Prefería morir antes que recibir el trasplante de corazón que terminó salvándole la vida: no es el único

Calificar para la lista de trasplantes de órganos en EEUU y que te ofrezcan uno es un privilegio que gran cantidad de pacientes no tienen. Pero con frecuencia la desinformación y el temor frenan a muchos hispanos como José Rodríguez. Esta es su historia.

María Isabel Capiello
Por:
María Isabel Capiello.
El hospital de Brigham and Women’s en Boston, decidió eliminar de la lista de espera a DJ Ferguson, ya que en sus políticas los pacientes que no están vacunados no podrán ser elegibles para un trasplante.
Video Niegan trasplante de corazón a un hombre por no ponerse la vacuna contra el Covid-19

Calificar para recibir un trasplante de corazón es una oportunidad de oro que muchos pacientes con insuficiencia cardiaca no tienen pues hay rigurosos criterios de elegibilidad, pero cuando su médico lo ofreció a José Rodríguez su respuesta fue categórica: un rotundo no.

Prefería morir antes que someterse a ese procedimiento, algo que muchos cardiólogos como Johanna Contreras, especialista en trasplantes del corazón en del Mount Sinai de Nueva York escuchan, particularmente de pacientes hispanos que además tienen riesgo elevado de sufrir enfermedades del corazón e insuficiencia cardiaca.

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“Les dices: ‘No vas a sobrevivir con el corazón que tienes y, una vez que comienza a fallar genera complicaciones en otros órganos’, y dicen que no. Que no quieren nada”, comenta a Univision Noticias.

Mitos sobre el trasplante de corazón inhiben a muchos

Muchas de las razones de los hispanos para rechazar el trasplante se basan en falsas creencias. “ Asocian el corazón con el alma y los sentimientos, pero es un órgano como cualquier otro. También suelen creer que se trata de un proceso experimental cuando no es así: se hacen muchos trasplantes de corazón cada año en EEUU”, explica Contreras.

Fue lo que ocurrió con Rodríguez, quien a sus cuarenta años, empezó a tener dificultades para respirar e hinchazón en las extremidades, síntomas que inicialmente intentó desestimar atribuyéndolos a causas menores, lo que empeoró progresivamente su condición. Algo que, según la cardióloga, también ocurre con frecuencia a los hispanos.

Cuando finalmente consultó al hospital no pudo creer el diagnóstico: su corazón se había agrandado demasiado como consecuencia de una miocardiopatía dilatada, posiblemente congénita.

Necesitaba otro.

Pero la idea de recibir un trasplante era simplemente inconcebible para él.

“Desde el comienzo me hablaron del trasplante, pero yo lo rechazaba y decía que no. Eso no es para mí. Prefería morirme antes que someterme a uno”, cuenta Rodríguez.

A los pocos años terminó de nuevo en una camilla del hospital, ya prácticamente sin poder caminar o respirar. “Siempre estaba asfixiado y demasiado hinchado”.

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De no acceder al trasplante de corazón, no sobreviviría. Pero su condición era tan grave, que incluso para llegar a él era necesario que le pusieran una máquina que ayudara a su corazón a bombear la sangre.

“No había tiempo para esperar por un trasplante, no iba a sobrevivir”, explica la cardióloga del hospital Mount Sinai en Nueva York, Johanna Contreras.

Vivir conectado a una bomba mecánica del corazón

La mera idea de estar conectado a ese dispositivo de asistencia ventricular conocido como LVAD por sus siglas en inglés, también le inquietaba a José quien se negó a ese otro procedimiento.

“No quería ponerme esa bomba. Era un pedazo de plástico con metal. pensaba: ¿Cómo me van a poner esto dentro? No quería estar enchufado a esa cantidad de cables. Me negué hasta el último momento hasta que el médico me dijo: ‘José si no te pones esto, te vas a ir en seguida’. Me tuvieron que asustar de verdad”, cuenta.

Finalmente, Rodríguez accedió y se dio cuenta de que por más intimidante que resulte la idea de vivir conectado a estas bombas mecánicas del corazón, en la práctica permiten recuperar gran parte de la vitalidad perdida.

