Tiroteos como el de Uvalde son una epidemia en EEUU, pero no se consideran un problema de salud pública

Para los expertos, masacres como la de Uvalde y la violencias por armas de fuego en general son un asunto médico, no político. Por eso consideran que hay que atacarlo bajo los mismos principios que se han aplicado al covid-19 o cualquier otra amenaza a la salud, con un enfoque netamente basado en la evidencia científica. Sigue lo último en nuestro blog.

María Isabel Capiello
Por:
María Isabel Capiello.
La directora médica de Trauma Pediátrico del Hospital Universitario de San Antonio, Lillian Liao, está a cargo de la atención de varios niños sobrevivientes de la masacre en la escuela primaria de Uvalde, Texas. Liao cuenta las lecciones aprendidas en un tiroteo anterior, la matanza en una iglesia en Sutherland Springs en 2017, donde murieron 26 personas, incluyendo un nonato. Más información en Univision Noticias.
Video “Es desgarrador”: habla la doctora que atiende a varios niños que sobrevivieron la masacre en Uvalde, Texas

Aunque no siempre se les considere como tales, los tiroteos escolares como el de Uvalde alcanzan dimensiones epidémicas en EEUU.

En lo que va de año ha habido 27 en escuelas y, si se cuentan aquellos fuera de los planteles, la cifra asciende a 198 en lo que va del 2022, advierte el director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Salud Pública, Georges Benjamin en un comunicado en el que insiste que “esta carnicería debe acabar porque la hemos visto con demasiada frecuencia”.

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Por primera vez en al menos 4 décadas, en 2020 las armas de fuego se convirtieron en la principal causa de muerte en niños en Estados Unidos. Más que los accidentes de tránsito, las drogas o el cáncer, revela un estudio reciente publicado en el New England Journal of Medicine que analizó los datos de mortalidad de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.

Más de 4,300 menores de edad murieron por armas de fuego ese año, casi un 30% más de lo reportado en 2019, y la mayoría fue por homicidios.

Otra investigación indica que tras el comienzo de la pandemia la posesión de armas de fuego aumentó en el país y que esto se correlaciona con un incremento en los índices de heridas fatales y no fatales por armas de fuego sufridas o infringidas por niños.

Jóvenes en EEUU tienen 82 veces más probabilidades de morir por un arma de fuego

Los jóvenes estadounidenses tienen hasta 82 veces más probabilidades de morir por armas de fuego que en otros países desarrollados, revela un estudio publicado en 2018 en Health Affairs.

Se trata de una urgente crisis de salud pública. Una epidemia como cualquier otra, advierten los expertos en la materia que echan en falta el que no se le aborde como tal.

“Una epidemia es una situación que afecta a gran parte de la población. La violencia por armas de fuego alcanza proporciones epidémicas en este país debido a la mortalidad y la morbilidad que causa”, explicó a Univision Noticias a propósito de otro tiroteo José Ramón Fernández Peña, expresidente de la Asociación Estadounidense de Salud Pública (APHA, por sus siglas en inglés).

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De todas las muertes por armas de fuego en países desarrollados, 82% ocurren en EEUU, según un estudio publicado en el American Journal of Medicine. Todas esas muertes -en gran medida prevenibles- dejan secuelas a largo plazo para la sociedad en su conjunto.

Para expertos como Fernández Peña está claro que la violencia por armas de fuego en todas sus formas (tiroteos masivos, suicidios, homicidios) es un asunto médico; no político.

El enfoque principal de la salud pública es la prevención de enfermedades y muertes. Se ocupa de una tremenda cantidad de áreas y el que haya gran cantidad de armas disponibles para todo el mundo es un problema de salud pública. Ningún otro país te permite que vayas a Target a comprar una ametralladora: simplemente no te la venden”, insistió Fernández Peña.

