"Toda la vida en prisión y moriré de covid-19”: así es vivir en la cárcel con el peor brote de coronavirus en California

Noticias Univision 14 entrevistó a una persona encarcelada que vive en carne propia el impacto de la pandemia dentro de la cárcel de San Quintín, que se ha convertido en el epicentro de la propagación del coronavirus en el sistema penitenciario de California.

WhatsApp Image 2020-04-06 at 6.18.47 PM.jpeg
Por:
Kervy Robles.
Una coalición compuesta por políticos, activistas y familiares de presos pidió la liberación, debido al alto número de casos de coronavirus, que asciende a más de 1,300, con siete fallecimientos.
Video Activistas, políticos y familiares se unieron para pedir la liberación de presos de San Quintín

MARIN, California. – Según el más reciente reporte del Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California (CDCR, por sus siglas en inglés), 25 de las 35 prisiones estatales están sobrepobladas, lo que representa un peligro latente para la propagación acelerada de los brotes de coronavirus.

La cárcel de San Quintín, por ejemplo, reporta 3,429 personas encarceladas, excediendo su capacidad máxima en varios cientos de reos.

PUBLICIDAD

En marzo, cuando la pandemia del covid-19 apenas iniciaba, legisladores y activistas le exigieron al gobernador Gavin Newsom y al CDCR la inmediata reducción de la población carcelaria, pues las penitenciarias hacinadas eran uno de los lugares más vulnerables ante la inminente propagación del coronavirus.

No fue, sin embargo, hasta el 10 de julio, cuando las autoridades anunciaron un programa de liberación masiva del sistema penitenciario. Para entonces, la cárcel de San Quintín superaba ya los 1,000 contagios de coronavirus.

La orden favorece a quien califique y pueda escapar del brote, mientras tanto, otros permanecerán cerca del virus, conviviendo con una enfermedad que ellos creen podría costarles hasta la muerte.

"Qué ironía de la vida"


Cuando se le pregunta por su niñez en El Salvador, Edwin Chávez guarda silencio, y tras pensarlo varios segundos, responde: “Desde los 8 hasta los 10 años caminé por cuerpos muertos, vi mucha violencia, había una guerra civil”. Edwin creyó que su arribo a California a los 13 años significaría el fin a una etapa marcada por episodios tormentosos que comparte con una voz nerviosa en una llamada telefónica con Noticias Univision 14 desde el interior de la cárcel de San Quintín.

Sin embargo, tres días después a su cumpleaños número 19, Edwin intentó quitarle la vida a una mujer que no conocía como parte de un trabajo encomendado por la pandilla a la cual pertenecía. En un tono afligido, cuenta que en la cárcel también atestiguó violencia, balaceras y otros incidentes a los cuales no esperó sobrevivir. Hoy, con 44 años, reflexiona: “Qué ironía de la vida; toda la vida en una prisión y me voy a morir del covid-19”.

PUBLICIDAD

En mayo, 121 personas encarceladas fueron transferidas del California Institution for Men (CIM) a la cárcel de San Quintín, donde, por esas fechas, no se reportaba ningún contagio. Marc Levine, asambleísta del distrito donde se encuentra la prisión de San Quintín en el condado de Marin, dijo entonces que ese traslado era “el peor problema de salud en la historia del estado”. Para junio, el CDCR canceló las transferencias de reos entre las cárceles del estado, no obstante, el daño ya estaba hecho. Al poco tiempo, San Quintín se convirtió en la prisión estatal con más casos positivos por coronavirus. Y entre los más de 2,000 reos que han contraído el virus, se encuentra Edwin.

“Yo les decía que me dolían los músculos, me daban escalofríos. Me dolía la cabeza, el pecho, los pulmones. En una ocasión perdí el balance que casi me desmayé y lo que ellos hacen es venir y tomarte la temperatura. No hay ninguna clase de medicamento, solo te piden que uses tu mascarilla”, cuenta Edwin sobre el momento en que comenzó a tener síntomas antes de enterarse el 26 de junio que se había contagiado de coronavirus.

