Al menos 52 personas han muerto en casi un mes de protestas en Nicaragua contra el gobierno de Daniel Ortega

Un hombre fue asesinado de un balazo en la cabeza en la localidad de Masaya que este sábado fue escenario de fuertes enfrentamientos entre manifestantes y la Policía Nacional. En medio de esfuerzos para activar el diálogo, el Ejército dice que no reprimirá ninguna protesta.

Por:
Univision
Los choques se han presentado entre las fuerzas antimotines y manifestantes en la ciudad de Masaya, a 28 kilómetros de Managua. En horas de la tarde, individuos desconocidos incendiaron un punto icónico de la ciudad, el Mercado de Artesanías. La Iglesia Católica estableció las condiciones que debe cumplir Daniel Ortega para que los obispos garanticen el diálogo.
Video Incendios y al menos una persona muerta dejan los enfrentamientos de este sábado en Nicaragua

Desde que se iniciaran las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega hace casi un mes ya suman al menos 52 los muertos a consecuencia de los enfrentamientos entre manifestantes, la Policía Nacional y grupos armados del sandinismo, según confirmó el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).

La más reciente muerte ocurrió este sábado en la ciudad de Masaya, una localidad a media hora de Managua, cuando un hombre recibió un disparo a la cabeza, según reportes del diario La Prensa.

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Allí, los enfrentamientos entre la población y la Policía Nacional se extendieron por más de 12 horas y dejaron además más de 150 heridos en una lucha dispar entre piedras y morteros hechos a mano y los disparos de agentes de la policía.

A estos disturbios se unieron fuerzas de la Juventud Sandinista, alineada con el gobierno, y fuerzas de choque oficialistas conocidas como 'turbas'.


El Cenidh confirmó este sábado el poco más de medio centenar de víctimas, la mayoría de las cuales se dieron entre el 18 y el 22 de abril pasado.

Diálogo

En la víspera, los estudiantes, los principales organizadores de las manifestaciones contra Ortega, aceptaron el diálogo con el gobierno sandinista, y la Iglesia Católica le puso al gobierno varios requisitos (entre ellos frenar la represión) para comenzar las conversaciones. La vicepresidenta y esposa del presidente, Rosario Murillo, salió por la noche a leer una carta de Ortega. Dijo que aceptaban sentarse a hablar, pero que la represión a las protestas continuará.

La Universidad Centroamericana (UCA), llamó este sábado a la comunidad universitaria de Nicaragua a defender "la vida de los estudiantes", una parte de los cuales se encuentran atrincherados en campus estatales por temor a represalias.

Las multitudinarias manifestaciones a favor y en contra del presidente Ortega comenzaron con protestas en rechazo a unas reformas a la seguridad social y continuaron debido a las víctimas mortales de los actos de represión.

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Ortega ahora tiene dos días para demostrar "signos creíbles de su voluntad" para participar en un diálogo nacional, conforme el plazo dado por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), antes de anunciar si continúa siendo mediadora en eventuales acuerdos.

Mientras tanto, el Ejército de Nicaragua se distanció este sábado del presidente Ortega al asegurar que "no reprimirá" a la población que se manifiesta contra el gobierno, según dijo el portavoz del Ejército Manuel Guevara a la agencia de noticias AFP.

"No tenemos por qué reprimir a la población que se manifiesta en las calles", dijo Guevara. "Creemos que el diálogo es la solución".

Guevara aseguró que la posición de las fuerzas armadas en esta crisis esta apegada al mandato constitucional de "proteger objetivos vitales para el funcionamiento del país".

