Revertir la extinción: ¿y si resucitamos un mamut y, después, un dinosaurio?

Después de que unos científicos lograran reactivar el ADN de una pequeña rana australiana que llevaba extinta 30 años, ¿será posible hacer lo mismo con animales como el mamut o los dinosaurios?

Por:
Miguel Pita*, The Conversation.
Las huellas de dinosaurios de 113 millones de años han sido expuestas al fondo del río Paluxy en Texas, donde expertos cuentan que se trata de un Acrocanthosaurus, un dinosaurio carnívoro de siete toneladas con dos patas y brazos pequeños similares a aquellos del T-Rex. Sigue las últimas noticias en Univision.
Video Las huellas de dinosaurios que la sequía reveló y que ahora están bajo amenaza

La primera vez que mencioné la 'desextinción' en público fue en una tertulia radiofónica de temas muy variados. Mi principal aportación fue comentar que un equipo de científicos había logrado reactivar el ADN de una pequeña ranita australiana que llevaba extinta cerca de 30 años.

Además, me aventuré a vaticinar que, una vez logrado este hito, no se tardaría mucho en intentar desextinguir un mamut. En esa tertulia participaba el humorista Dani Martínez, que me replicó: “buena calentada”. Después añadió una broma del tipo: “venga, ya tenemos la pequeña ranita, sujétame el cubata y vamos a por el mamut”. Este original debate tuvo lugar hace cerca de una década y todavía no hay mamut resucitado, pero sí hay un ambicioso proyecto para conseguirlo.

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La desextinción persigue emplear herramientas genéticas y celulares para devolver la vida a seres vivos de especies desaparecidas, como ocurre en Parque Jurásico y otros relatos de ciencia ficción. Sin embargo, existe debate en la comunidad científica sobre si esto realmente es posible o estamos vendiendo humo.

Mamá elefanta, hijo ¿mamut?

Primero, veamos en qué consiste el asunto. Imaginemos que nos proponemos resucitar mamuts. La clave residirá en reactivar su ADN. Para ello, partiremos de muestras de material genético aisladas a partir de pedazos de carne extraídos de alguno de los ejemplares congelados de la tundra. Este ADN hará de manual de instrucciones para producir mamuts: si es leído por la maquinaria adecuada, dirigirá la producción del embrión, las patas, el pelo, los colmillos, etcétera.

Pero para ello es necesario introducirlo en una célula que esté viva, que tenga el equipamiento de lectura y procesamiento de ADN plenamente operativo. Como no hay células vivas de mamut, tendremos que recurrir a alguna especie cercana, donde el ADN se sienta casi como en casa. Por ejemplo, un óvulo de elefanta al que se le reemplazará su propio ADN por el de mamut.

Esta célula que alberga el ADN de la especie a desextinguir es la otra pieza elemental del proceso: en ella está la maquinaria que sabe leer. Como la vida no se puede crear desde cero –hay que heredarla–, el primer mamut resucitado será hijo de elefantes, no mamut al 100%. Por eso muchos científicos afirman que la desextinción es imposible. Y en rigor, tienen razón.

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El mamut desextinguido tendrá una inmensa mayoría de características de mamut producidas por su ADN, pero el óvulo de elefanta también dejará su huella. Para empezar, porque en el óvulo vaciado queda una pequeña parte del ADN de la elefanta; por ejemplo, el de unos importantes orgánulos llamados mitocondrias.

Para continuar, porque la gestación será responsabilidad de una elefanta, no de una inexistente madre mamut. Podría intentarse en un útero artificial de laboratorio, pero supondría una gran dificultad añadida.

Un experimento fallido: el caso del bucardo

El primer animal desextinguido fue el bucardo, una cabra pirenaica. Llevaba décadas amenazado cuando se tomó una muestra de la piel del último ejemplar y se preservó congelada. Un par de años más tarde, se extrajo el ADN de esas células y se implantó en un óvulo (sin su propio ADN) de cabra doméstica, especie evolutivamente cercana.

Se ensayaron varios procesos simultáneamente y varias cabras portaron embarazos subrogados con óvulos propios y ADN de bucardos extintos. Una de las gestaciones resultó exitosa y el nuevo bucardo nació, pero falleció pocos minutos después por problemas respiratorios.