Tres días después, el 29 de junio, Edwin recibió la orden de que permanecería en cuarentena junto a otro recluso de más de 70 años también infectado de covid-19. Ambos dormían en una celda de 4 pies de ancho y 10 pies de alto, donde, según Edwin, es imposible practicar el distanciamiento social. La celda cuenta con un baño compartido pero la ventilación es escasa.

“Aquí nos dejan bañarnos de 3 a 5 días, pero el problema son las regaderas. Las regaderas tienen un espacio entre sí de 2 pies de distancia o 3 pies. Entonces cuando tú te estás bañando, a veces te estás codeando con la persona de al lado. Imagínate, con muchas personas ahí. Todos estamos tan cerca, todos están tosiendo y estornudando”, cuenta Edwin vía telefónica desde San Quintín.

PUBLICIDAD

Cuando la operadora advierte que la llamada terminará en los próximos 60 segundos, Edwin cuenta que, a casi un mes de dar positivo por coronavirus, se siente mejor, pero aún tiene tos y el pecho le duele. Habla de manera apresurada y dice que un amigo suyo acaba de morir. Antes de que pueda decir de quien se trataba, la línea telefónica se cortó.

Un segundo preso murió dentro de la cárcel de San Quintín, donde ya se reportan más de 1,000 casos de coronavirus.
Video Activistas califican como “una tragedia” el brote de coronavirus en la cárcel de San Quintín

“Le escuché el miedo por su vida”


En marzo de este año, el CDCR implementó medidas para intentar frenar la propagación del virus en el sistema penitenciario. Se suspendieron las visitas familiares y se distribuyeron cubrebocas y líquidos desinfectantes. Las personas encarceladas optaron por las llamadas telefónicas para informar a sus seres queridos sobre su estado de salud. Sin embargo, en la primera semana de julio, cuando los casos positivos en San Quintín aumentaban de manera exponencial, las llamadas fueron suspendidas.

Dana Simas, portavoz del CDCR, confirmó esta decisión a través de un correo electrónico enviado a Noticias Univision 14, argumentando que la comunicación telefónica con el exterior solo era posible en espacios compartidos, considerados como un riesgo para la salud de la población carcelaria.

Verónica, quien decidió solo ser identificada por su primer nombre por temor a represalias, cuenta que la última llamada telefónica que tuvo con su esposo fue el pasado 8 de julio. Él está sentenciado a 25 años en prisión por intento de homicidio y Verónica nos pidió que el nombre de su esposo se mantuviera en el anonimato.

Durante los escasos 15 minutos de esa última llamada, Verónica confirmó que el 22 de junio su esposo se sometió a una prueba de coronavirus. También corroboró que tres días después fue trasladado de una celda compartida a una solitaria en un área conocida como ‘Badger’, donde estuvo en cuarentena con otra docena de reclusos. Allí permaneció en aislamiento forzado hasta el pasado 6 de julio, fecha en la cual se le notificó que estuvo infectado de coronavirus.

PUBLICIDAD

“Mi esposo es una persona fuerte, una persona difícil de intimidar. Pero escuché miedo en sus palabras. Cuando sentí esa vibra en su voz, cuando le escuché el miedo por su vida… es difícil para mí poder dormir”, cuenta Verónica en una llamada telefónica desde la ciudad de San Pablo, en el este de la Bahía de San Francisco.

El CDCR negó compartir información con Noticias Univision 14 sobre el estado de salud de cualquier persona encarcelada por razones de privacidad médica. Simas agregó que para reducir el impacto del covid-19 en San Quintín, la prisión más afectada en California, se han instalado seis carpas con un aproximado de 60 camas, que fungen como estación alternativa para el cuidado y tratamiento de casos positivos.

Verónica cuenta además que hasta la fecha su esposo no ha sido atendido en dicha estación alternativa, y que su preocupación surge fundamentalmente por su historial médico.

