Entre gritos de "asesino" y exigencias para poner fin a la represión, Ortega se enfrenta al diálogo en Nicaragua

En un hecho inédito, el presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo se sentaron este miércoles en una mesa de conversaciones con líderes estudiantiles, campesinos y de diferentes sectores de la sociedad civil y empresarial en la primera jornada del diálogo con el que se busca una salida a la crisis que enfrenta Nicaragua.

Lorena Arroyo
Por:
Lorena Arroyo.
Los universitarios le leyeron al presidente Ortega los nombres de los fallecidos en los últimos 28 días de protestas y le exigieron que retire las fuerzas de choque en las calles.
Video Diálogo en Nicaragua: estudiantes, líderes campesinos e Iglesia piden a Ortega detener la represión

"Pidieron lista de nuestros muertos y aquí se la tenemos: Moroni López García: presente, Franco Alexander Valdivia Machado: presente, Darwin Manuel Urbina: presente". Durante más de tres minutos, Daniel Ortega y Rosario Murillo tuvieron que escuchar este miércoles los nombres de los más de 55 muertos que ha dejado la represión a las protestas en Nicaragua de boca del grupo que ha puesto el mayor número de víctimas.

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Los estudiantes que participan en el diálogo nacional que comenzó este miércoles en Managua se pusieron en pie y, mientras una de sus representantes leía uno a uno la lista de los caídos en las protestas, el resto del grupo respondía: 'Presente'. En frente, el presidente y la vicepresidenta escuchaban con apariencia impasible los gritos de los jóvenes en el momento más simbólico de la primera jornada de conversaciones que comenzaron este miércoles en Managua que tienen como fin buscar una salida a la crisis que vive el país.


En un hecho inédito en los más de 11 años del gobierno de Daniel Ortega y forzado por las multitudinarias protestas de ciudadanos que desde hace casi un mes exigen su renuncia, el presidente se sentó en una mesa con difererentes sectores de la sociedad civil. Muy poco dado a las apariciones públicas, Ortega suele delegar los mensajes a la nación en su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.

El gobierno y la sociedad civil buscarán una solución pacífica a sus diferencias, luego de las manifestaciones que han dejado al menos 55 muertos. La crisis inició por el anuncio de reformas al sistema de seguridad social.
Video Tensión en Nicaragua ante el inicio del diálogo nacional para terminar las violentas protestas


Las conversaciones, en las que, en otro hecho nada común en ese país, se le dio acceso a todos los medios nacionales e internacionales y no solo a los oficialistas, participan diferentes representantes de la sociedad civil y empresarial nicaragüense y tienen a la iglesia católica como garante y mediadora.

"Somos los primeros interesados en que se haga justicia. Por eso invitamos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)" a visitar el país, señaló Ortega en su turno de palabra en el que dijo lamentar todas las muertes, pero acusó a los manifestantes de provocar la violencia.

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"Exigimos de inmediato el cese de la represión"

Los argumentos del presidente fueron interrumpidos por gritos de "asesino" y de "¡eran estudiantes, no eran delincuentes!", en relación a las principales víctimas de las protestas.

Daniel Ortega and Rosario Murillo listen to the criticisms of society in a session broadcast live by the media in an unprecedented national dialogue.
Daniel Ortega and Rosario Murillo listen to the criticisms of society in a session broadcast live by the media in an unprecedented national dialogue.
Imagen Jorge Torres / EFE


"Presidente: exigimos de inmediato el cese de la represión", exigió Víctor Cuadras, representante de los estudiantes, antes de que Ortega iniciara su discurso, una petición que también hizo monseñor Aberlardo Mata, secretario de la Conferencia Episcopal.

"No es una simple petición, es una exigencia, que se retire la policía a sus cuarteles y que dejemos actuar a la CIDH. Presidente, repiense con su gabinete los caminos que ha recorrido. Ha comenzado una revolución no armada", afirmó Mata al mencionar también un descontento que la población lleva años manifestando.

