Madres en trabajo de parto expulsadas, menores deportados solos: las víctimas recurrentes del programa 'Quédate en México'

Un informe de la organización Human Rights First sigue sumando denuncias a los Protocolos de Protección de Migrantes. Hay casos de mujeres devueltas a México inmediatamente después de cesáreas y sin el aval médico; también hay niños detenidos y expuestos al coronavirus sin medidas de protección.

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Por:
Patricia Clarembaux.
César, 35 años, un solicitante de asilo nicaragüense, espera con su hijo Donovan, de ocho años, para entrar a Estados Unidos y pedir asilo. La imagen es de abril de 2020, cuando la pandemia había llevado a las autoridades a restringir el paso por la frontera y suspender las audiencias en cortes de migración.
César, 35 años, un solicitante de asilo nicaragüense, espera con su hijo Donovan, de ocho años, para entrar a Estados Unidos y pedir asilo. La imagen es de abril de 2020, cuando la pandemia había llevado a las autoridades a restringir el paso por la frontera y suspender las audiencias en cortes de migración.
Imagen Paul Ratje/AFP vía Getty Images

Cuando Joe Biden asuma la presidencia en enero de 2021, tendrá que lidiar —en medio de una pandemia— con más de 20,000 casos pendientes de asilo de migrantes que siguen bajo el programa instaurado por Donald Trump, 'Quédate en México'. Para entonces, casi 70% tendrá un año o más a la espera de su fecha en corte, viviendo en albergues, campamentos improvisados o en las calles de las ciudades más peligrosas del otro lado de la frontera.

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Un reporte divulgado este miércoles por la organización Human Rights First expone numerosas denuncias de la violencia que enfrentan las mujeres embarazadas y los menores no acompañados, que siguen siendo víctimas de los carteles pero también de los agentes de la Patrulla Fronteriza en Estados Unidos.

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Una de ellas ocurrió en abril de 2020: dos niños hondureños fueron expulsados a México a mitad de la noche junto a su madre embarazada, que justo tenía contracciones e imploraba que no la devolvieran al país en el que había sido violada en varias ocasiones. "Los agentes de las Patrulla Fronteriza cerca de Nogales, Arizona, ignoraron las súplicas de la mujer para que no la devolvieran a México (..) y la familia fue expulsada inmediatamente. Les dijeron que buscara protección en México", se lee en el documento titulado 'Una desgracia humanitaria: Estados Unidos sigue bloqueando y expulsando ilegalmente al peligro a los refugiados'.

En otro caso reportado en septiembre, el de una mujer cubana con siete meses de embarazo y su esposo, los funcionarios fronterizos le sugirieron a la pareja que "la única forma en que ella pudiera quedarse en Estados Unidos era que rompiera su propia fuente para inducir prematuramente el parto". Tenían 10 meses esperando en México por su audiencia en una corte de Estados Unidos.

Un grupo de solicitantes de asilo bajo los Protocolos de Protección de Migrantes esperaba para entrar a Estados Unidos y acudir a su audiencia en el puerto de entrada del Puente Internacional del Paso del Norte, en Ciudad Juárez. La imagen es de febrero de 2020, un mes antes de que las cortes de migración suspendieran por primera vez sus actividades por la pandemia.
Un grupo de solicitantes de asilo bajo los Protocolos de Protección de Migrantes esperaba para entrar a Estados Unidos y acudir a su audiencia en el puerto de entrada del Puente Internacional del Paso del Norte, en Ciudad Juárez. La imagen es de febrero de 2020, un mes antes de que las cortes de migración suspendieran por primera vez sus actividades por la pandemia.
Imagen Paul Ratje/AFP vía Getty Images

Al apelar a las restricciones por la pandemia y el cierre de la frontera, cuenta el reporte, los agentes de la Patrulla Fronteriza expulsaron a México a varias mujeres solicitantes de asilo que recién habían tenido a sus bebés en Estados Unidos. Según el informe, la organización Al Otro Lado está brindando servicios legales a cinco, entre ellas una haitiana que fue expulsada a Tijuana con su recién nacido en medio de la noche. Las otras fueron sacadas del país hacia algunas de las ciudades más peligrosas de México, como Reynosa y Matamoros.

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"Una de ellas fue expulsada inmediatamente después de una cesárea sin que pudiera pasar en el hospital el tiempo adecuado para su recuperación. A ninguna de las mujeres se les dio certificado de nacimiento de sus bebés, lo que complica la ciudadanía de estos niños y los deja sin patria", denuncian.

Desde la implementación de los Protocolos de Protección de Migrantes (PPM), las mujeres embarazadas, menores no acompañados y personas con discapacidades quedaron expresamente excluidos de la política. Así estaba establecido en sus lineamientos. Sin embargo, historias como las anteriores han sido denunciadas en repetidas ocasiones por abogados y defensores de derechos humanos que viajan a la frontera a brindar asistencia a los migrantes.


