Cómo WhatsApp ayudó al ultraderechista Jair Bolsonaro a ser el favorito para ganar la presidencia de Brasil

La red de mensajería móvil perteneciente a Facebook ha tenido un rol fundamental en los comicios que pueden llevar a la presidencia de Brasil al ultraderechista Jair Bolsonaro. Sin participar en debates televisivos ni hacer campaña en las calles, el excapitán del Ejército y su equipo han hecho de esta aplicación su pilar propagandístico para promover 'fake news'.

Agnese Marra
Por:
Agnese Marra.
Jair Bolsonaro es el político de Brasil con más seguidores en Facebook (8 millones) y en Twitter (casi 2 millones).
Jair Bolsonaro es el político de Brasil con más seguidores en Facebook (8 millones) y en Twitter (casi 2 millones).
Imagen Antonio Lacerda

SAO PAULO, Brasil.- “Han cambiado a mi hijo, está irreconocible y todo es culpa de las redes”, nos dice con un hilo de voz Michelle Pinto, para contarnos que su “pequeño” de 22 años se ha convertido en una persona homófoba, racista, y en un fervoroso defensor del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro: “Nunca le interesó la política, la única vez que votó fue nulo y ahora sólo habla de Bolsonaro y está enganchado al móvil, a los vídeos que le mandan, a esos memes… Es como una droga”.

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Primero fueron unas preguntas extrañas, dice Michelle: que si el Partido de los Trabajadores (PT) iba a poner de ministro de Educación al diputado Jean Willys -un político de izquierdas y homosexual-, que si el petista Fernando Haddad, el adversario de Bolsonaro en las elecciones de este domingo, llegaba a la Presidencia las escuelas iban a educar a favor de los gays. Pero lo que más le llamó la atención sucedió hace un mes cuando le dijo que las urnas electrónicas estaban creadas para provocar una fraude electoral contra Bolsonaro. En ese momento se dio cuenta de que su hijo estaba siendo manipulado, pero ya era demasiado tarde: “No acepta argumentos, ni que le muestre otras informaciones y menos que le señale las contradicciones de las noticias que le llegan. Se las cree y punto, es como hablar con una pared”.

Un estudio de la consultora Ipsos afirma que entre 27 naciones de todo el mundo, Brasil es el país más proclive a creerse información falsa. Seis de cada diez brasileños confían ciegamente en las fake news, asegura este estudio publicado el pasado mes de julio. El WhatsApp es la red más usada en el gigante sudamericano. Entre un electorado de 147 millones, al menos 120 millones de votantes consultan más de treinta veces al día esta aplicación. El 66% de ellos reconoce que consume y comparte información política a través de esta mensajería móvil. Y el 90% pertenece a uno o más grupos de WhatsApp, lo que facilita la difusión de propaganda y la desinformación electoral.

Si atendemos al tipo de electores, el 81% de los seguidores del ultraderechista usa esta aplicación. Mientras que entre el electorado de Fernando Haddad, el número de usuarios disminuye a un 59%. Si estos datos se aplican a una sociedad profundamente polarizada entre antipetistas -contrarios al Partido de los Trabajadores- y el resto -en el que entra gente de izquierda, de centro, contraria a la ultraderecha-, ávida por defender su punto de vista a cualquier costo, las fake news encuentran el terreno idóneo por el que expandirse.

El candidato de las redes

Como sucedió en las elecciones estadounidenses en las que salió elegido Donald Trump y en los recientes comicios mexicanos y colombianos, las fake news -en el caso de Brasil transmitidas mayoritariamente a través del WhatsApp- también se han convertido en el pilar propagandístico de la campaña.

