EL PASO, Texas. Alfonso RodrĂguez ha sentido muchas veces que hacĂa el commute mĂĄs largo y lento que uno podĂa imaginar. Para llegar a la florerĂa donde trabaja, ha marcado rĂ©cords de una hora y media para cruzar a pie los 500 metros (0.4 millas) del puente que separa Ciudad JuĂĄrez y El Paso. En auto, recuerda tiempos de hasta tres horas.
El âcommuteâ mĂĄs lento del paĂs
Los puentes entre MĂ©xico y Estados Unidos determinan el dĂa a dĂa de los habitantes de la frontera. Los tiempos de espera para pasar la aduana y el trato de los agentes generan las principales quejas.


Este cajero de 24 años vive en MĂ©xico y trabaja en Estados Unidos. âAquĂ es muy comĂșn llegar tarde al trabajo por culpa del cruceâ, dice RodrĂguez, que ha visto una mejora en su ruta al trabajo en las Ășltimas semanas.
Quejarse por el cruce es comĂșn en AmĂ©xica, la regiĂłn fronteriza entre Estados Unidos y MĂ©xico, que concentra mĂĄs de 14 millones de habitantes y discurre por 1,989 millas de oeste a este.

De cada 100 habitantes en la zona fronteriza, 44 dicen que el tiempo que invierten para cruzar la frontera ha empeorado en los Ășltimos cinco años, segĂșn una macroencuesta realizada de ambos lados para Univision, el Dallas Morning News y Cronkite News, de la Universidad Estatal de Arizona. Quienes dicen que la espera se acrecentĂł superan a quienes creen que se mantuvo (33%) y quienes sienten que se ha reducido el tiempo (15%).
Llevar el pasaporte en el bolsillo, pagar para cruzar el puente, esperar en fila y responder a un agente fronterizo es tan comĂșn en la frontera como ir a trabajar, comprar o visitar a la familia. Porque miles de personas necesitan cruzar las aduanas para llevar a cabo esa cotidianidad.
Cada dĂa mĂĄs de 680,000 personas entran a Estados Unidos desde MĂ©xico y CanadĂĄ por tierra, ya sea a pie, en automĂłvil o en autobĂșs, segĂșn datos de la Patrulla Fronteriza. Solo andado, en 2015, se registraron mĂĄs de 40 millones de entradas por la frontera Sur.
âLas ciudades fronterizas dependen de su conectividad con el otro lado para su economĂa, su sociedad y para conectara las familiasâ, dice Christopher Wilson, director adjunto del Mexico Center, que forma parte del think tank sobre relaciones internacionales Wilson Center.
Y sus habitantes son conscientes de eso. El 74% de los habitantes de la frontera dice que su localidad depende de la ciudad hermana en el otro paĂs. Por paĂses, 7 de cada 10 mexicanos lo afirman, mientras que en Estados Unidos lo creen 8 de cada 10.
Es una regiĂłn en la que, a pesar de las verjas y los controles, se encuentran dos paĂses y forman grandes ĂĄreas urbanas binacionales e interdependientes, como San Diego y Tijuana, Yuma y San Luis Colorado, Laredo y Nuevo Laredo, Brownsville y Matamoros. Y la zona mĂĄs poblada de todas: Ciudad JuĂĄrez, en Chihuahua, y El Paso, en Texas.
El puente de Santa Fe, que conecta los centros de JuĂĄrez y El Paso, dibuja a primera hora un trajĂn constante de viandantes y vehĂculos.
Los encuestados que mĂĄs se quejan por la espera viven en la frontera entre los estados de Arizona y Sonora, donde la mayorĂa dice que empeorĂł con el tiempo. El descontento se extiende tambiĂ©n a los habitantes de San Ysidro, California; Nuevo Laredo, Tamaulipas, y tambiĂ©n en Del RĂo y El Paso, ambas Texas.
Arturo AgalĂs corre a buscar el autobĂșs que lo lleva a trabajar a una empresa de radiadores: âTardo media hora para pasar la aduanaâ. Lo mismo que Lili Reyes, que va camino a la tienda de deportes en la que atiende cinco dĂas a la semana. âHasta una hora, o incluso mĂĄsâ, dice Rosa LĂłpez, una estudiante de Relaciones Internacionales.
En el cruce entre Ciudad JuĂĄrez y El Paso, buena parte de los usuarios tiene pasaporte estadounidense o permiso de residencia, lo que les da acceso a filas mĂĄs rĂĄpidas en la aduana y a menos preguntas de los agentes. Sin embargo, en tierra de frontera, existe un curioso permiso para entrar a Estados Unidos: las llaman visas lĂĄser, permiso de cruce, visas localesâŠ
Se refieren a lo mismo. Permiten a los mexicanos que viven cerca de la frontera cruzar solamente a comprar o pasear, Ășnicamente hasta unas decenas millas al norte de la frontera. En los puentes de acceso, es comĂșn encontrarse con mexicanos con ese permiso que, en realidad, trabajan ilegalmente como limpiadoras o jardineros. Y es comĂșn ver cĂłmo los agentes fronterizos los someten a un aluviĂłn de preguntas para que demuestren que solo van a comprar.
.jpg&w=1280&q=75)