A eso se suma la crueldad y el oportunismo con que operan los grupos delictivos en las ciudades fronterizas. Hasta el 15 de diciembre de 2020, Human Rights First reportó 1,310 incidentes de asesinatos, violaciones, secuestros, torturas y agresiones a migrantes bajo PPM: 317 de las víctimas son niños que vivieron intentos de rapto o fueron raptados. Y estas cifras de seguro son más altas, pero las víctimas prefieren no denunciar por temor a sufrir represalias de sus victimarios.

En su informe, la organización concluyó que la pandemia ha empeorado aún más la inseguridad en las ciudades fronterizas a las que están siendo devueltos estos solicitantes de asilo: "La violencia de los carteles de la droga se ha incrementado pues se han aprovechado de la reducción de las operaciones de seguridad del gobierno". Aseguran que el cartel Jalisco Nueva Generación, por ejemplo, ha arreciado sus actividades criminales en estados como Tamaulipas, a donde están siendo enviados los solicitantes de asilo bajo PPM a uno de los mayores campamentos de la frontera, el de Matamoros.

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Expulsados en solitario

El informe estima que hasta septiembre de 2020 el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha expulsado del país al menos a 8,800 menores no acompañados que buscaban asilo u otras formas de protección. Hasta noviembre, la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) cree que son 14,000 los menores no acompañados que han sido echados bajo el argumento de que la frontera y las cortes siguen cerradas por la pandemia.


"Estas expulsiones (...) ponen a los niños en riesgo de persecución, secuestro, abuso y explotación", reclama Human Rights First. Cuentan que al menos 2,200 han sido devueltos en avión a El Salvador, Guatemala y Honduras, sus países, de los que venían huyendo. Otros 6,500 han sido enviados a México, aún cuando no son mexicanos. Sobre esto, la organización pone varios ejemplos.

En agosto de 2020, la Patrulla Fronteriza devolvió a México a un niño guatemalteco de 12 años con discapacidades físicas en lugar de ponerlo a salvo en un albergue hasta reunificarlo con sus familiares en Estados Unidos. Su madre y él habían estado esperando durante meses por una audiencia en una corte en Estados Unidos bajo los PPM, pero luego de que delincuentes en Ciudad Juárez intentaron secuestrar al niño, la madre decidió enviarlo solo para que se presentara en la frontera y solicitara asilo.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza indicó que desde mayo se han reducido las detenciones en la frontera con México. A pesar de las acusaciones de agresiones, el director de CBP no reconoce los casos y argumenta que los albergues están bien protegidos y no hay reportes de violencia
Video CBP asegura que albergues en México son seguros, pero denuncias de agresiones lo contradicen


Un mes después, otra mujer envió a su hijo de cinco años para que cruzara solo la frontera cuando las condiciones en el campamento en Matamoros, donde se encontraban, se hicieron "insoportables". Lo expulsaron: "Días después de que había sido expulsado la mujer no había podido reunificarse con su hijo, lo habían enviado a una agencia de bienestar infantil en México".

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En otro caso reportado en abril de 2020, una salvadoreña de 13 años fue deportada a El Salvador sin que las autoridades estadounidenses contactaran a la madre, que estaba asilada en Estados Unidos luego de que huyera de su país.

En tiempos de covid-19

También hay denuncias de familias y menores no acompañados que han dado negativo en las pruebas de covid-19 y, en lugar de liberarlos —como establecen los acuerdos— para que esperen su fecha de corte con sus familiares en Estados Unidos, son mantenidos en celdas de la Patrulla Fronteriza y del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) durante días e incluso semanas antes de ser devueltos a México o deportados.

Exponen que incluso ha habido niños de ocho meses de edad detenidos por la Patrulla Fronteriza hasta por 18 días en instalaciones que no tienen las condiciones básicas para resguardar a los menores. "En la estación de Westlaco hay reportes de que no tienen acceso a jabón o a alcohol en gel para las manos y que no se respeta el distanciamiento social", se lee.

Un niño de ocho años que estaba en custodia bajo estas condiciones y que desconocía dónde se encontraba su madre, aseguró: "Me siento muy solo, hace mucho frío, siempre hace mucho frío. No me han dado una mascarilla nueva, la que tengo está sucia por dentro. Creo que mucha gente aquí se enfermerá de covid-19. Eso me da mucho miedo".

Desde que las audiencias fueron suspendidas en marzo y hasta octubre de 2020, la organización estima que otros 3,513 solicitantes de asilo han sido devueltos a México. Son ciudadanos que escaparon de sus países por la represión política de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Con el cierre de las cortes la espera para ellos se ha vuelto indefinida. Muchos siguen aguardando, pero otros, desesperados, han decidido cruzar por puntos no autorizados o devolverse a los peligros de los que huyeron.