"Le pido que dé la orden para que cese la represión. Dé la orden", insistió el exrector de la Universidad Nacional de Nicaragua Carlos Tünnermann. "Dé la orden, se lo pide el pueblo de Nicaragua".

"La orden ya fue dada y prueba de ello es que los policías están acuartelados", respondió Ortega antes de poner a los policías como víctimas de la violencia.

"El pueblo exige que te vayas"

Sin embargo, en la última semana, se han reportado ataques en diferentes partes del país a manifestantes por parte de la policía y de grupos paramilitares afines al gobierno, que ni Ortega ni Murillo mencionaron en sus intervenciones.

Este martes, Univision Noticias pudo comprobar cómo la policía reprimía a manifestantes en Matagalpa.

En su discurso, el presidente también se refirió a cómo la crisis que vive el país afecta a la productividad de distintos sectores y habló del caos en algunas zonas del país por los bloqueos de carreteras, un argumento que fue refrendado por Medardo Mairena, coordinador del movimiento anticanal.

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"No son otras personas las que están ahí. Son los campesinos. Se está convirtiendo en un caos, pero ustedes son los responsables", afirmó Mairena. "Somos el pueblo los que estamos en las calles y nunca hemos sido escuchados. El pueblo exige que te vayas. No queremos más muertos y ustedes son los responsables".

"Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida", le dijo por su parte el estudiante Lesther Alemán al presidente.

Además de que se haga justicia por los más de 55 muertos y del fin de la represión, los sectores presentes en el diálogo también pidieron la salida de Ortega y reformas democráticas.

El presidente, que lleva once años al frente de un gobierno con tintes autoritarios, reconoció en su discurso la necesidad de "cambios" y habló de "fortalecimiento de la democracia".

Pero la primera jornada de diálogo demostró estar en una sintonía muy diferente de las demandas que ha exigido una sociedad que lleva casi un mes saliendo a la calle de manera masiva para pedir reformas democráticas.

"Daniel Ortega desperdició hoy una oportunidad única para reivindicarse ante Nicaragua al iniciar el diálogo nacional. Debió haber ordenado el cese de la represión y la supresión de los grupos paramilitares", opinó en su cuenta de Twitter monseñor Silvio Báez, el arzobispo auxiliar de Managua y una de las voces más críticas con el gobierno.

La iglesia católica, que actúa como mediadora del diálogo, instó a las partes a enviar sus propuestas de temas para la agenda de los debates que continurán el viernes.

