MS-13, la pandilla que mata a latinos y que Trump usa para defender su agenda antiinmigrante

El presidente invitó al Congreso a los familiares de dos adolescentes asesinadas por el violento grupo y empleó su caso para ilustrar y justificar la necesidad de endurecer las leyes migratorias.

María Sánchez Díez
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María Sánchez Díez.
"Esta noche, hago un llamado al Congreso para que finalmente cierre los resquicios mortales que han permitido que la MS-13 y otros criminales entren a nuestro país", dijo el mandatario en su primer discurso sobre el Estado de la Unión.
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Han protagonizado una de las ovaciones más largas y unánimes del discurso del Estado de la Unión: los padres de las adolescentes Kayla Cuevas y Nisa Mickens, asesinadas a machetazos en 2016 por pandilleros de la MS-13 en Long Island, Nueva York. Desde la tribuna, presenciaron la alocución de Donald Trump al Congreso, en la que el presidente volvió a defender su política de mano dura contra la pandilla de origen salvadoreño, surgida en los años 80 en Los Ángeles:

"Estas dos preciosas niñas fueron brutalmente asesinadas mientras caminaban juntas en su ciudad natal. Seis miembros de la pandilla salvaje MS-13 han sido acusados de los asesinatos de Kayla y Neesa", dijo el presidente. "Muchos de estos miembros de pandillas aprovecharon lagunas flagrantes en nuestras leyes para ingresar al país como menores extranjeros no acompañados".

Los padres de las adolescentes Kayla Cuevas y Nisa Mickens, asesinadas por MS-13
Los padres de las adolescentes Kayla Cuevas y Nisa Mickens, asesinadas por MS-13
Imagen Getty


Evelyn Rodríguez, madre de Kayla y activista por las familas de las víctimas de la MS-13, lloraba mientras, una vez más, Trump atacaba a una pandilla que se ha convertido en uno de sus chivos expiatorios predilectos. El grupo, conformado por latinos y famoso por su brutalidad y su parafernalia de tatuajes y ritos, permite vincular a los inmigrantes con crímenes especialmente truculentos, como el de Nisa y Kayla. En el pasado, Trump ha comparado la maldad de la pandilla con la de Al Qaeda y se ha referido a sus miembros como "ilegales" y "verdaderos animales".

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Los ciudadanos también son pandilleros

Sin embargo, buena parte de los miembros de MS-13 son ciudadanos estadounidenses. El pasado mayo, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) realizó una gran operación para detener a miembros de pandillas. ¿El resultado? De los 1,095 detenidos que eran presuntos miembros de la pandilla o tenían vínculos con ella, 933 eran ciudadanos estadounidenses (el 85%). En un operativo similar de 2016 en el que arrestó a 1,133 individuos, 894 resultaron ser ciudadanos (el 78%).

En el Congreso, Trump señaló a los menores no acompañados como responsables directos de la crisis de violencia propiciada por MS-13. Además de Long Island, el condado de Fairfax, en Virginia, y algunas áreas cercanas a Washington DC han sufrido la virulencia de la pandilla.

Pero solo un pequeño porcentaje de los menores no acompañados terminan engrosando las filas de la banda. Por ejemplo, a los condados de Nassau y Suffolk, donde según las autoridades calculan que la pandilla ha cometido al menos 25 asesinatos desde 2016, han llegado más de 8,500 niños viajando solos desde la crisis humanitaria de 2014. De los 90 presuntos pandilleros que las autoridades arrestaron entre mayo y agosto del año pasado, solo 27 eran menores no acompañados.

Los hispanos, víctimas de la extorsión de MS-13

El presidente olvidó mencionar, además, que buena parte de las víctimas de los asesinatos de la Mara Salvatrucha son jóvenes y menores hispanos. Lo eran, por ejemplo, Justin Llivicura, Jefferson Villalobos, Michael López y Jorge Tigre, cuatro jóvenes inmigrantes de entre 16 y 20 años de edad que fueron brutalmente asesinados el pasado abril, también en Long Island. Los jóvenes recién llegados son, de hecho, una comunidad particularmente vulnerable que sufre por un lado el acoso de ICE y, por otro, la extorsión de la pandilla.

