ICE y la DEA seguían a un traficante en California y atraparon a un peleador de gallos

Algunos distribuidores de droga suelen apostar en torneos clandestinos en los que aves pelean hasta morir. Así fue que las autoridades dieron con un prolífico criador de aves en EEUU.

Foto Isaias Alvarado
Por:
Isaías Alvarado.
Un grupo armado abrió fuego en el bar Lexus en el municipio de Apaseo el Alto del estado de Guanajuato, en el centro de México. Según las autoridades, nueve personas fallecieron en el lugar y se incautaron tres vehículos y dos mantas con mensajes de un grupo del crimen organizado. Sigue las últimas noticias en Univision.
Video Nueva masacre: ejecutan a 9 personas en un bar en Guanajuato, México

En las escuchas telefónicas centradas en el narcotraficante Jorge Calderón Campos, cuya organización operaba en el centro de California, agentes federales descubrieron que participaba en otra actividad ilícita: las sangrientas peleas de gallos. Así capturaron al hombre que frecuentaba para apostar miles de dólares en torneos clandestinos que realizaban en una zona remota.

En el transcurso de la investigación, elementos de la Administración para el Control de Drogas (DEA) y del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) espiaron varias llamadas que Caderón Campos tuvo con alguien apodado ‘Nacho’ y notaron que con frecuencia visitaba su casa en Bakersfield, según una declaración de Cliff Turton Larde, agente de la oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI).

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El 29 de diciembre de 2021, policías encubiertos manejaron por los caminos de tierra alrededor de la residencia de ‘Nacho’ y observaron “varios gallos enjaulados visibles desde la calle”. Una aeronave de la policía que sobrevoló el domicilio confirmó que allí criaban aves para peleas clandestinas.

Calderón Campos, de 41 años, hablaba mucho sobre “jugar gallos” con su amigo ‘Nacho’, cuyo nombre es Horacio Ortega Martínez, un mexicano de 35 años. En una de esas llamadas, el pasado 12 de febrero, ellos se refirieron a un torneo donde 15 gallos pelearían por un premio de 5,000 dólares.

En los 50 estados de EEUU están prohibidas las peleas de gallos.
En los 50 estados de EEUU están prohibidas las peleas de gallos.
Imagen Carlos Giusti/AP


Estos hombres se volvieron a ver el 24 de febrero para jugar baraja en la casa de Ortega Martínez, localizada en la calle Fritz. Calderón Campos, apodado ‘El Americano’, no sabía que en su camioneta había un dispositivo de rastreo que le permitió a las autoridades saber qué lugares frecuentaba.

“Durante la investigación, Campos continuó frecuentando lugares en Bakersfield que las fuerzas del orden conocen como ‘casinos clandestinos’, donde las personas participan en juegos de azar ilegales para obtener ganancias monetarias”, señala el reporte de Larde.

‘El Americano’ y ‘Nacho’ hablaron por última vez el 25 de febrero sobre un gallero que una noche anterior había ganado tres combates y perdió una. Es decir, uno de sus gallos murió de un navajazo.

El 26 de abril, policías ejecutaron una orden de cateo en la residencia de Ortega Martínez, donde encontraron unos 250 gallos, cientos de navajas para atarles en las patas, guantes que se usan para entrenarlos para las peleas, así como diversos antibióticos, vitaminas y suplementos para criarlos.

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Ortega Martínez y Calderón Campos fueron arrestados ese mismo día, junto con otros seis residentes del condado Kern que también fueron acusados de varios delitos de tráfico de drogas.

Enfrenta hasta cinco años de cárcel

Este jueves, Ortega Martínez se declaró culpable de posesión ilegal de animales para una empresa de peleas de animales. Su audiencia condenatoria se programó para el próximo 3 de febrero. Enfrenta una pena máxima de cinco años de prisión y una multa de 250,000 dólares.

Aún están pendientes los cargos contra Calderón Campos, informó la Fiscalía federal.

Desde 2002, la ley federal prohíbe poseer y transportar gallos para realizar torneos donde estos se matan entre sí. Los 50 estados del país también castigan a quienes organizan y acuden a esas sangrientas batallas. Pero dichas normas no han logrado detener ese tipo de maltrato animal.

Una imagen colectada como evidencia en el arresto de 178 personas que acudieron a una pelea de gallos en Georgia en junio de 2020.
Una imagen colectada como evidencia en el arresto de 178 personas que acudieron a una pelea de gallos en Georgia en junio de 2020.
Imagen Departamento de Recursos Naturales de Georgia


Varias investigaciones que realizó la organización Animal Wellness Action revelan que ahora el principal problema es la exportación masiva de aves criadas en múltiples granjas localizadas en estados del sur. Sus principales clientes están en México y Filipinas, donde ese tipo de torneos son parte del entretenimiento en las ferias populares.

