Un niño de 12 años fue obligado a trabajar en el campo varios meses para pagar su viaje a EEUU

Para cobrarle “una deuda de 2,500 dólares”, un hombre que llevó al menor de Guatemala a Estados Unidos lo forzó a trabajar hasta 10 horas diarias durante más de seis meses. En 2017, la víctima logró escapar de su captor y lo denunció ante las autoridades.

Foto Isaias Alvarado
Por:
Isaías Alvarado.
Campesinos cosechando jitomates en Florida City, en el estado de Florida.
Campesinos cosechando jitomates en Florida City, en el estado de Florida.
Imagen Joe Raedle/Getty Images

Un migrante guatemalteco que usó a un niño de 12 años para facilitar su entrada a Estados Unidos y después lo obligó a trabajar largas jornadas en campos agrícolas del sur de Florida, fue sentenciado a ocho años de prisión, informó la Fiscalía federal.

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Walfre Eliseo Camposeco Montejo, de 35 años, se declaró culpable en septiembre pasado de tres delitos graves relacionados con el tráfico de personas y por ofrecer un trabajo forzado.

El juez de distrito Roy K. Altman lo condenó el viernes a ocho años de cárcel, seguido de tres años de libertad condicional. También le ordenó que le pague 34,000 dólares al niño afectado, cuya identidad no se ha revelado por tratarse de un menor.

Cuando la víctima logró escapar en 2017 de una granja agrícola en Palm Beach, ya había pasado más de seis meses trabajando como campesino, cumpliendo jornadas de unas diez horas diarias. Hasta entonces denunció ante las autoridades que había sido un esclavo laboral por una deuda absurda.

De acuerdo con un reporte elaborado por Xavier Martínez, un agente del servicio de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), Camposeco Montejo estaba en Guatemala en el otoño de 2016 cuando convenció a la madre del menor para que le permitiera llevarlo a EEUU. Le dijo que si lo acompañaba al cruzar la frontera sería más fácil para ambos ingresar, porque así lo permitían las leyes migratorias.

También prometió que el niño estudiaría en este país, lo cual emocionó al menor. Ambos dejaron Guatemala el 24 de octubre de ese año. Viajaron en autobús hasta la frontera entre México y EEUU, haciendo escalas en una iglesia en Tiopisca y en un albergue de Ciudad Juárez.


Los dos cruzaron el Río Grande junto con otros siete inmigrantes el 6 de noviembre de 2016. El grupo fue detenido cerca de la ciudad de El Paso, Texas, por agentes de la Patrulla Fronteriza.

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Al ser entrevistados por los oficiales migratorios, Camposeco mostró un acta de nacimiento falsa, la cual indicaba que era padre del menor. Él respondió incluso las preguntas que le hicieron al niño.

Un año después, ya libre de su cautiverio en el sur de Florida, la víctima les dijo a las autoridades que el hombre le había dicho cómo actuar y qué decir para fingir que era su hijo. También contó que tuvo miedo de ser atrapado o asesinado durante su viaje hacia EEUU.

Tras pasar la entrevista de miedo creíble en la frontera, el primer paso en el proceso de asilo, los dos viajaron en autobús a la casa de la hermana de Camposeco en Lake Worth, Florida. Llegaron a principios de diciembre de 2016.

Una semana después comenzó la pesadilla del niño. Camposeco le advirtió que no lo dejaría estudiar pues tenía que pagarle un adeudo de 2,500 dólares por haberlo traído a EEUU. Con ese pretexto lo forzó a trabajar en campos de cultivo en Palm Beach.

“La víctima menor trabajó aproximadamente diez horas al día durante varios meses en 2017”, señala el reporte del agente del HSI.

En su acuerdo de culpabilidad, Camposeco reconoció que mintió sobre su parentesco con el niño y aceptó que lo forzó a trabajar siendo un menor. Él se quedaba con el pago que recibía el niño.

Este caso fue investigado por el HSI y la Unidad Especial contra el Tráfico Humano de Palm Beach.

