SAN JUAN, Puerto Rico.- La pastora Nilka Marrero no duda en golpear la mesa o alzar la voz si con ello logra preparar a sus feligreses para enfrentar una redada de inmigración. En su iglesia, interpreta a un agente federal en simulacros que buscan enseñar a los migrantes indocumentados cómo actuar si son detenidos. “Aparecen y se llevan a la gente”, dice Marrero con preocupación.
“Aparecen y se los llevan”: el miedo crece entre migrantes en Puerto Rico
Las redadas migratorias han causado miedo y ausentismo escolar en comunidades con alto número de estudiantes dominicanos. Líderes religiosos y comunitarios ofrecen comida, refugio y asesoría legal a migrantes indocumentados en riesgo de detención.
Desde el 26 de enero, Puerto Rico ha sido escenario de arrestos masivos de inmigrantes, la mayoría provenientes de la República Dominicana, en lo que muchos consideran un giro sin precedentes en la política migratoria en el territorio estadounidense. Las acciones responden a la política del expresidente Donald Trump de intensificar las deportaciones.
La comunidad dominicana, que se estima en unas 55,000 personas en la isla —aunque algunos expertos creen que la cifra es mayor— vive ahora con miedo. Hasta la fecha, más de 200 personas han sido arrestadas, 149 de ellas dominicanas, según datos de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas). La mayoría son hombres, aunque no se ha precisado cuántos tienen antecedentes penales.
Sandra Colón, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional en Puerto Rico, afirmó que los operativos se centran en personas con historial delictivo o con órdenes finales de deportación. Sin embargo, defensores de derechos humanos, como Annette Martínez, directora de la ACLU en la isla, critican la falta de transparencia sobre el paradero de los detenidos y las condiciones de su detención. “Nos preocupa la variedad de métodos que ICE está utilizando”, señaló.
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El impacto social es evidente. En un parque capitalino donde antes reinaban la música merengue y las partidas de dominó, ahora reina el silencio. “El pescador”, un migrante que pidió no revelar su nombre, contó que fue arrestado en ese lugar junto a su hijo. Tras su detención, fueron trasladados a varias cárceles y alimentados solo con pan y agua. Hoy, él está en libertad condicional con un grillete electrónico; su hijo, en una cárcel de Miami. “Nos han destrozado”, dijo con la voz quebrada.
La situación ha generado una ola de solidaridad. Voluntarios en la iglesia de Marrero preparan alimentos y donan ropa para los migrantes que temen salir de sus casas. José Rodríguez, presidente del Comité Dominicano de Derechos Humanos, describe un clima de “pánico” generalizado.
Las escuelas con alta matrícula dominicana han reportado hasta un 70% de ausentismo, lo que llevó al Departamento de Educación a ordenar que no se permita el ingreso de agentes federales sin una orden judicial.
Autoridades locales, como el alcalde de Aguadilla, Julio Roldán Concepción, han ofrecido ayuda sin exigir documentos. “ No voy a pedir papeles para ayudar. Todos somos hermanos aquí”, declaró. También el sector salud y la Iglesia Episcopaliana han activado programas de apoyo legal, psicológico y espiritual.
Mientras tanto, Marrero insiste en la necesidad de dignidad y preparación. “Los hemos preparado para un retorno honorable y digno”, concluyó.
Con información de AP.
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