Las fuerzas especiales del Ejército más poderoso del mundo no han podido ganarle a un enemigo que a simple vista parece inofensivo: el fentanilo.
La guerra perdida de los militares de élite de EEUU ante un enemigo diminuto (pero letal)
Al menos 174 militares estadounidenses perdieron la vida por consumo de fentanilo entre 2017 y 2021. El problema es particularmente grave en un cuartel de Carolina del Norte, reconoce el Pentágono.

La base en Carolina del Norte donde entrenan soldados de élite conocidos como Green Berets (Boinas Verdes) es, de hecho, donde se registran más bajas por sobredosis de la potente droga sintética a la cual el Pentágono le ha declarado la guerra.
En el cuartel Fort Liberty, que anteriormente se llamaba Fort Bragg, al menos 31 soldados murieron por esta causa entre 2017 y 2021, más que en ninguna otra instalación militar, de acuerdo con estadísticas del Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD).
En la instalación, ubicada en el norte de Fayetteville, en Carolina del Norte, hay más de 46,000 militares asignados, incluyendo elementos del Comando de Operaciones Especiales del Ejército y de un escuadrón que se encarga de hacer operativos “encubiertos” de dicha corporación.
Lo que sucede en ese lugar es solo una parte del enorme problema que enfrentan las fuerzas castrenses de este país. Según un informe que el Pentágono publicó en febrero, un total de 332 soldados perdieron la vida por sobredosis de droga de 2017 a 2022. La droga estuvo involucrada en la mitad de esos casos.
“El número de muertes por sobredosis relacionadas con el fentanilo se ha duplicado en los últimos cinco años”, advirtió el Pentágono en su informe.
Un reportaje del diario Washington Post señala que, en los últimos ocho años, los fallecimientos del Ejército de EEUU por esa droga duplicaron al número de caídos en Afganistán en el mismo período.
Dicho medio afirma que algunos oficiales del Army no acompañaron debidamente a los soldados en su proceso de rehabilitación en Fort Liberty. Eso habría sucedido en el caso de Ari McGuire, de 23 años y quien se alistó en 2016. Fue un sargento quien lo indujo al consumo de fentanilo y cuando el joven confesó a sus superiores que tenía una adicción al opioide no recibió ayuda adecuada, concluyó una investigación del Ejercito citada por el Post.
En vez de tomar cartas en el asunto inmediatamente, altos mandos en Fort Liberty lo pusieron en lista de espera para recibir tratamiento y ordenaron que dos sargentos lo cuidaran de cerca. Pero a mediados de agosto de ese año, McGuire se fue de la base aparentemente a comprar fentanilo en el auto de una compañía de viajes compartidos. Al volver, el conductor se dio cuenta que el muchacho estaba inconsciente. Más tarde fue declarado muerto en un hospital.
La guerra del Ejército contra el fentanilo
“Cada sobredosis de drogas es una pérdida de vida prevenible y debemos trabajar para hacerlo mejor”, escribió Gilbert Cisneros, subsecretario del DoD, en una carta que envió a legisladores en febrero.
“Abordar el abuso de drogas y prevenir las muertes por sobredosis en nuestras Fuerzas Armadas es una alta prioridad para el Departamento de Defensa”, agregó.
Hasta ahora, el peor año en el Ejército se registró en 2021, cuando 54 militares murieron por fentanilo, que es 50 veces más potente que la heroína y que ahora está siendo mezclado con otros narcóticos.
Casi 15,000 sobredosis no fatales por distintas drogas ocurrieron de 2017 a 2021, según el DoD.
Si bien el informe subraya que la tasa de fatalidades es más baja en comparación con la población civil, hay instalaciones militares, como Fort Liberty, donde la problemática es particularmente grave.
Lo que ocurría en ese cuartel fue desvelado en septiembre en un reportaje de la revista Rolling Stone.
Por su parte, la investigación del Post, que abarcó un período más amplio que el del informe del DoD, hace un perfil de los militares que murieron por el fentanilo. La gran mayoría eran hombres blancos con una edad promedio de 26 años. Mientras que 17 hispanos fallecieron por consumir el opioide.
El Pentágono señala que “el estigma que rodea” a los tratamientos de rehabilitación y la salud mental “sigue siendo un desafío para la población militar”.
“Nuestro ejército no es inmune a la epidemia de opioides. Hemos perdido innumerables miembros del servicio militar por sobredosis y, si no tomamos medidas para proteger a los uniformados, perderemos muchos más”, dijo el senador Edward Markey en un comunicado.
Markey, un político demócrata que representa al estado de Massachusetts, y otros cinco legisladores presentaron hace unos días la llamada Ley de datos de sobredosis del Departamento de Defensa, la cual exige que el Pentágono informe anualmente sobre esta crisis. Además, pide formar una entidad independiente que investigue qué impide que los militares reciban ayuda.
Para Markey, es necesario “instituir una reforma sistémica para prevenir” estos fallecimientos, “mejorar el acceso al tratamiento y reducir el estigma de pedir ayuda”.
El Departamento de Defensa lanzó en diciembre una campaña publicitaria con el lema "Hablemos, escucho", para crear conciencia sobre las adicciones y las sobredosis en sus cuarteles. Al tiempo que realiza investigaciones relacionadas con la venta de droga dentro y fuera de sus bases militares.