Sin abogados y en México: el muro invisible que enfrentan los centroamericanos que buscan asilo en EEUU

Una vez que son devueltos a México bajo los Protocolos de Protección de Migrantes les dan una lista de organizaciones en las que conseguirán abogados probono. Pero los migrantes se cansan de llamar y nadie les atiende, y si les contestan, probablemente no acepten representarlos. Son pocos los abogados que están cruzando la frontera o que están tomando estos casos.

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Por:
Patricia Clarembaux.
Diana Vidal huyó de El Salvador luego de que las pandillas y la policía comenzaran a acosar a sus hijos. Los golpeaban y obligaban a obedecer órdenes. Ella puso la denuncia en la Fiscalía y la situación empeoró. Un marero llegó una noche a la casa y les dio media hora para tomar lo que necesitaran y marcharse. Si no, los matarían a todos.
Diana Vidal huyó de El Salvador luego de que las pandillas y la policía comenzaran a acosar a sus hijos. Los golpeaban y obligaban a obedecer órdenes. Ella puso la denuncia en la Fiscalía y la situación empeoró. Un marero llegó una noche a la casa y les dio media hora para tomar lo que necesitaran y marcharse. Si no, los matarían a todos.
Imagen Almudena Toral/Univision

TIJUANA, México.- Diana Vidal y Brenda Ruiz duermen en el mismo albergue de migrantes en Tijuana luego de que el gobierno de Estados Unidos las enviara al otro lado de la frontera bajo el programa 'Remain in Mexico'. Ninguna de estas dos salvadoreñas ha podido encontrar un abogado en San Diego, California, que las represente sin costo alguno en sus peticiones de asilo.

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Aunque las autoridades de migración les dan una lista de organizaciones a las que llamar, cuando les contestan el teléfono —si es que les contestan y no caen directo a una operadora en inglés— las respuestas suelen ser las mismas: que no están tomando casos de migrantes en México, porque cruzar la frontera toma mucho tiempo; que están saturados de trabajo, su personal es escaso y deben priorizar; o que pueden remitirlos a privados que les cobrarían.

"Cuando yo fui a mi tercera corte el juez me preguntó por mi abogado y le dije: ‘No tengo, me voy a representar sola’. '¿Estás segura?', me preguntó. Y le dije: 'Sí, segura'", cuenta Vidal, de 32 años y quien huyó por el acoso de las pandillas y la policía de su país a sus dos hijos. Ella llegó a la decisión de no tener abogado luego de hablar por teléfono con cinco defensores legales, y en todos los casos sin una respuesta positiva. "El juez me dijo que tenía 87% de posibilidades de entrar a Estados Unidos con un abogado. El problema es que ninguno quiere venir aquí porque dicen que están saturados".

Brenda Ruiz, de 36, cuenta que logró hablar con uno de los que trabaja en una de las organizaciones de la lista. Se ilusionó. Dice que por teléfono le hicieron preguntas, ella habló de su caso y concluyeron que sí aplicaba para el asilo: "Me dijo que si no me representaba él me recomendaba a alguien. Luego me dijeron que buscara a otro abogado que me representara en mi audiencia. Me preguntaron si tenía dinero y les dije que no. Uno se decepciona".

La mayoría de los migrantes centroamericanos aparecen una y otra vez en sus cortes sin abogado. Aseguran que aunque llaman a las organizaciones que podrían ayudarles, difícilmente les contestan el teléfono o aceptan sus casos.
La mayoría de los migrantes centroamericanos aparecen una y otra vez en sus cortes sin abogado. Aseguran que aunque llaman a las organizaciones que podrían ayudarles, difícilmente les contestan el teléfono o aceptan sus casos.
Imagen Almudena Toral/Univision

Univision Noticias conversó con más de una veintena de migrantes en albergues en Tijuana y en casi la totalidad de los casos no tenían abogado. Solo fue hallada una persona cuya familia en Estados Unidos contactó a uno por teléfono y corrieron completamente con los gastos para que le ayudaran a resolver el caso de asilo. Él es uno entre 9,000 centroamericanos que han sido retornados por Estados Unidos bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP) a Baja California, según datos del gobierno mexicano.

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"Yo no recibo dinero de nadie", dice Brenda Ruiz, que no puede contratar los servicios de un abogado privado. "En Los Ángeles está mi hermana, pero ella solo me va a recibir, nunca le he pedido nada porque ella no trabaja. Suficiente con la carga de que me tenga en su casa mientras corre mi proceso".

