Las inundaciones catastróficas en Texas del fin de semana del 4 de julio, que resultaron hasta el momento en más de 120 muertes y más de 160 desaparecidos, muestran la creciente vulnerabilidad que podemos enfrentar ante fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más brutales o más frecuentes.
Las inundaciones de Texas exponen una dura realidad climática, ¿está EEUU listo?
La catástrofe de las inundaciones de Texas muestra la vulnerabilidad de millones de personas frente a fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes. ¿Estos desastres, con inundaciones repentinas y lluvias extremas, serán la 'nueva normalidad'? ¿Cómo nos preparamos para ese 'futuro' que parece que ya llegó?

Lo que pasó en Texas es una advertencia sobre desastres naturales que pueden potenciarse a medida que el clima del planeta va cambiando. A la vez, la tragedia se une a un momento político en que reina el escepticismo sobre el cambio climático y en que la administración de Donald Trump está eliminando agencias y reduciendo fondos federales destinados a monitoreo y predicciones de fenómenos meteorológicos.
Si bien no necesariamente esto está relacionado con lo ocurrido en el río Guadalupe, muchos consideran que reducirá la capacidad del gobierno federal de pronosticar (con los recortes a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica NOAA) y responder a estos fenómenos (con los ajustes en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, FEMA).
¿Hay relación con el cambio climático y las inundaciones extremas de Texas?

Yoca Arditi-Rocha, directora ejecutiva del Instituto CLEO, una organización no partidista enfocada en los impactos del cambio climático en las comunidades, afirma que sí hay una relación.
"A medida que la atmósfera se calienta, retiene más humedad y entonces el ciclo del agua se sobrecarga y cuando tiene que liberar el agua, lo hace de forma irregular, causando lluvias intensas como lo que vimos en Texas", indicó Arditi-Rocha en entrevista con Univision Noticias.
Se estima que Texas recibió "varios meses de lluvia en solo pocas horas". Pese a que el condado de Kerr y otras comunidades afectadas en torno al río Guadalupe no son costeras, la temperatura de los océanos, apunta Arditi-Rocha, influye en la sobrecarga de agua en las nubes.
Los océanos "se calientan y causan más evaporación, lo que lleva a tormentas más intensas y mayores caídas de lluvia", añadió y explicó que estas "bombas de lluvia son cada vez más frecuentes" debido a un clima más caliente que retiene y evapora más agua.
Estudios indican que las temperaturas superficiales de los océanos son cada vez más cálidas debido al cambio climático y el Lawrence Berkeley National Laboratory ha señalado que el calentamiento muy probablemente seguirá elevando las precipitaciones.
"En el caso de Texas, se combinaron remanentes de una tormenta tropical estancados con baja presión, creando una 'tormenta perfecta'. Aunque esa zona central de Texas es conocida por sus inundaciones rápidas ( "Flash Flood Alley") debido a su topografía, lo que la hizo ' cataclísmica' fue la descarga de agua brutal", explicó la experta a Univision Noticias.
Más lluvias, más intensas, más frecuentes

