Tiroteo de Columbine cambió para siempre la actuación policial, pero en Uvalde volvieron a cometer el mismo error

La policía de Texas se equivocó en su manejo del tiroteo de Uvalde y lo ha reconocido. Establecieron un perímetro y esperaron a la llegada de un comando especial. Ya no se actúa así desde Columbine.

Por:
Univision
Una niña de 11 años entró en modo supervivencia cuando notó que uno de sus amigos había sido alcanzado por una bala durante el tiroteo de la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas. Esta es la estrategia que utilizó. Sigue lo último del tiroteo en nuestro blog.
Video Se cubrió con la sangre de un amigo y fingió estar muerta: así esta niña logró salir viva del tiroteo en Texas

La policía de Texas se equivocó gravemente en el ataque a la Escuela Primaria Robb de Uvalde, Texas, en el que murieron 19 niños y dos maestras. Y este viernes lo reconoció.

Unos 20 agentes permanecieron durante tres cuartos de hora en un pasillo fuera de la clase en la que se encontraba el atacante.

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El oficial a cargo del operativo creía que el atacante, atrincherado dentro del aula, no suponía un riesgo para los alumnos, según reveló el director de Seguridad Pública de Texas, Steven McCraw.


“Por supuesto, no fue la orden correcta, fue una equivocación”, reconoció McCraw este viernes.

Y es que hubo un tiroteo que cambió para siempre la forma en que la policía debería actuar: Columbine.

Columbine

Fue el 20 de abril de 1999. Dos estudiantes de Columbine High School, de 17 y 18 años y fuertemente armados, mataron a doce compañeros y un profesor antes de suicidarse en la biblioteca.

Y el número de víctimas habría sido aún peor si los atacantes hubieran logrado detonar sus bombas caseras.

Los policías tardaron unos 40 minutos en actuar porque entonces estaban entrenados para establecer un perímetro de seguridad y esperar la llegada de comandos de élite especializados en rescate de rehenes ( SWAT).

Pero esa actuación fue duramente criticada y una revisión del Buró Federal de Investigaciones (FBI) sobre lo acontecido llevó a abandonar esas tácticas.

El sheriff Tony Spurlock del condado Douglas, en Colorado, en 1999 uno de los agentes que intervino en la Secundaria Columbine, cuenta que “el entrenamiento ha cambiado mucho” desde entonces.

“Si puedes intervenir y desviar la atención de las víctimas a ti como policía, la probabilidad de reducir el número de víctimas es significativa”, le dijo al canal de TV de Denver KUSA.

Después de Sandy Hook, el FBI realizó un estudio sobre los tiroteos ocurridos entre 2000 y 2013. En él señala que en el 40% de los casos, la policía llegó antes de que hubieran terminado. Además, afirma que el daño mayor es causado en muy poco tiempo: casi el 70% había finalizado en cinco minutos, y un tercio en dos minutos.

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Por eso es tan fundamental que la respuesta sea lo más rápida posible.

ALERRT

Los policías ahora son entrenados para intervenir directamente, casi nada más llegar a la escena del tiroteo: es lo que llaman reacción rápida y busca aislar, distraer y neutralizar al atacante.

De hecho, el Departamento de Justicia y otras agencias federales financian parcialmente un programa de entrenamiento contra hombres armados llamado Entrenamiento de Respuesta Rápida Avanzada para Fuerzas Policiales (ALERRT, en inglés).

El programa fue creado en 2002 en la Universidad Estatal de Texas “para abordar la necesidad de capacitación en respuesta activa a atacantes para los equipos de rescate”, según señala en su web.

En 2013, el FBI nombró ALERRT el estándar nacional en respuesta a hombres armados. Numerosas agencias estatales y ciudades lo han tomado como su estándar de entrenamiento.

ALERRT ha capacitado a más de 130,000 oficiales de policía y bomberos en todo el país, así como a 200,000 civiles en el programa de concientización Evitar-Denegar-Defender de Respuesta Civil a Eventos de Hombres Armados (CRASE).

Pero en Uvalde, al menos así lo indican los reportes iniciales, los policías esperaron la llegada de la unidad especial de la Patrulla Fronteriza estableciendo un perímetro de seguridad que, como se ha podido ver en videos compartidos en redes, familiares desesperados trataron de romper para entrar ellos en la escuela.

Por qué actuaron así y no entraron inmediatamente es una de las principales preguntas que deja lo sucedido.

