Lula da Silva se retira de la carrera presidencial y Fernando Haddad será su sustituto

El expresidente ha designado como sustituto a Fernando Haddad que se enfrenta a unos comicios marcados por la violencia y por la extrema polarización del país.

Agnese Marra
Por:
Agnese Marra.
Luiz Inacio Lula da Silva y Fernando Haddad durante un evento de campaña hace dos años, en septiembre de 2016.
Luiz Inacio Lula da Silva y Fernando Haddad durante un evento de campaña hace dos años, en septiembre de 2016.
Imagen Levi Bianco/Brazil Photo Press/LatinContent/Getty Images

SAO PAOLO, Brasil.- Brasil enfrenta el próximo mes de octubre las elecciones más inciertas desde la redemocratización del país. En los últimos seis meses los brasileños han vivido la paradoja de tener entre rejas a su candidato favorito, Luiz Inácio Lula da Silva, con un 39% de la intención de voto a finales de agosto. La defensa a ultranza de su inocencia y los resultados de las encuestas hicieron que el expresidente se aferrara al puesto de candidato como un náufrago a los restos de su balsa.

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Desde su entrada en prisión el pasado 7 de abril, condenado a 12 años de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, se daba por hecho que su candidatura tenía los días contados. La batalla judicial que emprendieron sus abogados con innúmeros recursos ante diversas instancias para conseguir un habeas corpus y mantener viva su candidatura, no dio sus frutos.

Tampoco sirvió la recomendación del Comité de Derechos Humanos de la ONU que exigió a Brasil que mantuviera los derechos políticos del petista y le permitiera participar en los comicios. El Tribunal Superior Electoral (TSE) amparado por la Ley de la Ficha Limpia, que dice que ningún condenado en segunda instancia –como sería el caso del ex mandatario– puede participar en unas elecciones, rechazó el pasado 31 de agosto la candidatura del exmandatario.

A menos de un mes para la primera vuelta electoral (7 de octubre), el líder del Partido de los Trabajadores (PT) ha tenido que aceptar la sentencia del TSE que le daba hasta el 11 de septiembre para presentar a su sustituto. Este martes desde su celda de la cuarta planta de la Delegación de la Policía Federal de Curitiba, Lula da Silva ha marcado la nueva hoja de ruta del partido con el nombre de Fernando Haddad (PT) como nuevo candidato presidencial, y el de Manuela D’Avila (PCdoB) como vicepresidenta. El resultado de los comicios se mantiene como un gran interrogante, pero al menos ya se conocen sus jugadores definitivos.

Tras la desaparición de Lula y con un 24% de intención de voto, el nuevo favorito para conquistar el Palacio de Planalto es el ultraderechista Jair Bolsonaro (PSL). El ex capitán del ejército fue hospitalizado el pasado jueves tras sufrir un atentado durante un acto de campaña en Juiz de Fora (Minas Gerais). Bolsonaro recibió una puñalada en el abdomen que le dejó en estado “muy grave” de la que se recupera en el hospital Albert Einstein de Sao Paulo, ya fuera de peligro. A partir de ahora su campaña continuará exclusivamente en las redes sociales, un terreno que domina al ser el candidato con más seguidores en Facebook y Twitter.

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Los efectos del atentado en la campaña no han sido significativos, según la encuesta de Datafolha presentada este lunes. El ultraderechista subió de un 22% a un 24% de intención de voto, pero también aumentó su rechazo entre los electores de un 39% a un 43%. Conocido por sus declaraciones xenófobas y por su defensa de la violencia a la hora de hacer política, Bolsonaro se convirtió, sin quererlo, en víctima de su propio discurso, lo que le favorece entre sus fieles pero le aleja todavía más de sus enemigos.

En el segundo puesto hay casi un empate técnico entre los tres candidatos. El alagoano Ciro Gomes (PDT) con un 13% y ubicado más a la izquierda, empataría con Marina Silva (Rede) con un 11%, de centro y conocida por su preocupación por las cuestiones medioambientales; por último Geraldo Alckmin (PSDB) con un 10%, de derecha y cercano al gobierno de Michel Temer, que apuesta por las privatizaciones y el recorte del gasto público.