El candidato presidencial ultraderechista es líder en los sondeos de intención de voto para las elecciones del 7 de octubre en Brasil. Es un defensor de la última dictadura militar y ha generado diversas protestas por sus insistentes declaraciones machistas, racistas y homófobas.
Video Así es Jair Bolsonaro, el ‘Trump de Brasil’ que lidera las encuestas para las elecciones del domingo


El candidato que mejor ha sabido sacar partido a este fenómeno también ha sido el que más necesitaba de una plataforma distinta para promocionarse. El excapitán del ejército, Jair Bolsonaro, afiliado al PSL, un partido hasta ahora minúsculo y el único que le aceptó como candidato presidencial, apenas tenía ocho segundos de propaganda electoral en la televisión. Internado en un hospital tras ser apuñalado por un desequilibrado, el ultraderechista tampoco podía hacer campaña en la calle. Las redes, que son el terreno en el que se mueve como pez en el agua, han sido su refugio.

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Jair Bolsonaro es el político de Brasil con más seguidores en Facebook (8 millones) y en Twitter (casi 2 millones). Desde hace dos años, un ejército de jóvenes trabaja de manera voluntaria para gestionar sus videos y apariciones en las redes, crear y distribuir memes y fake news. Pero en esta campaña también se han sumado profesionales como la empresa de medios digitales AM4.


Todavía queda por confirmar si el candidato del PSL también recibió el apoyo de diversos empresarios, que según una investigación de la Folha de Sao Paulo, habrían pagado tres millones de dólares por un servicio de marketing digital que consistiría en una distribución continua de millones de mensajes a través de WhatsApp favorables a Bolsonaro y que difamarían al Partido de los Trabajadores. De confirmarse esta información, el candidato habría cometido varias ilegalidades: recibir donaciones de personas jurídicas; no declarar todo el dinero invertido en su campaña; y habría usado bases de datos compradas a terceros para distribuir sus mensajes.

El mismo día que el diario brasileño daba a conocer esta información, se publicaba otra investigación de Cristina Tardáguila (Agencia Lupa de fast checking), Pablo Ortellado (Universidad de Sao Paulo), y Frabrício Benevenuto (Universidad de Minas Gerais) en la que se advertía sobre el impacto de la desinformación compartida en WhatsApp. Este equipo analizó 846.905 mensajes de 347 grupos diferentes, y verificó que de las 50 imágenes más distribuidas entre el 16 de agosto y el 7 de octubre (campaña del primer turno electoral) apenas 4 eran verdaderas.

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El envío de mensajes se recrudeció la semana antes de la primera vuelta electoral, justo después de las manifestaciones masivas que organizaron las mujeres brasileñas contra el candidato ultraderechista bajo el lema EleNao (Él No). El candidato Haddad fue el objetivo principal de los ataques. Una de las propagandas más enviadas acusaban al petista de crear un “kit gay para niños de seis años”, refiriéndose a un proyecto, que nunca se puso en marcha, que planeaba formar a los profesores en derechos LGTB.

Otra noticia aseguraba que con el candidato del PT se legalizaría la pedofilia. Una foto de una menor a la que le tapan la boca bajo el título “Hace la pedofilia legal. El sexo con niños a partir de doce años deja de ser crimen”, llegó a millones de usuarios. Esta información falsa se refiere a un proyecto de ley que plantea la posible rebaja en la edad de 14 a 12 años para que cualquier relación sea considerada violación. Una propuesta que hasta hora está parada en el Senado y que nunca estuvo vinculada a Haddad. Otra de las fotos que más vitalizaron se veía al expresidente Lula da Silva en un acto político y justo detrás aparecía Adélio Bispo de Oliveira, el hombre que apuñaló a principios de campaña a Jair Bolsonaro. Días después se comprobó que la foto era un montaje con la cara del agresor. Pero todavía se mandan otra informaciones que buscan vincular a Adélio Bispo de Oliveira con el PT.

“Está siendo una campaña muy mentirosa y el nivel de noticias falsas es infinitamente superior en el lado de Bolsonaro. Tiene detrás una producción profesional y sus bases de datos tienen segmentación geográfica y nivel adquisitivo, por lo que está muy claro que hay una técnica muy trabajada por detrás”, dice Alessandra Aldé, coordinadora del grupo de investigación de la Universidad Estatal de R´Io de Janeiro, encargado de monitorear 90 grupos de WhatsApp que apoyan a los candidatos presidenciales.