Dos niños de 9 y 10 años, que asisten a clases en la Escuela Primaria Robb de Uvalde, Texas, cuentan su experiencia durante el tiroteo del pasado 24 de mayo, que dejó 21 personas muertas. Sigue lo último del tiroteo en nuestro blog.
Video “Todos estábamos en pánico”: niños que sobrevivieron al tiroteo de Texas narran los momentos de terror

Escasea el financiamiento para encontrar causas y soluciones

Paradójicamente es poco lo que expertos en salud pública como él han podido aportar en términos de soluciones pues, a diferencia de lo que se logró con accidentes de tránsito o el alcohol, presiones políticas se han interpuesto en el camino.

Pese a ser una causa tan importante de mortalidad, escasea el financiamiento que apoye los esfuerzos por estudiar la violencia por armas de fuego y cómo prevenirla.

“¿Sabían que la prevención de heridas por armas de fuego no recibió financiamiento durante 23 años y que todavía hoy en día permanece con menos fondos de los requeridos en comparación con otras enfermedades que tienen índices de mortalidad similares? No extraña el que estemos acá”, comenta en un hilo de Twitter, Megan Ranney, médico de emergencia de la Universidad de Brown y estudiosa del tema.

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Así como los virus, se ha visto que la violencia con armas de fuego es ‘contagiosa’: el efecto copycat es real. Pero hay maneras de reducir su ‘transmisión’: vigilancia epidemiológica para contabilizar las muertes y heridas por armas de fuego y obtener mejor información sobre las causas, evaluar el impacto de las intervenciones; identificar los factores de riesgos y protectores asociados a ella, desarrollo de intervenciones para reducir el riesgo e institucionalizar estrategias exitosas de prevención.

Expertos en salud pública sienten que la situación es cada vez más apremiante y que se salvarían vidas de tomar cartas en el asunto bajo este enfoque, basado en la evidencia empírica y no en la política.

¿Qué es lo que en su criterio se debería hacer? Un documento de la Asociación Estadounidense de Salud Pública propone lo siguiente:

A Jayden Pérez le duele el estómago cada vez que recuerda los disparos en la primaria Robb. Cuenta que algunos de ellos impactaron la puerta de su aula la mañana del 24 de mayo. Habían estado practicando en una clase cuando un ruido hizo que su maestra abriera la puerta y vieron a un grupo de estudiantes corriendo en busca de resguardo.
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<b>"Luego lo que escuchamos fue un tiroteo"</b>, dijo a Univision Noticias el pequeño de 10 años. 
<b>"Estaba asustado, pero mi compañera Madison apagó las luces y nos escondimos"</b>, agregó.
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<br>Estando escondidos fue que el atacante 
<b>"disparó hacia la puerta e hirió a mi maestra y a una amiga".</b> Después se atrincheró en uno de los salones y masacró a 19 estudiantes y dos docentes en el incidente más mortífero en una escuela de Estados Unidos en una década.
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<br>Jayden fue hasta el memorial en la plaza central de Uvalde, donde colocaron 21 cruces para honrar a las víctimas. Fue una por una escribiendo un mensaje, para "mostrarle" a quienes perdieron la vida lo mucho que los extrañan. 
<b>"Estén unidos, porque nunca saben cuándo van a perder a alguien", </b>dijo tras escribir en la última cruz.
Miriam Trinidad es una madre que tiene que dar instrucciones impensables a sus hijos. “Siempre les he dicho: 'Cuídense, cuando pase ese tipo de cosas hagan caso a los maestros (…) Si te dicen agáchate, agáchate'".
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<br>Lo había hecho incluso viviendo en el que consideraba un tranquilo Uvalde. Donde los 'problemas' se centraban mas bien en la cercanía del pueblo con la frontera con México y los asuntos migratorios que vienen con ello.
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<b>“Cuando me enteré (del 'lockdown' en la escuela) pensé que era una persona que estaba huyendo porque lo andaba persiguiendo la Patrulla Fronteriza. Nunca pensé que fuese a ser de esta magnitud la situación"</b>, relata.
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<br>Su hija Stephanie, a la que le ruega se proteja si un atacante entra a su escuela, está en shock, dice esta madre. "Todavía no asimila la pérdida de su compañera de 'softball'", agrega en la que es una declaración constante en Uvalde, donde prácticamente todos conocen a una de las 21 víctimas o a un familiar de ellas. El dolor y el trauma es colectivo.
Stephanie Sánchez tiene 12 años y cada semana jugaba 'softball' con su amiga Eliahana Cruz, una de las niñas del salón de cuarto grado víctima de la furia del atacante. Dice que prefiere recordarla cuando juntas vestían el uniforme de las 'Little Bombshells' y salían al campo de juego.
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<br>"Jugaba segunda o 'middle center base'. Era muy buena jugadora", dice sobre la pequeña de 10 años. 
<b>"Ahora está en un mejor lugar".</b>
A Alayna Borrego le cuesta creer que perdió a su amiga Jacklyn Cazares, con quien practicaba gimnasia. La recuerda como una pequeña que "siempre estaba feliz, siempre con una sonrisa, siempre decía cosas buenas de las personas".
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<br>También le preocupa cuando llegue el momento de regresar a clases el siguiente año escolar. 
<b>"¿Qué tal si este no es un lugar seguro?", </b>es la pregunta que pasa por su mente tras el ataque armado en la escuela primaria que acabó con la vida de su amiga.
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<b>"Porque si esto pasó hace un año podría pasar de nuevo. Cualquiera podría ir así y entrar a la escuela de nuevo y repetir lo que pasó el año pasado"</b>, dice Alayna.
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<br>Con ingenuidad dice que "subir la cerca" de las escuelas ayudaría a evitar que intrusos armados irrumpan violentamente en ellas. Pero dentro de su inocencia pone el foco en los reclamos que se han escuchado en las últimas horas por la respuesta de las autoridades al tiroteo en la primaria Robb. El atacante entró sin encontrar resistencia y, luego, pasó más de una hora dentro hasta que fue abatido por agentes de la Patrulla Fronteriza.
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<b>"Y dejan todas las puertas de la escuela abiertas, entonces si yo quiero puedo abrir una puerta y escapar de la escuela, si yo quisiera. Es algo lógico cerrar las puertas, pero no sé por qué no lo hacen”</b>, reclama la pequeña.
Arely Borrero es la mamá de Alayna y confirma que 
<b>su hija "tiene miedo de ir a la escuela y no regresar a casa". </b>"Tiene miedo a que las instalaciones no estén preparadas en cuanto a seguridad para ellos", relata la madre de esta familia que hace cuatro años se mudó a Uvalde por una oportunidad laboral.
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<br>El temor de su hija es el mismo suyo y de su esposo, Aldo. Y como no creen que una tragedia como esta cambie el 'lobby' por la tenencia de armas también comparten la solución que esgrime Alayna: reforzar la seguridad escuela por escuela.
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<br>"Entonces, 
<b>¿qué nos queda?</b> Pedir que cambien las instalaciones de las escuelas con más seguridad para nuestros hijos. O, ¿qué nos queda? 