De hecho, son una solución permanente para pacientes no elegibles a un trasplante, quienes viven con ellas durante décadas.
Conectado a su LVAD día y noche, José recordó lo que era caminar sin constantemente asfixiarse y lograron estabilizar su condición hasta que hubiera un corazón disponible para él.

Mueren antes de que aparezca un corazón compatible

Si bien para muchos pacientes la espera a que haya un órgano disponible se hace interminable, en el caso de Rodríguez no fue así.
Recibió la llamada con una mezcla de asombro y terror.

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Me dijeron que habían encontrado un corazón para mí. En ese momento estaba solo en mi casa y fue un shock. Me puse a llorar. Pero en 24 horas ya me habían hecho el trasplante”.

No todos los pacientes tienen esa oportunidad de vida.

Urgencia médica, compatibilidad, tipo de sangre, altura, peso, salud, distancia del hospital y tamaño del órgano son algunos de los factores que determinan la asignación de un órgano a un paciente.

El corazón debe provenir de alguien con muerte cerebral en soporte vital, estar en condiciones normales sin enfermedades y ser lo más similar posible al del recipiente.

En el caso de José, su estado de gravedad, edad y tipo de sangre -menos común- jugaron a favor. Lo único que sabe acerca de su donante es la edad (30 años).

Algunas personas ni siquiera tienen la opción de entrar en la lista de espera, pues hay factores que las descalifican (existencia de comorbilidades, severidad, edad avanzada y otras), como le ocurrió al paciente que, desesperado y prácticamente desahuciado, accedió a recibir el primer trasplante experimental de corazón de un cerdo a un humano.

Rechazar un trasplante de órgano al que se es elegible no es una decisión que deba tomarse a la ligera.

Educar al paciente ayuda a que entienda las repercusiones de esa decisión y también a aclarar falsas creencias que hay en torno a estos procedimientos médicos.

El trasplante de corazón te va a matar: otro mito

Entre los temores de Rodríguez estaba el no sobrevivir a la cirugía. “Temía no salir del quirófano”.

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“Ese es otro mito que existe: el de que el trasplante te va a matar”, comenta la cardióloga Johanna Contreras.

Aunque naturalmente los trasplantes de corazón conllevan riesgos, 85% de los pacientes que se someten a un trasplante de corazón viven al menos un año después del procedimiento -que es considerado el más crítico-. Si lo superan, la supervivencia media es de 14 años.

"No quería estar enchufado a esa cantidad de cables. Me negué hasta el último momento", cuenta José, pero hoy reconoce que todo ha valido la pena y se arrepiente de no haberlo hecho antes.
"No quería estar enchufado a esa cantidad de cables. Me negué hasta el último momento", cuenta José, pero hoy reconoce que todo ha valido la pena y se arrepiente de no haberlo hecho antes.
Imagen José Rodríguez


De por vida deberán tomar medicamentos inmunosupresores que eviten que el organismo rechace el nuevo órgano, uno de los principales riesgos de los trasplantes. También someterse a un riguroso seguimiento médico que implica revisiones periódicas.

El procedimiento puede durar entre cuatro y siete o más horas. Se hace una incisión en el esternón y se conecta al paciente a una máquina de circulación extracorpórea que hace el trabajo del corazón y los pulmones para suministrar sangre y oxígeno al cuerpo, mientras se retira el órgano dañado y se reemplaza por el nuevo.

A las dos semanas del trasplante ya Rodriguez estaba de vuelta casa y, al cabo de dos meses, en el trabajo.

Hoy, casi un año después, es otra persona y hasta ha adquirido nuevos hábitos que atribuye a rasgos de su donante. “Antes era desordenado, ahora soy organizado y meticuloso. También me gustan cosas nuevas de comer y me la paso comprando cosas, algo que no hacía antes”, cuenta a Univision Noticias.

Ahora solo se arrepiente de no haber accedido al trasplante de corazón años atrás. “Si hubiera sabido que todo iba a salir tan bien como salió hubiera optado por la operación mucho antes”, admite.

