A 62 años del fallo que declaró inconstitucional la segregación escolar, la desigualdad persiste

Un reporte de la Government Accountability Office reafirma que la brecha académica que separa a los alumnos hispanos y afroamericanos de los blancos continúa en las escuelas y que la igualdad educativa en el país sigue lejos.

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Por:
Carmen Graciela Díaz.
Imagen Fiona Goodall/Getty Images

Seis décadas atrás, el Tribunal Supremo de Estados Unidos marcó un hito cuando falló en favor de una educación que defendiera la igualdad. La corte, directa e indirectamente, envió un mensaje de que el acceso a la mejor educación posible lleva a mejores posibilidades individuales y colectivas.

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En el 1954, a través del caso Brown vs. Board of Education, el Tribunal Supremo declaró inconstitucional la separación de estudiantes afroamericanos y blancos en las escuelas por atentar contra la igualdad de oportunidades.

La decisión fue unánime: la existencia de escuelas públicas “separadas pero iguales” para estudiantes afroamericanos y blancos no era constitucional.

Ya lo decía en aquel momento el presidente de la Corte Suprema, Earl Warren: si a un niño le niegan la oportunidad de una educación, es muy dudoso que pueda tener éxito en la vida.

El fallo de aquel 17 de mayo de 1954 se puede mirar en el contexto de unos años que verían el nacimiento del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.

Pero pese a diversos avances en políticas educativas que aspiran a la igualdad en las oportunidades y el apoyo que tienen los niños independientemente de su grupo étnico o de los ingresos de sus familias, la conversación sobre la segregación en las escuelas sigue latente en el país.

En las escuelas públicas del país, desde kínder hasta duodécimo grado, la segregación de estudiantes hispanos y afroamericanos se ha agudizado. Así lo sostiene un reporte de la Government Accountability Office (GAO) confirmando lo que diversos estudios han investigado a través de los años.

“En el año escolar 2013-2014, los hispanos eran la minoría más grande en las escuelas (25% comparado al 16% de sus pares afroamericanos) y ambos grupos siguen teniendo índices de pobreza dos a tres veces más altos que el de los estudiantes blancos”, reza el estudio.

Los hispanos, en este contexto, enfrentan una situación desoladora.

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El informe dice que “los estudiantes hispanos tienden a ser segregados triplemente: por raza, salario e idioma”.

Una vez más se pone de manifiesto el vínculo entre minorías raciales y étnicas con la pobreza y, según el informe, la perenne preocupación en torno a cómo esas circunstancias pueden afectar el acceso de muchos a una educación de calidad.

Es que las escuelas segregadas sí existen. Y como estipula el informe de GAO, en el periodo escolar 2013-2014, 16% de las escuelas públicas del país tenían grandes concentraciones de alumnos afroamericanos o hispanos y pobres. La cifra representa un aumento de 9% respecto al año escolar 2000-2001.

Según el informe, en estas escuelas, 75% a 100% de los alumnos son afroamericanos o hispanos y elegibles a almuerzo gratis o reducido, un indicador común de pobreza.

De las cerca de 93,400 escuelas de kínder al duodécimo grado del sistema público estadounidense, el 90% son centros tradicionales que, usualmente sirven a los niños que residen en los vecindarios o comunidades donde están ubicadas.

“Un extenso cuerpo de investigaciones en los pasados diez años muestra un vínculo claro entre la composición socioeconómica de esas escuelas (el salario) y los resultados académicos de los estudiantes”, sostiene el reporte.

El panorama que surge de ahí es bien sabido por muchas familias, educadores y políticos.

Aquellas escuelas con grandes concentraciones de alumnos pobres tienen peores resultados académicos que los de aquellos centros educativos con grandes números de estudiantes de familias de clase media y alta, estipula el informe.

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“Seis décadas después de Brown vs. Board of Education hemos fallado en cerrar las brechas académicas y de oportunidades para nuestros estudiantes afroamericanos y latinos en cada nivel educativo”, reconoció en declaraciones escritas el secretario del Departamento de Educación John King Jr.

En demasiadas escuelas se les ofrece menos a estos alumnos que a los demás, agregó King.

“Les ofrecemos menos acceso a los mejores maestros y a los cursos más retantes, menos acceso a los servicios y apoyos que los estudiantes más pudientes usualmente dan por sentado y menos acceso a lo que necesitan para tener éxito académico”.

Eso que señala King refuerza los hallazgos del informe de GAO. Estas escuelas con altas concentraciones de hispanos o afroamericanos que viven bajo el umbral de la pobreza ofrecen menos cursos de matemáticas, ciencias o avanzados que los preparen para la universidad.

A su vez, los hallazgos de este informe –que parten de un análisis de datos del Departamento de Educación– revelan que en estas escuelas con menos recursos se registran más medidas disciplinarias drásticas. Es otra manifestación de la discriminación racial en las escuelas.

Hay estudios que precisamente señalan que acciones disciplinarias como expulsiones y suspensiones impactan desproporcionadamente a los niños de minorías como los hispanos y afroamericanos con consecuencias que dan forma a lo que se ha llamado la "ruta de la escuela a prisión" (conocida en inglés como "school-to-prison pipeline").

A la luz de sus hallazgos, la GAO recomendó que el Departamento de Educación analice su herramienta Civil Rights Data Collection para identificar las disparidades que necesitan atajarse y que el Departamento de Justicia monitoree en mayor medida los casos a nivel federal de desegregación.

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La educación puede significar un puente hacia mayor justicia social, equidad, solidaridad y plenitud personal y profesional. Queda mucho trecho por recorrer si el panorama es tan desigual como el que trazan informes como el de la GAO, afectando así el presente y el futuro de tantos niños y jóvenes en Estados Unidos.

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