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El silencio del Tribunal Superior Electoral

El artículo 222 del Código Electoral advierte sobre la difusión masiva de fake news y señala que, de comprobarse que el resultado de las elecciones se ha visto influido por la propagación de noticias falsas, los comicios podrían llegar a anularse. Hasta ahora ningún juez del TSE se ha pronunciado al respecto y la investigación sobre la supuesta financiación ilegal de empresarios en la campaña del ultraderechista sigue abierta. “El TSE no ha estado a la altura de las circunstancias y no ha defendido este proceso electoral ni siquiera después de haber recibido los duros ataques lanzados por Bolsonaro”, decía el periodista Leonardo Sakamoto en su columna en el portal UOL.

SAO PAULO, BRAZIL - SEPTEMBER 29: Women protest against the far-rights presidential candidate on September 29, 2018 in Sao Paulo, Brazil. The protests occurred simultaneously in several Brazilian cities, against Jair Bolsonaro, the far rights presidential candidate. Protests included an internet campaign (#elenão and #himnot) which was joined by many women from various countries. Corinthians fans, Brazil's biggest soccer team, and other social groups also joined. (Photo by Victor Moriyama/Getty Images)
SAO PAULO, BRAZIL - SEPTEMBER 29: Women protest against the far-rights presidential candidate on September 29, 2018 in Sao Paulo, Brazil. The protests occurred simultaneously in several Brazilian cities, against Jair Bolsonaro, the far rights presidential candidate. Protests included an internet campaign (#elenão and #himnot) which was joined by many women from various countries. Corinthians fans, Brazil's biggest soccer team, and other social groups also joined. (Photo by Victor Moriyama/Getty Images)
Imagen Victor Moriyama/Getty Images


El equipo de investigación del profesor Ortellado prefirió dirigirse a directamente a la directiva de WhatsApp para solicitar a la empresa que emprendiera una serie de cambios en su aplicación durante el periodo electoral. Tras la investigación concluyeron que reducir el número de veces que puede ser enviado un mensaje -de 20 que permite la red a cinco que sugieren los académicos- y disminuir el número de participantes dentro de un mismo grupo, serían medidas que implementadas podrían “ayudar a frenar el fenómeno de desinformación masiva que tenemos ahora”, decía Pablo Ortellado en The New York Times.

WhatsApp respondió a los académicoS que no podrían llevar a cabo esos cambios en tan poco tiempo, pero sí decidieron cancelar la cuenta de cientos de miles de brasileños que podrían estar vinculados en la campaña del ultraderechista, entre ellas la de Flávio Bolsonaro, hijo del candidato del PSL. "La empresa está comprometida en reforzar las políticas por igual y de manera justa para proteger las experiencias del consumidor", dijo la vicepresidentA de Políticas y Comunicación de WhatsApp, Victoria Grand.

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A pesar de las polémicas y de las denuncias de financiación ilegal, Jair Bolsonaro se mantiene como candidato puntero para el segundo turno que disputará este domingo contra el petista, Fernando Haddad. La última encuesta del Ibope le dio un punto por debajo de la anterior, pero su diferencia con el del Partido de los Trabajadores sigue siendo de trece puntos. Todo apunta a que el ultraderechista está cada vez más cerca de llegar al Palacio de Planalto.

