El robo de tumbas y donaciones de cuerpos a la ciencia: cómo obtienen cadáveres las facultades de medicina

Aunque se conocen otras prácticas como el robo de cuerpos de las tumbas, ha habido poca o ninguna difusión de los miles de estadounidenses que en el siglo XX, rompiendo con tabúes, entregaron sus propios cuerpos a la educación y la investigación médicas.

Por:
Susan Lawrence y Susan E. Lederer*.
El programa de donación de cadáveres de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas se encarga de los costos del proceso de embalsamiento y transporte del cuerpo a sus instalaciones.
Video La donación de cadáveres, una práctica poco conocida que favorece el avance de la ciencia

En 1956, Alma Merrick Helms anunció que se dirigía a la Universidad de Stanford. Pero ella no asistiría a clases. Al enterarse de que había una “escasez especial de cuerpos de mujeres” para estudiantes de medicina, la actriz semiretirada había llenado formularios para donar su cadáver a la facultad de medicina tras su muerte.

Como historiadoras de la medicina, estábamos familiarizadas desde hace mucho tiempo con las trágicas historias de robos de tumbas en los siglos XVIII y XIX. Los estudiantes de medicina tenían que hacerse con cuerpos desenterrados si querían cadáveres para diseccionar.

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Pero ha habido poca o ninguna discusión sobre los miles de estadounidenses que en el siglo XX buscaron una alternativa al entierro tradicional: esos hombres y mujeres que entregaron sus cuerpos a la educación y la investigación médicas.

Así que decidimos investigar esta forma especialmente física de filantropía: personas que literalmente se entregan. Y ahora estamos escribiendo un libro sobre este tema.

Ladrones de tumbas y criminales ejecutados

A medida que se abrían más y más facultades de medicina antes de la Guerra Civil, la profesión se enfrentaba a un dilema. Los médicos necesitaban abrir cadáveres para aprender anatomía porque nadie quería ser operado por un cirujano que solo había sido entrenado estudiando libros.

Pero para la mayoría de los estadounidenses descuartizar seres humanos muertos era un sacrilegio, una repugnante falta de respeto.

De acuerdo con el ethos de la época, solo los criminales merecían ese destino después de la muerte, y los jueces intensificaron las sentencias de muerte de los asesinos agregando el insulto de la disección después de sus ejecuciones.

El 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el coronavirus como una pandemia global. A raíz de esto, Estados Unidos hizo una declaración de emergencia y muchos cambios vinieron alrededor del mundo, como el uso obligatorio del tapabocas y el distanciamiento social. A pesar del tiempo que ha pasado, el origen de este virus sigue siendo incierto y por eso la Cámara de Representantes le pidió a Biden desclasificar documentos al respecto. Puedes ver en ViX más noticias gratis.
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Como en vida, los cuerpos de las personas esclavizadas también fueron explotados en la muerte, ya fuera destinados a su disección por sus amos o robados de sus tumbas.

Pero nunca hubo suficientes cuerpos disponibles legalmente, por lo que floreció el robo de tumbas.

Los pobres no reclamados

Para satisfacer la creciente demanda de cadáveres por parte de los profesionales de la medicina, Massachusetts promulgó la primera ley de anatomía. Esta medida, aprobada en 1831, hizo que los cuerpos de las personas que no habían sido estuvieran disponibles para su disección en escuelas de medicina y hospitales.

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Con la apertura de más facultades de medicina y los escándalos de robos de tumbas que obligaron a los políticos a actuar, finalmente entró en vigor una legislación similar en todo Estados Unidos.

Uno de los incidentes más visibles ocurrió cuando el cuerpo del exrepresentante John Scott Harrison, hijo y padre de dos presidentes de EEUU, involuntariamente apareció en una mesa de disección de Ohio en 1878.

En muchos estados, los familiares y amigos pueden reclamar un cuerpo que de otro modo estaría destinado a la disección, pero solo si pueden pagar los costos del entierro.

Cuerpos donados

Sin embargo, no todos compartían el horror ante la sola idea de ser diseccionados.

A fines del siglo XIX, un número creciente de estadounidenses estaba dispuesto a permitir que los estudiantes de medicina cortaran sus cuerpos antes de su eventual entierro o cremación. Aparentemente, la idea no los asustaba ni disgustaba.