Lo que empezó a principios de la semana en Nicaragua como una demanda ciudadana pacífica en contra a una reforma impositiva de la seguridad social acabó solo unos días después como la peor matanza de las últimas tres décadas en el país.
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Las manifestaciones, lideradas por los estudiantes, fueron reprimidas por policías, antimotines y las llamadas turbas sandinistas (grupos afines al gobierno) dejando un saldo de al menos 38 muertos, cientos de detenidos (algunos de los cuales ya han sido liberados) y un número incierto de heridos y desaparecidos.
El rastro de sangre de la represión a las protestas, que se endureció entre el 19 y el 22 de abril, provocó mayor indignación en las calles y que las demandas de los manifestantes se ampliaran: de pedir la revocación del sistema de la seguridad social pasaron a exigir reformas democráticas en su país, donde durante más de una década Daniel Ortega ha liderado un gobierno con tintes autoritarios
“Estoy protestando porque es indignante la represión que están haciendo contra nuestro país”, le dijo a Univision Noticias el sábado 21 Ximena Robleto, una estudiante de medicina. “Nosotros no somos vándalos, no somos delincuentes. Estamos protestando”, respondió la joven ante las sugerencias de Daniel Ortega que atribuyó las muertes a las pandillas.
Entre los objetivos de los manifestantes en la marcha de ese sábado estaba tumbar dos ‘árboles de la vida’ como se les conoce a las enormes estructuras metálicas con luces de colores con los que la vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo ha decorado la capital de Nicaragua en los últimos años.
“No queremos más vestigios de ellos”, dijo un hombre que se identificó como Payán. Para los manifestantes, la caída de los árboles no es solo la caída de un costoso adorno (según reportes de prensa cada uno cuesta decenas de miles de dólares), sino también la de un símbolo del gobierno contra el que se rebelan.
Otros de los símbolos de las protestas son las banderas nicaragüenses. En algunos puntos del país, los manifestantes han retirado las banderas sandinistas (del partido en el poder) y han reivindicado sus colores nacionales. El himno de Nicaragua y canciones que apelan a la libertad nacional como ‘Nicaragua Nicaragüita’, también se escuchan habitualmente en las marchas.
Carlos y Raquel, dos amigos que protestaban el sábado en Managua, dijeron estar allí no solo por la reforma del sistema del seguro social sino por “todo lo que se ha perdido en los últimos 10 años”.
Conforme pasaban los días y aumentaba el número de muertos, las protestas se hicieron aún más masivas. Después de que varias universidades del país fueron focos de represión, decenas de estudiantes se atrincheraron en la Universidad Politécnica de Managua (UPOLI).
Muchos de los nicaragüenses que salen estos días a manifestarse a las calles tienen la sensación de que en el país se ha perdido el miedo y de que están viviendo un momento histórico.
El domingo, el presidente Daniel Ortega anunció que revocaría las reformas al sistema de seguridad social, pero eso no frenó las manifestaciones.
Esa noche, la policía volvió a reprimir a los estudiantes atrincherados en la UPOLI, dejando al menos un muerto y decenas de heridos.
Fernando Sánchez, un estudiante de comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) hizo una pancarta con dos casquillos de bala que recogió la semana pasada después de que la policía reprimiera a los estudiantes que se refugiaban en la catedral de Managua.
El lunes 23, una multitudinaria marcha inundó Managua. Decenas de miles de ciudadanos alzaron su voz contra la represión a los manifestantes al grito de “no eran delincuentes, eran estudiantes”. Muchos manifestantes también exigían la salida del gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.
Murillo fue uno de los principales de los focos de los gritos en las protestas. La vicepresidenta había definido a los manifestantes como “grupos minúsculos” y, para algunos manifestantes, la masiva participación en la protesta, fue la mejor respuesta.
Además de los que marchaban, cientos de personas animaban a los manifestantes en los lados de las calles por donde pasaban. Denis Peralta, de 67 años, estaba en un costado de una avenida con un cartel alusivo a los árboles de la vida quemados. El hombre dice que fue a la marcha para defender a la juventud.
Ese día marcó la bajada de tensión en las calles y desde entonces no se ha reportado represión de la policía y los antimotines. Sin embargo, los manifestantes siguen saliendo a las calles. Algunos de ellos comparan el gobierno de Ortega con la dictadura que él ayudó a derrocar en la revolución sandinista, la de Anastasio Somoza.
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Mientras, las vigilias siguen en el país a diario. El miércoles, en la rotonda Jean Paul Genie, donde el sábado los manifestantes habían derrumbado los árboles de la vida, plantaron cruces y flores en honor a los estudiantes caídos. Entre los asistentes al homenaje estaba Claudia Torres que llevó flores junto a sus tres hijos para enseñarles que “desde pequeños pueden hacer mucho por su país”.
Mientras el gobierno ha invitado a una mesa a diferentes sectores a un diálogo en el que la iglesia católica actuará de garante, los manifestantes exigen, entre otros requisitos que se respete la democracia, la libertad de prensa y expresión y que frene la represión a quien piensa diferente.
Pero aunque la represión paró, las listas que llevan los grupos de derechos humanos siguen sumando muertos. Hasta el momento el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos ha confirmado 38, aunque aún hay decenas de casos por confirmar, por lo que la cifra podría aumentar considerablemente.
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Lo que empezó a principios de la semana en Nicaragua como una demanda ciudadana pacífica en contra a una reforma impositiva de la seguridad social acabó solo unos días después como la peor matanza de las últimas tres décadas en el país.
Imagen Wilfredo Miranda
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