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Está consciente de lo afortunado que es: “No todo el mundo tiene la suerte de conseguir un ‘órgano. Estoy agradecido con mi héroe. Me dio un regalo de vida. No conozco a su familia, pero quiero escribirles una carta y conocerlos si aceptan y darles la oportunidad de escuchar el corazón latir y que sepan que su hijo vive en mí y que voy a cuidar ese corazón”.

<b>Estetoscopio</b>. Hoy en día forma el estetoscopio forma parte esencial de cualquier consulta médica, pero antes de su creación en 1815, los doctores tenían que conformarse con colocar el oído encima del pecho del paciente para escuchar los latidos de su corazón o su respiración, lo que no siempre era efectivo, sobre todo cuando la persona tenía mucha grasa corporal, algo que justamente fue lo que le ocurrió al inventor de este instrumento médico, el francés René Laennec, a quien en esa circunstancia se le ocurrió la idea de crear un objeto que amplificara los sonidos del corazón y los pulmones.
<b>Aspirina</b>. Desde los tiempos ancestrales, la humanidad descubrió los beneficios analgésicos de un extracto de la corteza del sauce blanco, que, siglos después, derivaría en el popular principio llamado activo ácido acetilsalicílico, cuya presentación más estable en tabletas fue descubierta por el alemán en 1897, Felix Hoffmann y patentada por el laboratorio Bayer. Pronto se convirtió en el analgésico más usado en la historia con el nombre que todos conocemos: aspirina. Hoy en día tiene numerosas indicaciones: analgésico, antipirético y para prevenir ataques al corazón, entre otras. La Organización Mundial de la Salud la reconoce como una de las medicinas esenciales.
<b>Anestesia</b>. Durante siglos la humanidad exploró este concepto, pero la invención de la anestesia moderna tal y como la conocemos se atribuye al dentista William Morton y John Collins quienes, en 1846, demostraron el uso del éter sulfúrico durante una cirugía para remover un tumor del cuello de un hombre. Desde entonces ha habido notables avances en el campo de la anestesiología que permiten que largas y completamente indoloras cirugías sean posibles.
<b>Antibióticos</b>. Pensar en que alguien muera por una infección de garganta o de oído hoy parece algo inconcebible, pero era lo que ocurría antes del descubrimiento de los antibióticos que se atribuye a Alexander Fleming, inventor de la penicilina. En 1928, este profesor de bacteriología se dio cuenta por accidente que había un hongo capaz de matar algunas bacterias, lo que abrió camino a la era de los antibióticos, que son compuestos que las bacterias y los hongos producen de forma natural, para matar o inhibir especies microbianas rivales. Hoy en día los médicos tienen muchos tipos de antibióticos entre los cuales escoger y, según la Academia Estadounidense de Pediatría, se recetan en EEUU más de 150 millones por año.
<b>Desfibrilador</b>. La desfibrilación -el proceso por el cual se aplican cargas eléctricas al corazón de un paciente para restituir el ritmo cardiaco- salva vidas. Si alguien sufre un paro cardíaco y es desfibrilado durante el primer minuto, su chance de supervivencia es del 90%. Por cada minuto que se retrasa este procedimiento, sus probabilidades se reducen entre 7 y 10%, advierte la 
<a href="https://suddencardiacarrest.org/" target="_blank">Asociación de Ataques Cardiacos Repentinos</a>. La primera desfibrilación exitosa se atribuye a Claude Beck, quien la hizo en un joven de 14 años durante una cirugía en 1947. Con el paso de las décadas, se logró crear artefactos que pudieran usarse más allá de la sala de operaciones hasta que finalmente, en 1965, Frank Pantridge inventara el primer desfibrilador portátil del mundo, que fue instalado en una ambulancia. Hoy en día los hay por doquier y, a diferencia de ese modelo que pesaba 70 kilos, ahora son pequeños y mucho más livianos.