Los médicos se ofrecieron como voluntarios, pero también lo hicieron enfermeras, dueños de tiendas, actores, académicos, trabajadores de fábricas y librepensadores, incluso prisioneros a punto de ser ejecutados. Algunos eran personas que simplemente buscaban evitar los gastos del funeral.

Otros estadounidenses esperaban que los médicos usaran sus cuerpos para investigar sus enfermedades, mientras que otros querían permitir que "la ciencia médica amplíe su conocimiento por el bien de la humanidad", como pidió George Young, un exfabricante de carretas, antes de morir en 1901.

Trasplantes de córnea

A fines de la década de 1930, los avances en la cirugía de trasplante de córnea hicieron posible que los estadounidenses obsequiaran sus ojos para restaurar la vista de hombres, mujeres y niños ciegos y con discapacidad visual.

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Junto con las campañas de donación de sangre de la Segunda Guerra Mundial, las conmovedoras historias sobre los trasplantes de córnea difundieron una comprensión radicalmente nueva de la generosidad corporal.

A medida que en la década de 1940 y principios de la de 1950 se extendieron los esfuerzos para atraer donantes que comprometieran sus ojos en el momento de la muerte, también lo hizo un nuevo problema para los anatomistas: una disminución en el número de cuerpos no reclamados.

Los anatomistas culparon a una serie de factores: el aumento de la prosperidad en los años de la posguerra; nuevas leyes que permitieron a los departamentos de bienestar del condado, la ciudad y el estado enterrar a los no reclamados; beneficios por muerte de veteranos; beneficios por muerte del Seguro Social; y extensión por parte de grupos eclesiásticos y órdenes fraternales para cuidar de sus miembros afectados por la pobreza.

Querida Abby y 'Reader's Digest'

A mediados de la década de 1950, surgieron preocupaciones sobre la escasez de cadáveres para las clases de anatomía. Pero la cobertura mediática de las personas que habían optado por donar sus cuerpos comenzó a influir en otros para que hicieran lo mismo. Buenos ejemplos fueron una columna de consejos de Dear Abby (Querida Abby) publicada en 1958, y un artículo de Reader's Digest en 1961.

En 1962, el defensor unitario Ernest Morgan publicó Un manual de entierro simple, que promovía los servicios conmemorativos como alternativas a los funerales lujosos. Incluyó un directorio de facultades de medicina y facultades de odontología que aceptaban donaciones de cuerpos.

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La periodista Jessica Mitford, en su libro tremendamente popular de 1963 que arremetió contra la industria funeraria, The American Way of Death, también respaldó esa práctica. Ella ayudó a que el hecho de entregar el cuerpo de uno a la ciencia fuera una alternativa respetable, incluso noble, a los costosos entierros convencionales.

A principios de la década de 1960, líderes protestantes, católicos y judíos reformistas también se pronunciaron a favor de donar cuerpos a la ciencia.

A fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, algunos departamentos de anatomía comenzaron a organizar servicios conmemorativos para reconocer a los donantes y brindar un cierre a sus seres queridos. La noticia de tales esfuerzos alentó aún más la donación de todo el cuerpo.

Cartas de aliento

Revisamos docenas de cartas inéditas enviadas y recibidas por donantes desde la década de 1950 hasta principios de la de 1970, en las que los profesores de anatomía animaban a los posibles donantes de cuerpos a verse a sí mismos como héroes para la ciencia médica. Los primeros donantes expresaron con frecuencia esta visión altruista, queriendo que sus cuerpos mortales participaran en el avance del conocimiento.

A mediados de la década de 1980, la mayoría de las escuelas de medicina y odontología dependían de los cuerpos donados para enseñar anatomía, aunque algunos cuerpos no reclamados todavía llegan hoy a las escuelas de medicina.

La tecnología ha revolucionado la enseñanza de la anatomía, como con el Proyecto Humano Visible de la Biblioteca Nacional de Medicina, pero aún se necesitan cadáveres. Las imágenes y los modelos no pueden reemplazar la experiencia práctica con el cuerpo humano.

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Mientras que muchos estadounidenses alguna vez consideraron a los estudiantes de medicina como "carniceros" por explotar a sus amados muertos, los estudiantes contemporáneos honran a lo que algunos de e stos futuros médicos llaman sus "primeros pacientes" por el precioso regalo que se les ha dado.


