El presidente Donald Trump se enorgullece de ser un negociador, pero su estilo al sentarse en la mesa tiene más tono de ultimátum que de buscar compromisos.
De los aranceles a las universidades: Trump negocia con un estilo que tiene más de coerción que de búsqueda de acuerdos
Para Donald Trump, un acuerdo no es necesariamente un compromiso en el que ambas partes ceden. Él lo ve como una oportunidad para doblegar a otros a su voluntad. Aunque ocasionalmente retrocede en sus amenazas, sus acciones de la pasada semana apuntan ya a un patrón de lo que será su Presidencia.
En la pasada semana, Trump ha impuesto aranceles a socios comerciales en lugar de continuar con las conversaciones en marcha para conseguir acuerdos; ha elevado la presión sobre la Reserva Federal para que reduzca las tasas de interés; y, su gobierno, lanzó una nueva investigación sobre la educación superior mientras intenta reformar universidades.
Para Trump, un acuerdo no es necesariamente un compromiso en el que ambas partes ceden. Él lo ve como una oportunidad para doblegar a otros a su voluntad. Aunque ocasionalmente retrocede en sus amenazas, sus acciones de la pasada semana apuntan ya a un patrón de lo que será lo que resta de su Presidencia.
A medida que Trump refuerza su control sobre instituciones independientes hay cada vez menos controles y contrapesos a su poder. Algunos congresistas republicanos temen ser desafiados en las primarias por aspirantes apoyados por el presidente, mientras que la Corte Suprema se inclina con más fuerza del lado conservador gracias a nombramientos que el mandatario realizó en su primer gobierno.
Trump resumió recientemente su estrategia al hablar con periodistas sobre las negociaciones comerciales con otros países. "Ellos no son los que sellan el acuerdo", dijo. "El acuerdo lo sello yo".
Los aliados de Trump creen que su estrategia agresiva es necesaria en un ecosistema político que según ellos es asediado por los demócratas, el sistema judicial y los medios de comunicación. En su opinión, el presidente simplemente trata de cumplir con la agenda para la que fue elegido. Pero los críticos temen que esté erosionando las bases democráticas del país con un estilo autoritario. Aseguran que la estrategia del presidente en las negociaciones es una fachada para intentar dominar a sus oponentes y expandir su poder.
"El pluralismo y una diversidad de instituciones que operan con autonomía, las empresas, el Poder Judicial, instituciones sin fines de lucro que son elementos importantes de la sociedad, son gran parte de lo que define la verdadera democracia", dijo Larry Summers, exsecretario del Tesoro y expresidente de la Universidad de Harvard. "Eso está amenazado por estrategias autoritarias y chantajistas", agregó.
Trump y su ofensiva para controlar la educación superior
Harvard ha sido desde abril un objetivo principal para Trump. Desde ese mes exigió cambios en la gobernanza de la universidad y nuevos profesores para contrarrestar un sesgo progresista. Ante la resistencia de Harvard, los funcionarios del gobierno cancelaron 2,200 millones de dólares en subvenciones federales. El dinero es el sustento del enorme programa de investigación de la universidad, que incluye estudios sobre el cáncer, la enfermedad de Parkinson, los viajes espaciales y la preparación para pandemias.
Trump también ha intentado impedir que Harvard reciba a aproximadamente 7,000 estudiantes extranjeros y ha amenazado con revocar el estatus que le exime del pago de impuestos. Su gobierno envió requerimientos de información hace poco solicitando datos de estudiantes.
"Desde luego llegarán a un acuerdo", dijo Trump el miércoles.
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Los funcionarios del gobierno también retiraron fondos por 175 millones de dólares a la Universidad de Pensilvania, debido a una disputa sobre los deportes femeninos. Los restablecieron cuando los funcionarios de la institución acordaron actualizar las marcas fijadas por la nadadora transgénero Lia Thomas y cambiar sus políticas.
La Universidad de Columbia cedió ante Trump al poner su Departamento de Estudios del Medio Oriente bajo nueva supervisión, entre otros cambios, después de que el gobierno retirara 400 millones de dólares en financiamiento federal. En la Universidad de Virginia, el presidente James Ryan renunció bajo presión tras una investigación del Departamento de Justicia sobre prácticas de diversidad, equidad e inclusión. Una investigación similar se abrió el jueves en la Universidad George Mason.
