Llegó a EEUU con visa, pero encontró 12 años de esclavitud: el periplo de una inmigrante

La suegra y cuñados de la víctima la obligaban a realizar extenuantes quehaceres domésticos sin pagarle un centavo. Para evitar que ella escapara la amenazaban y golpeaban, controlaban a sus hijos y le quitaron sus documentos migratorios, según la acusación.

Foto Isaias Alvarado
Por:
Isaías Alvarado.
A través de charlas y diferentes actividades se busca que los trabajadores de los aeropuertos de Houston puedan identificar a las personas que están siendo víctimas de tráfico humano dentro de las terminales aéreas. Viajeros que se muestren inseguros, con miedo y que estén bajo el control de su acompañante son algunas de las actitudes de alerta.
Video Trabajadores de los aeropuertos de Houston son entrenados en la prevención del tráfico humano

La hacían limpiar alfombras con pinzas, construyó sola un camino de concreto, pintó una casa de dos pisos por dentro y por fuera, y se encargaba de limpiar la residencia sin descanso. A cambio, ella recibió ofensas, amenazas, bofetadas y hasta golpizas. A veces ni comía. Ese infierno duró 12 años.

El escalofriante drama de una inmigrante de Pakistán, madre de cuatro hijos, se describió a detalle en documentos judiciales y en un proceso penal que recién se llevó a cabo. Sus verdugos eran sus propios familiares políticos, quienes la sometieron a innumerables maltratos físicos y verbales aprovechando que hace dos décadas ella llegó a su vivienda en Midlothian, en el estado de Virginia.

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Tras un juicio de siete días en una corte federal de Virginia que concluyó el viernes, un jurado los declaró culpables de cargos de trabajos forzados y servidumbre. Los imputados son la suegra de la víctima, Zahida Aman, y los hijos de esta, Mohammad Nauman Chaudhri y Mohammad Rehan Chaudhri. Ahora, ellos podrían recibir un castigo de hasta 20 años de prisión.

Una investigación del FBI descubrió que esta mujer paquistaní, que solo identifican con las iniciales ‘MB’, se casó con un hijo de Aman luego que ambas familias arreglaran el compromiso. Su esposo, un médico de ese país identificado como ‘SC’, solicitó y obtuvo una visa para que ella residiera legalmente en Estados Unidos. En marzo de 2002 la pareja llegó a Virginia y allí nacieron sus cuatro hijos.

Sin escapatoria

Pero cuando el marido se mudó a Pennsylvania y California para ejercer la medicina, ‘MB’ se volvió la esclava de su suegra y cuñados. “Los acusados obligaron a la víctima a servir a la familia como empleada doméstica, utilizando abusos físicos y verbales, restringiendo la comunicación con su familia en Pakistán, confiscando su documentación migratoria y dinero, y eventualmente amenazando con separarla de sus hijos deportándola a Pakistán”, menciona la Fiscalía federal en un comunicado.

“Los acusados abofetearon, patearon y empujaron a la víctima, incluso la golpearon con tablas de madera, y en una ocasión la ataron de pies y manos y la arrastraron escaleras abajo frente a sus hijos”, detalla la dependencia.

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En el juicio se demostró que cuando su esposo se mudó a otros estados, sus familiares la obligaron a hacer tareas cada más pesadas, como cortar el césped con una podadora manual, lavar y secar alfombras, pintar toda su casa de dos pisos, retirar la basura de las alfombras de los autos con una pinza y construir un camino de concreto frente a la casa. Esta última tarea “requirió que la víctima transportara sacos de cemento de 80 libras, antes de mezclar y verter el cemento”.

Ella trabajó todos los días, comenzando desde muy temprano, sin recibir un pago. Para evitar que escapara le prohibieron aprender a manejar, no le permitían salir sola a la calle, le impedían usar el teléfono y una vez que trató de huir corriendo “los acusados la persiguieron y llevaron a la fuerza a ‘MB’ de vuelta a la casa”, describen los fiscales.

Ni siquiera era libre de comer lo que quisiera. Los fiscales alegan que los señalados incluso llevaron el refrigerador a uno de sus dormitorios para vigilar qué alimentos ingería la mujer.

Aunque sus hijos vivían en la misma casa, Aman y sus hijos limitaron las interacciones con ella, hicieron que le tuvieran miedo, se convirtieron en los tutores de los menores diciéndole a funcionarios escolares que sus padres vivían en otro estado “y, al menos en un caso, requiriendo que algunos de los niños abusen de ‘MB’”. Así, sus propios hijos fueron usados para controlarla, señala la acusación.

“La trata de personas es un delito vergonzoso e inaceptable, y este veredicto debe enviar el mensaje muy claro de que el Departamento de Justicia investigará y enjuiciará enérgicamente a los traficantes de personas y ayudará a garantizar la justicia para los sobrevivientes”, dijo la fiscal federal Jessica D. Aber en el comunicado.

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“Los acusados se aprovecharon de la confianza de la víctima y le infligieron abusos físicos y mentales crueles e inhumanos, todo para poder mantenerla trabajando en su casa como empleada doméstica”, declaró por su parte la fiscal general adjunta Kristen Clarke.

La sentencia de Aman y sus hijos aún no ha sido programada.

