¿Hacia una nueva definición de la muerte? Reviven células de cerdos muertos en un hito científico

Cerdos que estuvieron muertos por más de una hora dieron señales de 'resucitar' al recibir un fluido especial bajo estudio que podría ampliar la disponibilidad de órganos para trasplantes en un futuro. El hallazgo está lejos de ser extrapolado en humanos, pero sugiere que la frontera entre la vida y la muerte podría ser más difusa de lo que imaginamos.

Por:
Univision
David Bennett, un hombre de Maryland de 57 años con cardiopatía terminal, se convirtió en el primer hombre en recibir un trasplante de corazón de cerdo, lo que marca un gran paso en la medicina y brinda esperanza a quienes esperan por un órgano.
Video Realizan el primer trasplante de corazón de cerdo a un cuerpo humano

Por más de una hora los cerdos habían estado muertos tras un paro cardiaco inducido. Pero, en lo que parece prácticamente una escena sacada de Frankenstein, investigadores de la Universidad de Yale los conectaron a una máquina que bombeaba un fluido alto en nutrientes y, de pronto, estos comenzaron a mostrar señales de vida.

Los cerdos no revivieron en el sentido literal de la palabra, pero parte del daño celular que ocurre después de la muerte se revirtió: sus corazones volvieron a latir y las células en sus riñones, hígado y pulmones volvieron a activarse. Si bien nunca retomaron la conciencia, sus cuerpos no sufrieron el rigor mortis.

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Algo que asombró a los propios investigadores. “No sabíamos qué esperar. Todo lo que restituimos fue increíble para nosotros”, dijo a The New York Times, David Andrijevic, neurocientífico de Yale y uno de los autores del estudio.

Los hallazgos de este descubrimiento, que fueron reseñados este miércoles en la revista Nature, podrían “forzarnos a reconsiderar lo que consideramos como ‘muerto’”, sugiere un comentario que acompaña la publicación.

Más órganos viables para trasplantes

Si bien los hallazgos están muy lejos de ser extrapolados en humanos por ahora, abren la puerta a que el proceso de la muerte pueda retrasarse, lo que permitiría rescatar más órganos para trasplantes.

Actualmente en EEUU hay 106,000 personas que requieren un trasplante de órgano y cada día 17 mueren esperando uno, según la Red Unida para el Intercambio de Órganos (UNOS, por sus siglas en inglés).

La meta de los investigadores de Yale es aumentar el suministro de órganos humanos para trasplantes al permitir que los médicos obtengan órganos viables mucho después de la muerte y que algún día su tecnología también se pueda usar para prevenir daños graves en los corazones después de un ataque cardíaco devastador o un derrame cerebral importante, indica el The New York Times.

Un líquido que devuelve la vida

Ya en 2019 el mismo equipo había logrado revivir parcialmente los cerebros de cerdos muertos por horas, retando la noción actual de lo que se considera ‘muerte cerebral’. Con este nuevo experimento querían ver si el mismo método de introducir un fluido especial en el sistema circulatorio podía revivir otros órganos.

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El fluido -denominado OrganEx- consiste en una mezcla de electrolitos, vitaminas, aminoácidos y otros nutrientes más 13 fármacos que reducen la muerte y estrés celular, y modulan el sistema inmune y bloquean el nervioso para evitar que los cerdos retomen la conciencia.

¿Hubieran retomado en algún grado la conciencia los cerdos si los científicos no hubieran agregado bloqueadores de la respuesta nerviosa a esa solución? No se sabe, pero esto crearía problemas éticos si la meta es preservar los órganos para trasplantes, advierte en un comentario publicado en Nature Brendan Parent, abogado y especialista en ética de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.

Otra importante pregunta que queda en el aire es si los órganos que lograron revivir podrían funcionar normalmente por su cuenta de ser trasplantados, algo que los investigadores de Yale pretenden responder en una segunda fase.

Portada de la revista National Geographic en su edición de septiembre, protagonizada por Katie Stubblefield, la jovencita que a sus 18 años intentó suicidarse. Su rostro quedó desfigurado después de que ella misma se disparara. Pero sobrevivió y emprendió un camino para conseguir un nuevo rostro.
A la izquierda, Katie Stubblefield, de 17 años, 8 meses antes de intentar suicidarse. En la foto de la derecha, Katie, de 22 años, un año y un mes después de su cirugía.
Una residente de cirugía acuna cuidadosamente la cabeza de Katie para mantenerla quieta ya que está situada en la unidad de cuidados intensivos, después de que concluyó el procedimiento de 31 horas. Para proteger sus ojos, sus párpados estaban suturados. Con el trasplante completo, Katie aún requeriría operaciones adicionales y muchos meses de rehabilitación. Fotografía Lynn Johnson/National Geographic
Veinte días después del trasplante de Katie, en una de sus caminatas diarias en los pasillos. Katie canta mientras hace ejercicios con la fisioterapeuta Becky Vano (a la izquierda) y la estudiante de fisioterapia Nicole Bliss. Antes del trasplante, Katie tuvo que aprender a caminar de nuevo para vencer la espasticidad en sus extremidades ,causada por la lesión en su cerebro. Después del trasplante, tuvo que comenzar de nuevo con el fortalecimiento de sus piernas.
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Portada de la revista National Geographic en su edición de septiembre, protagonizada por Katie Stubblefield, la jovencita que a sus 18 años intentó suicidarse. Su rostro quedó desfigurado después de que ella misma se disparara. Pero sobrevivió y emprendió un camino para conseguir un nuevo rostro.
Imagen National Geographic
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