Esta pareja logró el ‘sueño americano’, luego esclavizó a sus familiares con golpes y amenazas

La imagen de empresarios exitosos que tenían los Martínez se derrumbó cuando la Fiscalía federal los acusó de explotar a una madre y a sus dos hijas menores durante tres años. Este lunes los sentenciaron a pasar entre tres y seis años en la cárcel.

Foto Isaias Alvarado
Por:
Isaías Alvarado.
Un hombre entró a robar a la casa de la pareja Sandoval en San Bernardino, California. Además de llevarse joyas y $4,000 en efectivo, el ladrón pasó varios minutos observando a la pareja mientras dormían. Más noticias aquí.
Video Entró a robar una casa y se quedó viendo a los dueños mientras dormían

Nery y Maura Martínez sonreían frente a una cámara el 26 de agosto de 2017. Festejaban el cumpleaños 50 de ella y sus logros económicos: eran dueños de un popular restaurante de comida mexicana en el norte de California, de una empresa de limpieza y de varias propiedades.

Pero había un aspecto criminal detrás del éxito de esta pareja de inmigrantes: por esa época esclavizaban a tres familiares, incluyendo dos menores de edad, que trajeron con engaños desde Guatemala para obligarles a trabajar todos los días en sus negocios recibiendo un pago mínimo o inexistente, según describe una acusación interpuesta por la Fiscalía federal del Distrito Este de California.

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Cuando las víctimas, una madre y sus dos hijas de 8 y 15 años, quienes son familiares de Maura Martínez, suplicaron que las dejaran volver a su país, les fue peor. Ya que tenían una “deuda inflada” de más de 12,000 dólares por los arreglos para que emigraran con visas de turista, la pareja les advirtió que las denunciarían a la policía y que el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) estaba haciendo redadas.

Nery y Maura Martínez.
Nery y Maura Martínez.
Imagen Departamento de Justicia


Esta familia fue forzada a vivir en una casa móvil “en ruinas” en la propiedad de los Martínez que no tenía calefacción, aire acondicionado, ni agua. Las niñas no acudían a la escuela y tenían que trabajar para ellos, porque les advertían que en la calle las podían arrestar agentes de ICE, señala la acusación.

“Los acusados explotaron la vulnerabilidad de la víctima y de sus hijas, incluyendo su estatus migratorio, su falta de educación y por no hablar inglés”, indica la Fiscalía.

Las humillaciones frente a otras personas y los golpes también eran parte del esquema de esclavitud, que ocurrió entre septiembre de 2016 y febrero de 2018. Los fiscales alegan que Nery Martínez les pegaba a las niñas con un palo que tenía escrito sus apodos y la frase: “Lo que sube tiene que caer”.

Este lunes cayó la imagen de Nery y Maura Martínez, cuando un juez federal los sentenció a pasar seis y tres años en una prisión, respectivamente, por someter a trabajos forzados. Además, el matrimonio deberá cumplir tres años de libertad condicional, pagarle al gobierno una multa de 250,000 dólares y entregar 300,000 dólares como restitución para siete víctimas, incluyendo a las tres mujeres guatemaltecas.

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“Estos acusados usaron la promesa de una vida mejor para atraer a una madre y sus hijas a viajar a Estados Unidos, solo para traicionar su relación familiar y explotar la precaria situación de las víctimas para oprimirlas y degradarlas cruelmente, y sacar ganancias”, dijo la fiscal Kristen Clarke en un comunicado.

“El trabajo forzoso no tiene cabida en nuestra sociedad civilizada. Esta sentencia deja en claro nuestro compromiso de responsabilizar a los perpetradores y nuestra dedicación para erradicar la trata de personas”, agregó la funcionaria.

Abusos físicos, psicológicos y verbales

Maura Martínez, de 54 años, es originaria de Guatemala. En un memorando de sentencia su abogada Tasha Paris Chalfant relata que su clienta -al igual que sus víctimas- también emigró a Estados Unidos buscando un mejor futuro. En su país, relata, “fue objeto de abuso físico severo por parte de su madre y su padrastro, así como de abuso sexual por parte de su padrastro”.

Describe que, además de los golpes, ella fue víctima de “humillación pública, desnudez forzada y lesiones que llevaron a la señora Martínez a someterse a una cirugía abdominal y tener varias cicatrices”.