Un empresario hispano trajo a constructores mexicanos para trabajar en obras en el norte de California. Pero allí los sometió a condiciones de esclavitud, según la Fiscalía federal.
Los albañiles eran reclutados a través de anuncios clasificados difundidos en Tijuana como este, que ofrecía empleo en Estados Unidos solo con dos requisitos: “tener visa y ganas de trabajar”.
Los interesados en el empleo viajaban en vehículo hasta la ciudad de Hayward, en el área de la Bahía de San Francisco.
A simple vista, parecía un negocio normal dedicado a la construcción en el norte de California. Pero detrás de una de las bodegas, en galeras precarias, se quedaban a dormir los empleados mexicanos.
Los investigadores que catearon las propiedades del empresario Job Torres Hernández encontraron sanitarios sucios y almacenes usados como dormitorios que no contaban con servicio de agua potable.
Las autoridades creen que Torres Hernández se aprovechó de sus empleados al menos entre mayo de 2015 y agosto de 2017, cuando fue arrestado en un operativo policiaco.
En cualquier rincón donde podían tender una colcha descansaban los albañiles tijuanenses.
Una bandera estadounidense cuelga en la pared del “cuarto” de un trabajador, quien dormía sobre dos tablas y una colchoneta.
Varios empleados testificaron en el juicio contra Torres Hernández, alegando que incluso los hizo trabajar sin descanso hasta 24 horas seguidas.
De acuerdo con documentos judiciales, los trabajadores tenían “acceso limitado” a sanitarios y duchas. En estas condiciones encontraron los detectives uno de los baños.
Un televisor plasma contrasta con la pésima situación en la que vivía uno de los albañiles de Tijuana llevados con falsas promesas hasta el área de la Bahía de San Francisco.
Un testigo identificado como JRLA contó que el acusado le dijo al contratarlo que “no debería preocuparse por un lugar para vivir” en California y que al ofrecerle un espacio en una bodega le prometió “que él pagaría renta o gas o agua”.
La maleta de uno de los empleados quedó en medio de ropa sucia y una bolsa negra para la basura.
La víctima JRLA contó que cuando le cobró a Torres Hernández el sueldo que había ganado este lo amenazó diciendo que “tenía muchos conocidos y que, de hecho, sabía dónde vivía mi familia”.
A un hombre identificado como JMNT le advirtió tras una acalorada discusión pidiéndole su sueldo que “iba a ir con su gente (a Tijuana) y que se encargaría de mí y de mis familiares”.
Una computadora portátil sobre una caja de cartón y un recipiente de plástico quedó en un espacio de la bodega. Un cuadro de un avión antiguo parecía aligerar la dura realidad del huésped.
Otro afectado, ALA, aseguró que el empresario le dijo que si se enteraba que estaban buscando empleo en otro lugar “les echaré a Migración”.
Según el relato de varios afectados, estos siguieron trabajando para el acusado porque les prometió que les ayudaría a conseguir una green card y “por el dinero que me debía”.
Los fiscales presentaron ante el jurado esta fotografía en la que se observa la cadena y el candado con los que el empresario encerraba a los albañiles.
Job Torres Hernández es propietario de Silvery Towers y varias compañías de la construcción en el norte de California.
Fue la unidad investigativa del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) la que tomó este caso y montó un operativo que concluyó con el arresto de Torres Hernández en agosto de 2017.
Robert Bodine, un exempleado, relató en la corte que el acusado le advirtió a uno de los tijuanenses: “Tú no eres legal”. Luego le mencionó que “estaba considerando llamar a Inmigración” y que hasta se burló cuando lo amenazó con denunciarlo ante las autoridades.
Almacenes en Hayward, San José y San Francisco eran usados como dormitorios por el tijuanense.
También en la parte alta de esta bodega pasaban la noche unos empleados, según los fiscales.
Varias veces los constructores cocinaron en los sitios donde dormían. Restos de frijoles y un guisado quedaron en dos sartenes, como muestra de que el operativo policiaco los tomó por sorpresa.
Los investigadores de ICE tuvieron bajo la mira a las empresas de Torres Hernández durante varios meses. Esta es una de las fotos tomadas durante sus operativos de vigilancia.
Esta es otra imagen captada por los detectives federales, quienes reportaron que mientras vigilaron a los trabajadores no notaron que estuvieran ahí en contra de su voluntad.
Los agentes migratorios estuvieron espiando al empresario en varias obras de construcción, incluyendo la de un hotel de la cadena Marriot.
Esta es otra de las imágenes captadas por los investigadores de ICE que se presentaron ante el jurado.
“El gobierno argumenta que el acusado aseguró el trabajo de estos empleados al prometerles falsamente salarios dignos y vivienda adecuada”, indica una carta del fiscal Alex G. Tse.
A mediados de marzo, un jurado federal lo declaró culpable de dos cargos por albergar indocumentados con el fin de obtener una ganancia financiera y por someterlos a trabajos forzados.
Torres Hernández se enfrenta a una condena de hasta 10 años de prisión y una multa de 250,000 dólares por contratar a personas sin permiso para trabajar en EEUU, y otra de hasta 20 años tras las rejas y una sanción económica de 250,000 dólares por someterlos a trabajos forzados.
Además, el tribunal federal puede ordenarle que pague los salarios que ganaron sus víctimas.
El abogado defensor Brian H. Getz dijo en una carta enviada a la corte que su cliente no ha cometido delito alguno, que “no hay evidencia” de que se aprovechara de los albañiles mexicanos, que no los retuvo por la fuerza y que no les pagó porque tampoco él recibía dinero de quienes lo contrataron.
El acusado sigue bajo custodia desde que agentes federales lo arrestaron en el otoño de 2017. Una audiencia condenatoria se ha programado para el próximo 25 de junio.
Dos supuestas víctimas del empresario Job Torres Hernández revisan sus teléfonos celulares. Todos los afectados fueron dejados en libertad, dijo la Fiscalía federal.
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Un empresario hispano trajo a constructores mexicanos para trabajar en obras en el norte de California. Pero allí los sometió a condiciones de esclavitud, según la Fiscalía federal.
Imagen Departamento de Justicia (DOJ)
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