*Susan Lawrence es profesora de Historia de la Universidad de Tennesseee y Susan E. Lederer es profesora de Historia médica y Bioética de la Universidad de Wisconsin-Madison

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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Muchos descubrimientos fortuitos han revolucionado la medicina, la moda, la cosmética, los electrodomésticos y hasta los juguetes para niños. Algunos de estos felices accidentes han mejorado drásticamente la vida cotidiana. 
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<br>El sitio 247WallSt.com analizó sitios como que History, Reader's Digest y Business Insider para determinar cuáles han sido los que más han influido. En algunos casos, un descubrimiento accidental inicial por parte de una persona condujo a una invención posterior por parte de otra. En este caso, solo se tomó en cuenta el descubrimiento inicial. Estos son los resultados. 
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<h3 class="cms-H3-H3">1. Quinina</h3>
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<br>Los jesuitas introdujeron la quinina como tratamiento para la malaria en Europa en el siglo XVII, después de que descubrieran que los pueblos indígenas andinos la utilizaban. 
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<br>Una leyenda andina cuenta que un hombre delirante de malaria se perdió en la selva y bebió agua amarga de un charco bajo unos árboles de quina (cinchona). Anteriormente, se había considerado que el árbol era venenoso, pero la fiebre del hombre pronto disminuyó y su gente comenzó a usar la corteza del árbol para tratar la fiebre.
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<h3 class="cms-H3-H3">2. Brandy</h3>
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<br>Según relatos populares, el brandy se inventó cuando el capitán de un barco holandés, que viajó a la región francesa de Cognac para enviar grandes cantidades de vino, y decidió concentrar el vino eliminando el agua antes del transporte. Aunque su intención era volver a diluirlo en su puerto de destino, le gustó tanto el vino concentrado que lo mantuvo así, llamándolo 
<i>brandewijn</i>, que significa “vino quemado”.
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<h3 class="cms-H3-H3">3. Cerillos o fósforos</h3>
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<br>Este práctico invento se descubrió en 1826. Un farmacéutico británico llamado John Walker trabajaba en una pasta que podría usarse en armas. Revolvió los productos químicos con un palo de madera, y cuando trató de raspar la sustancia seca del palo, se incendió. Walker pronto comenzó a vender estas llamadas "luces de fricción" que producían fuego y las empaquetaba en una caja con una tira de papel de lija para raspar.
<h3 class="cms-H3-H3">4. Caucho vulcanizado</h3>
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<br>El caucho natural ya se usaba en la fabricación de botas durante la década de 1830, pero el material no soportaba temperaturas extremas: se agrietaba en el frío o se derretía en el calor. 
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<br>El químico estadounidense Charles Goodyear realizaba experimentos con caucho en 1836 cuando accidentalmente dejó caer un poco sobre una estufa caliente. En lugar de derretirse, el material se carbonizó en una sustancia sólida y resistente al calor que se conocería como caucho vulcanizado. 
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<h3 class="cms-H3-H3">5. Anestesia </h3>
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<br>Aunque las propiedades psicoactivas del óxido nitroso se descubrieron hacia 1770, el gas se usó casi exclusivamente como una droga recreativa entre la élite británica hasta el siglo siguiente. En 1844, el dentista Horace Wells asistió a una demostración sobre los efectos del gas y notó algo interesante: un hombre que se había lastimado las piernas mientras saltaba bajo la influencia del nitroso no tenía idea de que se había lastimado y había sentido sin dolor. Wells comenzó a usar la droga en su práctica dental, solo después de experimentar consigo mismo inhalando nitroso y extrayéndose su propio diente.
<h3 class="cms-H3-H3">6. El color malva</h3>
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<br>En 1856, el estudiante de química William Perkin (de solo 18 años) intentaba sintetizar quinina artificial a partir del alquitrán de hulla para el tratamiento de la malaria y fue entonces que, accidentalmente, produjo un pigmento púrpura que podía teñir la seda. 
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<br>Abandonando sus aspiraciones farmacéuticas, Perkin nombró al color “malva”, en honor a una flor francesa y estableció una de las primeras fábricas de tintes sintéticos del mundo, utilizando sus nuevos tintes de anilina (un compuesto orgánico). Su descubrimiento revolucionó el mundo de la moda y trajo colores brillantes, que antes eran muy costosos de crear, para las clases medias.