El clima más cálido incrementa la capacidad del aire para albergar vapor de agua, lo que favorece precipitaciones más intensas. Datos oficiales de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y NOAA muestran que los registros de lluvias desde principios del siglo XX están en subida: la tendencia histórica está aumentando dramáticamente la intensidad y frecuencia de eventos de precipitación extrema de un solo día.
Otro estudio de Berkeley advierte que el cambio climático convierte a la nieve de las montañas en lluvia, lo que incrementa significativamente el riesgo de lluvias extremas, inundaciones, deslizamientos de tierra y erosión del suelo en zonas montañosas.
Arditi-Rocha enfatiza que los políticos a menudo describen estos eventos como "una tormenta cada 100 años" o "cada 1000 años", pero la ciencia y la experiencia demuestran lo contrario. Señala que la comunidad científica ha estudiado estos eventos extremos e indica que cada vez son "más frecuentes y más devastadores".
Estudios muestran que "por cada grado Fahrenheit de calentamiento, el aire puede aguantar 4% más de humedad", añade la experta, lo que aumenta las posibilidades de estas "bombas de agua" que contribuyen a inundaciones repentinas.
El cambio de rumbo en la política: recortes federales y la respuesta a los desastres
Tras su regreso a la Casa Blanca, Trump ha amenazado con desmantelar FEMA con argumentos, sin evidencia sólida, de que los estados y el sector privado pueden reemplazar funciones federales como la gestión de emergencias. El complejo panorama podría profundizarse pronto, ya que el presupuesto 2026 firmado por Trump elimina $150 millones de NOAA, recorta drásticamente los fondos a la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y la Oficina de Investigación Oceánica y Atmosférica.
Esto amenaza sistemas de alerta temprana, lo que hará que poblaciones rurales que cuentan con menos infraestructura para anticipar alertas climáticas y donde no hay sensores de crecidas fluviales repentinas queden más expuestas. Y la agencia crucial para responder al desastre, FEMA, podría quedar tan afectada en sus capacidades que no podría coordinar una respuesta a gran escala.
Desde el inicio del segundo gobierno de Trump, miles de empleados de FEMA han sido despedidos o aceptaron retiros voluntarios, incluyendo líderes clave en la coordinación de desastres. En paralelo, el Servicio Meteorológico Nacional (NWS) ha perdido cientos de expertos, lo que ha dejado muchas oficinas sin cobertura completa en regiones vulnerables a tormentas e inundaciones y se han cancelado operaciones como el lanzamiento de globos meteorológicos y el monitoreo rutinario.
Todo esto no quiere decir que la catástrofe de Texas y la mortalidad de esa tormenta se viera agravada por los recortes, pero muchos expertos coinciden en que hará que las comunidades estén cada vez más vulnerables a estos brutales fenómenos climáticos en el futuro, con menos herramientas disponibles para la predicción y la respuesta a los desastres.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, rechazó enfáticamente los intentos de vincular las muertes en Texas con las políticas de Trump, afirmando que el NWS "hizo su trabajo".
Arditi-Rocha lamenta que NOAA esté "perdiendo miles y miles de personas y de talentos" porque socava "la preparación para las inundaciones y otros desastres".
David Maurstad, exjefe del Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones (NFIP) de FEMA, señaló que la decisión de Trump de eliminar miles de millones de dólares a través del programa "Building Resilient Infrastructure and Communities" (BRIC) de FEMA "revirtió 25 años de progreso".
La catástrofe de Texas deja una alerta, que puede escucharse o no

La región de Texas golpeada por la tragedia es una zona con grandes ríos que ha sufrido importantes inundaciones históricas y es propensa a inundaciones repentinas, pero como la mayoría de las zonas rurales, carece de sistemas de alertas para evacuar a la gente con suficiente antelación.
Tras el desastre, el senador texano republicano Ted Cruz ha pedido “un mejor sistema de alertas para proteger a los niños del peligro”, a pesar de haber incluido en el proyecto de ley recientemente aprobado (la " Gran y Hermosa Ley" firmada por Trump) una cláusula que recorta drásticamente las mejoras en el pronóstico meteorológico de la NOAA.
Tras la tragedia también ha sido notable la falta de liderazgo en FEMA en la zona de desastre. La agencia está dirigida interinamente por David Richardson, sin experiencia previa en gestión de emergencias antes de tomar el puesto en mayo, y que ganó notoriedad por su agresiva advertencia al personal de la agencia al decirles que "atropellaría" a quien se interponga en los planes de Trump para diezmarla.
Arditi-Rocha dice que la clave para mitigar o evitar tanta muerte en eventos futuros es entender que el cambio climático ya está teniendo consecuencias en Estados Unidos y globalmente. Cita el ejemplo de Miami, que cambió sus códigos de construcción después del devastador huracán Andrew en la década de 1990, resultando en algunos de los códigos de construcción para zonas de huracanes más fuertes del país.
Efectos directos e indirectos del cambio climático
Muchas ciudades y países están a la vanguardia en la preparación para climas extremos. "No es una cosa de que si el cambio climático existe o no. L o estamos viviendo. Y cada año se va a poner peor y mientras nosotros aquí seguimos pensando que si existe o no existe, estamos perdiendo tiempo, que es crucial para que pudiéramos estar preparando a nuestras comunidades ser más resilientes", dijo.
Contrario a la percepción de que es un fenómeno futuro, Arditi-Rocha afirma que el desplazamiento por razones climáticas ya está ocurriendo en Estados Unidos: " Ya tenemos desplazamiento por causa de la crisis climática, hay casos en Florida, Miami, Orlando y Carolina del Norte. Ejemplos que incluyen a personas desplazadas a Florida Central después del huracán María en Puerto Rico", añade.
Además del desplazamiento directo, existen desplazamientos indirectos, indica la experta, detallando que muchas personas en Florida no pueden pagar el aumento de los seguros de sus casas, un costo que ha subido debido a la frecuencia y devastación de las tormentas, y que considera "un efecto indirecto del cambio climático".
"Florida es el estado donde tiene el costo eh de seguro domiciliario más caro de todo el país", a causa de los huracanes y las inundaciones crónicas, explica.