¿Qué ha cambiado para que la monarquía de un paso adelante y acepte que el príncipe Harry se case con una actriz, divorciada y birracial?

A diferencia de Diana Spencer y de Kate Middleton, la prometida del príncipe Harry es una mujer que tiene otro estatus social, otra nacionalidad y sobre todo una ascendencia afroamericana que la hace una de las parejas más transgresoras de la Casa Real británica. Los expertos ven en esta alianza una intento de apertura con los tiempos actuales.

Por:
Univision
Muchos se preguntaban como iba a ser la tiara de Meghan Markle, pues en las bodas reales, portar una es tradición. El misterio llegó a su fin cuando el príncipe Harry develó la pieza. Sigue minuto a minuto la boda real en univision.com
Video En video: el momento en el que el príncipe Harry le quita el velo a Meghan Markle y conocimos la tiara

El cotizado príncipe Harry ha anunciado su compromiso con Meghan Markle. A todas luces su compromiso parece un acto genuino de amor. No poco ha repetido en los medios que la actriz oriunda de Los Ángeles lo cautivó desde el momento mismo en que la vio.

Sin embargo, más allá del amor, esta alianza que se sellará en la primavera de 2018 acarrea consigo unos interesantes desafíos para la monarquía británica: la actriz de 36 años, 3 años mayor que el príncipe, es divorciada, no es británica y además tiene sangre afroamericana por sus venas.

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Suerte que los tiempos de Harry no son los tiempos del Duque de Windsor, quien tuvo que abdicar al trono solo por haberse enamorado de Wallis Simpson, una mujer dos veces divorciada y americana. Hoy el divorcio parece habitar en el seno mismo de la casa real que lleva en su cuenta el divorcio de la princesa Margarita, del príncipe Carlos -quien además se casó con otra divorciada-, del príncipe Andrés y la Princesa Ana.

Sí, ante este panorama el hecho de que Meghan Markle sea divorciada parece casi un detalle menor. Además, hay que anotar que bajo la iglesia anglicana el mandato que prohibía que alguien que ya se había casado se casara por la iglesia se ha derrumbado en 2002, haciendo posible que estos dos jóvenes vayan al altar sin quebrar ninguna ley.

Que sea una actriz tampoco parece ser del todo una trasgresión, una vez que más allá de la propia Wallis Simpson, otras reputadas actrices estadounidenses como Grace Kelly y Rita Hayworth lograron sacudirse de sus papeles en la pantalla para asumir un lugar como princesas en otras casas reales.

Sin embargo, su condición social lejos de la monarquía, la nobleza e incluso la clase alta inglesa, y que sea de raza mezclada al tener una madre afroamericana y un padre blanco, sí convierten a Meghan Markle en todo un hito.

Ella es actriz, divorciada y biracial. Algo impensable para ser la mujer de un miembro de la casa real inglesa hace unos años. Pero el príncipe Harry siempre ha tenido claras sus posturas y, consciente de que tiene mucha menos presión sobre sus hombros que su hermano William, ha decidido casarse con Meghan Markle a pesar de que no cumpla con las viejas exigencias de la casa de Windsor.
"No puedo cumplir con mis deberes como Rey sin la ayuda y el apoyo de la mujer a la que amo”, con estas palabras abdicó a su cargo como rey de Inglaterra Eduardo VIII quien se enamoró de la actriz millonaria estadounidense Wallis Simpson. El 3 de junio de 1937 se casaron a pesar del reproche del pueblo británico.
Quería convertirse en su támpax, eso fue lo que Carlos, príncipe de Gales, dijo a Camila en una llamada de teléfono que fue grabada en 1989 y hecha pública en 1992 mientras estaba casado con Lady Di. Con esta llamada y las confesiones de Diana "éramos tres en mi matrimonio" se descubrió que Camila y Carlos eran amantes desde antes de que el príncipe se casara con Diana. La boda de Carlos y Camila fue muy polémica. Ella era divorciada, pero además era la cara enemiga de Diana, venerada tras su muerte por los ingleses. Finalmente se casaron el 9 de abril de 2005 con la asistencia de toda la familia real.
En el Festival de Cannes de 1955, la galardoneada actriz Grace Kelly conocería al hombre que le cambiaría la vida, Rainiero III. Ella era una gran actriz estadounidense, musa de Hitchcock. Él era el príncipe de Mónaco, un pequeño y riquísimo país europeo que necesitaba un heredero para seguir siendo país (si no pasaría a ser un protectorado francés). El príncipe díscolo no quería casarse con ninguna mujer de la realeza y su boda con Grace Kelly fue muy polémica pues muchos monegascos se oponían. La sometieron a pruebas de fertilidad y virginidad antes de la boda. Después todo se vendió como un cuento de hadas.
Divorciada y sin sangre azul, esos eran los argumentos que esgrimían los detractores de Letizia Ortiz, periodista y presentadora del informativo de la noche de televisión española. Nunca antes en la casa real española una futura reina no había pertenecido a la realeza. Finalmente, en un truco del arzobispo de Madrid, que determinó que al estar Letizia casada por lo civil y no por la iglesia ella en realidad nunca había estado casada, de manera que la boda religiosa se podía celebrar. Así se hizo por todo lo alto en mayo de 2004.
Cuando el príncipe Hakon de Noruega hizo formal su noviazgo con Mette Marit las casas reales europeas y los monárquicos del continente se echaron las manos a la cabeza: era madre soltera y además los medios se dedicaron a airear fotos de Mette Marit en fiestas, en topless y llevando una vida normal pero muy alejada de la supuesta vida virtuosa que llevaban los miembros de las casas reales y la nobleza. Hakon no cedió a la presión y se casaron en agosto de 2001 en la catedral de Oslo.
Cuando Estefanía anunció que estaba embarazada de su guardaespaldas la familia real de Mónaco le retiró de todos los actos oficiales y de la vida pública monegasca. A ella no le importó y siguió con él a pesar de que su padre, Rainiero de Mónaco, le retiró su asignación mensual de la que vivía. Cuando Estefanía tuvo a su segunda hija al fina accedió Rainiero a que se celebrara la boda entre ambos. Era 1995. Un año después se filtraba un video de Ducruet en actitud sexual con su amante.
Máxima Zorreguieta no pertenecía a la realeza, no era holandesa, ni europea, pero ninguna de estas cosas inquietaban a la reina Beatriz. El gran problema era que el padre de Máxima, Jorge Zorreguieta, había sido ministro de agricultura con Videla. Antes de la boda Máxima tuvo que tomar posición sobre la dictadura de Videla: "Lamento la dictadura, las desapariciones, las muertes. Todos sabemos los males que causó el régimen militar y como argentina tengo mucha tristeza por ello". El parlamento no aprobó que Jorge Zorreguieta acudiera a la boda de Máxima y Guillermo, que se celebró en febrero de 2002.
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Ella es actriz, divorciada y biracial. Algo impensable para ser la mujer de un miembro de la casa real inglesa hace unos años. Pero el príncipe Harry siempre ha tenido claras sus posturas y, consciente de que tiene mucha menos presión sobre sus hombros que su hermano William, ha decidido casarse con Meghan Markle a pesar de que no cumpla con las viejas exigencias de la casa de Windsor.
Imagen Getty Images