Jair Bolsonaro (en la imagen en Río de Janeiro en 1988) nació en Campinas, en el estado de Sao Paulo, en 1955. Es un militar reservista y diputado federal de Brasil. Entró en la “gran política” en 1991 después de salir del Ejército amonestado por intentar planear un atentado para protestar por los bajos salarios de los soldados. Está en su séptimo mandato en la Cámara de Diputados, elegido por el Partido Progresista.
Su figura se popularizó por la irreverencia en sus discursos, llenos de racismo, apología a la violencia y el odio. "No te violo porque no lo mereces", “a los homosexuales no se les quiere, se les aguanta” y “las mujeres deben ganar menos porque se quedan embarazadas”, son algunas de las expresiones públicas extremistas y agresivas que ha utilizado en su vida política. Esta fotografía fue tomada en 1988.
En sus casi tres décadas como diputado pasó por ocho partidos diferentes, siempre fiel a la bancada parlamentaria formada por exmilitares y policías. Como diputado, se dio a conocer por sus elogios al periodo dictatorial y defender la tortura. En la fotografía, Bolsonaro saluda a un niño vestido de militar durante la campaña electoral en mayo de 2018, en Sao Paulo.
Hasta 2010, Bolsonaro era un 
<i>outsider</i> en el Congreso. Durante los gobiernos de Lula da Silva (PT), se mantuvo en un segundo plano. Con la llegada de Dilma Rousseff al poder, sucesora de Lula, se creó una Comisión de la Verdad para dar a conocer las atrocidades de la dictadura. Esto provocó la ira de Bolsonaro quien rápidamente declaró la guerra al PT. En las elecciones generales de 2014, fue el diputado más votado del Estado de Río de Janeiro.
La popularidad de Bolsonaro subía mientras la de los partidos tradicionales bajaba, acosados por los escándalos de corrupción. El PT de Lula fue relacionado con la operación Lava Jato y apartado del poder tras un polémico impeachment contra Dilma Rousseff. Las principales figuras de otros partidos también resultaron implicadas en casos de corrupción: el PSDB, de Aécio Neves, y el MDB, del presidente Michel Temer, que además dejó al país en la peor crisis económica de la última década.
El exmilitar se mantuvo ajeno a estos escándalos y, con los grandes partidos disminuidos, se postuló como el político 
<i>antiestablisment</i>, limpio de corrupción y sin pelos en la lengua. Su discurso agresivo caló rápidamente en una sociedad indignada, polarizada, cansada de sus políticos tradicionales y ávida de de nuevos símbolos en los que confiar.
El 6 de septiembre de 2018, durante un acto político en la ciudad de Juiz de Fora, en Minas Gerais, fue apuñalado en el abdomen. El candidato es padre de Carlos Bolsonaro, concejal en el municipio de Río de Janeiro, Flávio Bolsonaro, diputado del estado de Río de Janeiro, y de Eduardo Bolsonaro, diputado federal por el estado de Sao Paulo. Todos elegidos por el PSC, partido al que todos están afiliados actualmente.
En el ataque, Bolsonaro sufrió tres perforaciones en el intestino delgado y una lesión grave en el intestino grueso. Fue operado con éxito y continuó la campaña electoral. El ultraderechista quiere militarizar la educación, incorporar el estilo de las escuelas militares a la red pública y recuperar asignaturas heredadas de la dictadura como Educación, Moral y Cívica.
En un país en el que mueren asesinadas 60,000 personas al año, Bolsonaro defiende acabar con el estatuto de desarmamento y seguir el modelo estadounidense para que “todos los brasileños puedan tener un arma con la que defenderse”. Propone endurecer las penas para el narcotráfico, castración química para los violadores y control de natalidad en las clases más pobres a través de ligaduras de trompas en mujeres y vasectomías en hombres.
Bolsonaro se proclama como el “salvador de Brasil” con un programa ultraconservador en las costumbres y ultraliberal en lo económico. Defiende un retorno a los valores tradicionales para combatir “los excesos de una izquierda que sólo ayuda a los vagos”, ha dicho en diversas ocasiones para referirse a las minorías representadas por el movimiento negro, el indígena, y colectivos feministas y LGBT. Grandes manifestaciones contra Bolsonaro han sido organizadas en todo el territorio brasileño. Protestan unidos por la consigna ‘Ele Nao’ ('Él no', en portugués).
Este 28 de octubre, tras una campaña profundamente polarizada, Bolsonaro se proclamó presidente de Brasil con más del 55% de los votos. A partir del próximo 1 de enero y hasta el 2022 estará al frente de la nación sudamericana.
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Jair Bolsonaro (en la imagen en Río de Janeiro en 1988) nació en Campinas, en el estado de Sao Paulo, en 1955. Es un militar reservista y diputado federal de Brasil. Entró en la “gran política” en 1991 después de salir del Ejército amonestado por intentar planear un atentado para protestar por los bajos salarios de los soldados. Está en su séptimo mandato en la Cámara de Diputados, elegido por el Partido Progresista.
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