El grupo descubrió que criadores de Kentucky, Tennessee y Alabama figuran entre los principales exportadores de esas aves a México. Algunos presumieron en las redes sociales cómo han ganado trofeos y mucho dinero en competencias en el extranjero, donde son legales.

Se sospecha que los criadores estadounidenses hacen trato con clientes en por lo menos 25 países. A sus compradores en México se los hacen llegar por paquetería y a través de intermediarios que los llevan en auto a cualquier estado. También hacen negocios con galleros en Guatemala, Honduras, Vietnam y Tailandia, según dicha organización.

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El Animal Wellness Action advierte que a menudo los peleadores de gallos están involucrados en el narcotráfico, la venta ilegal de armas y otros delitos graves. Algunos torneos clandestinos en EEUU han terminado en medio de tiroteos en los que incluso han muerto espectadores.

A pesar de que están tipificadas como un delito grave en los 50 estados del país, las peleas de perros siguen realizándose en patios traseros, lugares aislados, sótanos y casas abandonadas.
Más de 40,000 personas organizan, participan y asisten a peleas ilegales de perros en Estados Unidos, mientras “cientos de miles” más lo hacen de manera improvisada, según The Human Society.
“Los perros utilizados en la mayoría de estas peleas han sido criados y entrenados específicamente para pelear, una crianza que se basa en el abuso y el maltrato desde que son cachorros”, describe la organización.
Estos combates que algunos llaman “deporte” duran de una a dos horas y terminan cuando uno de los canes no puede continuar, ya sea porque está gravemente herido o porque ha muerto.
El dinero que se apuesta es el principal motor de estos eventos clandestinos. Se estima que los participantes llegan a ganar hasta 200,000 dólares en un solo combate.
Las lesiones típicas que sufren estos animales son hematomas severos, heridas profundas y huesos rotos. A menudo mueren por pérdida de sangre, deshidratación, agotamiento o infecciones.
Aunque sobrevivan, estos terminan con lesiones graves que pocas veces revisa un veterinario, para evitar que denuncie a los criadores con la Policía.
La venta y consumo de droga es otro delito que suele ocurrir durante estos eventos clandestinos.
The Human Society advierte que esta actividad delictiva atrae a pandilleros, criminales y miembros de carteles. Estos últimos también han mostrado interés en las apuestas en peleas de gallos.
Estos delincuentes están interesados particularmente en la raza pitbull, a los que suelen ponerles pesadas cadenas con la intención de fortalecer sus cuellos y vencer así a sus rivales.
Para incrementar su resistencia también los ponen a ejercitarse en caminadoras eléctricas y mecánicas, como la que se observa en la imagen.
Otra técnica que usan es ponerles palos gruesos a lo largo del hocico o los cuelgan mordiendo un pedazo de llanta amarrado a una soga para fortalecer su mandíbula.
Además, les alimentan con una dieta especial y regularmente les dan suplementos y vitaminas. Los más comunes son esteroides, antibióticos y suplementos de hierro que se venden en el mercado.
Es común que los mantengan fuera de la vista del público, en patios rodeados de bardas altas, sótanos y cocheras.
Hay distintas reglas en estas apuestas: los animales deben tener el mismo peso y si un participante decide retirarse de la competencia podría pagar una multa previamente establecida.
Antes de los combates, los criadores también acuerdan cuándo y dónde pelearán sus perros. A veces el lugar se mantiene en secreto hasta poco antes del evento.
Los criadores suelen tener varios perros para tener una “reserva” de distintos pesos en ambos sexos que les permita apostar más de dos veces por año, vender cachorros con ciertos rasgos y hacer un linaje.
Para ellos es importante el pedigrí: un registro de las peleas que ha ganado el can, su línea de sangre que se remonta a varias generaciones y datos de las peleas en las que participó su ascendencia.
En años recientes, las autoridades han llevado ante la justicia a pandilleros que se dedicaban por igual a la distribución de narcóticos que a organizar peleas ilegales de perros.
A nivel federal, este delito se castiga hasta con cinco años de prisión y una multa de 250,000 dólares.
The Human Society ofrece una recompensa de hasta 5,000 dólares para quien reporte a los criadores de perros de pelea.
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A pesar de que están tipificadas como un delito grave en los 50 estados del país, las peleas de perros siguen realizándose en patios traseros, lugares aislados, sótanos y casas abandonadas.
Imagen Brent Clark/AP para The Human Society
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