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<h3 class="cms-H3-H3">7. Vaselina</h3>
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<br>El químico Robert Chesebrough comenzó a clarificar el queroseno de la grasa de ballena, pero su trabajo quedó obsoleto cuando se descubrió petróleo en Titusville, Pennsylvania. Con la intención de experimentar con el petróleo crudo, Chesebrough viajó a los campos petroleros, donde escuchó a los trabajadores quejarse de la "cera en barra", una molesta acumulación gelatinosa que obstruía repetidamente su equipo de bombeo. Cuando algunos de los trabajadores afirmaron que la gelatina curaba sus cortes, Chesebrough comenzó a refinarla y finalmente patentó la vaselina en 1859.
<h3 class="cms-H3-H3">8. Goma de mascar</h3>
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<br>Existen evidencias de que los antiguos griegos, así como los pueblos escandinavos, masticaban corteza de árbol. Por su parte, los antiguos mesoamericanos masticaban una savia de árbol hervida a la que llamaban chicle, que es de lo que se deriva la goma de mascar actual. 
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<br>En la década de 1850, Thomas Adams era secretario del exiliado expresidente mexicano Antonio López de Santa Anna, quien solía mascar chicle, y entonces comenzó a experimentar con la sustancia para intentar crear un negocio vendiendo llantas. Adams intentó vulcanizar el chicle pero fue en vano, pero en su lugar creó la goma de mascar, que comercializó con el nombre de Chicklets. 
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<h3 class="cms-H3-H3">9. Sacarina</h3>
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<br>El investigador Constantin Fahlberg realizaba experimentos con alquitrán de hulla mientras trabajaba con el profesor de laboratorio Ira Remsen en la Universidad Johns Hopkins, en 1879.
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<br>Una noche, notó que su cena tenía un sabor particularmente dulce y se dio cuenta de que no se había lavado las manos después del trabajo. Fahlberg y Remsen encontraron la sustancia dulce en el laboratorio y publicaron su descubrimiento químico de este edulcorante artificial en 1880. Fahlberg patentó la sustancia y la llamó "sacarina".
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<h3 class="cms-H3-H3">10. Rayos X</h3>
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<br>Mientras replicaba un experimento realizado anteriormente con un tubo de rayos catódicos cubierto por una ventana de aluminio y un trozo de cartón, el físico alemán Wilhelm Röntgen notó una luz verde brillante en una hoja de papel en la habitación. 
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<br>Röntgen sabía que los rayos catódicos no podían viajar tan lejos –especialmente a través del cartón–, entonces llamó a los rayos desconocidos radiación X y comenzó a probar materiales que los rayos podían penetrar. Mientras sostenía un trozo de plomo, Röntgen vio sin darse cuenta la primera imagen radiográfica: su propia mano esquelética. Procedió a capturar imágenes en placas fotográficas, creando las radiografías.
<h3 class="cms-H3-H3">11. Radioactividad</h3>
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<br>A finales del siglo XIX, el físico francés Henri Becquerel experimentaba con frecuencia con la fosforescencia y la absorción de luz por parte de los cristales. Cuando se descubrieron los rayos X, Becquerel comenzó a realizar experimentos para encontrar una conexión entre los rayos X y la fosforescencia. Mientras trabajaba con cristales de uranio, que creía que absorberían la energía del sol y luego grabarían una imagen de rayos X en una placa fotográfica, Becquerel descubrió accidentalmente la radiactividad.
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<br>Un día, mientras se acercaban las nubes, empacó su uranio y placas, y decidió reanudar cuando hiciera más sol. Pero el uranio aún quemó una imagen en una de las placas. Llegó a la conclusión de que los rayos no procedían del sol, sino del propio uranio.
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<h3 class="cms-H3-H3">12. Cornflakes</h3>
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<br>En 1898, los hermanos John y Will Kellogg trabajaban en una receta de galletas integrales saludables para el desayuno, pero produjeron una galleta tan dura que acabó rompiendo un diente a una persona. 
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<br>Los hermanos resolvieron el problema rompiendo las galletas en pedazos antes de servirlas y, una noche, dejaron afuera una olla con mezcla de galletas accidentalmente.
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<br>La mezcla fermentó y creó una masa que, al extenderse y hornearse, producía piezas crujientes. Esta receta se convertiría en las hojuelas de maíz o cornflakes. 
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<h3 class="cms-H3-H3">13. Vidrio templado</h3>
