La cronología de la 'tolerancia cero' en la política migratoria del gobierno de Trump

Desde que llegó a la Casa Blanca, el presidente ha modificado la ley de inmigración a golpe de memorandos y acciones ejecutivas sin el respaldo del Congreso, una estrategia que ha puesto a 11 millones de indocumentados al borde de la deportación de Estados Unidos.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
Diez años después del mayor operativo de inmigración en un centro de trabajo en la historia reciente del país, los efectos aún se sienten en Postville. El impacto que tuvo es recordado hoy por aquellos que ven con preocupación las nuevas redadas masivas llevadas a cabo bajo el gobierno de Donald Trump.
Video Postville: Cómo la mayor redada migratoria en la historia reciente de EEUU devastó un pueblo entero en Iowa

El objetivo de la reforma migratoria de Donald Trump se basa en el cumplimento de sus promesas de campaña, que incluye la construcción del muro en la frontera sur y la deportación de unos 11 millones de indocumentados.

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A casi 20 meses de haber llegado a la Casa Blanca, Trump ha logrado poner un freno a los millones de inmigrantes que buscan maneras de legalizar su permanencia en Estados Unidos, extender sus permisos temporales de empleo, ingresar para reunirse con sus familiares, pedir asilo porque en sus países de origen sus vidas corren peligro a causa de la violencia, la pobreza o la guerra, y recientemente aumentar los requisitos para pedir la residencia y la ciudadanía.

Para implementar su dura política migratoria, el mandatario no ha requerido del apoyo del Congreso, a pesar de que ambas cámaras están controladas por los republicanos. La razón es una sola: no todos en su partido apoyan sus ideas. Hay algunos, como los senadores Jeff Flake (Arizona), Lindsey Graham (Carolina del Sur), Cory Gardner (Colorado) y hasta antes de su muerte John McCain (Arizona), han rechazado los planteamientos del mandatario porque, aseguran, no incluyen a los 11 millones de indocumentados, entre ellos por ejemplo los dreamers.

Las objeciones, sin embargo, y el apoyo de algunos republicanos a propuestas bipartidistas de reforma migratoria, han sido desestimadas por los principales asesores de la Casa Blanca, entre ellos Stephen Miller, un declarado antiinmigrante y contrario a cualquier tipo de cambio que abra la puerta a la regularización de indocumentados.

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La reforma de Trump

El plan migratorio de Trump niega la legalización permanente a cualquier grupo de indocumentados a menos que el Congreso pacte con él una solución para los dreamers. Pero siempre y cuando le den dinero para financiar el muro en la frontera con México.

El más reciente debate sobre este tema lo perdió en marzo. Y a pesar del fracaso, el presidente no cede y ha descubierto que puede llevar a cabo su proyecto de la misma manera como lo hizo Barack Obama, a quien criticó durante toda su campaña: por medio de acciones ejecutivas y memorandos.

Los principales decretos, memos e instrucciones firmadas por Trump desde que asumió el poder se encuentran detallados en la página digital de la Casa Blanca y son los siguientes:

Los argumentos de Trump

Desde el comienzo de su campaña Trump prometió a sus seguidores que deportaría a los 11 millones de sin papeles en un plazo de 18 meses y que construiría un muro a todo lo largo de la frontera con México, y que lo pagaría el vecino del sur.

Por ahora, no ha cambiado de parecer. Aunque en algún momento durante los debates en el Congreso sobre el futuro de DACA (a finales de enero) pareció ceder terreno (ofreciendo la ciudadanía a 1.8 millones de dreamers a cambio de $25,000 millones para desarrollar su agresiva política migratoria), su estrategia sigue siendo la misma.

El Congreso no le compró la oferta de legalizar a los soñadores. A cambo, sólo le otorgó $1,600 millones para reparar los tramos actuales de la valla fronteriza y un leve incremento en las partidas presupuestarias que financian la maquinaria de deportaciones que heredó de su antecesor, Barack Obama, recursos que para Trump no son suficientes.

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Los pilares migratorios

Trump asegura que la inmigración ha convertido a Estados Unidos en un caos y reclama acciones inmediatas para restablecer el orden. Dibuja un país en guerra, pero el conflicto aludido solo lo miran sus seguidores y la Casa Blanca no tiene maneras de mostrar la crisis que vende el presidente.

“Estados Unidos debe adoptar un sistema de inmigración que sirva al interés nacional”, se lee en la página web del gobierno. “Para restablecer el estado de derecho y asegurar nuestra frontera, el presidente Trump se compromete a construir un muro fronterizo y garantizar la pronta eliminación de los entrantes (inmigrantes que ingresan al país) ilegales (indocumentados)”.

Añade que para proteger a los trabajadores estadounidenses, Trump apoya la finalización de la migración en cadena (reunificación familiar), la eliminación de la Lotería de Visas y el cambio a un sistema de inmigración para los inmigrantes que llegan basado en el mérito”.