"El financiamiento federal es un privilegio, no un derecho, para las universidades", dijo Kush Desai, portavoz de la Casa Blanca.
Esas medidas no tenían precedentes antes de que Trump asumiera el cargo. Ted Mitchell, presidente del Consejo Americano de Educación y funcionario del Departamento de Educación bajo el expresidente Barack Obama, dijo que Trump no está buscando acuerdos, sino que está "exigiendo más y más y más". "La autonomía institucional es una parte importante de lo que hace que la educación superior funcione", dijo. "Es lo que permite a las universidades buscar la verdad sin consideraciones políticas", explicó.
Trump contra la independencia de la Reserva Federal
La Reserva Federal (Fed) ha sido asimismo blanco de la ira de Trump. El mandatario acusa al presidente de la Fed, Jerome Powell, de moverse demasiado despacio para reducir las tasas de interés, una medida que podría hacer que la deuda del consumidor, como hipotecas y préstamos para automóviles, sea más asequible. También podría ayudar al gobierno de Estados Unidos a financiar la deuda federal que se espera aumente con la enorme ley promulgada por Trump en julio.
La Fed ha puesto en pausa cualquier movimiento de la tasa de referencia dado que los aranceles de Trump podrían acelerar la inflación y, tasas más bajas, podrían complicar todavía más el panorama. Desai dijo que la Casa Blanca cree que la Fed debería actuar en función de lo que muestran los datos actualmente, que es según él que "las políticas del presidente Trump han domado rápidamente la inflación".
Trump ha dicho que no buscará despedir a Powell, un paso que de todos modos podría ser imposible según la ley, pero sí ha pedido con insultos que renuncie. Además, los aliados de Trump han arreciado su escrutinio sobre la gestión de Powell, particularmente por lo que consideran una costosa renovación de la sede del banco central.
David Wessel, investigador principal en estudios económicos en la Institución Brookings, dijo que el enfoque de Trump podría socavar la credibilidad de la Fed al sembrar dudas sobre la independencia de sus decisiones. "Habrá costos reales si los mercados e inversores globales piensan que la Fed ha sido sometida por Trump", dijo.
Trump y sus amenazas arancelarias
En un principio, Trump quería poner en marcha sus llamados aranceles 'recíprocos' en abril. En su opinión, esas tarifas solucionarían el desafío de que Estados Unidos compre demasiado a otros países y no les venda lo suficiente, un análisis que ha sido cuestionado por expertos. Después de una reacción negativa en los mercados financieros, los pausó hasta el 9 de julio. Peter Navarro, uno de sus asesores, dijo que el objetivo era tener "90 acuerdos en 90 días".
El gobierno anunció marcos comerciales con Reino Unido y Vietnam, pero Trump perdió la paciencia. Ha enviado cartas a dos docenas de naciones y a la Unión Europea (UE) informándoles de sus nuevas tasas arancelarias, como el 30% contra la UE y México, lo que podría socavar el trabajo de sus propios negociadores.
Desai dijo que la estrategia de Trump ha generado "un interés abrumador" de otros países en alcanzar acuerdos comerciales y le da a Estados Unidos ventaja en las negociaciones. Lo mismo llevan diciendo otros funcionarios desde abril.
John C. Brown, profesor emérito de economía en la Universidad Clark en Massachusetts, dijo que el "imponer aranceles de forma arbitraria, según los caprichos de una persona, no tiene precedentes en la historia de la política comercial desde el siglo XVII". "Es simplemente extraño", dijo Brown sobre las acciones de Trump. "Nadie ha hecho esto en la historia".
El presidente también ha utilizado la amenaza de aranceles en un intento de ayudar a aliados políticos e influir en los sistemas judiciales de otros países. Le dijo a Brasil que implementaría un arancel del 50% si el país no abandonaba su enjuiciamiento al expresidente Jair Bolsonaro, quien al igual que Trump fue acusado de intentar anular una elección.
Inu Manak, investigadora en política comercial en el Consejo de Relaciones Exteriores, dijo que la estrategia inconsistente de Trump fomentará la desconfianza sobre los motivos de Estados Unidos. Señaló que dos de las cartas fueron enviadas a Canadá y Corea del Sur, aliados que tienen acuerdos comerciales existentes con Estados Unidos aprobados por el Congreso. Al imponer nuevos aranceles, dijo, Trump está planteando "serias dudas sobre el significado de firmar cualquier tipo de acuerdo con Estados Unidos".
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