EAGLE PASS, Texas. Si el jugador se concentra sobre el green podrá escuchar las voces al otro lado del rÃo entre el swing del palo y el pasto que se desprende del golpe.
Un campo del golf atrapado entre el muro fronterizo y el rÃo Grande
Eagle Pass, en Texas, fue la primera ciudad fronteriza de Estados Unidos en entablar una demanda contra el gobierno federal por la construcción del muro.


El campo de golf, los dos terrenos de fútbol y el de béisbol del Shelby Park de Eagle Pass, Texas, están atrapados entre la frontera natural que separa a Estados Unidos de México —el rÃo Grande— y el muro fronterizo construido por el gobierno federal, bajo la protesta del pueblo entero.
La cerca metálica, negra, de 14 pies de alto y 1.8 millas de extensión, costó 11 millones de dólares, y forma parte de las 653 millas de barreras y vallas construidas por Washington desde 2006 a lo largo de las 19,989 millas de frontera terrestre con México, para prevenir un ataque terrorista del calibre del 11-S.
Eagle Pass fue el primer asentamiento estadounidense establecido a orillas del RÃo Grande por el general Joseph O. Shelby en 1848, en el lugar exacto que hoy ocupa el Shelby Park. Dentro de los lÃmites de la ciudad viven unas 30,000 personas y 57,000 en todo el condado de Maverick. El 98% de ellos son hispanos de origen mexicano, y muchos tienen negocios o familia al otro lado del rÃo.

En 2008, cuando se planteó el proyecto de levantar este trozo de muro, Eagle Pass fue la primera de ciudad fronteriza en entablar una demanda contra el gobierno federal, que le costó miles dólares y que finalmente perdió.
—El gobierno federal iba a entrar y a quitar un parque que es muy importante para la ciudad, un espacio recreativo para la comunidad –dice el alcalde de Eagle Pass, Ramsey English Cantu.
Ambas partes llegaron a un acuerdo intermedio: conservar el Shelby Park, atravesándolo con la cerca, y ensanchar el camino destinado a los carritos de golf para que las camionetas de la patrulla fronteriza pudiesen circular por allÃ. La única utilidad que tiene la valla para la ciudad es la de servir de cerco durante los festivales que se celebran el parque, como el del 4 de Julio, para ayudar a filtrar la entrada.
Una amplia mayorÃa de los pobladores de la frontera, tanto en Estados Unidos como en México, rechaza la construcción estos cercos, según muestra una encuesta realizada en abril de este año para Cronkite News, de la Universidad de Arizona, Univision y el Dallas Morning News en 14 ciudades.
—Con lo que se gastó hubiésemos puesto más agentes fronterizos y hubiese sido una mayor contribución para el desarrollo de la frontera. La barda no ha eliminado la situación que tenemos –sostiene el alcalde.
La seguridad pública es la principal fuente de trabajo en Eagle Pass: solo la Patrulla Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) y la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) emplean a unos 500 agentes. Luego están la ganaderÃa y el comercio, que depende en gran parte de las compras mexicanas, y las industrias asentadas en Piedras Negras y sus alrededores.

Buena parte de los ingenieros y el personal calificado que trabaja en la planta de cerveza de Constellation Brand —la más grande del hemisferio, donde se producen las marcas Corona, Negra Modelo, Modelo Especial y PacÃfico que se distribuyen en EEUU— viven también en Eagle Pass y cruzan diariamente a México.
Las restricciones en el paso fronterizo implementadas a partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001 han ralentizado esta dinámica natural de intercambio. Cruzar de ida y vuelta alguno de los dos puentes internacionales que comunican a Eagle Pass y Piedras Negras requiere hasta cuatro horas, un recorrido que antes del 11-S no tomaba más de media hora. Y estos retardos se replican en los 48 puentes que comunican a Estados Unidos y México.
—Hay gente que simplemente hoy en dÃa decide no cruzar la frontera porque es demasiado complicado y no saben cuántas horas van a pasar para poder regresar, dice Christopher Wilson —investigador del Wilson Center.
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Desde el 11-S, señala Wilson, para Estados Unidos ha sido un reto compaginar la seguridad nacional con las necesidades de los pobladores de la frontera: se han abierto nuevos cruces, se han modernizado los existentes, pero el gobierno no ha hallado la fórmula de inversión necesaria para garantizar la conectividad de la que dependen las economÃas y las relaciones sociales de estos pueblos.
—Hay que ver cómo se pueden manejar mejor los riesgos y qué inversión está mejor utilizado cada dólar del gobierno federal en términos de seguridad fronteriza, si un muro, o un cruce fronterizo, más agentes. Qué rinde más en términos de seguridad fronteriza y en términos económicos, y sobre esos cálculos hacer una polÃtica federal fronteriza bastante robusta —concluye Wilson.
La oficina de la Patrulla Fronteriza en el sector Del Rio, a cargo de la seguridad en las 50 millas de frontera que ocupa el condado de Maverick en el sur de Texas, defiende la construcción del cerco alegando que es un "elemento disuasivo" para quienes intentan entrar ilegalmente al paÃs, que les permite hacer mejor su trabajo.

"Antes de la construcción de los 1.8 millas de valla de seguridad en Eagle Pass, cerca de los puentes internacionales, esta área era una de las más activas para las actividades ilegales que se desarrollan en el sector Del Rio de la frontera. Antes de que se estableciera la valla, el tráfico ilÃcito era capaz de colarse de forma rápida en el centro y los barrios adyacentes. La valla ha reducido considerablemente este corredor, permitiendo a los agentes de la Patrulla Fronteriza responder más rápida y eficazmente", respondió la Patrulla Fronteriza a Univision Noticias a través de un comunicado.
La opinión general de Eagle Pass es que tanto el muro que a atraviesa el Shelby Park como las medidas adoptadas por el gobierno federal tras el 11-S han sido una inversión inútil y perjudicial para los negocios de la ciudad.
—Muchos mexicanos quieren venir a comprar una barra de pan, unos dulces americanos que les gustan. No vienen a robar, no vienen a matar, no vienen a hacer nada. Ahora viene menos gente que antes porque, para comenzar, les subió mucho el costo del pasaporte y las visas para pasar. ¿Una familia pobre cómo le va a sacar visas a sus niños, que cuestan 600-700 dólares, si ganan 15 dólares al dÃa? Y después del 2001 también se pusieron estrictos en el puente, no saben cómo tratar a la gente —dice BenjamÃn ‘Bennie’ RodrÃguez.

RodrÃguez es comerciante, nacido en Eagle Pass, y este año fue elegido por los vecinos de Piedras Negras como Mr. Amigo 2016, en la ceremonia del Abrazo de la Amistad que celebran anualmente los dos pueblos sobre el puente internacional número uno. Tanto el padre de RodrÃguez como la mayorÃa de los clientes que solÃan venir a su tienda, con los centavos justos para comprar vÃveres, eran mexicanos de Piedras Negras.
—El que tiene más dinero se va a comprar a San Antonio, a San Marcos, a Los Sauces, a Austin. Y aquà para allá, ¿quién quiere pasar cuatro horas en el carro nada más que para ir a Piedras Negras? En cuatro horas te vas de aquà a Houston —dice RodrÃguez.
Sin vecinos que le visiten, Eagle Pass se va convirtiendo de a poco en un pueblo fantasma, con un impecable campo de golf atravesado por un muro.