“El matrimonio sigue siendo una de las instituciones más poderosas dentro de la monarquía. Desde siempre el matrimonio ha sido la estrategia que tienen las casas reales para tejer alianzas, hacerse más fuertes y sobrevivir. Es a través del matrimonio que la monarquía británica se ha hecho más amplia y se ha integrado con la sociedad de su momento”, explica Arnoldo Mutis, experto en realeza y cronista de la Monarquía Británica para la revista Jet-set.

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Así, en la época de la reina Isabel, lo único que le correspondía a la sucesora del reino era casarse con otro descendiente de reyes. Su esposo Felipe era príncipe de la Casa Real de Grecia. Las cosas sin embargo, no fueron tan restrictivas para Carlos que, unas cuantas décadas después, ya no tuvo que casarse propiamente con una descendiente de reyes, sino que pudo contraer nupcias con una noble, Diana Spencer. Cuando le llegó el turno al príncipe Guillermo las barreras de la monarquía concebían incluso que se casara con una mujer de la clase media inglesa. Ningún título nobiliario ni sangre azul se podían entrever en el pasado de Kate Middleton, y sin embargo, la casa real aceptó esa alianza.

Harry ha decidido ir más lejos. “Si el matrimonio de la reina Isabel fue un pacto de una monarquía con otra, si el de Carlos fue un pacto con la nobleza, y el de Guillermo con la clase adinerada del país, la de Harry es un pacto de la monarquía con la gente real, con la cultura popular, una alianza que quizás hasta la misma reina Isabel vea provechosa para que la monarquía, en manos de estas jóvenes generaciones, perdure y sobreviva”, añade Mutis.

La madre de Meghan Markle, Doria Radlan, es afroamericana, trabajadora social e instructora de yoga, vive en un barrio normal de Los Angeles, el padre, Thomas Markle, es blanco caucásico y ha sido un reputado luminotécnico que ha recibido un Emmy. Dos perfiles muy diferentes de los adinerados padres de Middleton o de los tradicionales familiares de Diana Spencer.

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"Esta apertura a recibir a alguien de un estatus distinto y que además es interracial quizás solo es posible porque Harry esté tan lejos de las posibilidades de ocupar el trono de Inglaterra. Al ser el quinto en la sucesión al trono, también hace que los códigos de a quien puede y a quien no puede elegir como esposa sean más ligeros y flexibles, quizás todo sería diferente si estuviéramos hablando de la esposa de alguien que de verdad podría heredar el poder”.

Mientras el mundo recuerda las escenas algo candentes de la actriz y se pregunta si subvertirá la costumbre que han respetado otras princesas que han tenido trabajos públicos y han renunciado a ellos, Meghan Markle parece caminar con pasos muy firmes hacia la casa real británica, aunque sepa que nunca será llamada princesa: ese título es exclusivo para aquellas que nacieron siéndolo.

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En segundo lugar, con el mismo porcentaje que la matanza de Orlando (10%) aparece la Guerra del Golfo, también conocida como "Operación Tormenta del Desierto", entre 1990 y 1991.
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Imagen Getty Images


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