Por qué los refrescos de dieta pueden estar dañando tu salud

Cada vez más investigaciones sugieren que los edulcorantes artificiales están relacionados con problemas crónicos como la obesidad y la diabetes.

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Por:
Eunice Zhang.
Coca-Cola es el refresco carbonatado más popular del mundo. El original está hecho con azúcar, pero los otros contienen edulcorantes artificiales que ahora están relacionados con un aumento de la obesidad y la diabetes.
Coca-Cola es el refresco carbonatado más popular del mundo. El original está hecho con azúcar, pero los otros contienen edulcorantes artificiales que ahora están relacionados con un aumento de la obesidad y la diabetes.
Imagen AP Photo/Paul Sakuma

Los edulcorantes artificiales están en todas partes, pero todavía se está deliberando sobre si estos productos son inofensivos. También llamados "edulcorantes no nutritivos", pueden ser sintéticos –como la sacarina y el aspartame– o derivados naturalmente, como el esteviol, que proviene de la planta de stevia. Hasta la fecha, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU ha aprobado seis tipos de edulcorantes artificiales y dos tipos de edulcorantes naturales no nutritivos para su uso en alimentos.

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Esta ha sido una gran noticia para quienes trabajan arduamente en frenar su consumo de azúcar. El aspartame, por ejemplo, se encuentra en más de 6,000 alimentos en todo el mundo, y se consumen entre 5,000 y 5,500 toneladas por año, solo en los Estados Unidos.

La Asociación Estadounidense de Diabetes –el grupo profesional más respetado con foco en esta enfermedad– oficialmente recomienda la soda dietética como una alternativa a las bebidas azucaradas. Hasta la fecha, siete municipios de los EEUU han colocado un impuesto a las bebidas azucaradas para desalentar su consumo. Sin embargo, estudios médicos recientes sugieren que los políticos interesados en implementar un impuesto a los refrescos también pueden querer incluir las bebidas dietéticas, porque los edulcorantes que utilizan pueden estar contribuyendo a la diabetes crónica y a las enfermedades cardiovasculares.

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¿Por qué estos edulcorantes no tienen calorías?

La clave es que no se descomponen durante la digestión en azúcares naturales como la glucosa, la fructosa y la galactosa, que luego se usan como energía o se convierten en grasa.

Los edulcorantes no nutritivos tienen diferentes subproductos que no se convierten en calorías. El aspartame, por ejemplo, se somete a un proceso metabólico diferente que no produce azúcares simples. Otros, como la sacarina y la sucralosa, no se descomponen en absoluto, sino que se absorben directamente en el torrente sanguíneo y se excretan en la orina.

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Teóricamente, estos edulcorantes deberían ser una mejor opción que el azúcar para los diabéticos. La glucosa estimula la liberación de insulina, una hormona que regula los niveles de azúcar en la sangre. La diabetes tipo 2 ocurre cuando el cuerpo ya no responde tan bien a la insulina como debería, lo que lleva a niveles más altos de glucosa en la sangre que dañan los nervios, los riñones, los vasos sanguíneos y el corazón. Como los edulcorantes no nutritivos en realidad no son azúcar, no deberían generar este problema.

Edulcorantes artificiales, tu cerebro y tu microbioma

Sin embargo, en la última década se ha encontrado cada vez hay más evidencia de que estos edulcorantes pueden alterar los procesos metabólicos saludables de otras formas, específicamente en el intestino.

El uso a largo plazo de estos edulcorantes se ha asociado con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. Se ha demostrado que productos como la sacarina cambian el tipo y la función del microbioma intestinal. El aspartame disminuye la actividad de una enzima intestinal que normalmente protege contra la diabetes tipo 2. Además, esta respuesta puede verse exacerbada por el “desajuste” entre el cuerpo que percibe algo como sabor dulce y las calorías asociadas esperadas. Cuanto mayor es la discrepancia entre la dulzura y el contenido calórico real, mayor es la desregulación metabólica.


Los edulcorantes también han demostrado que cambian la actividad cerebral asociada con el consumo de alimentos dulces. Exámenes por resonancia magnética, que estudian la actividad cerebral midiendo el flujo sanguíneo, han demostrado que la sucralosa, en comparación con el azúcar regular, disminuye la actividad en la amígdala, una parte del cerebro relacionada con la percepción del gusto y la experiencia de comer.

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Otro estudio reveló que un alto consumo de refrescos dietéticos a largo plazo está relacionado con una menor actividad en el “núcleo caudado”, una región del cerebro que media la vía de la recompensa y es necesaria para generar una sensación de satisfacción. Los investigadores han planteado la hipótesis de que esta disminución podría llevar a un bebedor de gaseosas dietéticas a compensar la falta de placer que ahora obtienen de los alimentos al aumentar su consumo de todos ellos, no solo de refrescos.

