En muchos aspectos, el intento de asesinato contra Donald Trump en un acto de campaña en Pensilvania fue una tormenta perfecta de fallos que se combinaron y permitieron que Michael Thomas Crooks subiera a un edificio cercano y disparara ocho veces contra el expresidente y futuro candidato republicano. Un asistente fue asesinado, otros dos resultaron heridos y una bala rozó la oreja de Trump antes de que un francotirador del Servicio Secreto abriera fuego contra Crooks y lo matara. Ese día sacudió una carrera ya caótica hacia la Casa Blanca y solidificó el estatus de Trump dentro y fuera de su partido.
A un año del intento de asesinato contra Trump en Pensilvania: el Servicio Secreto ha hecho cambios, pero persisten interrogantes
Un año después de lo ocurrido en Butler, múltiples investigaciones han detallado las fallas de ese día. Bajo un nuevo líder designado por Trump, la agencia ha estado tratando de abordar esos problemas, pero persisten preguntas clave.
También se convirtió en un punto de inflexión para la agencia encargada de proteger al ahora nuevamente presidente. A medida que surgieron más detalles sobre lo que salió mal, las preguntas se multiplicaron: ¿Qué pasó con la planificación del Servicio Secreto? ¿Por qué un tejado desde donde se podía ver claramente a Trump quedó sin vigilancia? ¿Qué motivó al atacante?
Este domingo, al cumplirse el primer aniversario del intento de asesinato, un comité del Senado reveló un informe fallos "inexcusables" del Servicio Secreto y pidió medidas más severas contra los responsables.
Otro incidente en septiembre, en el que un hombre armado acampó entre los arbustos afuera de uno de los campos de golf de Trump antes de ser visto por un agente del Servicio Secreto también generó dudas sobre el desempeño de la agencia.
Un año después de lo ocurrido en Butler, múltiples investigaciones han detallado las fallas de ese día. Bajo un nuevo líderazgo designado por Trump, la agencia ha estado tratando de abordar esos problemas, pero persisten preguntas clave.
“Esto fue una llamada de atención para el Servicio Secreto”, dijo Bobby McDonald, exagente supervisor retirado y ahora profesor de justicia penal en la Universidad de New Haven.
Los flancos abiertos el día del atentado contra Trump en Butler
Todas las investigaciones se centraron en unos pocos problemas específicos. El edificio con una vista clara al escenario donde el presidente hablaba, a menos de 500 pies (135 metros), quedó sin vigilancia. Crooks, de 20 años, finalmente subió allí y disparó ocho veces con un rifle tipo AR.
La investigación del propio Servicio Secreto sobre la conducta de la agencia indicó que no que no se hubiese sabido de antemano que desde el tejado desde donde se le disparó a Trump se le podía ver claramente, sino que varios miembros de esa agencia consideraron que ello representaba un riesgo “aceptable”.
Los supervisores esperaban que se colocara maquinaria agrícola para bloquear la vista desde el edificio. Pero no fue así y los empleados que visitaron el sitio antes del mitin no informaron a sus superiores que ese riesgo no había sido atajado, según el informe.
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Otro problema evidente: comunicaciones fragmentadas entre el Servicio Secreto y la policía local en la que la agencia normalmente confía para asegurar eventos. En lugar de tener un único centro de mando unificado con representantes de cada agencia de seguridad en la misma sala, había dos centros de mando en el mitin. Una investigación describió que ese día hubo comunicaciones a través de una “mezcla caótica” de radio, teléfono móvil, mensajes de texto y correos electrónicos.
"Lo ocurrido fue inexcusable y las consecuencias impuestas por los fallos cometidos hasta ahora no reflejan la gravedad de la situación", señala el comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado estadounidense publicado este domingo, en el que no se abordan las motivaciones del atacante.
El comité, de mayoría republicana, denunció "una cascada de fallos evitables que casi le cuestan la vida al presidente Trump". "El Servicio Secreto de Estados Unidos no actuó sobre la base de información de inteligencia creíble, no se coordinó con las fuerzas del orden locales", explicó el presidente del comité, el republicano Rand Paul.
"A pesar de esos fallos, nadie ha sido despedido (...) Fue un colapso total de la seguridad a todos los niveles, alimentado por la indiferencia burocrática", agregó.