A Jayden Pérez le duele el estómago cada vez que recuerda los disparos en la primaria Robb. Cuenta que algunos de ellos impactaron la puerta de su aula la mañana del 24 de mayo. Habían estado practicando en una clase cuando un ruido hizo que su maestra abriera la puerta y vieron a un grupo de estudiantes corriendo en busca de resguardo.
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<b>"Luego lo que escuchamos fue un tiroteo"</b>, dijo a Univision Noticias el pequeño de 10 años. 
<b>"Estaba asustado, pero mi compañera Madison apagó las luces y nos escondimos"</b>, agregó.
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<br>Estando escondidos fue que el atacante 
<b>"disparó hacia la puerta e hirió a mi maestra y a una amiga".</b> Después se atrincheró en uno de los salones y masacró a 19 estudiantes y dos docentes en el incidente más mortífero en una escuela de Estados Unidos en una década.
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<br>Jayden fue hasta el memorial en la plaza central de Uvalde, donde colocaron 21 cruces para honrar a las víctimas. Fue una por una escribiendo un mensaje, para "mostrarle" a quienes perdieron la vida lo mucho que los extrañan. 
<b>"Estén unidos, porque nunca saben cuándo van a perder a alguien", </b>dijo tras escribir en la última cruz.
Miriam Trinidad es una madre que tiene que dar instrucciones impensables a sus hijos. “Siempre les he dicho: 'Cuídense, cuando pase ese tipo de cosas hagan caso a los maestros (…) Si te dicen agáchate, agáchate'".
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<br>Lo había hecho incluso viviendo en el que consideraba un tranquilo Uvalde. Donde los 'problemas' se centraban mas bien en la cercanía del pueblo con la frontera con México y los asuntos migratorios que vienen con ello.
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<b>“Cuando me enteré (del 'lockdown' en la escuela) pensé que era una persona que estaba huyendo porque lo andaba persiguiendo la Patrulla Fronteriza. Nunca pensé que fuese a ser de esta magnitud la situación"</b>, relata.
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<br>Su hija Stephanie, a la que le ruega se proteja si un atacante entra a su escuela, está en shock, dice esta madre. "Todavía no asimila la pérdida de su compañera de 'softball'", agrega en la que es una declaración constante en Uvalde, donde prácticamente todos conocen a una de las 21 víctimas o a un familiar de ellas. El dolor y el trauma es colectivo.
Stephanie Sánchez tiene 12 años y cada semana jugaba 'softball' con su amiga Eliahana Cruz, una de las niñas del salón de cuarto grado víctima de la furia del atacante. Dice que prefiere recordarla cuando juntas vestían el uniforme de las 'Little Bombshells' y salían al campo de juego.
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<br>"Jugaba segunda o 'middle center base'. Era muy buena jugadora", dice sobre la pequeña de 10 años. 
<b>"Ahora está en un mejor lugar".</b>
A Alayna Borrego le cuesta creer que perdió a su amiga Jacklyn Cazares, con quien practicaba gimnasia. La recuerda como una pequeña que "siempre estaba feliz, siempre con una sonrisa, siempre decía cosas buenas de las personas".
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<br>También le preocupa cuando llegue el momento de regresar a clases el siguiente año escolar. 
<b>"¿Qué tal si este no es un lugar seguro?", </b>es la pregunta que pasa por su mente tras el ataque armado en la escuela primaria que acabó con la vida de su amiga.
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<b>"Porque si esto pasó hace un año podría pasar de nuevo. Cualquiera podría ir así y entrar a la escuela de nuevo y repetir lo que pasó el año pasado"</b>, dice Alayna.
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<br>Con ingenuidad dice que "subir la cerca" de las escuelas ayudaría a evitar que intrusos armados irrumpan violentamente en ellas. Pero dentro de su inocencia pone el foco en los reclamos que se han escuchado en las últimas horas por la respuesta de las autoridades al tiroteo en la primaria Robb. El atacante entró sin encontrar resistencia y, luego, pasó más de una hora dentro hasta que fue abatido por agentes de la Patrulla Fronteriza.
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<b>"Y dejan todas las puertas de la escuela abiertas, entonces si yo quiero puedo abrir una puerta y escapar de la escuela, si yo quisiera. Es algo lógico cerrar las puertas, pero no sé por qué no lo hacen”</b>, reclama la pequeña.
Arely Borrero es la mamá de Alayna y confirma que 
<b>su hija "tiene miedo de ir a la escuela y no regresar a casa". </b>"Tiene miedo a que las instalaciones no estén preparadas en cuanto a seguridad para ellos", relata la madre de esta familia que hace cuatro años se mudó a Uvalde por una oportunidad laboral.
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<br>El temor de su hija es el mismo suyo y de su esposo, Aldo. Y como no creen que una tragedia como esta cambie el 'lobby' por la tenencia de armas también comparten la solución que esgrime Alayna: reforzar la seguridad escuela por escuela.
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<br>"Entonces, 
<b>¿qué nos queda?</b> Pedir que cambien las instalaciones de las escuelas con más seguridad para nuestros hijos. O, ¿qué nos queda? 