En conjunto, estos estudios celulares y cerebrales pueden explicar por qué las personas que consumen edulcorantes todavía tienen un mayor riesgo de obesidad que las personas que no consumen estos productos.

Mientras este debate sobre los pros y los contras de estos sustitutos del azúcar continúa, debemos ver estos estudios de conducta con cautela, porque muchos bebedores de refrescos de dieta –o cualquier persona consciente que consuma edulcorantes sin calorías– ya tiene los factores de riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedad cardíaca. Aquellos que tienen sobrepeso u obesidad pueden recurrir a bebidas bajas en calorías, lo que hace que parezca que son estas las que están causando su aumento de peso.

Este mismo grupo también puede ser menos propenso a moderar su consumo. Por ejemplo, esas personas pueden pensar que tomar un refresco de dieta varias veces por semana es mucho más saludable que beber un solo refresco con azúcar.


Estos resultados indican que los consumidores y los profesionales de la salud necesitan verificar nuestras suposiciones sobre los beneficios de estos productos. Los edulcorantes están en todas partes, desde bebidas hasta aderezos para ensaladas, desde galletas hasta yogurt, y debemos reconocer que no hay garantía de que estos químicos no aumenten la carga de enfermedades metabólicas en el futuro.

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Como médico de medicina interna especializado en prevención general y salud pública, me gustaría poder decirles a mis pacientes cuáles son los verdaderos riesgos y beneficios si beben refresco dietético en lugar de agua.

Los legisladores que consideren los impuestos a las bebidas gaseosas para fomentar mejores hábitos alimenticios tal vez deberían pensar en incluir alimentos con edulcorantes no nutritivos. Por supuesto, hay un argumento para ser realista y perseguir el menor de dos males. Pero incluso si las consecuencias negativas de los sustitutos del azúcar no influyen en nuestra política tributaria, por ahora, al menos la comunidad médica debería ser honesta con el público sobre lo que puede perder o ganar al consumir estos alimentos.

*Eunice Zhangis es becaria clínica de Medicina Preventiva en la Universidad de Michigan.