<b>María, una guatemalteca de 27 años,</b> fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
La abogada de inmigración en San Diego Maricela Amezola dice que 
<b>actualmente no tiene ningún caso de MPP,</b> aunque asegura que podría tomar algunos sin costo alguno si los argumentos para pedir el asilo fueran contundentes. Explica que tiene pocos abogados en su despacho y que por eso no puede enviarlos un día entero a Tijuana a ayudar a los migrantes bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP). Cree que las posibilidades de que un caso de asilo prospere sin abogado son muy remotas, sobre todo por la complejidad de los cambios en la legislación de parte del gobierno de Donald Trump.
Una vista del pasillo en forma de caracol en El Chaparral, el punto fronterizo por el que decenas de migrantes centroamericanos retornados a México 
<b>deben pasar cada vez que tienen su cita con un juez de inmigración en Estados Unidos.</b> Una vez ante los oficiales de Estados Unidos, son recibidos y traslados en buses a las salas de corte.
La carta en la que una organización le notifica a una inmigrante retornada a México que no podrán representarla ante el juez de inmigración: 
<b>"Nuestro equipo legal determinó que NO TIENE la capacidad para aceptar su caso en este momento",</b> se lee en el correo. La negativa se explica porque esta organización, Jewish Family Services, solo tiene un abogado y dos representantes autenticados por el Departamento de Justicia. Entre ellos tres evalúan cuáles y cuántos casos pueden asumir considerando, por ejeplo, que la vida de las personas corra peligro por ser víctimas de la violencia o por razones médicas. Esta es la única organización en la frontera de California que está tomando casos de migrantes devueltos a México bajo los MPP.
El pastor Gustavo Banda Aceves dirige el albergue Embajadores de Jesús en Tijuana, donde casi 90% de los migrantes que allí duermen fueron devueltos a México para los MPP. Explica que la desesperación de los centramericanos por ver una solución en sus casos es tal que hace que muchos de ellos desistan y se devuelvan a sus países. Por eso y las dificultades para conseguir abogados, asegura, 
<b>"la gente no quiere intentarlo más".</b>
Brenda Esmeralda Ruiz, una salvadoreña, ha estado a punto de desistir varias veces, pero el pastor Banda le ha dicho que no se rinda, que siga buscando un abogado que la represente y pelee su caso en Estados Unidos. Ella huyó de su país porque su esposo la golpeaba frecuentemente y la acosaba, hasta que un día se cansó. Salir de El Salvador fue la mejor solución que encontró para poner fin a ese círculo de violencia. Cuando tomó la decisión le pidió a un amigo que la acompañara y se fueron hasta Tapachula. De ahí se montó en la bestia hasta Mexicali y de allí siguió hasta Tijuana. Hasta ahora solo ha tenido una corte. En ella el juez le pidió considerar volver con un abogado.
Diana Vidal, otra salvadoreña de 32 años, también está en Tijuana. Huyó porque tanto las pandillas como la policía acosaron a sus hijos y los obligaban a cumplir órdenes. Cuando ella puso la denuncia en la Fiscalía, la policía comenzó a golpear a los adolescentes e incluso la amenazaron de muerte. Y una noche llegaron miembros de la pandilla Máquina, una de las menos numerosas y quienes controlaban la zona en la que ellos vivían, y les dieron 30 minutos para tomar unas pocas cosas y marcharse de la casa. Así hicieron. Ahora tienen algunos meses en Tijuana. Dice frustrada que ha hablado con cinco abogados y que ninguno ha aceptado su caso. 
<b>"El juez me dijo que tenía 87% de probabilidades de entrar (a Estados Unidos) con un abogado",</b> dice. "El problema es que ninguno quiere venir aquí porque dicen que están saturados".
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"Los inmigrantes vienen con la ilusión de que si no tienen dinero les asignarán un abogado, pero se decepcionan porque eso no ocurre", dice el pastor Alberto Rivera, que dirige el albergue Ágape, también en Tijuana. Cuenta que ve cómo los migrantes llegan con una hoja que les dan en Estados Unidos con una lista de posibles abogados probono y organizaciones sin fines de lucro: "Pero 
<b>ellos llaman y llaman y cuando les contestan les dicen que están saturados". </b>Hasta albergues como Ágape llegan personas que les dan asesoría legal, pero que en muchos casos no son abogados, explica: "Les dicen cómo llenar los documentos, pero 
<b>en algunos casos ha habido dificultades porque han llenado formularios de forma errónea".</b>
Un padre guatemalteco muestra los mensajes de texto con el que grupos criminales amenazaron a su familia e intentaron secuestrar a la hija adolescente desde su propio colegio. Ellos aseguran que su familia en Estados Unidos puede ayudarles a pagar un abogado que los represente, pero hasta ahora no han podido conseguir a ninguno que tome su caso.
Ahora esta familia espera en México el día de su corte. Entre sus miembros hay un bebé de apenas meses que la madre lleva entre brazos. Ella cuenta que mientras estuvieron en custodia de la Patrulla Fronteriza su hijo se enfermó por el frío; la llevaron a una clínica donde una doctora atendió al menor, pero cuando tocó pagar la cuenta, el funcionario que la trasladó se quejó por la cantidad alejando que ella no era estadounidense.
Daniela Díaz, una salvadoreña también esperando en Tijuana. Asegura que ha llamado a todos los números que le han dado en la lista de abogados y que hasta ahora ninguno si quiera le ha devuelto la llamada pese a que ha dejado mensajes de voz. "Esto me pasa cada vez que llamo", dice mientras escucha una de las grabadoras de una de las organizaciones con las que intentaba comunicarse.
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María, una guatemalteca de 27 años, fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
Imagen Almudena Toral/Univision
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