El problema en este procedimiento es la inadecuada calidad del ADN de la especie extinguida. La muestra de la piel albergaba un ADN veterano y especializado. Y ése no es un material apto para iniciar el proceso de la vida en un óvulo que tiene que dar lugar a todo un embrión de un futuro recién nacido.

Aunque podamos pensar que todas las células de nuestro cuerpo tienen copias idénticas de nuestra molécula de ADN única y personal, no es completamente cierto. Es verdad que los 40 billones de células que conforman un organismo proceden de la expansión geométrica de una sola célula original, un óvulo materno fecundado que porta una mezcla de ADN de nuestros padres. Sin embargo, esas reproducciones se especializan, lo cual conlleva que modifiquen sutilmente el ADN que contienen.

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Cuando una copia de una copia de lo que un día fue el óvulo materno fecundado adquiere el destino de convertirse en, por ejemplo, célula del cerebro o la piel, es porque lee una parte concreta de la información de la molécula ADN. Simultáneamente, archiva mediante procesos químicos otra parte que no necesitará. Es decir, aunque todas nuestras células reciben un ejemplar idéntico de nuestro ADN, censuran distintas partes.

Por tanto, cuando los científicos emplearon ADN procedente de la piel del último bucardo, estaban empleando un manual de instrucciones con parte del texto tachado. Por eso fracasó.

Con ayuda del corta y pega genético

Hoy en día existen herramientas de edición genética, como la popular CRISPR-Cas9, que pueden intentar compensar este contratiempo. El objetivo es corregir el texto del ADN, esto es, recuperar mediante manipulación genética la fracción inutilizada o perdida.

Sin embargo, este enfoque supone inventarse parte del contenido, o copiarlo de una especie parecida. Por ejemplo, si en la muestra de ADN recuperada de la piel del último bucardo aparecía tachado el texto para producir pulmones funcionales, se intentaría sustituir ese fragmento de la molécula por las instrucciones para producir pulmones presentes en el ADN de la cabra doméstica.

Los más estrictos analistas afirmarán que un bucardo que posee pulmones de cabra (y además nace de una madre cabra) ya no será exactamente un bucardo. Entonces, ¿cuánto ADN tiene que ser original para considerarlo bucardo? Si es necesario el 100 % debemos asumir que nunca será posible.

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Hemos de aceptar que los procesos de desextinción van a requerir que les donen el chispazo de la vida, es decir, como mínimo una célula hospedadora de otra especie y, casi siempre, reparaciones del tipo corta y pega de fragmentos de ADN. Esto último supondrá importar o copiar genes de especies cercanas. Y por supuesto, implicará otra serie de consideraciones alejadas de la genética, desde legales hasta ecológicas.

Próximos objetivos: el dodo, la paloma migratoria, el tigre de Tasmania…

Aunque es un asunto que avanza mucho más lento de lo que prometía, hoy existen numerosas empresas y grupos de investigación interesados en la desextinción. Una parte del desafío consiste en desarrollar herramientas genéticas con el inmenso grado de sofisticación requerido. Técnicas que, además, podrían tener aplicaciones en la medicina o la bioingeniería.

Otra parte del reto se sustenta en el puro interés de recuperar especies como el dodo, la paloma migratoria, la rata de Maclear o el tigre de Tasmania. En este grupo podemos incluir también la sorprendente propuesta de resucitar a los neandertales, lo cual encontrará conflictos éticos antes de siquiera intentarse.

Finalmente, otros equipos de trabajo probablemente sólo anhelan impacto social y rentabilidad a través de iniciativas sorprendentes del tipo Parque Jurásico. Por eso el mamut es un objetivo prioritario, a pesar de que ninguno de los intentos más modestos de desextinción haya sido realmente exitoso (y este es el “calentón” vaticinado por Dani Martínez).

Nunca volverán los dinosaurios

En ese sentido, aunque el mamut sea un reto accesible que seguramente (o no) aparecerá dentro de unos años gracias a los elefantes, los dinosaurios, extinguidos hace 65 millones de años, nunca lo serán. La imprescindible molécula de ADN no puede mantener su integridad tantos millones de años, así que habría que inventarse una parte demasiado grande del texto, porque tampoco hay parientes cercanos a quien copiárselo.

