En el otoño de 2016, una madre hondureña y sus dos hijos pequeños ingresaron por la frontera de Texas para pedir asilo. En su entrevista de miedo creíble ella describió todos los peligros que enfrentaban en su país y les permitieron continuar su proceso migratorio en Connecticut, donde vive su hermana. Jamás imaginó que en Estados Unidos su familia también sería víctima de los delincuentes.
Huyeron de la delincuencia en Honduras, pero este anciano los secuestró en Nueva York
Las autoridades federales desmantelaron una banda de delincuentes que se dedicaba a raptar a migrantes centroamericanos en una estación de bus en Nueva York y a sus familiares les pedían rescates de más de 1,000 dólares. Sus víctimas eran hombres, mujeres y niños con casos de asilo pendientes.

Esta madre centroamericana y sus hijos (entonces un infante y otro de seis años) viajaron en un autobús de la empresa Greyhound hasta la ciudad de Nueva York. Era una escala. Llegaron alrededor de las 04:00 pm del 11 de septiembre de 2016. Antes de que preguntaran a alguien qué bus debían abordar para llegar a Hartford, Connecticut, se les acercó un hombre mayor, de origen cubano, que les prometió ayudarles. “¿A dónde van?”, les preguntó preocupado y tomó los boletos de bus que tenía esta familia.
Así cayeron en las garras de Francisco Betancourt, de 70 años, cuyas canas y aparente amabilidad escondieron su largo historial delictivo: posesión de drogas, robos, entrar sin autorización a una propiedad y agresión en Florida y Nueva York. En esa persona confiaron ciegamente y les fue mal.
Betancourt le aseguró a la madre que allí no encontrarían buses que los llevaran a Hartford, tomó la mano del niño de seis años y los condujo a una estación del tren subterráneo. También le pidió el teléfono de su hermana, a quien le llamó para decirle una mentira: que sus familiares habían perdido el bus porque no llegaron a la ciudad de Nueva York, sino a Albany, en el norte del estado.
Le pidió que no se preocupara, pues él los llevaría en un taxi que les cobraría 3.50 dólares por milla. Mientras la mujer le insistía que ella recogería a su hermana y a sus sobrinos, Betancourt le colgó y no volvió a tomar sus llamadas. En tanto, subió a sus víctimas al tren subterráneo y los llevó a Brooklyn.
En ese barrio neoyorquino les presentó a su cómplice, Carlos Antonio Hernández, un dominicano con ciudadanía estadounidense de 56 años, quien le pidió a la mujer que subiera a su camioneta SUV, afirmándole que era un taxista legítimo. En algún punto del recorrido, la hondureña le pidió que la dejara bajar del vehículo, pero Hernández le pidió sus documentos migratorios y se los quedó.
La familia centroamericana pasó varias horas en la camioneta de Hernández y se detuvieron numerosas veces en estaciones de combustible. “En cada parada, la víctima pedía que la dejaran irse y Hernández se negó en cada una de ellas”, según un informe elaborado por Jennifer Berry, una agente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y quien se encargó de las averiguaciones de este caso.
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Cómo atraparon a esta banda
Cuando el secuestro parecía que se prolongaría aún más, Hernández llamó a la hermana de su víctima para pedirle un rescate. Ambas mujeres hablaron brevemente por teléfono hasta que el delincuente le arrebató el celular. Después de una larga negociación, el falso taxista aceptó encontrarse con la hermana en un lugar y le cobró 900 dólares "por el viaje". Para presionarla, se encerró en su SUV con el niño de seis años.
Al final le dieron 700 dólares para que les devolviera al menor, pero Hernández después les pidió 2,000 dólares para entregarles los documentos migratorios de la hondureña y sus hijos. Entonces inició otra negociación, en la cual el extorsionador aceptó recibir 100 dólares más para devolverlos.
Para capturar a Betancourt, Hernández y otro cómplice, el FBI rastreó las llamadas que le hicieron a la hermana de la víctima y revisó las cámaras de vigilancia de una tienda de conveniencia.
Este lunes, Hernández fue sentenciado en un tribunal federal en Connecticut a ocho años de prisión, seguidos de tres años de libertad supervisada. Él fue arrestado el 14 de diciembre de 2016. En marzo de 2018, un jurado lo declaró culpable de los delitos de secuestro, extorsión y conspiración.

Mientras que Betancourt fue condenado el jueves pasado a 14 años de cárcel, además de tres años de libertad bajo supervisión. Él fue puesto bajo custodia el 15 de diciembre de 2016.
En su juicio se reveló que estos hombres y dos implicados raptaron y extorsionaron a varios migrantes que llegaban a una estación de la empresa Greyhound en Nueva York. “Las víctimas incluyeron mujeres, hombres y niños de países centroamericanos que no hablaban inglés y buscaban asilo”, menciona la Fiscalía federal.
A todos les decían que no había buses hacia sus destinos, los engañaban para que subieran a sus vehículos y a sus familiares les pedían rescates de más de 1,000 dólares.
“En ocasiones, los conspiradores se hicieron pasar por agentes de inmigración para intimidar aún más a las víctimas”, señala el Departamento de Justicia (DOJ).
Los otros cómplices de estos delincuentes son Lucilo Cabrera, quien espera su sentencia tras ser declarado culpable en marzo de 2018; y Pascual Rodríguez, quien el pasado 12 de diciembre aceptó su responsabilidad en un cargo de secuestro y fue condenado el 2 de julio a más de 11 años de cárcel.