Muy de cerca les sigue Fernando Haddad (PT), que a pesar de estar por detrás, es el candidato que más ha subido en esta última pesquisa con un salto del 6% al 9% de la intención de voto. Diversos analistas calculan que a partir de este martes, ya como candidato oficial del PT elegido por Lula, la tendencia será de subida hacia los primeros puestos. “La fuerza que tiene la maquinaria del Partido de los Trabajadores y lo que influye la palabra de Lula hacen de Haddad un candidato con muchas posibilidades de disputar la segunda vuelta con Bolsonaro”, le dice a Univisión, la profesora de Relaciones Internacionales de la Unifesp y analista política, Esther Solano.

El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva llega a la sede de la Policía Federal en Curitiba, Brasil, el 7 de abril. Foto por Ricardo Moraes/Reuters
Lula da Silva saluda a sus seguidores en la sede del Sindicato de Metalúrgicos en Sao Paulo, Brasil, el 7 de abril de 2018. Una orden de arresto había sido emitida en contra de Lula por una condena de 12 años por corrupción. Foto por Victor Moriyama/Getty Images
Lula da Silva, de 72 años, le dijo a la muchedumbre antes de entregarse: “Acataré la orden de arresto”. Foto por Victor Moriyama/Getty Images
El exmandatario se entregó durante una misa ofrecida en honor a su esposa fallecida Marisa Leticia en la sección de Sao Bernardo do Campo en Sao Paulo, Brasil. Foto por Victor Moriyama/Getty Images
Lula da Silva saluda a sus seguidores antes de entregarse a las autoridades. Una orden de arresto había sido emitida en contra de Lula por una condena de 12 años por corrupción. Foto por Victor Moriyama/Getty Images
El expresidente antes de entregarse a las autoridades brasileñas.
Decenas de seguidores de Lula da Silva lo despiden antes de que el exmandatario se entregue a las autoridades brasileñas por cargos de corrupción.
Lula da Silva, derecha, y la exmandataria brasileña Dilma Rousseff, izquierda, quien fue enjuiciada en un juicio político en 2015, se dirigen a los seguidores de Lula congregados en su apoyo antes de que Lula se entregara a las autoridades este sábado. Foto por Victor Moriyama/Getty Images
Lula da Silva, derecha, y Rousseff, izquierda, se dirigen a los seguidores de Lula congregados en su apoyo. Foto por Victor Moriyama/Getty Images
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El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva llega a la sede de la Policía Federal en Curitiba, Brasil, el 7 de abril. Foto por Ricardo Moraes/Reuters
Imagen RICARDO MORAES/REUTERS

Clima de odio y polarización


El impeachment contra Dilma Rousseff, los escándalos de corrupción descubiertos por la operación Lava Jato –que afectan a las principales siglas del país– y la polémica prisión del ex mandatario Lula da Silva, han dejado a la sociedad brasileña además de descreída de sus políticos, profundamente enfrentada en dos bandos irreconciliables: los antipetistas y el resto.

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En este contexto no es casual que el candidato mejor ubicado sea el ultraderechista Jair Bolsonaro con su discurso de odio como principal reclamo electoral. Una semana antes de sufrir el atentado, inflamaba la campaña con su habitual tono incendiario: “He venido aquí para fusilar a todos los petistas” y para ilustrar sus palabras tomaba el trípode de una cámara y se lo colocaba como si fuera una ametralladora con la que apuntar al enemigo. “Vamos a patear en el culo al comunismo”, gritaba entre los aplausos de miles de seguidores en el estado de Acre (norte del país).

Pero nadie esperaba que su apología a la violencia se concretara con un atentado. “Brasil se ahoga en un mar de bilis”, decía el columnista de la Folha de Sao Paulo, Clovis Rossi, quien se mostraba “asustado” por la agresividad que se respira en estos comicios. Nunca antes en la reciente historia democrática del país un candidato presidencial había sufrido un ataque de esta índole. El pasado mes de marzo, el autobús en el que se trasladaba el ex presidente Lula da Silva, entones pre candidato presidencial, recibió tres disparos. Pero en esta ocasión no hubo ningún herido. Entonces algunos de los candidatos presidenciales como Geraldo Alckmin (PSDB) o el propio Jair Bolsonaro (PSL), no mostraron piedad por el líder del Partido de los Trabajadores (PT) y ambos declararon que Lula había recogido lo que plantaba.