Brenda Ruiz recibió en su correo la carta de un abogado probono que le decía que no podía tomar su caso. Le dijeron que su nombre permanecería por tres meses en una lista de "ciudadanos sin representación". En ese tiempo, se lee, le ayudarían a conseguir alguien que la representara. Aún sigue sin abogado.
Brenda Ruiz recibió en su correo la carta de un abogado probono que le decía que no podía tomar su caso. Le dijeron que su nombre permanecería por tres meses en una lista de "ciudadanos sin representación". En ese tiempo, se lee, le ayudarían a conseguir alguien que la representara. Aún sigue sin abogado.
Imagen Almudena Toral/Univision


Un informe del Centro de Información y Acceso a Registros Transaccionales (TRAC) de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, reveló que entre los 1,155 casos resueltos bajo el programa MPP desde enero a junio de 2019, solo 1.2% (14) se plantaron ante el juez con un abogado. "Sin una representación", concluye el estudio, "las probabilidades de ganar un asilo son pésimas. A lo largo de los años son pocos los solicitantes que han ganado sus casos sin un abogado experimentado que los ayude a preparar y presentar sus casos".

"A veces no es posible hacer tanto"

En ese punto de la frontera en el que están Diana y Brenda, son escasos los abogados que reciben casos de MPP sin cobrar a los migrantes. Sin tener quién los represente, pueden pasar meses en México con fechas de corte pospuestas, una y otra vez en Estados Unidos.

Luis González, abogado supervisor de la organización Jewish Family Services, es uno de los defensores que está representando a migrantes bajo MPP sin costo alguno. Trabaja junto a dos personas acreditadas por el Departamento de Justicia, que pueden acompañar a los migrantes y presentar argumentos ante los jueces de migración aún cuando no son abogados. Pero ese es todo su equipo.

Cuenta que pueden recibir hasta 20 llamadas al día de personas que piden apoyo legal: "Al final, si solo podemos tomar tres o cuatro casos (a la semana) porque eso es lo que puede absorber mi equipo, tenemos que ver cuántos casos tenemos (en proceso). Como a veces llegan muchísimos, tenemos que tomar la decisión de decir quién necesita más la ayuda y en eso nos basamos", explica. "Queremos representar al mayor número de personas, pero a veces no es posible hacer tanto porque mi equipo no es grande".

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Por lo general, la llamada con los migrantes dura una hora. En ese tiempo, tratan de explicarles sus derechos, les aconsejan sobre sus casos y responden sus dudas. Entre todas las peticiones escogen a quiénes podrán apoyar sin costo alguno. Y llegar a esa determinación les puede tomar hasta tres semanas. a Procuran dar prioridad a personas que fueron víctimas de crímenes, a quienes tienen problemas médicos o mujeres embarazadas. Entre los casos que definitivamente no toman están los de migrantes económicos: "Se les dice que no creemos que califiquen para ningún beneficio migratorio".

González asegura que no conoce a otra organización en la frontera estadounidense que esté representando probono a los migrantes.

Brenda Ruiz huyó de El Salvador porque asegura que ya no sabía dónde esconderse de su expareja, que la golpeaba. Migró sola, dejó a su hijo de 10 años con el padre. Ella cree que tiene un caso sólido, pues trae consigo pruebas de los maltratos. Recrimina desencantada que otros migrantes que inventan historias "están del otro lado".
Brenda Ruiz huyó de El Salvador porque asegura que ya no sabía dónde esconderse de su expareja, que la golpeaba. Migró sola, dejó a su hijo de 10 años con el padre. Ella cree que tiene un caso sólido, pues trae consigo pruebas de los maltratos. Recrimina desencantada que otros migrantes que inventan historias "están del otro lado".
Imagen Almudena Toral/Univision

La abogada de inmigración en San Diego Maricela Amezola dice que actualmente no tiene ningún caso por MPP, aunque asegura que —según el nivel de éxito— podría tomar unos cinco probono. Son varias las razones por las que no abre más sus listados de servicios gratuitos. Entre ellas, explica, los pocos abogados de su escritorio jurídico están saturados resolviendo procesos de migrantes indocumentados que están en Estados Unidos y sí pueden pagar por los servicios. Habla de los detenidos por redadas, de quienes piden perdones, de quienes quieren regularizar su situación en el país.