<b>Cambiar a nuestros hijos a escuelas privadas o llevarlos a otra parte a 20, 25 minutos de aquí, a otras escuelas más pequeñas donde nuestros hijos estén prácticamente escondidos para que no pase esto".</b>
María Alvarez tiene 80 años y lleva más de 50 viviendo al final de la calle que conduce hasta la primaria Robb. 
<b>"Recuerdo como los 'kids' pasaban y me decían 'bye'".</b>
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<br>Habla y se le siente descolocada por la tragedia en la escuela donde estudiaron sus hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos. El lugar al que también los llevaba a practicar deporte y por el que siente profundo agradecimiento. El lugar que está casi en la esquina de su casa, en un barrio de viviendas modestas y apacible que el 24 de mayo cambió para siempre. 
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<br>Dice que no escuchó los disparos, pero supo que algo pasaba cuando vio a padres corriendo calle abajo hacia la escuela. Una de sus tataranietas, Monique, estaba dentro del plantel durante la matanza.
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<br>La pequeña está bien. Pero María no encuentra palabras para describir cómo está Uvalde. "No sé, no sé (...) Uno que ha vivido aquí toda la vida, en esta calle..."
Graciela Ortiz se crió en Uvalde. "Crecí con las ventanas abiertas, las puertas de los carros no las teníamos que trancar..." Por eso quiso que sus hijos se desarrollaran en el pueblo, donde sentía una gran sensación de seguridad.
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<br>Pero ahora el pueblo ha pasado a ser el escenario de un mortal tiroteo en el que las principales víctimas fueron niños. 
<b>“Tenemos mucha ansiedad,</b> no me quiero imaginar lo que están pasando los padres de los niños y los familiares de las maestras”, dice a Univision Noticias.
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<br>Graciela le cortaba el cabello a la pequeña Amerie Jo Garza, una estudiante con la que se ensañó el atacante. 
<b>“Comencé a cortarle el pelo, su mamá y su abuelita son mis clientes y lo siento mucho por ellas, mucho”.</b>
Lety Padilla tomó su hora de almuerzo para llevar unas flores amarillas y un oso de peluche hasta la entrada de la primaria Robb, donde colocaron un memorial con 21 cruces con los nombres de cada víctima. Se le ve afligida, se le quiebra la voz al hablar. "¿Qué te puedo decir? No puedo".
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<br>Es otra vecina a la que cuesta entender cómo la escuela a la que fueron sus tres hijos y sus nietos fue epicentro de semejante barbarie. 
<b>"Aquí (en Uvalde) todos nos conocemos".</b>
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<br>Recuerda especialmente a Irma García, una de las dos maestras que murieron protegiendo a sus estudiantes. 
<b>"La última vez que la miré fue en la tienda, hace como un mes. La miré y pensé: 'Hace mucho que no miraba a Miss García'"</b> Ese día no pudieron hablar. Tampoco pudo despedirse.
Neftalí Barboza es un pastor de la Iglesia Nueva Jericó que nació y creció en Uvalde. Por estos días ora por las familias golpeadas por una masacre que creían "nunca sucedería" en el pueblo, y prepara junto con otros pastores y religiosos ayuda espiritual para ayudarlas a sobrellevar el trauma.
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<br>Reconoce que será un camino de recuperación largo. 
<b>"Será necesaria la consejería, no es algo que se sana de un día para otro, tampoco se olvida"</b>, admite.
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<br>Mientras las familias están preparadas para recibir ayuda tras los primeros días del impacto inicial, Barboza les envía en sus oraciones "fortaleza y consuelo". "Creemos que nunca va a suceder, pero desafortunadamente sucedió".
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<b>"Sé que hay muchas preguntas, pero ahorita doy gracias a Dios por la unidad que se ha dado".</b>
En video | Estudiantes que sobrevivieron narran la hora de terror dentro de su escuela.
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A Jayden Pérez le duele el estómago cada vez que recuerda los disparos en la primaria Robb. Cuenta que algunos de ellos impactaron la puerta de su aula la mañana del 24 de mayo. Habían estado practicando en una clase cuando un ruido hizo que su maestra abriera la puerta y vieron a un grupo de estudiantes corriendo en busca de resguardo.

"Luego lo que escuchamos fue un tiroteo", dijo a Univision Noticias el pequeño de 10 años. "Estaba asustado, pero mi compañera Madison apagó las luces y nos escondimos", agregó.

Estando escondidos fue que el atacante "disparó hacia la puerta e hirió a mi maestra y a una amiga". Después se atrincheró en uno de los salones y masacró a 19 estudiantes y dos docentes en el incidente más mortífero en una escuela de Estados Unidos en una década.

Jayden fue hasta el memorial en la plaza central de Uvalde, donde colocaron 21 cruces para honrar a las víctimas. Fue una por una escribiendo un mensaje, para "mostrarle" a quienes perdieron la vida lo mucho que los extrañan. "Estén unidos, porque nunca saben cuándo van a perder a alguien", dijo tras escribir en la última cruz.
Imagen Patricia Vélez/Univision
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