En esta ocasión la condena de los candidatos ha sido unánime, y todos lo han usado como baza electoral: “Con la violencia no se consigue nada, hay que calmar los ánimos y pacificar el país”,decía Alckmin en alusión al discurso agresivo de su enemigo en las urnas, Jair Bolsonaro.

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Si para unos el atentado contribuirá a calmar los ánimos, para otros, como el politólogo Pablo Ortellado, “puede desencadenar en una ola de violencia”. Según Solano, “es pronto” para tal afirmación”, pero sí piensa que el ataque sufrido por el ultraderechista reafirma su discurso sobre la legalización de las armas: “Ahora defenderá más que nunca la idea del ojo por ojo, cuando repite que los brasileños están indefensos y tienen que poder defenderse”, señala la profesora.

En el escenario electoral de la segunda vuelta (28 de octubre) el discurso del odio de Bolsonaro se debilita. Según la última encuesta del Ibope, en este caso el candidato del PSL perdería contra todos sus adversarios, salvo contra el petista Fernando Haddad con el que alcanzaría un empate técnico. Un enfrentamiento de ambos en el segundo turno parecería un reflejo casi perfecto de este Brasil dividido, polarizado y de futuro incierto.

Luiz Inácio Lula da Silva nació en Pernambuco, uno de los rincones más pobres de Brasil, en 1945. De joven se ganó la vida como obrero de la industria metalúrgica y perdió el meñique izquierdo en un torno mecánico. 
<b>Lideró las protestas sindicales durante la dictadura militar </b>que gobernó su país entre 1964 y 1985. En la fotografía, Lula da Silva en un mitin sindical de obreros metalúrgicos en San Bernardo do Campo, a 55 kilómetros de Sao Paulo, 1979.
Luego de consolidarse como el líder del movimiento obrero de Brasil en los años 70, entra oficialmente en la política 
<b>en 1980 cuando funda el Partido de los Trabajadores, de tendencia izquierdista.</b> En la fotografía, Lula da Silva junto al entonces mandatario cubano Fidel Castro en una visita a La Habana, Cuba, en 1989.
<b>Desde 1989 hasta 1998 intentó sin éxito conquistar la presidencia de Brasil, </b>fracasando primero contra Fernando Collor y en otras dos ocasiones contra Fernando Henrique Cardoso, su gran adversario político. En la fotografía, da Silva camina junto a sus seguidores en un evento de la campaña electoral en 1994, en Sao Paulo.
Aunque no conseguía éxito electoral, Lula da Silva era conocido dentro y fuera de su país como un líder auténtico que se enorgullecía de su origen humilde y que 
<b>hablaba de sí mismo como un hombre “casi analfabeto”.</b> En la imagen, junto al líder palestino Yasser Arafat cuando visitó Brasil en 1995.
A finales de 2002 da Silva ganó por primera vez las elecciones de su país y 
<b>visitó al presidente estadounidense George W. Bush en la Casa Blanca.</b>
El 1 de enero de 2003 
<b>recibió la banda presidencial de Fernando Henrique Cardoso.</b> Se convirtió en el primer presidente obrero de la historia de Brasil, el primero de izquierda desde el regreso de la democracia y el único sin carrera universitaria.
“Pido a Dios sabiduría para gobernar, discernimiento para juzgar, serenidad para administrar, coraje para decidir y un corazón del tamaño de Brasil para sentirme unido a cada ciudadano y a cada ciudadana de este país en el día a día de los próximos cuatro años. ¡Viva el pueblo brasileño!”, dijo da Silva en su toma de posesión.
En 2006, los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina; Evo Morales, de Bolivia; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; y Hugo Chávez, de Venezuela, se reunieron en Puerto Iguazú, al norte de Argentina, para apoyar la nacionalización de la industria del gas en Bolivia. 
<b>Formaban parte del grupo de gobiernos de izquierda</b> que tomaron el poder electoralmente en los primeros años del siglo XXI en América Latina.