Lo que empezó a principios de la semana en Nicaragua como una demanda ciudadana pacífica en contra a una reforma impositiva de la seguridad social acabó solo unos días después como la peor matanza de las últimas tres décadas en el país.
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Las manifestaciones, lideradas por los estudiantes, fueron reprimidas por policías, antimotines y las llamadas turbas sandinistas (grupos afines al gobierno) dejando un saldo de al menos 38 muertos, cientos de detenidos (algunos de los cuales ya han sido liberados) y un número incierto de heridos y desaparecidos.
El rastro de sangre de la represión a las protestas, que se endureció entre el 19 y el 22 de abril, provocó mayor indignación en las calles y que las demandas de los manifestantes se ampliaran: de pedir la revocación del sistema de la seguridad social pasaron a exigir reformas democráticas en su país, donde durante más de una década Daniel Ortega ha liderado un gobierno con tintes autoritarios
“Estoy protestando porque es indignante la represión que están haciendo contra nuestro país”, le dijo a Univision Noticias el sábado 21 Ximena Robleto, una estudiante de medicina. “Nosotros no somos vándalos, no somos delincuentes. Estamos protestando”, respondió la joven ante las sugerencias de Daniel Ortega que atribuyó las muertes a las pandillas.
Entre los objetivos de los manifestantes en la marcha de ese sábado estaba tumbar dos ‘árboles de la vida’ como se les conoce a las enormes estructuras metálicas con luces de colores con los que la vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo ha decorado la capital de Nicaragua en los últimos años.
“No queremos más vestigios de ellos”, dijo un hombre que se identificó como Payán. Para los manifestantes, la caída de los árboles no es solo la caída de un costoso adorno (según reportes de prensa cada uno cuesta decenas de miles de dólares), sino también la de un símbolo del gobierno contra el que se rebelan.
Otros de los símbolos de las protestas son las banderas nicaragüenses. En algunos puntos del país, los manifestantes han retirado las banderas sandinistas (del partido en el poder) y han reivindicado sus colores nacionales. El himno de Nicaragua y canciones que apelan a la libertad nacional como ‘Nicaragua Nicaragüita’, también se escuchan habitualmente en las marchas.
Carlos y Raquel, dos amigos que protestaban el sábado en Managua, dijeron estar allí no solo por la reforma del sistema del seguro social sino por “todo lo que se ha perdido en los últimos 10 años”.
Conforme pasaban los días y aumentaba el número de muertos, las protestas se hicieron aún más masivas. Después de que varias universidades del país fueron focos de represión, decenas de estudiantes se atrincheraron en la Universidad Politécnica de Managua (UPOLI).
Muchos de los nicaragüenses que salen estos días a manifestarse a las calles tienen la sensación de que en el país se ha perdido el miedo y de que están viviendo un momento histórico.
El domingo, el presidente Daniel Ortega anunció que revocaría las reformas al sistema de seguridad social, pero eso no frenó las manifestaciones.
Esa noche, la policía volvió a reprimir a los estudiantes atrincherados en la UPOLI, dejando al menos un muerto y decenas de heridos.
Fernando Sánchez, un estudiante de comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) hizo una pancarta con dos casquillos de bala que recogió la semana pasada después de que la policía reprimiera a los estudiantes que se refugiaban en la catedral de Managua.
El lunes 23, una multitudinaria marcha inundó Managua. Decenas de miles de ciudadanos alzaron su voz contra la represión a los manifestantes al grito de “no eran delincuentes, eran estudiantes”. Muchos manifestantes también exigían la salida del gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.
Murillo fue uno de los principales de los focos de los gritos en las protestas. La vicepresidenta había definido a los manifestantes como “grupos minúsculos” y, para algunos manifestantes, la masiva participación en la protesta, fue la mejor respuesta.
Además de los que marchaban, cientos de personas animaban a los manifestantes en los lados de las calles por donde pasaban. Denis Peralta, de 67 años, estaba en un costado de una avenida con un cartel alusivo a los árboles de la vida quemados. El hombre dice que fue a la marcha para defender a la juventud.
Ese día marcó la bajada de tensión en las calles y desde entonces no se ha reportado represión de la policía y los antimotines. Sin embargo, los manifestantes siguen saliendo a las calles. Algunos de ellos comparan el gobierno de Ortega con la dictadura que él ayudó a derrocar en la revolución sandinista, la de Anastasio Somoza.
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Mientras, las vigilias siguen en el país a diario. El miércoles, en la rotonda Jean Paul Genie, donde el sábado los manifestantes habían derrumbado los árboles de la vida, plantaron cruces y flores en honor a los estudiantes caídos. Entre los asistentes al homenaje estaba Claudia Torres que llevó flores junto a sus tres hijos para enseñarles que “desde pequeños pueden hacer mucho por su país”.
Mientras el gobierno ha invitado a una mesa a diferentes sectores a un diálogo en el que la iglesia católica actuará de garante, los manifestantes exigen, entre otros requisitos que se respete la democracia, la libertad de prensa y expresión y que frene la represión a quien piensa diferente.
Pero aunque la represión paró, las listas que llevan los grupos de derechos humanos siguen sumando muertos. Hasta el momento el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos ha confirmado 38, aunque aún hay decenas de casos por confirmar, por lo que la cifra podría aumentar considerablemente.
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Lo que empezó a principios de la semana en Nicaragua como una demanda ciudadana pacífica en contra a una reforma impositiva de la seguridad social acabó solo unos días después como la peor matanza de las últimas tres décadas en el país.
Imagen Wilfredo Miranda
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