<b>Píldora anticonceptiva</b>. El impacto social del fármaco para el control de la natalidad aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en 1960 ha sido crucial. La llamada píldora ha permitido a las mujeres el control de su fertilidad, algo que fue muy revolucionario y controversial en su momento. Si bien sus ‘creadores’ fueron dos hombres (Gregory Pincus y John Rock), dos mujeres la hicieron realidad al encontrar los fondos necesarios para su desarrollo: Margaret Sanger -fundadora de Planned Parenthood- y Katherine McCormick.En la actualidad 8 de cada 10 mujeres han tomado la píldora en algún momento de sus vidas.
<b>Rayos X</b>. Antes de la invención de los rayos X, los médicos solamente podían buscar señales externas de daños en el organismo. La posibilidad de ver lo que ocurre adentro ha permitido diagnosticar toda clase de males. También abrió la puerta a otros importantes inventos como las tomografías o las resonancias magnéticas.Todo comenzó por accidente en 1895 cuando el físico alemán Willhelm Conrad Rӧntgen descubrió una radiación desconocida en ese momento (por lo que la llamó rayos X) que tenía la capacidad de penetrar los cuerpos opacos. Poco después, los rayos X comenzaron a usarse para identificar las balas en soldados heridos en la guerra.
<b>Teoría de los gérmenes</b>. Durante siglos, la humanidad no comprendía cómo se transmitían y contraían las enfermedades. Se creía que se generaban de forma espontánea, prácticamente ‘de la nada’. Esto cambió cuando Louis Pasteur y Robert Koch identificaron que los gérmenes eran la causa. No obstante, les costó convencer a la comunidad científica sobre su revolucionaria teoría, que hoy nos parece tan evidente.
<b>Vacunas</b>. El valor de las vacunas como una poderosa herramienta de salud pública para salvar vidas ha sido corroborado una vez más durante esta pandemia del coronavirus. Su creación se remonta a hace 200 años cuando en el Reino Unido, el médico Edward Jenner notó que algunas mujeres que ordeñaban vacas parecían estar protegidas de la viruela si antes ya habían contraído una enfermedad más leve llamada viruela bovina, lo que lo motivó a hacer un experimento con un niño de 8 años, a quien inoculó con materia de la llaga de viruela bovina de una ordeñadora y luego con el virus. Así pudo confirmar su teoría: el niño había producido un grado de protección contra la viruela. Según un 
<a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-40720048" target="_blank">reportaje</a> de la 
<i>BBC</i>, en 1798 publicó su primera investigación donde habló por primera vez del término ‘vacuna’, del latín: vacca. El resto es historia.
<b>Termómetro clínico</b>. Este instrumento médico tan popular fue creado por el médico italiano Santorio Santorio en el siglo XVII. Entre 1592 y 1603 Galileo Galilei había inventado un tubo de cristal sensible al calor lleno de un líquido cuya altura variaba según la temperatura. Pero fue Santorio quien hizo el primer instrumento con gradación para medir la temperatura corporal humana. Con el tiempo, otros lo perfeccionaron, como hizo Daniel Fahrenheit artífice del modelo del termómetro de mercurio, mucho más preciso. Pero, según un 
<a href="https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/thermometer/" target="_blank">reportaje</a> de 
<i>National Geographic</i>, no fue hasta el siglo XIX cuando, gracias a la explicación científica de la fiebre que hiciera Carl Wunderlich, que el termómetro se hizo indispensable.
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Estetoscopio. Hoy en día forma el estetoscopio forma parte esencial de cualquier consulta médica, pero antes de su creación en 1815, los doctores tenían que conformarse con colocar el oído encima del pecho del paciente para escuchar los latidos de su corazón o su respiración, lo que no siempre era efectivo, sobre todo cuando la persona tenía mucha grasa corporal, algo que justamente fue lo que le ocurrió al inventor de este instrumento médico, el francés René Laennec, a quien en esa circunstancia se le ocurrió la idea de crear un objeto que amplificara los sonidos del corazón y los pulmones.
Imagen DIRK WAEM/BELGA MAG/AFP via Getty Images
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