“Estas reformas impulsarán la seguridad y la prosperidad de todos los estadounidenses mientras ayudan a los nuevos ciudadanos a asimilarse y prosperar”.

En ninguna parte del texto Trump menciona al Congreso para cambiar la Ley de Inmigración y Nacionalidad vigente promulgada por Lyndon B. Johnson en 1965, y que entró en vigor el 30 de junio de 1968. Lo quiere hacer solo, con decretos y memos desde el escritorio de la Oficina Oval.

Medidas adicionales

Además de acciones ejecutivas y memos, el gobierno de Trump ha implementado otra serie de medidas adicionales tales como:

Esta furgoneta Dodge Grand Caravan del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) lleva a dos inmigrantes detenidos durante una deportación que realiza ICE en San Diego todas las tardes después de que acuden a una corte de inmigración. Almudena Toral/Univision Digital
El carro tiene rejas por dentro y cristales polarizados. Si uno no se fija en la matrícula, que dice DHS, luce como un auto cualquiera. Toma el desvío de la última salida de Estados Unidos y se dirige a la frontera entre San Diego (EEUU) y Tijuana (México). Almudena Toral/Univision Digital
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Al llegar al Instituto Nacional de Migración mexicano, los dos agentes de ICE que acompañan a los dos detenidos abren y cierran tres rejas para acceder a la antesala de la puerta directa con México. La primera verja da acceso a una zona aislada por donde se alejan de una carretera comercial, la segunda da paso a un camino de tierra desde donde se ve una bandera mexicana gigante de fondo, y la tercera, la que se observa en esta fotografía, da acceso a un cuadrilátero vallado por los cuatro lados que tiene una puerta compartida con México. Almudena Toral/Univision Digital
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Dos policías de ICE vigilan a los dos detenidos mientras esperan que los oficiales mexicanos abran la puerta por donde se realizará la deportación. Ambos detenidos llevan cadenas que los amarran desde su cintura y terminan con unas esposas en sus manos. La espera dura unos quince minutos. Almudena Toral/Univision Digital
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La sombra de un policía de ICE se proyecta en el piso del lugar. La frontera de San Diego-Tijuana es una de las dos que realiza más deportaciones. Tamaulipas y Tijuana reciben a 70% de los deportados desde Estados Unidos. Almudena Toral/Univision Digital 
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Uno de los agentes de ICE desencadena al primer inmigrante que será deportado. Posteriormente lo escolta hasta la puerta de entrada a México, donde un agente de migración mexicano le hará preguntas sobre su salud e identidad. Almudena Toral/Univision Digital
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Cuando el primer inmigrante ha cruzado la puerta hacia México, el agente de ICE desencadena al segundo inmigrante. Almudena Toral/Univision Digital 
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El agente federal de migración de México, vestido de marrón, los recibe y les hace varias preguntas a los inmigrantes antes de dejarlos entrar al país: su nombre, edad, estado de salud, si son mexicanos y de qué parte del país. Anota las respuestas en una carpeta. Almudena Toral/Univision Digital
El detenido cruza de Estados Unidos a México. En el Instituto Nacional de Migración mexicano les entregan un sobre con una “constancia de recepción de mexicanos repatriados” y una póliza de seguros, que les provee asistencia y medicinas por los tres años siguientes a su repatriación. Almudena Toral/Univision Digital 
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Los agentes de ICE se retiran cerrando todas las verjas y puertas a su paso. Almudena Toral/Univision Digital
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Los deportados aparecen por el puerto fronterizo El Chaparral en Tijuana, México. Llevan puesta la ropa con la que les detuvieron y, en la mayoría de los casos, ninguna otra pertenencia ni dinero. Al llegar aquí deben averiguar dónde están y cómo encontrar medio de transporte para reunirse con sus familias. Almudena Toral/Univision Digital
Uno de los deportados, Antonio Martínez-Arreguín, muestra su “constancia de recepción de mexicanos repatriados” cerca de El Chaparral, antes de emprender la caminata de horas para intentar llegar a casa de un primo. La constancia le sirve, hasta que pueda tramitar sus documentos, para identificarse como ciudadano de México. No tiene dinero, teléfono ni documentos. Almudena Toral/Univision Digital
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Antonio Martínez-Arreguín, recién deportado, camina en Tijuana. “Ha cambiado mucho… 
<br> Acá hay un puente, se me hace…”, dice. Deambula intentando orientarse: “¡Aquí antes había un McDonalds!”. Para llegar a casa de su primo cruzará una autopista y un río. Tras un mes recuperándose y ahorrando algo de dinero en México, piensa cruzar de nuevo a Estados Unidos. Allí está parte de su familia –y puede ganar $1,000 por semana en vez de $60. Almudena Toral/Univision Digital
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Esta furgoneta Dodge Grand Caravan del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) lleva a dos inmigrantes detenidos durante una deportación que realiza ICE en San Diego todas las tardes después de que acuden a una corte de inmigración. Almudena Toral/Univision Digital
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