El presidente George W. Bush abraza a su homólogo brasileño en 2007, en una reunión en la sede de la petrolera estatal de Brasil en Sao Paulo. A diferencia de otros gobiernos latinoamericanos de la época, 
<b>la relación de Brasil con EEUU durante el gobierno de Lula fue estable y cordial. </b>
El presidente venezolano 
<b>Hugo Chávez, fallecido en 2013, fue uno de los mandatarios más cercanos a Lula da Silva</b> durante su gobierno. La fotografía de 2007 fue tomada en una visita de Lula a Caracas.
Desde sus inicios en la política y durante su presidencia, Lula Da Silva 
<b>se mantuvo cercano al líder cubano Fidel Castro,</b> quien falleció en 2016. La fotografía de 2008 es de una visita del mandatario brasileño a La Habana.
El presidente de Brasil saluda al líder libio Muammar Kadhafi durante la segunda cumbre África-Suramérica en Margarita, Venezuela, en 2011.
Con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, las relaciones entre EEUU y Brasil continuaron siendo fluidas. La imagen es de la visita del presidente brasileño a Obama en 2009.
Luego de entregar el poder a su compañera de partido Dilma Rousseff en 2011, Lula bajó por última vez del Palacio de Planalto y abrazó a sus seguidores. 
<b>Se había convertido en el gobernante más popular que recordaban los brasileños</b>, tanto que 83% aplaudía su gestión y apenas 4% se atrevía a criticarla como “mala” o “pésima”.
Aunque Lula dejó a su sucesora el Producto Interno Bruto (PIB) al alza, en 7,5%, Dilma Rousseff afrontó dos años seguidos de recesión. El Senado aprobó realizar un juicio político a la mandataria y
<b> </b>fue suspendida definitivamente como presidenta de Brasil en 2016, cuando resultó culpable de autorizar maniobras fiscales para maquillar las cuentas públicas. 
<b>Lula acompañó a Rousseff a la salida del palacio presidencial cuando se aprobó el <i>impeachment</i>.</b>
En marzo de 2016, 
<b>Lula fue detenido unas horas para declarar por el caso de corrupción de la petrolera estatal Petrobras,</b> que ha tenido implicaciones en toda América Latina. El juez federal Sergio Moro ordenó que los agentes allanaran la casa de Lula y el instituto que lleva el nombre del expresidente.
En julio de 2017, da Silva 
<a href="https://www.univision.com/noticias/america-latina/el-expresidente-de-brasil-lula-da-silva-es-condenado-a-mas-de-9-anos-de-prision-por-corrupcion">fue condenado a nueve años y seis meses de cárcel por corrupción y lavado de dinero.</a> Estos señalamientos refieren a la red de corrupción que operó en la petrolera brasileña Petrobras. 
<b>La defensa del ex mandatario alegó que era víctima de persecución política.</b> Apoyado en la popularidad que aún conserva y a pesar del escándalo de corrupción, Lula da Silva se lanzó de nuevo a la presidencia para las elecciones de 2018.
En abril de 2018 el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil votó en contra del 
<i>habeas corpus</i> que había solicitado su defensa, por lo que 
<a href="https://www.univision.com/noticias/america-latina/lula-tiene-hasta-manana-para-entregarse-asi-fue-la-caida-de-un-simbolo-en-un-pais-fracturado">será llevado a la cárcel.</a> Nunca un expresidente brasileño había sido sentenciado a prisión por delitos ligados a malversación de fondos públicos.
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Luiz Inácio Lula da Silva nació en Pernambuco, uno de los rincones más pobres de Brasil, en 1945. De joven se ganó la vida como obrero de la industria metalúrgica y perdió el meñique izquierdo en un torno mecánico. Lideró las protestas sindicales durante la dictadura militar que gobernó su país entre 1964 y 1985. En la fotografía, Lula da Silva en un mitin sindical de obreros metalúrgicos en San Bernardo do Campo, a 55 kilómetros de Sao Paulo, 1979.
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