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Trump y su fiscal general Jeff Sessions se desplazaron hasta Long Island en dos ocasiones distintas el año pasado para prometer la erradicación de MS-13. Desde entonces, según la Unión de Libertades Civiles Americanas (ACLU), denuncia que se ha desatado una campaña de persecución y detención de inmigrantes con "evidencias vagas de presunta pertenencia a una pandilla". Por ejemplo, una joven indocumentada pasó un mes en una cárcel (en espera de ser atendida por un juez de inmigración) después de que ICE la detuviera por haber hablado con un presunto miembro de MS-13 en su secundaria.

La cifra de miembros de MS-13 es relativamente pequeña: el FBI calcula que hay 10,000 miembros en territorio estadounidense, un 0.7% de la cifra total de pandilleros.

Robert Mickens observa las fotos de su hija Nisa, asesinada junto a su amiga Kayla en septiembre de 2016 tras haber sido emboscadas por pandilleros en una calle de Brentwood. Esa masacre abrió la puerta a que fuesen hallados más cadáveres y a que las autoridades locales pusieran el foco en la amenaza de la MS-13 en lo que a simple vista parece una localidad tranquila a unas 44 millas de Manhattan. (Don Emmert/AFP/Getty Images)
Con este memorial, Robert Mickens recuerda a su hija Nisa y a su amiga Kayla Cuevas. (Don Emmert/AFP/Getty Images)
"Te amo Nisa, dame esos cinco", escribió la madre de Nisa en esta pizarra con un corazón roto. (Don Emmert/AFP/Getty Images)
Tras las muertes de las dos adolescentes Nisa y Kayla las autoridades locales ofrecieron una recompensa a quien ayudara a esclarecer el caso. Luego supieron que fueron pandilleros de la MS-13 los que las asesinaron usando machetes, su arma preferida. (Don Emmert/AFP/Getty Images)
La más reciente masacre perpetrada por la Mara Salvatrucha en Long Island fue la de cuatro jóvenes en un parque de la zona de Central Islip. Ocurrió en abril pasado. En la imagen, policías de investigación peinan el lugar donde fueron hallados los cuerpos. (Spencer Platt/Getty Images)
Un adolescente en su patineta frente al parque en Central Islip que fue escenario de la matanza de los cuatro hispanos: Justin Llivicura, Jefferson Villalobos, Michael López y Jorge Tigre. (Spencer Platt/Getty Images)
El recrudecimiento de la violencia de la pandilla hizo que el presidente Donald Trump y el fiscal general Jeff Sessions fueran a Long Island para prometer una erradicación de la Mara Salvatrucha de la zona. En la foto, una protesta de manifestantes en contra de la dura retórica antiinmigrante del mandatario y su gobierno durante la visita de Sessions en abril pasado. (Spencer Platt/Getty Images)
"Tengo un mensaje dirigido a cada pandilla que va tras nuestros jóvenes: los tenemos en la mira y vamos tras ustedes", dijo desde Central Islip el fiscal general Jeff Sessions el pasado 28 de abril. (Spencer Platt/Getty Images)
El comisionado de la policía del condado de Suffolk, Timothy Sini, al ofrecer 25,000 dólares en un esfuerzo para saber qué había ocurrido con los cuatro adolescentes asesinados en abril. (Spencer Platt/Getty Images)
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Robert Mickens observa las fotos de su hija Nisa, asesinada junto a su amiga Kayla en septiembre de 2016 tras haber sido emboscadas por pandilleros en una calle de Brentwood. Esa masacre abrió la puerta a que fuesen hallados más cadáveres y a que las autoridades locales pusieran el foco en la amenaza de la MS-13 en lo que a simple vista parece una localidad tranquila a unas 44 millas de Manhattan. (Don Emmert/AFP/Getty Images)
Imagen DON EMMERT/AFP/Getty Images
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