Luego asegura que tener que ir a Tijuana puede tomarle un día entero; que el cruce de regreso puede llevar hasta tres horas; y habla de las dificultades para hallar al posible cliente en un albergue e incluso en la calle: "Tenemos que bloquear todo un día para representar a una persona", dice. Asegura que entre sus conocidos, hay algunos voluntarios que no están representando a migrantes bajo MPP sino solo ayudándolos a llenar sus aplicaciones de asilo.

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Sin embargo, según la frontera, los abogados se niegan a cruzar por otras razones, como el miedo.

Una ayuda bajo el sol

En la frontera con México, desde Ciudad Juárez hasta Matamoros, hay ciudades controladas por carteles de la droga. Y esa representa una razón de peso para que los abogados no quieran viajar a México a reunirse con los migrantes que fueron obligados a esperar de ese lado aunque buscan asilo en Estados Unidos.

A inicios de agosto, por ejemplo, fue secuestrado al sacerdote Aarón Méndez, director de la Casa del Migrante AMAR en Nuevo Laredo, Tamaulipas, por negarse a entregarle a criminales a un grupo de cubanos por el que los delincuentes pedirían rescate. Erbin Ortiz, colaborador del albergue y mano derecha de Méndez, dijo entonces a la agencia EFE que desde el rapto "todos sienten temor y miedo de que los criminales puedan regresar y llevarse a más gente".

Según la información de autoridades, el hombre de 40 años fue asesinado a puñaladas en una vivienda, al parecer, por otro cubano. Los migrantes que esperan en la frontera las citas de asilo en EEUU temen por los riesgos de la violencia, incluso entre ellos mismos, en ciudades donde la criminalidad ha aumentado notoriamente.
Video Alerta por el asesinato de un migrante cubano en Ciudad Juárez mientras esperaba asilo en EEUU

"No se trata de violencia callejera. En Nuevo Laredo, en Matamoros, en Juárez los cárteles están vigilando, saben muy bien qué pasa en sus territorios", explica Sara Ramey, directora ejecutiva del Migrant Center for Human Rights. Por eso y porque no tienen la capacidad de tomar un día entero para cruzar es que sus abogados no están asumiendo casos de MPP.

Ramey solo conoce una persona que lo hace en el área de Matamoros, la abogada Jodi Goodwin, que cruza cada fin de semana a pie acompañada por voluntarios y orienta a los migrantes en una plaza pública a 50 pies (15 metros) del cruce fronterizo. "Parece como una manifestación porque hay mucha gente que necesita ayuda, están desesperados", dice.

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Goodwin tiene actualmente 13 casos de MPP. Hace una semana eran 16, pero logró que algunos cruzaran por condiciones médicas. Otras familias bajo este programa a las que representa incluyen a personas que huyen por motivos políticos.

Cuando mira los números totales de quienes están bajo el MPP, unas 30,000 personas, ella asegura que se trata de una "tragedia humanitaria". Y como sabe que no puede representar a más inmigrantes ni persuadir a más abogados a que lo hagan, dice que en las visitas de fin de semana procuran dar talleres en los que les enseñan a responder las peticiones del juez y a llenar sus solicitudes de asilo. "Son muy pocos los abogados que están dispuestos a ir a otro país".