En el 2011, su esposo, quien entonces estaba recluido en una prisión de la ciudad de Coalinga, sobrevivió a la “fiebre del valle”, una enfermedad causada por un hongo llamado coccidioides característico del suelo y el polvo del suroeste del país. Los síntomas de aquel mal son similares a los que hoy su esposo experimenta bajo los efectos del coronavirus.

Verónica agrega que su esposo le pidió al equipo médico que por favor le tomaran rayos X a sus pulmones, pero su solicitud fue denegada.

“[Mi esposo] me dice que al menos dos veces al día escucha personas gritar man down! (¡hombre caído!), man down! (¡hombre caído!). Esta no es una alarma porque hay un pleito, es porque las personas se han puesto peor por el virus”, cuenta Verónica en una entrevista telefónica con Noticias Univision 14.

PUBLICIDAD

La realidad y la expectativa


El CDCR afirma que, desde marzo, la población carcelaria se redujo en más de 12,000 personas a través de programas de liberación anticipada y gracias a la suspensión de transferencias de reos provenientes de cárceles del condado.

Pese a esto, 25 de las 35 prisiones en California aún registran sobrepoblación, una problema que han denunciado tanto líderes políticos como especialistas de la salud desde el inicio de la pandemia.

San Quintín, por ejemplo, tiene registrado en su base de datos 3,429 personas encarceladas al 28 de julio, cuando su capacidad máxima es para albergar a solo 3,082 reclusos.

En la fecha de la publicación de este artículo, San Quintín, la cárcel con más casos por coronavirus en California, reporta 528 infectados en custodia, 50 liberados y 19 fallecimientos por coronavirus. En total, desde que comenzó el brote, unas 2,166 personas en la prisión estatal se han infectado del virus.

Varios de los fallecidos fueron sentenciados a pena de muerte por delitos mayores como homicidios y violaciones, pero sus ejecuciones habían sido suspendidas gracias a una orden ejecutiva del gobernador Gavin Newsom que le puso fin a la pena capital en el estado. Sin embargo, la pandemia de coronavirus terminó encargándose de hacer cumplir esas condenas.

El 10 de julio, Newsom aprobó un programa de libertad temprana masiva que beneficiaría a 8,000 personas encarceladas en el sistema penitenciario estatal. La fecha de inicio se espera que sea la primera semana de agosto.

PUBLICIDAD

Este será sin duda alguna el esfuerzo más notable para mitigar la propagación de la enfermedad desde que los contagios de coronavirus se dispararon en las cárceles de California. La iniciativa incluye a reos cuyas sentencias culminan en 180 o menos días, y excluye a aquellos que cumplen actualmente una condena por violencia doméstica o un delito violento según lo ampare la ley.

Sigue nuestra cobertura sobre la pandemia y encuentra los recursos que ofrecen las autoridades y las organizaciones no lucrativas para sobrevivir a la crisis del coronavirus:

El 
<a href="https://www.univision.com/local/san-francisco-kdtv/brote-de-coronavirus-en-carcel-de-san-quintin-amenaza-la-salud-publica-en-california-advierten-expertos" target="_blank">brote de coronavirus en la prisión de San Quintín</a> ha puesto en estado de alerta al sistema de correccionales, los funcionarios de salud del 
<a href="https://www.univision.com/temas/san-francisco" target="_blank">Área de la Bahía</a> y la administración estatal, quienes en conjunto trabajan a marchas forzadas en un plan para contener la propagación de la enfermedad entre reclusos y empleados del centro penitenciario.
En las últimas semanas el brote de covid-19 en la cárcel ubicada al norte de San Francisco ha infectado a más de 2,000 reos, para convertirlo no solo en el peor de todo California sino en uno de los más graves de todo el sistema penitenciario de Estados Unidos, tan peligroso que expertos de salud de la Universidad de California lo describieron como “
<a href="https://www.univision.com/local/san-francisco-kdtv/de-23-a-1-000-casos-de-coronavirus-en-solo-dias-el-brote-en-una-carcel-que-tiene-en-alerta-al-norte-de-california" target="_blank">catastrófico para la población carcelaria</a>” .
Expertos en salud de la Universidad de California que recientemente visitaron el centro penitenciario dejaron una advertencia sobre la necesidad inmediata de 
<a href="https://www.documentcloud.org/documents/6956448-06-15-20-San-Quentin-Urgent-Memo.html" target="_blank">reducir la población carcelaria a la mitad</a> si se quiere evitar un “brote catastrófico” de covid-19. Actualmente a los enfermos los aislan en carpas ubicadas en el patio de la correcional.
Troy A. Ashmus, de 58 años, murió en un hospital del Área de la Bahía al que fue trasladado por complicaciones derivadas el coronavirus. Asmus fue sentenciado a la pena de muerte en 1986 por homicidio en primer grado, violación y sodomía contra una víctima menor de 14 años.
Joseph Safarino Córdova, de 75 años, murió en la prisión de San Quintín el 1 de julio. La causa de su muerte no ha sido determinada, pero sin señales de trauma, todo indica que murió debido a una infección de coronavirus. Córdova fue condenado a muerte en 2007 por la violación y homicidio de una niña de 8 años en San Pablo.
Dewayne Michael Carey, de 59 años, falleció el 4 de julio en un hospital del Área de la Bahía por complicaciones originadas de una infección de coronavirus. Carey fue sentenciado a la pena capital en 1996 por homicidio en primer grado y trasladado de Los Ángeles a la cárcel de San Quintín.
Manuel Machado Álvarez, de 59 años, murió el 3 de julio en un hospital de la Bahía de San Francisco debido a complicaciones derivadas de una infección de covid-19. Machado recibió la pena máxima en 1989 por homicidio en primer grado, violación y robo de vehículo cometidos en Sacramento dos años antes.
Scott Thomas Erskine, de 57 años, murió el 3 de julio en un hospital de la Bahía de San Francisco debido a complicaciones derivadas de una infección de covid-19. Erskine fue condena a muerte en el 2004 por el homicidio en 1993 de dos niños de 13 y 9 años, sin embargo, desde 1994 enfrentaba una pena de 70 años por violación y posesión de arma de fuego.
Richard Eugene Stitely, de 71 años, fue encontrado muerto en su celda de la cárcel de San Quintín el 24 de junio. La causa de su deceso está bajo investigació, pero apunta a que fue víctima del brote de coronavirus. Stitely recibió la pena máxima en 1990 por violación y homicidio.
David Reed, de 60 años, murió en un hospital del Área de la Bahía el 7 de julio debido a complicaciones derivadas de la infección de covid-19 que contrajó dentro de la cárcel de San Quintín. Reed fue condenado a la pena capital en 2011 por homicidio en primer grado y asalto con un arma letal.
John Beames, de 67 años, murió el 21 de julio en un hospital de la Bahía de San Francisco al que fue trasladado cuando el cuadro de coronavirus que padecía empeoró. Beames estaba en el "Pabellón de la Muerte" desde 1995 y fue sentenciado a morir ejecutado por un homicidio en primer grado.
1 / 11
El brote de coronavirus en la prisión de San Quintín ha puesto en estado de alerta al sistema de correccionales, los funcionarios de salud del Área de la Bahía y la administración estatal, quienes en conjunto trabajan a marchas forzadas en un plan para contener la propagación de la enfermedad entre reclusos y empleados del centro penitenciario.
Imagen Justin Sullivan/Getty Images
Despierta América: Despierta al mejor entretenimiento y las últimas noticias

Despierta América: Despierta al mejor entretenimiento y las últimas noticias

Delicioso: Satisface tus fantasías culinarias con recetas deliciosas

Delicioso: Satisface tus fantasías culinarias con recetas deliciosas

Uforia: La selección de videos latinos + movidos

Uforia: La selección de videos latinos + movidos

Fútbol: Los mejores goles y jugadas de la Liga MX y UEFA

Fútbol: Los mejores goles y jugadas de la Liga MX y UEFA

PUBLICIDAD