"¿Por qué estå usted cruzando?"
Reportes del sindicato ACLU denuncian un âtrato abusivoâ por parte de algunos agentes debido a âuso de fuerza excesiva, abuso verbal, bĂșsquedas desmesuradas e intimidaciĂłnâ que invadirĂan los derechos legales de quienes cruzan la frontera. Quejas de este tipo han llegado a ser oĂdas en el Congreso de Estados Unidos y la Patrulla Fronteriza ha alegado que son casos concretos e investigados.
En El Paso, dice Sara Ortega, de 27 años, que âunos son muy groseros y otros muy amablesâ, y que ella ha vivido casos en que agentes han preguntado que âpor quĂ© eres tan huevona, por quĂ© no tienes dinero, por quĂ© no trabajasâ.
Todo alarga los tiempos de cruce. El problema, eso sĂ, se vive para pasar de MĂ©xico a Estados Unidos, y no viceversa, donde en la mayorĂa de casos los agentes ni identifican ni registran a quien entra a tierra mexicana. Y se sufre especialmente en los accesos en vehĂculo privado.
Una hora para atravesar un puente, dos y tres horas en casos extremos, en las que uno se entretiene mirando el Facebook, hablando por teléfono, cantando, hablando, compråndole bebida a alguno de los vendedores ambulantes que pasan entre los carros.
Solo en la Ășltima semana, algunos puentes para automĂłviles registraron medias de entre 30 y 50 minutos de retrasos, lo que implica que hubo momentos crĂticos en que las esperas superaron la hora. Algunos cruces en Calexico (California), El Paso y Eaglepass (Texas) acumularon los mayores promedios, segĂșn un monitoreo de Univision Noticias de la pĂĄgina web de la Patrulla Fronteriza.
Concretamente en El Paso, la apertura de nuevos accesos, el (aparente) aumento de agentes y vĂas de entrada rĂĄpida para permisos de residencia electrĂłnicos han disminuido los tiempos de espera en las Ășltimas semanas, segĂșn los peatones y conductores consultados.
âLas esperas largas e impredecibles incrementan el costo para los negocios, disuaden a la gente de cruzar a comprar a El Paso y crean inconvenientes para visitar a familiares y amigosâ, dice por correo electrĂłnico el congresista demĂłcrata Beto OâRourke, que representa los intereses de esta ciudad texana en Washington, DC.

Varios estudios hablan de un millonario impacto econĂłmico por cada minuto de retraso en la frontera. OâRourke puso en marcha hace unas semanas una iniciativa en redes sociales para que los habitantes del ĂĄrea le dijeran cuĂĄnto tardan y cĂłmo son tratados.
Bajo el hashtag #EPbridges, los internautas hablan de 20 minutos de espera, de 45, de 1 hora, de dos horas. Para algunos, el commute mĂĄs largo que pueden imaginar.