Miguel Ángel Pastrana Valenzuela, de 38 años, tiene casi todos sus recuerdos en Estados Unidos. El último sitio en el que vivió fue Ohio, un estado del llamado Cinturón Industrial estadounidense, por su histórica vinculación a la decaída industria manufacturera.
“No tengo a nadie en México”: el drama de un inmigrante deportado dos veces en los mandatos de Trump
Las vidas de miles de inmigrantes que trabajaban en Estados Unidos han sido coartadas por las duras políticas de la administración de Donald Trump, quien ha prometido llevar a cabo deportaciones masivas.
Pastrana contó a Univision Noticias que fue llevado por sus padres a través del Río Grande hacia Estados Unidos cuando apenas tenía 3 meses de nacido, para darle una mejor vida que la que podían ofrecerle en Chihuahua, de donde son originarios.
El caso de Pastrana es peculiar, puesto que ha padecido las duras políticas antiinmigrantes de Donald Trump por partida doble. En 2017, durante el primer mandato de Trump, fue expulsado por un delito menor. En esa ocasión, buscó a su abuela en Chihuahua y estuvo con ella unos años, dijo.

Luego, años más tarde, ya en la segunda gestión de Trump, quien busca hacer deportaciones masivas, fue removido de nuevo cuando acudió a su registro anual ante los mismos servicios migratorios que en el gobierno anterior le autorizaron quedarse en Estados Unidos.
El caso de Pastrana refleja el drama que han vivido miles en los primeros meses de la administración de Trump, marcados por el despliegue de agentes federales en redadas en ciudades que antes eran consideradas sitios seguros para inmigrantes y por arrestos afuera de cortes migratorias y en sitios de trabajo.
También revela los impactos de las políticas antiinmigrantes que no distingue entre infractores menores y personas acusadas de delitos graves. Por ejemplo, un análisis del Centro de Información y Acceso a Registros Transaccionales (TRAC) de la Universidad de Syracuse indica que no son criminales el 71.7% de los más de 58,000 inmigrantes detenidos hasta finales de junio.
“La primera vez me tiré a llorar”
En un video en redes, Pastrana también habló de su primera deportación. En esa grabación dijo que fue detenido por agentes de tránsito y terminó en la cárcel. Ese episodio detonó su primera deportación.
“La primera vez me tiré a llorar por dos o tres años”, dijo Pastrana. “No hice nada, vendí ropa americana”.
Pero en esa ocasión decidió volver a Estados Unidos cuando perdió comunicación con su hija estadounidense. “Lo único que hacía era pensar cómo puedo regresar”, dijo. “Así que me regresé”.
Así, se estableció en Texas, donde vive su madre, para continuar su vida, hasta que vino una segunda detención por deudas por multas de tránsito. Pero, en esa detención, durante el gobierno del demócrata Joe Biden, las políticas migratorias eran distintas: estaban enfocadas en criminales, no en infractores menores.
Luego de estar bajo custodia de la policía local fue trasladado ante las autoridades migratorias, que le concedieron libertad condicional y le permitieron obtener un permiso de trabajo y un número de Seguro Social. Sólo le pidieron reportarse anualmente ante las autoridades migratorias.
“No tengo a nadie en México, mi primer idioma es el inglés”
Pastrana dijo a Univision Noticias que por años se reportó ante las autoridades migratorias sin contratiempos. La última vez que lo hizo se trasladó desde Lima, Ohio, donde estaba viviendo, a Oklahoma City.
Con su permiso de trabajo consiguió también una licencia de conducir estadounidense. Nunca había tenido problemas con las autoridades migratorias, más allá de las preguntas de rutina para su revisión anual.
Pero en marzo su vida dio un giro inesperado, dijo. Al llegar a la oficina migratoria en Oklahoma, le fue notificado que su permiso había sido revocado y que sería removido inmediatamente del país. Fue deportado el 27 de marzo.
“No tengo a nadie ahora mismo en México y a veces me siento solo”, dijo Pastrana, nacido en la ciudad de Delicias, Chihuahua. “Mi primer idioma es el inglés, pero también hablo español”.
