Bebé navega solo por el peligroso mar Mediterráneo hasta llegar a una isla de Italia

Este infante hizo el riesgoso recorrido acompañado de 70 hombres desconocidos, algunos de los cuales recibieron de sus padres el ruego de mantenerlo a salvo. Este año, más de 1,600 personas murieron o desaparecieron en ese mar tratando de llegar a Europa.

Por:
Univision
Más de cuatro millones de niños sirios no conocen otra cosa que la guerra, pero el gobierno de Trump quiere vetar la entrada indefinida de refugiados de ese país a EEUU. Univision Noticias ha elaborado esta animación con el fin de explicar de forma sencilla los intereses geopolíticos y la historia de una guerra que entra ya en su sexto año.
Video Animación: la compleja guerra de Siria explicada en tres minutos a través de los ojos de una niña

Un bebé de un año recorrió sin sus padres la peligrosa travesía por el mar Mediterráneo y llegó a salvo a una isla de Italia. Era la persona más joven entre más de 500 migrantes que navegaron en siete embarcaciones hasta Lampedusa durante los últimos dos días, informó el diario Repubblica.

“Cruzó el Mediterráneo antes incluso de aprender a caminar. Solo desafió las olas, probablemente sin siquiera darse cuenta de lo peligroso que era”, describió la reportera Alessia Candito. “Tiene apenas un año o al menos esta es la edad estimada por los médicos. Con él no había nadie que pudiera decir más”.

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Sin más información sobre el infante, un educador se ha hecho cargo de él en espera de que un tribunal de menores decida su destino, informó el mismo medio.

Rescatistas vieron al bebé en medio de unos 70 hombres en un pequeño bote que la tarde del viernes llegó a la isla Lampedusa. Los otros migrantes no tenía la menor idea de quiénes eran los padres del niño. Algunos contaron que los padres imploraron que lo mantuvieran a salvo durante el arriesgado recorrido marítimo, quizás porque a ellos les negaron de último momento subir a esa lancha.

"No lo conocemos (…) solo lo acompañamos”, explicaron los migrantes a los rescatistas, según Repubblica.

A esa isla también llegó un adolescente 14 años cuya madre murió durante un naufragio a unas 15 millas mar adentro.

“Anoche, una mujer perdió la vida durante un rescate en la isla de Lampedusa. Ella viajaba en un bote con otras 25 personas, incluido su hijo que la vio ahogarse”, reportó la organización Médicos Sin Fronteras en un tuit.


“Otra pérdida evitable a las puertas de Europa, otra vida cobrada por políticas migratorias irresponsables”, agregó.

Entre los migrantes que estaban en el agua estaba una bebé de poco más de un año, que viajaba con sus padres. “Tenía la ropa empapada", dijo un operador de Mediterranean Hope, un programa de migrantes y refugiados de iglesias evangélicas en Italia, al periódico Repubblica.


Un día antes, una mujer de Libia descendió de un bote cargando a un recién nacido. Algo similar ocurrió el jueves, cuando fue interceptada una embarcación en la que viajaban una mujer que había dado a luz unos días antes y otras cuyo hijo nació hacía unas semanas, según medios.

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Solo este año, funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estiman que 1,600 personas han muerto o desaparecido en el mar Mediterráneo, la principal puerta de entrada a Europa para los migrantes que intentan ingresar al continente con la ayuda de traficantes de personas.

El número de muertos es más alto que el año pasado. La Organización Internacional para las Migraciones (IOM) estima que 23,000 personas han perecido desde 2014 mientras intentaban cruzar el Mediterráneo en embarcaciones destartaladas.

A mediados de noviembre, al menos 85 personas murieron en dos incidentes separados mientras intentaban llegar a Italia desde Libia, dijo a la agencia AP Flavio di Giacomo, portavoz de la OIM en Italia.

Con información de la agencia AP.