Tenía dos hijos pequeños cuando vino a este país. Aquí conoció a Nery Martínez, se casaron en 1995 y nacieron dos hijos más. Su abogada afirmó que ella era una ama de casa que no estaba ligada a los negocios de su esposo, ni a sus delitos. Por eso pedía para ella una sentencia a 36 meses de cárcel.

Familiares, amigos y clientes del restaurante Latino’s Mexican Restaurante en Shasta Lake, propiedad de la pareja, escribieron cartas en apoyo a Maura Martínez. “La descripción contundente de la señora Martínez es que es respetada, cálida, cariñosa, generosa, compasiva, confiable, trabajadora, servicial e involucrada”, señala su abogada.

Nery y Maura Martínez.
Nery y Maura Martínez.
Imagen Departamento de Justicia


Pero el Departamento de Justicia afirma que ella y su marido crearon “un sistema de dependencia”, cubriendo las necesidades básicas de sus víctimas, ofreciéndoles comida y vivienda. Además, señala que las sometieron a abusos físicos, psicológicos y verbales.

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La madre guatemalteca frecuentemente era humillada frente a sus dos hijas, advirtiéndole que si no pagaba la “deuda” terminaría en la cárcel. La queja judicial menciona que las forzaban a comer las sobras y que separaron a la madre de sus hijas para evitar que escaparan.

“El trabajo forzado, una forma de trata de personas, es motivo de gran preocupación para el FBI, pero es difícil de identificar e investigar sin la cooperación de víctimas temerosas que creen que escapar no es una opción debido a las mentiras que les han contado sus explotadores”, dijo en el comunicado, Sean Ragan, encargado de la oficina del FBI en Sacramento, que lideró la investigación.

“Este caso destaca cómo tales delitos pueden ocurrir a la vista del público en un negocio legítimo y pasar desapercibidos”, enfatizó Ragan.

El infierno de estas tres mujeres concluyó en febrero de 2018, cuando las autoridades las rescataron.

El gobierno les incautó a los Martínez dos propiedades en Shasta Lake con las que se espera paguen la multa e indemnizaciones a las víctimas.

“La señora Martínez ha asumido toda la responsabilidad por su conducta en este caso”, indica el memorando sometido por su abogada, el cual incluye varias fotos familiares.

Cuando salga de prisión, indica el documento, ella espera “continuar con su restaurante familiar, permanecer cerca de sus hijos y verlos prosperar con su educación”.