<b>María, una guatemalteca de 27 años,</b> fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
La abogada de inmigración en San Diego Maricela Amezola dice que 
<b>actualmente no tiene ningún caso de MPP,</b> aunque asegura que podría tomar algunos sin costo alguno si los argumentos para pedir el asilo fueran contundentes. Explica que tiene pocos abogados en su despacho y que por eso no puede enviarlos un día entero a Tijuana a ayudar a los migrantes bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP). Cree que las posibilidades de que un caso de asilo prospere sin abogado son muy remotas, sobre todo por la complejidad de los cambios en la legislación de parte del gobierno de Donald Trump.
Una vista del pasillo en forma de caracol en El Chaparral, el punto fronterizo por el que decenas de migrantes centroamericanos retornados a México 
<b>deben pasar cada vez que tienen su cita con un juez de inmigración en Estados Unidos.</b> Una vez ante los oficiales de Estados Unidos, son recibidos y traslados en buses a las salas de corte.
La carta en la que una organización le notifica a una inmigrante retornada a México que no podrán representarla ante el juez de inmigración: 
<b>"Nuestro equipo legal determinó que NO TIENE la capacidad para aceptar su caso en este momento",</b> se lee en el correo. La negativa se explica porque esta organización, Jewish Family Services, solo tiene un abogado y dos representantes autenticados por el Departamento de Justicia. Entre ellos tres evalúan cuáles y cuántos casos pueden asumir considerando, por ejeplo, que la vida de las personas corra peligro por ser víctimas de la violencia o por razones médicas. Esta es la única organización en la frontera de California que está tomando casos de migrantes devueltos a México bajo los MPP.
El pastor Gustavo Banda Aceves dirige el albergue Embajadores de Jesús en Tijuana, donde casi 90% de los migrantes que allí duermen fueron devueltos a México para los MPP. Explica que la desesperación de los centramericanos por ver una solución en sus casos es tal que hace que muchos de ellos desistan y se devuelvan a sus países. Por eso y las dificultades para conseguir abogados, asegura, 
<b>"la gente no quiere intentarlo más".</b>
Brenda Esmeralda Ruiz, una salvadoreña, ha estado a punto de desistir varias veces, pero el pastor Banda le ha dicho que no se rinda, que siga buscando un abogado que la represente y pelee su caso en Estados Unidos. Ella huyó de su país porque su esposo la golpeaba frecuentemente y la acosaba, hasta que un día se cansó. Salir de El Salvador fue la mejor solución que encontró para poner fin a ese círculo de violencia. Cuando tomó la decisión le pidió a un amigo que la acompañara y se fueron hasta Tapachula. De ahí se montó en la bestia hasta Mexicali y de allí siguió hasta Tijuana. Hasta ahora solo ha tenido una corte. En ella el juez le pidió considerar volver con un abogado.
Diana Vidal, otra salvadoreña de 32 años, también está en Tijuana. Huyó porque tanto las pandillas como la policía acosaron a sus hijos y los obligaban a cumplir órdenes. Cuando ella puso la denuncia en la Fiscalía, la policía comenzó a golpear a los adolescentes e incluso la amenazaron de muerte. Y una noche llegaron miembros de la pandilla Máquina, una de las menos numerosas y quienes controlaban la zona en la que ellos vivían, y les dieron 30 minutos para tomar unas pocas cosas y marcharse de la casa. Así hicieron. Ahora tienen algunos meses en Tijuana. Dice frustrada que ha hablado con cinco abogados y que ninguno ha aceptado su caso. 
<b>"El juez me dijo que tenía 87% de probabilidades de entrar (a Estados Unidos) con un abogado",</b> dice. "El problema es que ninguno quiere venir aquí porque dicen que están saturados".
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"Los inmigrantes vienen con la ilusión de que si no tienen dinero les asignarán un abogado, pero se decepcionan porque eso no ocurre", dice el pastor Alberto Rivera, que dirige el albergue Ágape, también en Tijuana. Cuenta que ve cómo los migrantes llegan con una hoja que les dan en Estados Unidos con una lista de posibles abogados probono y organizaciones sin fines de lucro: "Pero 
<b>ellos llaman y llaman y cuando les contestan les dicen que están saturados". </b>Hasta albergues como Ágape llegan personas que les dan asesoría legal, pero que en muchos casos no son abogados, explica: "Les dicen cómo llenar los documentos, pero 
<b>en algunos casos ha habido dificultades porque han llenado formularios de forma errónea".</b>
Un padre guatemalteco muestra los mensajes de texto con el que grupos criminales amenazaron a su familia e intentaron secuestrar a la hija adolescente desde su propio colegio. Ellos aseguran que su familia en Estados Unidos puede ayudarles a pagar un abogado que los represente, pero hasta ahora no han podido conseguir a ninguno que tome su caso.
Ahora esta familia espera en México el día de su corte. Entre sus miembros hay un bebé de apenas meses que la madre lleva entre brazos. Ella cuenta que mientras estuvieron en custodia de la Patrulla Fronteriza su hijo se enfermó por el frío; la llevaron a una clínica donde una doctora atendió al menor, pero cuando tocó pagar la cuenta, el funcionario que la trasladó se quejó por la cantidad alejando que ella no era estadounidense.
Daniela Díaz, una salvadoreña también esperando en Tijuana. Asegura que ha llamado a todos los números que le han dado en la lista de abogados y que hasta ahora ninguno si quiera le ha devuelto la llamada pese a que ha dejado mensajes de voz. "Esto me pasa cada vez que llamo", dice mientras escucha una de las grabadoras de una de las organizaciones con las que intentaba comunicarse.
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María, una guatemalteca de 27 años, fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
Imagen Almudena Toral/Univision
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