Hasta ahora, no parece que nadie haya sido ni vaya a ser despedido, aunque la directora de la agencia en ese momento, Kim Cheatle, renunció rápidamente. El jueves, la agencia informó que seis empleados han sido disciplinados con suspensiones que van de 10 a 42 días sin sueldo. Los seis fueron puestos en funciones restringidas o no operativas. No se revelaron sus identidades ni cargos.
Qué medidas ha tomado el Servicio Secreto
El jueves, el Servicio Secreto publicó un informe sobre lo que ha hecho para abordar los problemas expuestos en Butler. “Desde que el presidente Trump me nombró director del Servicio Secreto de Estados Unidos he mantenido muy presente mi experiencia del 13 de julio, y la agencia ha tomado muchas medidas para asegurar que un evento así no pueda repetirse en el futuro”, dijo Sean Curran, a quien Trump encomendó la dirección de la agencia. Curran fue uno de los agentes que estaba junto a Trump cuando lo evacuaron del escenario tras el tiroteo.
La agencia indicó que ha implementado 21 de las 46 recomendaciones realizadas por los organismos de supervisión del Congreso. El resto estaba en proceso o no correspondía a la agencia su implementación.
Algunas de las acciones adoptadas incluyen nuevo equipamiento y un mayor énfasis en abordar amenazas desde posiciones elevadas. Fue creada una nueva División de Aviación para supervisar operaciones aéreas, como las realizadas con drones. La agencia señaló que cuenta con dos vehículos blindados tipo ATV para usar en campos de golf y que está fabricando tres más. Además fueron vehículos de comando móviles que serán enviados con antelación en todo el país.
Gran parte de lo que la agencia asegura haber hecho tiene que ver con cambios en políticas y procedimientos para abordar las fallas del 13 de julio: cosas como la revisión de su manual para “mejorar los procedimientos de avance y las prácticas de comunicación” al coordinar con fuerzas del orden locales, o clarificar quién es responsable cuando se celebran eventos con personas protegidas.
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En muchos aspectos, Crooks y sus motivaciones siguen siendo un misterio. Fue abatido por un francotirador del Servicio Secreto y no dejó mucha información sobre por qué lo hizo. Los investigadores afirman que creen que actuó solo y no encontraron comentarios amenazantes ni posturas ideológicas en redes sociales que dieran pistas sobre sus intenciones.
Y, aunque está claro lo que salió mal en Butler, persisten dudas sobre cómo asuntos tan evidentemente problemáticos —como ese tejado abierto— no fueron abordados antes del evento.
Anthony Cangelosi, exagente del Servicio Secreto y ahora profesor en el John Jay College of Criminal Justice, dijo que sin acceso a las entrevistas con los agentes involucrados en la planificación en Butler, es difícil saber exactamente por qué tomaron las decisiones que tomaron. Un año después, sigue sin explicarse cómo tantas cosas salieron mal.
“No puedo entender cuántos errores se cometieron en ese lugar ese día”, dijo. “Si acordaron dejar ese tejado desocupado, no puedo entenderlo, por nada del mundo”.
La viuda de Corey Comperatore, quien murió durante el intento de asesinato en Butler, expresó sentimientos similares en una entrevista con Fox News esta semana. “¿Por qué fue un fracaso tan grande? ¿Por qué no estaban prestando atención? ¿Por qué pensaron que ese tejado no necesitaba estar cubierto? Quiero sentarme a hablar con ellos”, dijo Helen Comperatore.
Cangelosi señaló que aún se pregunta si la agencia solicitó personal adicional para cubrir un año electoral tan cargado y, si lo hizo, si esas solicitudes fueron aprobadas. Cree que el Servicio Secreto necesita mejores salarios para retener a los agentes tentados a irse a otros puestos del gobierno federal.
McDonald dijo que sospecha que parte del problema antes del mitin en Butler fue que al Servicio Secreto le costó entender que el tipo de protección que Trump necesitaba no era la misma que la de otros expresidentes. Afirmó que “cuesta creer” cómo Crooks pudo subirse a ese tejado y que “la comunicación” y “la complacencia” son los dos problemas que realmente fallaron en Butler.
Pero también dijo que cree que la agencia se está moviendo en la dirección correcta: “Hay mucha gente buena haciendo un gran trabajo allí”, dijo, “y espero que sigan avanzando en la dirección correcta”.
Con información de AP y AFP.