A veces nos esmeramos con una dieta drástica y llena de sacrificios cuando lo que realmente necesitamos es 
<b>prestar más atención y prescindir de calorías (y comportamientos) superfluos que no aportan nada más que michelines</b>. Te ofrecemos algunas recomendaciones para comer lo correcto sin pasar hambre.
<b>Bebe agua antes de comer.</b> Es un truco para engañar al estómago que funciona: se estima que dos vasos de agua antes de comer harán que consumas entre 70 y 90 calorías menos. En lo que se refiere al agua –no así los refrescos– todo es salud, así que no dudes en beber al principio, durante o al final de la comida. Además, el cuerpo confunde a veces el hambre con la sed.
<b>La verdura o la sopa, primero. </b>La verdura tiene mucha fibra y pocas calorías, mientras que la sopa suele tener muchos nutrientes y pocas calorías. Ambos alimentos te ayudarán a controlar la saciedad y evitarán que abuses del segundo plato.
<b>Aléjate de la cestita del pan. </b>En muchos restaurantes colocan una cesta de pan sobre la mesa antes de que llegue la comida, a menudo acompañada de mantequilla. Si tienes hambre, empiezas a pellizcar migas de pan hasta que terminas el panecillo. Son 100 o más calorías que te podrías haber ahorrado.
<b>La fruta siempre entera o cortada en piezas, pero nunca en jugos. </b>El jugo de fruta es puro azúcar que sin la fibra de la pulpa pasará directamente al torrente sanguíneo activando los mecanismos que conducen a la obesidad. El gran malentendido es creer que los jugos equivalen a la fruta.
<b>Ni siquiera está claro que los jugos de frutas naturales sean una opción óptima </b>para consumirlos a diario. 
<a href="http://www.who.int/dietphysicalactivity/fruit/es/" target="_blank">La OMS recomienda </a>la fruta como un elemento fundamental de nuestra dieta, pero la recomendación se refiere a las piezas enteras y alternadas con las comidas principales. Por el contrario, su sustitución por jugos –incluso los naturales– es 
<a href="http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16522898" target="_blank">poco recomendable</a> porque aportan una enorme cantidad de azúcares.
<b>Proteínas primero, carbohidratos después.</b> Si tu plato consiste en carne y papas, recuerda que las proteínas son las que están alimentando a tu cuerpo; es mejor que sacies el hambre con ellas, y dejes las papas para después (y recuerda que no tienes por qué acabarlas todas).
<b>Di no a las calorías vacías de la bebida. </b>Los refrescos son una bomba calórica que conviene evitar a toda costa. Te recomendamos agua con lima o limón, o agua con gas si te apetece algo más exótico. Los refrescos 
<a href="http://www.todobien.club/la-pizza-tambien-lleva-azucar-los-terrones-ocultos-en-1795810574">son una bomba de relojería</a> en cuanto a calorías vacías, sin valor nutricional. Incluso la tónica, con su característico sabor amargo, tiene casi las mismas calorías que las colas (unas 124 por una lata de de 12 onzas).
Por cierto que los refrescos 
<a href="http://www.todobien.club/engordan-los-refrescos-sin-azucar-la-respuesta-es-si-1795727884">light o zero <b>no son una alternativa saludable</b></a>: numerosos estudios relacionan su consumo con un incremento de la obesidad. En teoría, estas bebidas deberían ayudarnos a adelgazar si reemplazan a otras con alto contenido en calorías. Pero este no es el caso, entre otras cosas porque los edulcorantes artificiales no proporcionan la “recompensa” que busca el cuerpo; no de la misma manera que lo hacen los naturales.
<b>Opta por salsas con base de tomate en lugar de cremosas. </b>Las salsas cremosas (normalmente elaboradas con nata líquida) no solo contienen muchas más calorías sino que también suelen llevar menos verduras. Las sopas con base de tomate suelen ser más nutritivas y ligeras.
<b>Evita la piel. </b>La piel del pollo (y otras carnes) es la parte más grasa del alimento. Una pechuga de pollo al horno, por ejemplo, cuenta por unas 140 calorías. La 
<a href="http://nutritiondata.self.com/facts/poultry-products/699/2">misma pieza con piel</a> suma 193.
<b>Reduce el azúcar del café. </b>En especial si eres una de esas personas que toman tres y cuatro tazas al día, recuerda que todo suma, y que cucharita a cucharita puedes terminar con hasta 100 calorías de más sin ningún nutriente beneficioso.
<b>Come despacio y sin distraerte</b>. Comer con conciencia, masticando bien los alimentos y disfrutando de cada bocado es una manera de redescubrir una de las cosas más placenteras que hacemos como seres humanos. Además, 
<a href="http://click.e.fusion.net/?qs=b7f5ed9841fe3fde93c8bd0fb4420620c452abd8377e25bb06028f8a5b1fb1958c1b90f4328a5848dcecd8fbfc7810c26515d1eeac1a428e" target="_blank">comer lentamente y prestando la suficiente atención al plato</a> –lo que incluye apagar las pantallas– es una forma de evitar el sobrepeso. Si comemos demasiado rápido, no le damos oportunidad al cerebro de darse cuenta de que estamos llenos.
<b>Aprende a leer las etiquetas de los alimentos. </b>De esta forma será más fácil evitar las comidas ultracalóricas y nocivas, como las 
<a href="https://www.univision.com/noticias/nutricion/11-alimentos-con-grasas-trans-que-harias-bien-en-eliminar-de-tu-dieta-fotos">grasas trans</a>
<b>, </b>nefastas para la salud de las arterias. Observa también con atención las calorías por ración y el tamaño, de forma que tengas claro cuánta cantidad estás comiendo.
<b>Evita el extra de queso. </b>En muchos restaurantes ofrecen la opción de un extra de queso. Aunque está muy rico, este es un alimento muy calórico repleto de grasas (y en muchos casos sal) que puede añadir hasta 
<a href="http://nutritiondata.self.com/facts/dairy-and-egg-products/8/2">100 calorías a tu plato</a>.
<b>Duerme entre 7 y 9 horas</b>. Además de ponernos de mal humor, o precisamente por ello, tras la noche en blanco gravitamos los platos que menos nos convienen
<b>. “Los estudios del sueño prueban que tan solo dos o tres noches de mal sueño provocan cambios en las hormonas que promueven la obesidad, así como cambios en las hormonas que promueven la resistencia a la insulina”</b>, dice 
<a href="https://www.univision.com/noticias/nutricion/8-cosas-que-hacen-que-comamos-mas-y-que-no-solemos-tener-en-cuenta">Adrienne Youdim</a>, profesora de medicina en la Universidad de California en Los Ángeles.
<b>Unta verduras, no papas fritas. </b>Y, de ser posible, con una crema ligera. Este es un snack muy saludable y una forma (a veces la única) de comer zanahorias o apio crudos sin casi darse cuenta
<b>. </b>
<b>Come frutos secos. </b>Los alimentos muy calóricos deben limitarse si queremos controlar nuestro peso. Sin embargo, 
<b>los frutos secos son una excepción. </b>Ni los investigadores ni las entidades de referencia en nutrición tienen miedo a que la población gane peso por consumir más frutos secos. Al contrario: son numerosas las investigaciones que indican que su consumo se relaciona con 
<b>menores tasas de obesidad </b>(además de una reducción en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes). No hablamos aquí de almendras recubiertas de caramelo, claro, sino de nueces, almendras, o anacardos sin tostar y sin sal. Y con moderación.
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A veces nos esmeramos con una dieta drástica y llena de sacrificios cuando lo que realmente necesitamos es prestar más atención y prescindir de calorías (y comportamientos) superfluos que no aportan nada más que michelines. Te ofrecemos algunas recomendaciones para comer lo correcto sin pasar hambre.
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