EEUU no descarta sanciones contra más funcionarios venezolanos y la estatal PDVSA

Una vocera del Departamento de Estado dijo a Univision Noticias que las sanciones serían fuertes, firmes y rápidas si el gobierno de Maduro no desiste de su idea de realizar la elección de una Asamblea Nacional Constituyente para cambiar la Constitución. Asegura que todas las opciones están sobre la mesa.

Maye Primera
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Maye Primera.
El presidente dijo en un comunicado que Estado Unidos no se mantendrá como espectador mientras Venezuela se derrumba.
Video Trump: "EEUU tomará acciones económicas si el régimen de Maduro impone la Constituyente"

La Casa Blanca comenzó la cuenta regresiva contra el gobierno de Nicolás Maduro, con todas las opciones sobre la mesa. El lunes, Donald Trump amenazó con aplicar sanciones económicas si el presidente venezolano sigue adelante en su empeño de instalar una Asamblea Nacional Constituyente que liquide a todos los poderes actuales. Su gobierno no descarta que estas sanciones recaigan ya no solo sobre altos funcionarios, sino también sobre empresas del Estado, como Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Citgo, su filial en Estados Unidos.

“La declaración del presidente Trump fue muy clara (…) Si el presidente Maduro sigue con esa intención de la Asamblea Constituyente, se aplicarían medidas económicas que serían fuertes, firmes y rápidas”, explicó Lydia Barraza, portavoz del Departamento de Estado, a Univision Noticias. “Serían medidas en cuanto al comercio y disminuir la capacidad del gobierno de Maduro de violar su propia Constitución y la democracia”, agregó.

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La portavoz no negó que la petrolera PDVSA pueda estar sujeta a estas penalidades ante una pregunta de Univision Noticias al respecto.

Estados Unidos ha aplicado sanciones contra altos funcionarios del chavismo en cuatro oportunidades durante el mandato de Nicolás Maduro. En julio de 2014, el gobierno de Barack Obama impuso restricciones de visado contra 24 funcionarios venezolanos, señalados de violar los derechos humanos de los manifestantes durante la oleada de protestas de febrero de ese año. Por la misma causa, Obama promulgó en diciembre otro conjunto de sanciones aprobadas por el Congreso, que incluían la congelación de activos y la negación de visados contra otros siete altos funcionarios.

Luego, en febrero de 2017, el actual vicepresidente, Tarek El Aissami, fue vetado por supuestos vínculos con el narcotráfico, y en mayo, ocurrió lo mismo con ocho magistrados del Tribunal Supremo de Justicia que despojaron de sus funciones a los diputados de la Asamblea Nacional, que es de mayoría opositora.

Según explicó Barraza, el secretario de Estado, Rex Tillerson, ha dicho que están analizando nuevas medidas contra personas para “mandar un mensaje claro” a líderes del chavismo que, en su opinión, están involucrados en “violaciones de los derechos humanos o actividades antidemocráticas en contra de su propia Constitución”. Pero estas sanciones, aclaró, no son una meta en sí misma: “La meta es ver oportunidades de volver a la democracia”.

“No tiene que ser una intervención sino ver dónde hay posibilidades de abrir esas puertas (al diálogo). Si es que hay posibilidad de apoyar ese diálogo, lo haremos”, agregó la vocera, al referirse a la gestión realizada durante 2015 por el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de EEUU, Thomas Shannon, para promover un acercamiento que destrabara la tensión entre el gobierno de Maduro y la oposición.

Este martes, Maduro respondió al anuncio de la Casa Blanca asegurando que instalará un Consejo de Defensa para “para responder integralmente a la amenaza imperial”.

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Durante las últimas semanas, la Casa Blanca ha sostenido “una docena de llamadas” con líderes de la región para discutir salidas a la crisis de Venezuela. Tanto con los países que ya han manifestado una clara oposición a los planes del chavismo –como Chile, Argentina, Colombia y México– como con los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) que en junio desde la OEA inclinaron la balanza a favor del gobierno de Maduro.

“Este gobierno ha hecho una prioridad conversar sobre ese tema”, dijo Barraza. "No es momento de alejar a Venezuela de la comunidad internacional".

Desde su llegada al poder en 2014, Maduro ha gobernado con una oposición que le exige en la calle el fin de la crisis económica y política. Los reclamos de entonces se mantienen. Tres años después, los venezolanos siguen manifestando su descontento por la inflación creciente que ya asciende a tres cifras, la escasez de alimentos de la cesta básica y medicinas, y la inseguridad en las calles, además de la opresión a las voces disidentes. Desde abril de 2017 las protestas ya superaron 90 días consecutivos, y algunos problemas se han agravado: la represión de los cuerpos policiales a los opositores es cada vez mayor, así como las detenciones arbitrarias y las torturas que denuncian quienes son liberados.

Y el descontento ha sido alimentado por la imposición del gobierno de elegir a una Asamblea Nacional Constituyente este 30 de julio, un proceso que es avalado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo. Con ella, Maduro quiere imponer una Constitución a su medida y acabar con los poderes públicos establecidos.

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Como contrapeso, la oposición organizó en tiempo récord –dos semanas– y sin apoyo del Poder Electoral ni del Ejecutivo un plebiscito que se realizó el domingo y en el que más de siete millones y medio de venezolanos rechazaron una eventual reforma a la Constitución y exigieron elecciones generales adelantadas. En nombre del Departamento de Estado, Barraza considera que el resultado de la consulta fue un "mensaje clarísimo de defensa de la democracia venezolana" y su país lo respalda porque "millones de voces no pueden ser ignoradas".

Desde la mañana, los venezolanos se han reunido en los puntos de votación, no oficiales, alrededor del país. A pesar que el Gobierno ha insistido en que la consulta no es vinculante y tampoco cuenta con el aval del Consejo Nacional Electoral (CNE), la Constitución faculta al Parlamento, de mayoría opositora, a convocarla, tal como lo hizo días atrás.
Opositores votaron masivamente en San Cristóbal, en el occidente de Venezuela.
En Catia, una zona del oeste de Caracas que tradicionalmente ha sido chavista, se reportó al menos un muerto luego de que grupos armados dispararan contra la multitud que hacia fila para votar.
El presidente del parlamento venezolano, Julio Borges, durante su votación en el proceso simbólico contra la constituyente promovida por el gobierno. "La realidad mañana va a ser distinta a la de hoy", aseguró al comenzar la jornada. "Cuando amanezca el lunes y veamos todo lo que se logró, iremos avanzando para que el Gobierno acepte la realidad", agregó. La consulta contó con el visto bueno de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora y en franca pugna con el ejecutivo nacional.
"El cambio viene el 30 de julio con la Constituyente", dijo Cilia Flores, diputada oficialista y Primera Dama de Venezuela presente en el simulacro de elección a la asamblea constituyente, que se realizará el domingo 30 de julio.
En zonas del oeste de la capital, antiguos bastiones del movimiento fundado por el fallecido líder socialista Hugo Chávez, también a media mañana se movilizaban cientos de personas para votar en contra de la iniciativa de Maduro de elegir este mes una asamblea para reformar la Constitución.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había calificado de ilegal y “golpista” la consulta organizada por la oposición. Luego dijo que el proceso opositor era una “consulta interna” que debía llevarse pacíficamente, junto al simulacro de elección constituyente. En la foto, un venezolano muestra su cédula de identidad y su voto contra la constituyente de Maduro.
En un ambiente festivo, largas filas de personas se observaban en buena parte de los 2.000 puntos que activó la oposición en plazas, teatros y parques con el apoyo de voluntarios para concretar un proceso de votación manual que funge como una demostración de fuerza contra Maduro. La concurrida consulta de la oposición se adelantó a las elecciones de los diputados a una asamblea constituyente, que han calificado de inconstitucional.
El líder opositor Henrique Capriles Radonski durante la votación contra la constituyente propuesta por el presidente Niloás Maduro, quien considera que una nueva constitución traerá paz al país sudamericano, sumergido en violentas protestas desde hace más de tres meses.
El ex presidente mexicano Vicente Fox, nombrado por la oposición venezolana como observador internacional de la consulta popular, visitó varias mesas de votación en Caracas.
La asistencia a los puntos de votación opositora ha sido masiva. Analistas han calculado que la participación estaría en torno a los 10 millones de personas. Voceros de la oposición calificaron de “provocación” la coincidencia de la consulta opositora con el simulacro de elección constituyente.
Una activista opositora espera su turno para votar contra la constituyente. En las últimas elecciones, las parlamentarias del 2015, 7,7 millones votaron por la oposición y le permitieron romper la supremacía chavista en la Asamblea Nacional. El parlamento en manos de la oposición desató una lucha de poderes públicos que mantiene una crisis política sin precedentes en el país suramericano.
Un activista opositor en una fila para votar en la consulta organizada por la oposición. El proceso, calificado como "consulta interna" de los partidos opositores por parte del chavismo, pregunta a los venezolanos si rechazan la Asamblea Nacional Constituyente que debe elegirse el próximo 30 de julio
Venezuela atraviesa una de las peores crisis de su historia reciente. A la aguda recesión económica -con inflación de tres dígitos y escasez de bienes- se le suma una ola de protestas antigubernamentales que acumula tres meses y casi 100 muertos. El simulacro de elección para la constituyente esta organizado por el poder electoral venezolano.
Seguidores de Chávez, descontentos con el gobierno actual, se sumaron al plebiscito. Es el caso del diputado oficialista y esposo de la Fiscal General de la República, Germán Ferrer, quien acudió a votar en lo que cree es "una demostración cívica" contra la convocatoria de Maduro.
La consulta popular, organizada por los partidos de oposición y la sociedad civil, pregunta "Sí" o "No" la población respalda el plan de Maduro de reescribir la Constitución, apoya la intervención de las Fuerzas Armadas para "restituir el orden constitucional" y desea un gobierno de unidad nacional.
Partidarios del gobierno de Nicolás Maduro esperan su turno para votar en el simulacro de elección constituyente en Caracas. Los participantes deberán enviar un mensaje de texto indicando que ya estuvieron en el ejercicio de hoy y también llevar su "carnet de la patria", en un proceso totalmente controlado por el partido de gobierno, PSUV.
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Desde la mañana, los venezolanos se han reunido en los puntos de votación, no oficiales, alrededor del país. A pesar que el Gobierno ha insistido en que la consulta no es vinculante y tampoco cuenta con el aval del Consejo Nacional Electoral (CNE), la Constitución faculta al Parlamento, de mayoría opositora, a convocarla, tal como lo hizo días atrás.
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