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Sin embargo, eso no parece haber desmotivado a auténticos fanáticos del tema, como el paleontólogo galáctico Jack Horner, que lleva décadas soñando con desextinguir dinosaurios. Puesto que no ha tenido éxito por el camino de recuperar lo perdido, hace años decidió intentarlo modificando gallinas genéticamente (recordemos que las aves son dinosaurios). Un logro sonado de sus colaboradores ha sido conseguir gallinas con dientes que, afortunadamente, conservan el pequeño tamaño.

La conclusión es que la vocación de Doctor Frankenstein de la especie humana se mantiene incombustible a pesar de las dificultades (y del terrible desenlace de la novela). Sería estupendo que fuera igual de potente la vocación de preservar que la de resucitar.

*Miguel Pita es doctor en Genética y Biología Celular por la Universidad Autónoma de Madrid.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original aquí.

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<br>En la foto, Nun cho ga, el mamut lanudo bebé momificado, con la jefa Roberta Joseph, el ministro Ranj Pillai y Brian McCaughan.
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En la foto, la mamut lanudo bebé llamada Nun cho ga. Se puede ver que su trompa, orejas y cola están perfectamente conservadas.
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"Es magnífico y es uno de los animales momificados de la Era del Hielo más increíbles descubiertos en el mundo", dijo el paleontólogo Grant Zazula citado en un comunicado del gobierno del territorio Yukon, fronterizo con Alaska.
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<br>En la foto, miembros de Trʼondëk Hwëchʼin, Gobierno de Yukon, Mina Treadstone y Universidad de Calgary con Nun cho ga.
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El ejemplar, una hembra, fue hallado el martes y bautizado "Nun cho ga", que significa "gran bebé animal" en lengua nativa. En la foto se pueden ver lo bien conservadas que están las delicadas almohadillas y uñas en los pies de esta cachorra.
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"Restos momificados con piel y cabello son raramente desenterrados", subrayó el gobierno de Yukon, un territorio conocido en el mundo por sus fósiles de animales de la era glaciar.
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<br>En la imagen, la cachorra de mamut y Brian McCaughan, uno de los mineros que la encontró.
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Nun cho ga, la mamut lanuda bebé momificada, en el sitio en que fue hallada. Los restos fueron descubiertos debajo del permafrost, al sur de Dawson City, en el territorio Yukon.
Se estima que la pequeña mamut habría muerto hace más de 30,000 años cuando la región estaba repleta de mamuts lanudos, caballos salvajes, leones de las cavernas y bisontes. Es 
<b>el primer mamut momificado casi completo y tan bien conservado que es encontrado en América del Norte</b>. 
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En la imagen puede verse el sitio en que Nun cho ga fue descubierta, en la mina Treadstone en Eureka Creek, Yukon.
Una parte de restos de un bebé mamut bautizado Effie habían sido hallados en 1948 en una mina de oro de Alaska, y en 2007 fue encontrado en Siberia un especimen de 42,000 años llamado Liouba, del mismo tamaño que este último descubierto.
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<br>En la foto, el sitio donde se descubrió Nun cho ga en la mina Treadstone en Klondike.
Esta ilustración muestra al mamut lanudo. Los mamuts son grupo extinto de elefantes que se han encontrado en todos los continentes excepto Australia y América del Sur. 
<b>La evidencia científica sugiere que pequeñas poblaciones de mamuts lanudos pueden haber sobrevivido en América del Norte hasta hace entre 10,500 y 7,600 años. </b>
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Un esqueleto de mamut lanudo adulto, que se puede apreciar su tamaño con la escala de un humano. Los mamuts figuraron significativamente en el arte de los humanos primitivos. 
<b>La mayoría de los mamuts eran tan grandes como los elefantes modernos.</b>
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Los restos momificados de una bebé mamut lanudo prácticamente completo, con la piel y el pelo intactos, fueron hallados en unas minas auríferas en el norte de Canadá, en uno de los grandes descubrimientos de estos animales de la Era del Hielo.

En la foto, Nun cho ga, el mamut lanudo bebé momificado, con la jefa Roberta Joseph, el ministro Ranj Pillai y Brian McCaughan.

Imagen Imágenes del Gobierno de Yukon
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