta actitud es el actuar de los llamados ‘directores responsables de obra’ o DRO, especialistas responsables de que una construcción se haga siguiendo las normas.

“Hay constructoras que ya tienen a su director responsable de obra preferido y que construyen constantemente y contratan a ese DRO, lo que quiere decir que este es muy activo, conocido y tiene mucho trabajo”, dijo al New York Times Jorge Ortiz, uno de estos inspectores. “Y en ocasiones el que tiene varias obras está menos, o no visita, durante todas las fases de construcción y ahí probablemente se den algunos descuidos”.


Fiscalizar a los DRO, así como otros temas, se hace difícil a pesar de los esfuerzos de periodistas y organizaciones civiles (como este colectivo que ya se está organizando). “Lo del Atlas de riesgo, lo de la base de datos de los directores responsables de obra [ esta desapareció y volvió a aparecer en los días posterremoto] y otros temas, ilustra que la Ciudad de México todavía no tiene formas de garantizar que las bases de datos estratégicas para la decisión colectiva estén a disposición de los ciudadanos”, dice Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana. “Aunque los niveles de acceso a información siguen siendo mejores que otras entidades federativas del país, las políticas de apertura gubernamental todavía tienen un amplio espacio para mejorar”.

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Incluso identificar los inversionistas y las constructoras que realizaron una obra puede ser difícil. Es común la creación de empresas específicamente para un proyecto, las cuales desaparecen cuando se termina el edificio. Y la obligación de presentar la información básica del proyecto en el exterior de la construcción (incluyendo el tamaño del edificio en pisos y superficie) es algo que se aprobó recientemente, pero desarrolladores han presentado alrededor de 250 demandas para detener estos requerimientos, según informó el sitio especializado Obrasweb.

Los expertos también han criticado otras herramientas aprovechadas por los privados, como los distritos de desarrollo especial y la transferencia de potencialidad, que permite ‘vender’ los excedentes de altura de un edificio para que otro construya más. “Ambos funcionan como fideicomisos privados, lo que genera un problema de accountability gigantesco”, dice Salvador Medina.

A medida que el polvo y los escombros se vayan disipando, esta necesidad tendrá cada vez más importancia para la credibilidad del gobierno y del sector de la construcción. “La apertura de las bases de datos sobre riesgos o sobre los directores responsables de obras van a ser cruciales para tener confianza entre la población en términos de las investigaciones judiciales que se realicen”, explica Eduardo Bohórquez. “La transparencia y la apertura gubernamental cumplen una labor central para la reparación de daño y el acceso a la justicia después de una tragedia como la del 19 de septiembre”.

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Ahora, este es solo uno de los pasos que México tendrá que tomar si quiere construcciones más seguras. Aunque muy relacionado, el otro será que derechamente se cumplan las leyes, algo que medios e investigadores han denunciado ya antes del terremoto. En un artículo publicado en 2015, académicos del Instituto de Ingeniería de la Universidad Autónoma de México (UNAM), analizaron una muestra de 150 edificios de altura media y llegaron a duras conclusiones.

“Muchos [edificios] tendrían un desempeño inadecuado en un terremoto intenso”, escribieron los investigadores en ese momento, pronosticando lo que se vio el 19 de septiembre. “Parece ser que el regulador no está cumpliendo su deber. Los dueños e inquilinos pueden estar viviendo en edificios que no son tan seguros como asumen”.

El cumplimiento de las leyes y la transparencia en los meses que vienen será clave, además, para la prevención en los terremotos que traerá el futuro. “En el ‘85 cambiaron muchas cosas, pero después las malas costumbres volvieron a existir”, concluye Salvador Medina. Para él, las lecciones del terremoto en cuanto a estándares de construcción y transparencia es algo que hay que sacar en limpio. “Si lo sucedido es mal aprovechado, va a ser muy negativo en muchos sentidos”.

Los bomberos de Los Ángeles trabajan en un edificio que colapsó en la colonia Roma. Un sismo menor ocurrido en la mañana del sábado sacó a la gente de sus casas y provocó la paralización temporal de los trabajos de salvamento para revisar posibles daños y riesgos.
Alrededor de 70 rescatistas de Japón arribaron el jueves a México con 4 perros. Según el Gobierno de la Ciudad de México, al menos medio centenar de personas había sido salvado en la capital hasta el miércoles y unas 1,900 resultaron heridas.
17 efectivos y dos perros de la Unidad Militar de Emergencias de España llegaron a México para colaborar en los rescates. El Servicio Geológico de los Estados Unidos dijo que el nuevo terremoto fue relativamente superficial y tuvo epicentro cerca de Juchitan, una región del estado de Oaxaca golpeada fuertemente por otro sismo el 7 de septiembre.
El equipo de rescates de Israel evalúa los daños en un edificio en Álvaro Obregón en la Ciudad de México. La misión israelí está conformada por 70 soldados y miembros de la fuerza aérea. Solo en la capital, las viviendas de unas 2,500 personas sufrieron daños parciales o totales. Muchos llegaron a albergues habilitados desde el primer día de la catástrofe.
Rescatistas del cuerpo de bomberos de Bogotá han participado en labores junto a los expertos Mexicanos. En muchos de los sitios golpeados por el terremoto del martes 19 de septiembre, los residentes fueron desalojados de sus hogares ante la posibilidad de algún derrumbe. De acuerdo con el gobierno de Ciudad de México, 2,400 inmuebles deben ser revisados.
Rescatistas Mexicanos e israelíes intentan localizar sobrevivientes en la Ciudad de México. El país de unos 123 millones de habitantes ha sufrido dos poderosos sismos este mes, que han dejado más de 400 muertos hasta el momento.
El grupo de expertos japonenses se traslada al lugar que les fue asignado para trabajar en la capital. Aunque las probabilidades de encontrar vida se desvanecen con las horas, el gobierno ha insistido en que seguirán las operaciones de rescate, antes de dar paso a la maquinaria pesada y demoler lo que queda.
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Protección Civil informó que el sismo del martes ha dejado 305 muertos, de los cuales 167 corresponden a Ciudad de México. Israelies y mexicanos piden silencio para intentar localizar sobrevivientes.
Un miembro del equipo español examina los escombros del lugar que se les asignó para trabajar en la colonia Roma.
Sobre encontrar más sobrevivientes en la escuela Enrique Rébsamen "siempre existe la posibilidad, pero no es probable", dijo a Reuters el capitán Raúl Ramírez, del departamento de bomberos en el condado de Los Ángeles
Los expertos de Israel intentan colarse en los escombros del edificio Álvaro Obregón 286, en la colonia Condesa.
Rescatistas japoneses llevan al perro por los escombros del Edificio Álvaro Obregón 286, que colapsó en la Ciudad de México.
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Imagen Getty Images
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