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<br>En 1903, el artista e inventor francés Edouard Benedictus estaba jugando en su laboratorio cuando se le cayó un matraz en el que antes había vaciado nitrato de celulosa. Aunque el matraz se rompió, notó que los fragmentos de vidrio permanecieron pegados por los restos del compuesto de celulosa. Benedictus recordó informes de noticias recientes de víctimas de accidentes automovilísticos que sufrieron lesiones graves por parabrisas rotos, por lo que comenzó a perfeccionar un método de laminación de vidrio para evitar que se astillara.
<h3 class="cms-H3-H3">14. Plástico</h3>
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<br>El químico estadounidense de origen belga Leo Hendrik Baekeland creó accidentalmente la receta del primer plástico totalmente sintético del mundo en 1907. Mientras intentaba crear una alternativa más económica a la goma laca, una resina costosa que se extrae de las secreciones de insectos en el sur de Asia, Baekeland creó un polímero duro y moldeable. Llamado baquelita, su invento se volvió indispensable para sus aplicaciones en electrónica, joyería y artículos domésticos cotidianos como teléfonos y relojes.
<h3 class="cms-H3-H3">15. Insulina</h3>
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<br>Aunque la insulina fue extraída y aislada por primera vez por científicos de la Universidad de Toronto en 1921, fue un experimento de 1889 el que primero correlacionó la función pancreática con la diabetes. Dos médicos alemanes, Oskar Minkowski y Josef von Mering, intentaban descubrir el papel del páncreas en la digestión cuando extirparon quirúrgicamente el páncreas de un perro. Más tarde notaron que las moscas pululaban alrededor de la orina del perro y, al analizarla, descubrieron un alto contenido de azúcar. Los médicos se dieron cuenta de que al extirpar el órgano, le habían dado diabetes al perro.
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<h3 class="cms-H3-H3">16. Penicilina</h3>
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<br>En septiembre de 1928, el microbiólogo escocés Alexander Fleming regresó a casa de unas vacaciones y halló que el plato petri que había inoculado con un estafilococo se había contaminado con un hongo. 
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<br>Fleming descubrió que las bacterias cercanas al hongo habían muerto y entonces lo nombró como Penicilium Genus, una sustancia antibacterial. 
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<h3 class="cms-H3-H3">17. LSD</h3>
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<br>El químico suizo Albert Hoffman sintetizó LSD mientras trabajaba para aislar y sintetizar componentes activos de plantas y hongos para su uso en productos farmacéuticos en 1938. 
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<br>Aunque el objetivo inicial de su proyecto era crear un estimulante respiratorio, Hoffman absorbió accidentalmente una pequeña cantidad de LSD en la yema de su dedo y experimentó sus poderosos efectos como droga psicodélica. Posteriormente, la sustancia se usó para ayudar a los pacientes en psicoterapia durante algunas décadas antes de que se declarara ilegal.
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<h3 class="cms-H3-H3">18. Teflón</h3>
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<br>Mientras intentaba crear un nuevo refrigerante en 1938, el químico de DuPont Roy Plunkett notó que una botella de gas experimental se había vaciado pero tenía algo sólido dentro. Abrió la botella con una sierra y encontró una sustancia blanca y cerosa que cubría el vidrio. Plunkett posteriormente patentó el material, que era resistente al calor extremo y a los ácidos corrosivos. 
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<br>El teflón fue ampliamente utilizado por el Proyecto Manhattan –que desarrolló la bomba atómica– antes de ser utilizado como revestimiento antiadherente para utensilios de cocina.
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<h3 class="cms-H3-H3">19. Silly Putty</h3>
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<br>Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de Estados Unidos necesitaba urgentemente caucho para la producción de máscaras antigás, botas y componentes para vehículos. 
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<br>James Wright, ingeniero de General Electric, estaba tratando de crear un compuesto de caucho sintético a partir de silicona, pero en su lugar creó una sustancia elástica con la que a sus colegas les encantaba jugar. Por lo demás, la sustancia era inútil hasta que la propietaria de una tienda de juguetes llamada Ruth Fallgatter comenzó a venderla. Se vendió bien y, finalmente, su asesor de marketing comenzó a empaquetarlo en huevos de plástico transparente y lo llamó Silly Putty.
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<h3 class="cms-H3-H3">20. Slinky</h3>