Un empresario hispano trajo a constructores mexicanos para trabajar en obras en el norte de California. Pero allí los sometió a condiciones de esclavitud, según la Fiscalía federal.
Los albañiles eran reclutados a través de anuncios clasificados difundidos en Tijuana como este, que ofrecía empleo en Estados Unidos solo con dos requisitos: “tener visa y ganas de trabajar”.
Los interesados en el empleo viajaban en vehículo hasta la ciudad de Hayward, en el área de la Bahía de San Francisco.
A simple vista, parecía un negocio normal dedicado a la construcción en el norte de California. Pero detrás de una de las bodegas, en galeras precarias, se quedaban a dormir los empleados mexicanos.
Los investigadores que catearon las propiedades del empresario Job Torres Hernández encontraron sanitarios sucios y almacenes usados como dormitorios que no contaban con servicio de agua potable.
Las autoridades creen que Torres Hernández se aprovechó de sus empleados al menos entre mayo de 2015 y agosto de 2017, cuando fue arrestado en un operativo policiaco.
En cualquier rincón donde podían tender una colcha descansaban los albañiles tijuanenses.
Una bandera estadounidense cuelga en la pared del “cuarto” de un trabajador, quien dormía sobre dos tablas y una colchoneta.
Varios empleados testificaron en el juicio contra Torres Hernández, alegando que incluso los hizo trabajar sin descanso hasta 24 horas seguidas.
De acuerdo con documentos judiciales, los trabajadores tenían “acceso limitado” a sanitarios y duchas. En estas condiciones encontraron los detectives uno de los baños.
Un televisor plasma contrasta con la pésima situación en la que vivía uno de los albañiles de Tijuana llevados con falsas promesas hasta el área de la Bahía de San Francisco.
Un testigo identificado como JRLA contó que el acusado le dijo al contratarlo que “no debería preocuparse por un lugar para vivir” en California y que al ofrecerle un espacio en una bodega le prometió “que él pagaría renta o gas o agua”.
La maleta de uno de los empleados quedó en medio de ropa sucia y una bolsa negra para la basura.
La víctima JRLA contó que cuando le cobró a Torres Hernández el sueldo que había ganado este lo amenazó diciendo que “tenía muchos conocidos y que, de hecho, sabía dónde vivía mi familia”.
A un hombre identificado como JMNT le advirtió tras una acalorada discusión pidiéndole su sueldo que “iba a ir con su gente (a Tijuana) y que se encargaría de mí y de mis familiares”.
Una computadora portátil sobre una caja de cartón y un recipiente de plástico quedó en un espacio de la bodega. Un cuadro de un avión antiguo parecía aligerar la dura realidad del huésped.
Otro afectado, ALA, aseguró que el empresario le dijo que si se enteraba que estaban buscando empleo en otro lugar “les echaré a Migración”.
Según el relato de varios afectados, estos siguieron trabajando para el acusado porque les prometió que les ayudaría a conseguir una green card y “por el dinero que me debía”.
Los fiscales presentaron ante el jurado esta fotografía en la que se observa la cadena y el candado con los que el empresario encerraba a los albañiles.
Job Torres Hernández es propietario de Silvery Towers y varias compañías de la construcción en el norte de California.
Fue la unidad investigativa del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) la que tomó este caso y montó un operativo que concluyó con el arresto de Torres Hernández en agosto de 2017.
Robert Bodine, un exempleado, relató en la corte que el acusado le advirtió a uno de los tijuanenses: “Tú no eres legal”. Luego le mencionó que “estaba considerando llamar a Inmigración” y que hasta se burló cuando lo amenazó con denunciarlo ante las autoridades.
Almacenes en Hayward, San José y San Francisco eran usados como dormitorios por el tijuanense.
También en la parte alta de esta bodega pasaban la noche unos empleados, según los fiscales.
Varias veces los constructores cocinaron en los sitios donde dormían. Restos de frijoles y un guisado quedaron en dos sartenes, como muestra de que el operativo policiaco los tomó por sorpresa.
Los investigadores de ICE tuvieron bajo la mira a las empresas de Torres Hernández durante varios meses. Esta es una de las fotos tomadas durante sus operativos de vigilancia.
Esta es otra imagen captada por los detectives federales, quienes reportaron que mientras vigilaron a los trabajadores no notaron que estuvieran ahí en contra de su voluntad.
Los agentes migratorios estuvieron espiando al empresario en varias obras de construcción, incluyendo la de un hotel de la cadena Marriot.
Esta es otra de las imágenes captadas por los investigadores de ICE que se presentaron ante el jurado.
“El gobierno argumenta que el acusado aseguró el trabajo de estos empleados al prometerles falsamente salarios dignos y vivienda adecuada”, indica una carta del fiscal Alex G. Tse.
A mediados de marzo, un jurado federal lo declaró culpable de dos cargos por albergar indocumentados con el fin de obtener una ganancia financiera y por someterlos a trabajos forzados.
Torres Hernández se enfrenta a una condena de hasta 10 años de prisión y una multa de 250,000 dólares por contratar a personas sin permiso para trabajar en EEUU, y otra de hasta 20 años tras las rejas y una sanción económica de 250,000 dólares por someterlos a trabajos forzados.
Además, el tribunal federal puede ordenarle que pague los salarios que ganaron sus víctimas.
El abogado defensor Brian H. Getz dijo en una carta enviada a la corte que su cliente no ha cometido delito alguno, que “no hay evidencia” de que se aprovechara de los albañiles mexicanos, que no los retuvo por la fuerza y que no les pagó porque tampoco él recibía dinero de quienes lo contrataron.
El acusado sigue bajo custodia desde que agentes federales lo arrestaron en el otoño de 2017. Una audiencia condenatoria se ha programado para el próximo 25 de junio.
Dos supuestas víctimas del empresario Job Torres Hernández revisan sus teléfonos celulares. Todos los afectados fueron dejados en libertad, dijo la Fiscalía federal.
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Un empresario hispano trajo a constructores mexicanos para trabajar en obras en el norte de California. Pero allí los sometió a condiciones de esclavitud, según la Fiscalía federal.
Imagen Departamento de Justicia (DOJ)
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