Saja, de 13 años, perdió su pierna en un bombardeo en el barrio Bab Al-Nairab, Alepo, hace más de dos años. También perdió cuatro amigos y sus sueños de ser gimnasta. Más tarde su hermano murió en otro bombardeo y su familia ha sido desplazada varias veces. Ahora quiere participar en las olimpiadas especiales. “Me encanta jugar al futbol, Cuando juego futbol siento que no he perdido nada”. Saja tenía 7 años cuando empezó la guera. 2 de marzo de 2017.
Huda y Razan, niñas de 10 años de edad y estudiantes de cuarto grado, juegan en un parque del este de Ghouta, en la zona rural de Damasco, Siria. Cuando sean mayores, Razan quiere convertirse en maestra y Huda quiere ser farmacéutica, como su tía. Las niñas aprovecharon la oportunidad para jugar unos días después de que los combates en la zona finalizaron. 5 de enero de 2017.
Abdulghani, de 9 años, y su hermano Hassan, de 6 años, esperan su turno para llenar los bidones vacíos de un pozo de agua en el este de Alepo, Siria. Cuando se corta el agua de la red principal en el este de Alepo, alrededor de 270.000 personas, incluyendo 100.000 niños, se ven obligados a utilizar agua de fuentes no confiables, incluyendo pozos contaminados. 6 de octubre de 2016.
"Quería ser médico, pero tal vez no sea nada porque nuestra escuela fue atacada". "Solíamos jugar mucho en el patio, pero ahora tengo miedo de venir aquí. Mi padre deberá llevarnos a otra escuela en otro pueblo”, dice Ahmad, un niño del pueblo de Idleb, Siria.
Una pequeña juega con una bola de nieve con sus amigos, en el campamento de desplazados de Al-Nour, Siria. "Desearía tener mi abrigo amarillo que amo. Lo usaba cuando nevaba y nunca sentía frío", dijo.
Razan, de 10 años y estudiante de quinto grado, en su escuela del barrio Al-Midan, Damasco, Siria, donde vive con su familia. La escases de agua en la ciudad, hace que solo reciban el servicio durante dos horas cada tres o cuatro días. "Tenemos miedo de que el agua esté sucia porque mi padre se enfermó hace unos días", dice Razan, "después de recoger agua en bidones y botellas, ayudo a mi madre a hervirla para asegurnos de que esté limpia". 10 de enero de 2017.
Seedra, de 6 años, y su hermana Baraa salen de clases el primer día del semestre en una escuela de Sakhoor, al este de Alepo, Siria. El tercer piso del edificio sufrió grandes daños durante por la guerra y sigue siendo inutilizable por lo que 600 niños son apretados en las aulas de los dos pisos restantes. Según cálculos de UNICEF, de 422 escuelas existentes al este de Alepo, 217 están destruidas, dañadas o inaccesibles. 30 de enero de 2017.
Radwan, de 6 años, frente a la carpa de su familia, en el campamento de desplazados de Al-Nour, Siria. Las dos hermanas de Radwan se ríen mientras él posa para la foto. Radwan y sus hermanas solo tienen zapatillas abiertas y las utilizan mientras despejan el hielo de la entrada de la tienda. "Si quitamos la nieve podemos dormir más calientes y mis pies no estarán fríos cuando salga", dice Radwan.
Hussein, de cuatro años y Khofran, juegan juntos en una sala en Holko, una escuela inacabada en la que 15 familias desplazadas viven ahora en condiciones nefastas. Hussein y su familia huyeron de Deir-ez-Zor, Siria, hace dos años cuando la violencia estalló en su vecindario. Millones de niños han huido de la violencia implacable con nada más que la ropa que llevan encima. Algunos reciben ayuda de UNICEF, que ha distribuido ropa de invierno y mantas térmicas para cerca de 750,000 niños. Cinco de diciembre de 2016.
Zaineb, de 5 años, fue desplazada con su familia de Qamishly, Siria. Hace casi 3 años. Buscaron refugio en una escuela que tiene fallas en la energía. Los habitantes de este lugar dependen del combustible para calentarse, lo que está más allá de sus capacidad financiera. 5 de diciembre de 2016.
Hasan, de 10 años, recoge agua para su familia en un barrio de Alepo, Siria. "Me gusta jugar con mis amigos cuando recolectamos agua", dice. Hace un par de meses, metralla alcanzó su cuello. La lesión afectó el movimiento de la parte derecha de su cuerpo.
Una pequeña de seis años, refugiada en el campamento de Al-Nour, Siria. "Tengo que llevar una jarra de agua todos los días desde el tanque hasta nuestra tienda", contó.
Una niña desplazada en camino hacia Ain Issa, escapa de la violencia en el pueblo de Al-Hisha, en la zona rural de Raqqa, Siria. Algunos de los desplazados llevaban colchones y mantas, otros viajan con su ganado. Ain Issa es el principal punto de parada de las familias desplazadas, a unos 31 millas al norte de la ciudad de Raqqa. 9 de noviembre de 2016.
Nesim y su familia huyeron de la guerra en Qamishli hace casi 2 años y buscaron refugio en "Abd Al-Aziz", Siria. Se refugian en una escuela donde la energía es cortada durante buena parte del día. Nesim estrena su nuevo abrigo donado por UNICEF para conservar el calor. 5 de diciembre de 2016.
Una niña junto a una verja en el área rural de Damasco. 9 de febrero de 2017.
Ahmed, de 10 años, vive con más de 6.000 personas desplazadas en Jibreen, Siria, una antigua bodega convertida en refugio. Ahmed llegó desde del este de Alepo con sus vecinos. Sus padres murieron y no tiene ningún otro pariente que cuide de él o de sus cuatro hermanos.
Una niña come en el refugio de Jibreen, Siria, que alberga a unas 8.000 personas. Unos 31,500 habitantes del este de Alepo han sido desplazados desde el 24 de noviembre y aproximadamente la mitad de ellas son niños. Muchos de estos pequeños solo han tenido acceso a alimentos básicos durante los meses que ha estado sitiada la ciudad. UNICEF está proporcionando alimentos, agua potable, atención médica, vacunas y apoyo psicológico a los niños desplazados. 1 de diciembre de 2016.
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Un niño recolecta leña para calentarse en Dara, Siria. 8 de febrero de 2017.
Un niño juega con un camión de juguete, en Dara, Siria. 8 de febrero de 2017.
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Saja, de 13 años, perdió su pierna en un bombardeo en el barrio Bab Al-Nairab, Alepo, hace más de dos años. También perdió cuatro amigos y sus sueños de ser gimnasta. Más tarde su hermano murió en otro bombardeo y su familia ha sido desplazada varias veces. Ahora quiere participar en las olimpiadas especiales. “Me encanta jugar al futbol, Cuando juego futbol siento que no he perdido nada”. Saja tenía 7 años cuando empezó la guera. 2 de marzo de 2017.
Imagen UNICEF
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