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<br>En 1943, el ingeniero naval Richard James intentaba desarrollar un mecanismo de resorte que pudiera absorber el impacto del mar y estabilizar los instrumentos sensibles a bordo de los barcos. 
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<br>Mientras trabajaba, James golpeó accidentalmente un resorte de un estante. Para su sorpresa, el resorte pareció descender de una pila de libros, a una mesa, al suelo. Al darse cuenta del potencial del resorte para interesar a los niños, James modificó la composición de acero hasta que desarrolló el Slinky.
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<h3 class="cms-H3-H3">21. Play Doh</h3>
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<br>Mientras trabajaba para una compañía de jabón llamada Kutol Products, Noah McVicker inventó una masilla que podía eliminar los residuos de carbón del papel tapiz.
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<br>Desafortunadamente, a medida que disminuyó la quema de carbón en el hogar y se inventaron los papeles pintados de vinilo lavables, su producto se volvió obsoleto. Después de un consejo de la cuñada de su sobrino, quien era maestra de jardín de infancia, McVicker y su sobrino Joe comenzaron a comercializar la masilla como plastilina para niños. Los dos establecieron Rainbow Crafts Company en 1956 para vender Play-Doh.
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<h3 class="cms-H3-H3">22. Velcro</h3>
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<br>Después de un viaje de cacería en los Alpes, el ingeniero suizo George de Mestral regresó con erizos de bardana pegados a su ropa y a su perro. Intrigado por su tenacidad, miró su estructura en forma de gancho bajo un microscopio y notó cómo los ganchos se unían a cualquier cosa con bucles. 
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<br>Después de años de pruebas, De Mestral patentó en 1941 una versión sintética del sistema de velcro como sujetador para textiles.
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<h3 class="cms-H3-H3">23. Horno de microondas</h3>
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<br>Durante la Segunda Guerra Mundial, la empresa de defensa Raytheon produjo tubos de magnetrón, que se utilizaron en sistemas de radar. Mientras trabajaba con un radar activo, el ingeniero de Raytheon, Percy Spencer, notó que una barra de chocolate en su bolsillo se había derretido rápidamente. Comenzó a experimentar colocando los tubos de magnetrón en cajas de metal donde sus ondas no podían escapar, cocinando palomitas de maíz y huevos con su nuevo artilugio. Raytheon pronto patentó el horno de microondas.
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<h3 class="cms-H3-H3">24. Marcapasos</h3>
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<br>Mientras intentaba diseñar un equipo que pudiera registrar los ritmos cardíacos, el ingeniero Wilson Greatbatch usó la resistencia incorrecta y, en cambio, la máquina envió impulsos eléctricos a intervalos regulares. 
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<br>Greatbach presentó su mecanismo al cirujano William Chardack, y los dos comenzaron a refinar y encoger el dispositivo hasta que se convirtió en un marcapasos implantable en 1956.
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<h3 class="cms-H3-H3">25. Botox</h3>
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<br>La doctora canadiense Jean Carruthers fue uno de los primeros médicos en utilizar la toxina botulínica, que puede paralizar los músculos faciales, con fines médicos en Canadá. 
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<br>Después de tratar a pacientes con múltiples espasmos de párpados con inyecciones que detuvieron sus espasmos, Carruthers vio que los rostros de los pacientes también estaban serenos y libres de arrugas. Junto con su esposo, el dermatólogo Alastair Carruthers, fue pionera en el concepto de usar botox con fines cosméticos.
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<h3 class="cms-H3-H3">26. Viagra</h3>
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<br>Durante una prueba de Pfizer de un nuevo fármaco destinado a tratar el dolor torácico relacionado con el corazón, muchos pacientes de prueba informaron que, aunque el fármaco hizo poco para aliviar el dolor, provocó un efecto secundario fortuito. Pfizer rápidamente cambió de marcha y patentó Viagra en 1996 para el tratamiento de la disfunción eréctil.
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Muchos descubrimientos fortuitos han revolucionado la medicina, la moda, la cosmética, los electrodomésticos y hasta los juguetes para niños. Algunos de estos felices accidentes han mejorado drásticamente la vida cotidiana.

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Imagen gorodenkoff/Getty Images/iStockphoto
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