El futuro impulso de la energía limpia podría centrarse en Wyoming, pues es ahí donde se construye la primera central Natrium, un reactor nuclear de nueva generación impulsado por TerraPower, la empresa cofundada por Bill Gates. Con una capacidad de 345 megavatios (MW), ampliable a 500 MW, se estima que podrá abastecer a unas 400,000 viviendas.
Natrium, la apuesta nuclear de Bill Gates para un futuro energético más limpio que algunos miran con recelo
La instalación que actualmente se construye en Wyoming promete eficiencia y seguridad. Pero no todos están convencidos, pues críticos advierten que al tratarse de energía nuclear conlleva riesgos.
A diferencia de los reactores tradicionales, Natrium utiliza sodio líquido como refrigerante en lugar de agua, característica que le permite operar a presiones más bajas y temperaturas más altas lo que mejora la eficiencia térmica y reduce los riesgos de accidentes nucleares.
La planta en construcción generará 1,600 empleos temporales y 250 puestos permanentes. Aunque todavía se requiere la aprobación definitiva de la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC), la expectativa es que la planta comience a operar para 2030.
Natrium busca superar los modelos convencionales
Gates ha insistido en que la humanidad necesita energía abundante, confiable y limpia, y que, pese a su mala fama, la nuclear puede ser la mejor opción si se moderniza. Natrium será, según el empresario, la instalación nuclear “más avanzada del mundo”, y su diseño busca resolver los puntos débiles del modelo convencional.
La clave del proyecto es el sodio líquido, pues su capacidad para absorber calor es mucho mayor que la del agua, lo que permite un control térmico más eficiente y seguro. Al operar a baja presión, se minimiza el riesgo de explosiones, y el sistema modular del reactor reduce costos de construcción y mantenimiento.
Según TerraPower, construir un reactor Natrium cuesta alrededor de 1,000 millones de dólares, cifra que contrasta con los 25,000 millones que cuesta una planta nuclear convencional en Estados Unidos.
Otro punto fuerte es su sistema de almacenamiento térmico con sales fundidas, que permite almacenar hasta 1 GWh de energía. Esto hace posible regular la producción eléctrica y complementar fuentes renovables como la solar o la eólica, cuya generación es intermitente. Aunque Natrium aún requiere uranio como combustible, TerraPower asegura que la eficiencia con la que lo usa es mucho mayor, lo que permite generar más energía con menos combustible y producir menos residuos radiactivos.
La participación del sector privado también está impulsando el proyecto. TerraPower ya ha asegurado más de 750 millones de dólares en financiación gracias a acuerdos con el gobierno de Corea del Sur y compañías como Korea Hydro & Nuclear Power (KHNP). El interés de grandes tecnológicas como Microsoft, Google y Amazon por abastecer sus centros de datos con energía nuclear también podría acelerar su adopción.
No todos están convencidos de que la energía nuclear sea el futuro
Pese al entusiasmo de Gates y la comunidad científica que apoya estos nuevos reactores, la idea de un futuro energético limpio basado en fisión nuclear que es lo que hace Natrium genera resistencias. La razón: los riesgos asociados a la explotación de uranio y la posibilidad, aunque reducida, de accidentes graves.
Miembros de la comunidad científica y ecologistas advierten que Natrium sigue necesitando uranio como combustible y que su extracción y procesamiento conllevan impactos ambientales significativos, y su transporte plantea riesgos de seguridad. Además, enfatizan que aunque su tecnología promete reducir residuos radiactivos, estos siguen existiendo y requieren sistemas de almacenamiento seguros por miles de años.
Por otro lado, aunque los reactores de sodio han sido investigados desde hace décadas, su implementación a gran escala aún enfrenta desafíos técnicos y regulatorios. Casos como el del reactor francés Superphénix, cerrado tras múltiples problemas, son citados por los críticos como ejemplos de que esta tecnología no está libre de complicaciones.
Más allá de los desafíos técnicos y regulatorios, aún existe un rechazo social en torno a la energía nuclear. Desastres como Chernóbil o Fukushima todavía provocan la desconfianza hacia esta sea alta en muchos países. De acuerdo con Instituto de Investigación Económica para la ASEAN y Asia Oriental (ERIA), convencer a la ciudadanía de que un reactor puede ser seguro y beneficioso es una tarea que requiere transparencia, educación y marcos regulatorios sólidos.
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