Los tres sospechosos recurrían a las redes sociales para prostituir a estas mujeres. Ocho con edades de los 15 a los 17 años de edad, cinco de los 18 a los 21. La investigación se inició cuando una niña desapareció en Tulare, al norte del estado de California; y al encontrarla en un apartamento de West Hollywood descubrieron la operación.
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Un empresario hispano trajo a constructores mexicanos para trabajar en obras en el norte de California. Pero allí los sometió a condiciones de esclavitud, según la Fiscalía federal.
Los albañiles eran reclutados a través de anuncios clasificados difundidos en Tijuana como este, que ofrecía empleo en Estados Unidos solo con dos requisitos: “tener visa y ganas de trabajar”.
Los interesados en el empleo viajaban en vehículo hasta la ciudad de Hayward, en el área de la Bahía de San Francisco.
A simple vista, parecía un negocio normal dedicado a la construcción en el norte de California. Pero detrás de una de las bodegas, en galeras precarias, se quedaban a dormir los empleados mexicanos.
Los investigadores que catearon las propiedades del empresario Job Torres Hernández encontraron sanitarios sucios y almacenes usados como dormitorios que no contaban con servicio de agua potable.
Las autoridades creen que Torres Hernández se aprovechó de sus empleados al menos entre mayo de 2015 y agosto de 2017, cuando fue arrestado en un operativo policiaco.
En cualquier rincón donde podían tender una colcha descansaban los albañiles tijuanenses.
Una bandera estadounidense cuelga en la pared del “cuarto” de un trabajador, quien dormía sobre dos tablas y una colchoneta.
Varios empleados testificaron en el juicio contra Torres Hernández, alegando que incluso los hizo trabajar sin descanso hasta 24 horas seguidas.
De acuerdo con documentos judiciales, los trabajadores tenían “acceso limitado” a sanitarios y duchas. En estas condiciones encontraron los detectives uno de los baños.
Un televisor plasma contrasta con la pésima situación en la que vivía uno de los albañiles de Tijuana llevados con falsas promesas hasta el área de la Bahía de San Francisco.
Un testigo identificado como JRLA contó que el acusado le dijo al contratarlo que “no debería preocuparse por un lugar para vivir” en California y que al ofrecerle un espacio en una bodega le prometió “que él pagaría renta o gas o agua”.
La maleta de uno de los empleados quedó en medio de ropa sucia y una bolsa negra para la basura.
La víctima JRLA contó que cuando le cobró a Torres Hernández el sueldo que había ganado este lo amenazó diciendo que “tenía muchos conocidos y que, de hecho, sabía dónde vivía mi familia”.
A un hombre identificado como JMNT le advirtió tras una acalorada discusión pidiéndole su sueldo que “iba a ir con su gente (a Tijuana) y que se encargaría de mí y de mis familiares”.
Una computadora portátil sobre una caja de cartón y un recipiente de plástico quedó en un espacio de la bodega. Un cuadro de un avión antiguo parecía aligerar la dura realidad del huésped.
Otro afectado, ALA, aseguró que el empresario le dijo que si se enteraba que estaban buscando empleo en otro lugar “les echaré a Migración”.
Según el relato de varios afectados, estos siguieron trabajando para el acusado porque les prometió que les ayudaría a conseguir una green card y “por el dinero que me debía”.
Los fiscales presentaron ante el jurado esta fotografía en la que se observa la cadena y el candado con los que el empresario encerraba a los albañiles.
Job Torres Hernández es propietario de Silvery Towers y varias compañías de la construcción en el norte de California.
Fue la unidad investigativa del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) la que tomó este caso y montó un operativo que concluyó con el arresto de Torres Hernández en agosto de 2017.
Robert Bodine, un exempleado, relató en la corte que el acusado le advirtió a uno de los tijuanenses: “Tú no eres legal”. Luego le mencionó que “estaba considerando llamar a Inmigración” y que hasta se burló cuando lo amenazó con denunciarlo ante las autoridades.
Almacenes en Hayward, San José y San Francisco eran usados como dormitorios por el tijuanense.
También en la parte alta de esta bodega pasaban la noche unos empleados, según los fiscales.
Varias veces los constructores cocinaron en los sitios donde dormían. Restos de frijoles y un guisado quedaron en dos sartenes, como muestra de que el operativo policiaco los tomó por sorpresa.
Los investigadores de ICE tuvieron bajo la mira a las empresas de Torres Hernández durante varios meses. Esta es una de las fotos tomadas durante sus operativos de vigilancia.
Esta es otra imagen captada por los detectives federales, quienes reportaron que mientras vigilaron a los trabajadores no notaron que estuvieran ahí en contra de su voluntad.
Los agentes migratorios estuvieron espiando al empresario en varias obras de construcción, incluyendo la de un hotel de la cadena Marriot.
Esta es otra de las imágenes captadas por los investigadores de ICE que se presentaron ante el jurado.
“El gobierno argumenta que el acusado aseguró el trabajo de estos empleados al prometerles falsamente salarios dignos y vivienda adecuada”, indica una carta del fiscal Alex G. Tse.
A mediados de marzo, un jurado federal lo declaró culpable de dos cargos por albergar indocumentados con el fin de obtener una ganancia financiera y por someterlos a trabajos forzados.
Torres Hernández se enfrenta a una condena de hasta 10 años de prisión y una multa de 250,000 dólares por contratar a personas sin permiso para trabajar en EEUU, y otra de hasta 20 años tras las rejas y una sanción económica de 250,000 dólares por someterlos a trabajos forzados.
Además, el tribunal federal puede ordenarle que pague los salarios que ganaron sus víctimas.
El abogado defensor Brian H. Getz dijo en una carta enviada a la corte que su cliente no ha cometido delito alguno, que “no hay evidencia” de que se aprovechara de los albañiles mexicanos, que no los retuvo por la fuerza y que no les pagó porque tampoco él recibía dinero de quienes lo contrataron.
El acusado sigue bajo custodia desde que agentes federales lo arrestaron en el otoño de 2017. Una audiencia condenatoria se ha programado para el próximo 25 de junio.
Dos supuestas víctimas del empresario Job Torres Hernández revisan sus teléfonos celulares. Todos los afectados fueron dejados en libertad, dijo la Fiscalía federal.
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Un empresario hispano trajo a constructores mexicanos para trabajar en obras en el norte de California. Pero allí los sometió a condiciones de esclavitud, según la Fiscalía federal.
Imagen Departamento de Justicia (DOJ)
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