“Estaba en la cima del mundo”
En los últimos años, Pastrana se había dedicado a trabajar como capataz revisor de la multinacional RES, dedicada a la instalación de plantas solares y eólicas en Estados Unidos y otros países. En Ohio había vivido en una casa rodante por la naturaleza de su trabajo. Su red familiar y de amistades se concentró en ese estado.
Poco antes de su deportación, contó Pastrana en otro video, había recibido un ascenso laboral y él sentía que su vida iba en el sentido correcto, hasta que fue arrestado.
“Acababa de recibir un ascenso dos semanas antes de mi deportación, tenía una camioneta, un trabajo bien remunerado y estaba en la cima del mundo”, dijo en el video. “Ese día me presenté. Entré a las 8:00 de la mañana. Estaba bien vestido, una señora me llamó y me dijo que pusiera las manos en la espalda”.
“Las celdas eran horribles”, inmigrante habla de las condiciones de su detención
Una vez arrestado en marzo, Pastrana fue puesto en una celda que describió como inhóspita e insalubre. “Me pusieron en una celda con otros 13 tipos”, dijo en el video. “Todos estábamos allí para registrarnos, algunos estaban allí solo para verificar su dirección, todos estaban bien abrigados, no se lo esperaban”.
“Las habitaciones eran horribles, los pisos estaban asquerosos, con uñas y pelos por todos lados, el inodoro estaba todo orinado y no teníamos ninguna fuente de agua, excepto un bebedero”.
Cuenta que no le dieron comida en un inicio, ni le permitieron hacer una llamada. A partir de las 9:00 de la mañana, fue trasladado a Austin, Texas, donde estuvo recluido en un centro de detención con poco alimento y acceso al agua y sin camas.
“Eso fue todo, a la mañana siguiente a las 4:30 am nos esposaron, de pies, de manos y nos transportaron a San Angelo. De ahí nos subimos a otro autobús, esposados, nos transportaron a Del Río, todo el tiempo, sin comida, sin agua, sin baño”, contó.
La falta de una cama adecuada lo dejó con moretones en todo el cuerpo, agregó.
“Estaba muy deshidratado y desnutrido. Estaba triste, claro, por estar tumbado en esas losas de hormigón; tenía moretones por todas partes”, dijo. “Nos detuvimos, nos esposaron y nos dijeron que cruzáramos. Cruzamos, y por suerte, entre mis cosas estaban mi teléfono, mi billetera y mis pertenencias”.
Su licencia, permiso de trabajo y tarjeta del Seguro Social le fueron retiradas. A partir de ese momento, comenzó su travesía de regreso a México, un país que apenas reconoce.
“Cruzamos la frontera, y si eres inmigrante es muy peligroso quedarse en la frontera, los carteles te agarrarán, y si no te retienen para pedir un rescate, te harán cruzar de regreso con drogas”, dijo.
“Me cortaron las alas”
Durante su tiempo en Estados Unidos, dijo, trató de apegarse a las leyes y contribuir a la sociedad. Eso no fue suficiente para el gobierno de Trump, consideró.
“Intenté hacer lo mejor que pude en Estados Unidos. Pagaba la manutención de mis hijos, mantenía la cabeza fría, respetaba las leyes y no conducía sin licencia". “Me esforcé al máximo, me sentía como si volara, y de un día para otro, de un minuto para otro, me cortaron las alas”.
Ahora, a diferencia de la primera vez que fue deportado, se dedicará a conocer México para salir adelante. Por el momento, contó, busca trabajo en Puerto Vallarta, en Jalisco, donde su nivel de inglés podría abrirle puertas en los hoteles y restaurantes que a diario reciben a miles de extranjeros, principalmente de Estados Unidos.
“Me siento como si el sistema me hubiera engañado”, expresó visiblemente conmovido. “Ellos me permitieron quedarme y pagar miles de dólares, solo para decirme de un día para el otro, ‘porque tuvimos un cambio de presidente, tienes que irte’”.
“Estoy aprendiendo México para sobrevivir aquí, para vivir aquí”.
Mira también: