El gobierno de Ortega habla de diálogo y paz pero no frena la represión en Nicaragua

Mientras Daniel Ortega y Rosario Murillo lanzan comunicados a través de los medios estatales en los que dicen estar dispuestos a aceptar las condiciones impuestas por la iglesia católica para sentarse a dialogar, la policía y los grupos paramilitares continúan reprimiendo a los manifestantes. Solo en la última semana han muerto al menos cuatro personas y cerca de 200 han resultado heridas.

whatsapp-image-2018-05-07-at-112425-am.jpeg
Por:
Wilfredo Miranda Aburto.
Los choques se han presentado entre las fuerzas antimotines y manifestantes en la ciudad de Masaya, a 28 kilómetros de Managua. En horas de la tarde, individuos desconocidos incendiaron un punto icónico de la ciudad, el Mercado de Artesanías. La Iglesia Católica estableció las condiciones que debe cumplir Daniel Ortega para que los obispos garanticen el diálogo.
Video Incendios y al menos una persona muerta dejan los enfrentamientos de este sábado en Nicaragua

MANAGUA, Nicaragua-. Cuando la noche de este sábado el presidente Daniel Ortega pidió “la paz” a través de una llamada telefónica que fue transmitida por los medios de comunicación estatales, la ciudad de Masaya, ubicada a 30 kilómetros al sur de Managua, era un polvorín. Un encarnizado enfrentamiento entre manifestantes, policías antimotines y turbas del gobierno sandinista dejó un muerto y más de un centenar de heridos, de acuerdo a organismos de derechos humanos. Sin embargo, el mandatario no ordenó el retiro de las tropas y las fuerzas de choque de las calles.

En las más de tres semanas desde que comenzaron las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, que han dejado más de medio centenar de muertos, esta ha sido la tónica que ha impedido la realización del dialogo nacional en Nicaragua para buscar una salida a la crisis política: una represión sostenida a contrapelo del discurso oficial de “paz y diálogo”.

PUBLICIDAD

La noche del viernes se repitió el guion. La vicepresidenta Rosario Murillo anunció que el gobierno aceptaba la mediación de la iglesia católica para entablar el diálogo nacional con los universitarios que han encabezado la protesta, y en el que también participarán el sector privado y la sociedad civil. Y dijo que su gobierno estaba dispuesto a trabajar en los cuatro requeimentos que los obispos les pusieron a Ortega y Murillo para comenzar las conversaciones.

Los religiosos exigieron al gobierno “permitir en el menor tiempo posible” el ingreso de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para investigar las muertes de las protestas; “suprimir los cuerpos paramilitares y las fuerzas de choque”; detener “de inmediato y de modo absoluto todo tipo de represión frente a grupos civiles que protestan pacíficamente y asegurar la integridad física de los estudiantes universitarios”. Y, por último, “respetar la dignidad y la libertad” de los trabajadores del Estado, quienes son obligados a asistir a eventos partidarios y contramarchas a favor de la pareja presidencial.

En su pronunciamiento del viernes, los obispos les dieron un plazo a Ortega y Murillo para responder si aceptan los cuatro “requerimientos” para el diálogo hasta el mediodía de este lunes 14 de mayo.

Pero, mientras Murillo, en respuesta a los religiosos, clamaba en cadena nacional por “el diálogo para alcanzar la paz”, la policía y las turbas de la Juventud Sandinista iniciaron un feroz ataque contra los manifestantes en las ciudades de Chinandega y La Concepción. Hubo decenas de heridos de balas. La represión entre la noche del jueves y el viernes causó tres nuevos muertos.


“Si es verdad que Daniel Ortega entendió la carta de hoy de los obispos, le pido que dé la cara en televisión y pare inmediatamente la violencia contra los jóvenes”, expresó aquel día el obispo Silvio Báez, la voz más crítica y beligerante contra la represión del gobierno de Ortega y Murillo.

PUBLICIDAD

"Juegan peligrosamente al cansancio"

Desde la sociedad, la violencia con la que se frenan las protestas pacíficas es vista como una falta de voluntad por parte del gobierno para dialogar. Para Azalea Solís, abogada constitucionalista y feminista, ese es el motivo por el que la pareja presidencial es esquiva a la hora de contestar a los requerimientos que los obispos les pusieron el viernes para iniciar el diálogo.

Los enfrentamientos del sábado en la ciudad de Masaya dejaron al menos un muerto y 150 heridos, según organismos de derechos humanos.
Los enfrentamientos del sábado en la ciudad de Masaya dejaron al menos un muerto y 150 heridos, según organismos de derechos humanos.
Imagen Diana Ulloa /AFP/Getty Images


Para la constitucionalista, que ha estado involucrada en los grupos que se preparan para el diálogo como parte de la sociedad civil, el gobierno de Ortega y Murillo juega "peligrosamente al cansancio" para que la gente se demovilice y ruegue sentarse a la mesa de conversaciones.

“Apuestan a su tónica de siempre: buscar cómo manipular las cosas, apostar a una componenda que le permita, según ellos, saltar el bache, porque ven esta crisis como algo circunstancial y no como un rechazo a su forma de gobierno”, analizó Solís.

Por el momento, el único consenso que existe actualmente en Nicaragua es que un diálogo nacional es la salida ideal a la crisis política, que deja al menos 52 muertos y centenares de heridos. Sin embargo, materializar este intercambio ha sido imposible hasta ahora en medio de un clima de represión sostenida a las constantes protestas.

"Nadie quiere una salida en la que se destruya al país"

Carlos Tünnermann, analista político y exrector de la Universidad Nacional de Nicaragua, cree que hasta ahora la respuesta del gobierno ha sido ambigua: “Dicen que acogen los puntos de los obispos, pero son ambiguos. No se percibe un compromiso real”, dijo el también exembajador de Nicaragua en Washington.

PUBLICIDAD

Tünnermann advirtió a Univision Noticias que “la pelota” para arrancar el diálogo “está en la cancha de Ortega”. “Requiere voluntad política y él tiene que cumplirla. Porque todos queremos una salida pacifica. Nadie quiere una salida en la que se destruya el país como lo hizo Somoza”, afirmó Tünnermann.

El periodista Carlos Chamorro afirma que Ortega lleva años actuando como dictador y que “él y su esposa son los responsables del peor baño de sangre en la historia de Nicaragua en tiempos de paz”. Dice que piden una salida pacífica de ambos.
Video “Es un dictador con las manos llenas de sangre”: periodista nicaragüense sobre Daniel Ortega


Los universitarios y el resto de sectores han demandado al gobierno un diálogo nacional que aborde el tema de fondo que ha conducido a esta crisis política: el desmontaje del sistema autoritario para democratizar Nicaragua, cuya institucionalidad ha sufrido fuertes golpes en estos once años del régimen sandinista. Además, piden adelantar las elecciones para lograr un cambio de gobierno.

Ernesto Medina, rector de la Universidad Americana (UAM), es uno de los candidatos por parte del estudiantado para participar en el diálogo. Pero su presencia ha sido rechazada por el gobierno. Medina le comentó a Univision Noticias que el régimen pretende que el diálogo se centre en temas “sectoriales” para soslayar el de la democratización del país.

“Todos los grupos de la sociedad civil hemos acordado no discutir temas sectoriales sin antes abordar los puntos centrales del diálogo, que son las exigencias de justicia e institucionalidad”, sostuvo Medina. “La responsabilidad es del gobierno. Las cartas las tienen sobre la mesa. Se necesita una respuesta más categórica de su parte”, agregó, en referencia a los requerimientos de los obispos.

El analista Fabián Medina, quien también es jefe de redacción del diario La Prensa, enfatizó que a los Ortega-Murillo no les conviene un diálogo que “no puedan controlar y donde deban rendir cuentas”.

PUBLICIDAD

“Tampoco les conviene un escenario en el que organismos internacionales investiguen independientemente. A eso le tienen terror… Y las calles y la mayoría del pueblo la perdieron. Entonces su mejor escenario es uno de enfrentamiento armado”, comentó a Univision Noticias la tarde de este sábado, cuando se registraron enfrentamientos en la ciudad de Masaya.

Univision Noticias corroboró que la Policía Nacional está usando rifles de asalto para atacar a los manifestantes en conjunto con las turbas. Se reportan decenas de heridos y, hasta la publicación de artículo, se confirmó de un hombre muerto, quien recibió un disparo certero en la cabeza.

“Una minoría armada puede imponerse a una mayoría desarmada y sin entrenamiento. Por eso han empezado a sacar armas de guerra”, advirtió Medina en referencia a los antimotines y las turbas en Masaya.

“¡Que el presidente Ortega dé la cara en televisión y explique lo que sucede en Masaya, que detenga las fuerzas represivas y muestre su voluntad de querer evitar un caos social!”, insistió por su parte el obispo Báez.

Para evitar el caos del que habla el obispos Báez, hay consenso de que la salida es el diálogo, pero que germine de manera positiva aún está por verse… Nicaragua sigue siendo un motín.

Lo que empezó a principios de la semana en Nicaragua como una demanda ciudadana pacífica en contra a una reforma impositiva de la seguridad social acabó solo unos días después como la peor matanza de las últimas tres décadas en el país.
<br>
Las manifestaciones, lideradas por los estudiantes, fueron reprimidas por policías, antimotines y las llamadas turbas sandinistas (grupos afines al gobierno) dejando un saldo de al menos 38 muertos, cientos de detenidos (algunos de los cuales ya han sido liberados) y un número incierto de heridos y desaparecidos.
El rastro de sangre de la represión a las protestas, que se endureció entre el 19 y el 22 de abril, provocó mayor indignación en las calles y que las demandas de los manifestantes se ampliaran: de pedir la revocación del sistema de la seguridad social pasaron a exigir reformas democráticas en su país, donde durante más de una década Daniel Ortega ha liderado un gobierno con tintes autoritarios
“Estoy protestando porque es indignante la represión que están haciendo contra nuestro país”, le dijo a Univision Noticias el sábado 21 Ximena Robleto, una estudiante de medicina. “Nosotros no somos vándalos, no somos delincuentes. Estamos protestando”, respondió la joven ante las sugerencias de Daniel Ortega que atribuyó las muertes a las pandillas.
Entre los objetivos de los manifestantes en la marcha de ese sábado estaba tumbar dos ‘árboles de la vida’ como se les conoce a las enormes estructuras metálicas con luces de colores con los que la vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo ha decorado la capital de Nicaragua en los últimos años.
“No queremos más vestigios de ellos”, dijo un hombre que se identificó como Payán. Para los manifestantes, la caída de los árboles no es solo la caída de un costoso adorno (según reportes de prensa cada uno cuesta decenas de miles de dólares), sino también la de un símbolo del gobierno contra el que se rebelan.
Otros de los símbolos de las protestas son las banderas nicaragüenses. En algunos puntos del país, los manifestantes han retirado las banderas sandinistas (del partido en el poder) y han reivindicado sus colores nacionales. El himno de Nicaragua y canciones que apelan a la libertad nacional como ‘Nicaragua Nicaragüita’, también se escuchan habitualmente en las marchas.
Carlos y Raquel, dos amigos que protestaban el sábado en Managua, dijeron estar allí no solo por la reforma del sistema del seguro social sino por “todo lo que se ha perdido en los últimos 10 años”.
Conforme pasaban los días y aumentaba el número de muertos, las protestas se hicieron aún más masivas. Después de que varias universidades del país fueron focos de represión, decenas de estudiantes se atrincheraron en la Universidad Politécnica de Managua (UPOLI).
Muchos de los nicaragüenses que salen estos días a manifestarse a las calles tienen la sensación de que en el país se ha perdido el miedo y de que están viviendo un momento histórico.
El domingo, el presidente Daniel Ortega anunció que revocaría las reformas al sistema de seguridad social, pero eso no frenó las manifestaciones.
Esa noche, la policía volvió a reprimir a los estudiantes atrincherados en la UPOLI, dejando al menos un muerto y decenas de heridos.
Fernando Sánchez, un estudiante de comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) hizo una pancarta con dos casquillos de bala que recogió la semana pasada después de que la policía reprimiera a los estudiantes que se refugiaban en la catedral de Managua.
El lunes 23, una multitudinaria marcha inundó Managua. Decenas de miles de ciudadanos alzaron su voz contra la represión a los manifestantes al grito de “no eran delincuentes, eran estudiantes”. Muchos manifestantes también exigían la salida del gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.
Murillo fue uno de los principales de los focos de los gritos en las protestas. La vicepresidenta había definido a los manifestantes como “grupos minúsculos” y, para algunos manifestantes, la masiva participación en la protesta, fue la mejor respuesta.
Además de los que marchaban, cientos de personas animaban a los manifestantes en los lados de las calles por donde pasaban. Denis Peralta, de 67 años, estaba en un costado de una avenida con un cartel alusivo a los árboles de la vida quemados. El hombre dice que fue a la marcha para defender a la juventud.
Ese día marcó la bajada de tensión en las calles y desde entonces no se ha reportado represión de la policía y los antimotines. Sin embargo, los manifestantes siguen saliendo a las calles. Algunos de ellos comparan el gobierno de Ortega con la dictadura que él ayudó a derrocar en la revolución sandinista, la de Anastasio Somoza.
<br>
Mientras, las vigilias siguen en el país a diario. El miércoles, en la rotonda Jean Paul Genie, donde el sábado los manifestantes habían derrumbado los árboles de la vida, plantaron cruces y flores en honor a los estudiantes caídos. Entre los asistentes al homenaje estaba Claudia Torres que llevó flores junto a sus tres hijos para enseñarles que “desde pequeños pueden hacer mucho por su país”.
Mientras el gobierno ha invitado a una mesa a diferentes sectores a un diálogo en el que la iglesia católica actuará de garante, los manifestantes exigen, entre otros requisitos que se respete la democracia, la libertad de prensa y expresión y que frene la represión a quien piensa diferente.
Pero aunque la represión paró, las listas que llevan los grupos de derechos humanos siguen sumando muertos. Hasta el momento el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos ha confirmado 38, aunque aún hay decenas de casos por confirmar, por lo que la cifra podría aumentar considerablemente.
1 / 20
Lo que empezó a principios de la semana en Nicaragua como una demanda ciudadana pacífica en contra a una reforma impositiva de la seguridad social acabó solo unos días después como la peor matanza de las últimas tres décadas en el país.
Imagen Wilfredo Miranda
En alianza con
civicScienceLogo