<b>Cambiar a nuestros hijos a escuelas privadas o llevarlos a otra parte a 20, 25 minutos de aquí, a otras escuelas más pequeñas donde nuestros hijos estén prácticamente escondidos para que no pase esto".</b>
María Alvarez tiene 80 años y lleva más de 50 viviendo al final de la calle que conduce hasta la primaria Robb. 
<b>"Recuerdo como los 'kids' pasaban y me decían 'bye'".</b>
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<br>Habla y se le siente descolocada por la tragedia en la escuela donde estudiaron sus hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos. El lugar al que también los llevaba a practicar deporte y por el que siente profundo agradecimiento. El lugar que está casi en la esquina de su casa, en un barrio de viviendas modestas y apacible que el 24 de mayo cambió para siempre. 
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<br>Dice que no escuchó los disparos, pero supo que algo pasaba cuando vio a padres corriendo calle abajo hacia la escuela. Una de sus tataranietas, Monique, estaba dentro del plantel durante la matanza.
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<br>La pequeña está bien. Pero María no encuentra palabras para describir cómo está Uvalde. "No sé, no sé (...) Uno que ha vivido aquí toda la vida, en esta calle..."
Graciela Ortiz se crió en Uvalde. "Crecí con las ventanas abiertas, las puertas de los carros no las teníamos que trancar..." Por eso quiso que sus hijos se desarrollaran en el pueblo, donde sentía una gran sensación de seguridad.
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<br>Pero ahora el pueblo ha pasado a ser el escenario de un mortal tiroteo en el que las principales víctimas fueron niños. 
<b>“Tenemos mucha ansiedad,</b> no me quiero imaginar lo que están pasando los padres de los niños y los familiares de las maestras”, dice a Univision Noticias.
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<br>Graciela le cortaba el cabello a la pequeña Amerie Jo Garza, una estudiante con la que se ensañó el atacante. 
<b>“Comencé a cortarle el pelo, su mamá y su abuelita son mis clientes y lo siento mucho por ellas, mucho”.</b>
Lety Padilla tomó su hora de almuerzo para llevar unas flores amarillas y un oso de peluche hasta la entrada de la primaria Robb, donde colocaron un memorial con 21 cruces con los nombres de cada víctima. Se le ve afligida, se le quiebra la voz al hablar. "¿Qué te puedo decir? No puedo".
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<br>Es otra vecina a la que cuesta entender cómo la escuela a la que fueron sus tres hijos y sus nietos fue epicentro de semejante barbarie. 
<b>"Aquí (en Uvalde) todos nos conocemos".</b>
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<br>Recuerda especialmente a Irma García, una de las dos maestras que murieron protegiendo a sus estudiantes. 
<b>"La última vez que la miré fue en la tienda, hace como un mes. La miré y pensé: 'Hace mucho que no miraba a Miss García'"</b> Ese día no pudieron hablar. Tampoco pudo despedirse.
Neftalí Barboza es un pastor de la Iglesia Nueva Jericó que nació y creció en Uvalde. Por estos días ora por las familias golpeadas por una masacre que creían "nunca sucedería" en el pueblo, y prepara junto con otros pastores y religiosos ayuda espiritual para ayudarlas a sobrellevar el trauma.
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<br>Reconoce que será un camino de recuperación largo. 
<b>"Será necesaria la consejería, no es algo que se sana de un día para otro, tampoco se olvida"</b>, admite.
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<br>Mientras las familias están preparadas para recibir ayuda tras los primeros días del impacto inicial, Barboza les envía en sus oraciones "fortaleza y consuelo". "Creemos que nunca va a suceder, pero desafortunadamente sucedió".
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<b>"Sé que hay muchas preguntas, pero ahorita doy gracias a Dios por la unidad que se ha dado".</b>
En video | Estudiantes que sobrevivieron narran la hora de terror dentro de su escuela.
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A Jayden Pérez le duele el estómago cada vez que recuerda los disparos en la primaria Robb. Cuenta que algunos de ellos impactaron la puerta de su aula la mañana del 24 de mayo. Habían estado practicando en una clase cuando un ruido hizo que su maestra abriera la puerta y vieron a un grupo de estudiantes corriendo en busca de resguardo.

"Luego lo que escuchamos fue un tiroteo", dijo a Univision Noticias el pequeño de 10 años. "Estaba asustado, pero mi compañera Madison apagó las luces y nos escondimos", agregó.

Estando escondidos fue que el atacante "disparó hacia la puerta e hirió a mi maestra y a una amiga". Después se atrincheró en uno de los salones y masacró a 19 estudiantes y dos docentes en el incidente más mortífero en una escuela de Estados Unidos en una década.

Jayden fue hasta el memorial en la plaza central de Uvalde, donde colocaron 21 cruces para honrar a las víctimas. Fue una por una escribiendo un mensaje, para "mostrarle" a quienes perdieron la vida lo mucho que los extrañan. "Estén unidos, porque nunca saben cuándo van a perder a alguien", dijo tras escribir en la última cruz.
Imagen Patricia Vélez/Univision
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