"No queremos más parches": estos jóvenes caminaron de Nueva York a Washington para exigir un Dream Act limpio

Atravesando nieve, viento y lodo, un grupo de 11 inmigrantes caminó unas 250 millas en dos semanas hasta llegar al Congreso, donde piden que se apruebe una ley que legalice a los dreamers sin perjudicar a sus padres y comunidades.

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Por:
Melvin Félix.
Un grupo de 11 inmigrantes llegó a Washington DC tras una larga caminata para exigir al Congreso que legalice a los dreamers sin perjudicar a sus padres y comunidades.
Video Caminaron 250 millas entre nieve, viento y lodo para exigir un Dream Act limpio

WASHINGTON.- Tras dos semanas caminando las 250 millas (cerca de 400 km) que dividen a Nueva York de Washington, un grupo de 11 inmigrantes llegará este jueves a las escaleras del Capitolio para exigir que el Congreso actúe para proteger a los jóvenes indocumentados del país, sin perjudicar a sus familias y comunidades.

En vivo: Vea aquí imágenes en directo de la manifestación en Washington.

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Los jóvenes -Bárbara, Haydi, Li, Eduardo, María Fernanda, Aldo, Ricardo, Miriam, María, Héctor y Cata- nacieron en distintos países y viven en estados diferentes. Pero se lanzaron al largo viaje -en el que han tenido que enfrentar duras condiciones como nieve, fuertes vientos y lodo- para llevar un mensaje claro a los legisladores: la solución para los dreamers no debe incluir las duras exigencias del presidente Donald Trump, quien quiere limitar la inmigración legal y obtener más fondos para deportar a otros indocumentados.

"Le estaríamos dando dinero para aterrorizar a nuestras comunidades", afirmó María Fernanda Madrigal, una joven que llegó desde Costa Rica a los 11 años y ayudó a planificar la travesía a través del grupo Seed Project.

El grupo cruzó por Nueva Jersey, Pennsylvania, Delaware y Maryland en su camino a Washington. Salieron el 15 de febrero desde Battery Park, el parque en la ciudad de Nueva York del que puede verse, a una corta distancia, la Estatua de la Libertad.


De los 11, ocho son beneficiarios del programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA), que protege de la deportación a los indocumentados que han estado en el país desde niños. El Congreso ha mostrado interés en convertir ese programa en ley luego de que Trump lo eliminara en septiembre, pero el presidente y miembros del Partido Republicano han insistido en incluir dentro de cualquier solución nuevas medidas para transformar y limitar la inmigración en Estados Unidos y financiación para el muro con México.

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Para los jóvenes que caminaron hasta Washington, la idea de ceder a las presiones de Trump con el fin de obtener sus papeles es inaceptable.

"Inmigrantes hacen Estados Unidos grande", fue una de las pancartas con las que los jóvenes se manifestaron este jueves en Washington. "Hicimos un gran sacrificio de caminar desde la ciudad de Nueva York hasta Washington DC para contar las historias de la comunidad indocumentada, para que la gente aprenda de los sacrificios que nuestra comunidad hace para poder estar en este país", explicó Madrigal, quien se lastimó el tobillo a dos días de salir de la ciudad de los rascacielos. No fue el único imprevisto. Muchos de los jóvenes también se enfermaron, debido a las bajas temperaturas, pero "aún así seguimos adelante, todos nos apoyamos", recordó la joven.

"Ya no vamos a seguir jugando sus juegos. No queremos más parches, más curitas. Queremos un Dream Act limpio y no vamos a parar de luchar por eso", aseguró Madrigal el miércoles desde la plaza Franklin Square, a unas cuadras de la Casa Blanca.

Un grupo de 11 inmigrantes caminó desde Nueva York hasta Washington para exigir una solución para los dreamers.
Un grupo de 11 inmigrantes caminó desde Nueva York hasta Washington para exigir una solución para los dreamers.
Imagen Melvin Félix / Univision


Estos activistas exigen un proyecto "que no perjudique y criminalice a nuestras familias, que no atribuya ningún tipo de dinero para más deportaciones y separaciones de familia", afirmó Aldo Solano, un dreamer mexicano que viajó desde Oregon para unirse a la caminata.

Una preocupación del grupo es que los miembros del Congreso actúen sin urgencia para crear una ley que proteja a los dreamers, luego de que dos cortes suspendieran temporalmente la decisión de Trump de eliminar el programa.

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Dicen que el momento para aprobar un Dream Act es ahora. "Es un momento histórico porque el 86% del público americano quiere un 'clean Dream Act' ", afirmó Madrigal.

Javier Hernández Kistte tiene 27 años y vive en Los Ángeles. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía ocho años y se graduó en la Universidad de California en Irvine. Contó a la agencia Reuters que ser beneficiario de DACA le ayudó a trabajar para pagar sus estudios. "Mis padres todavía son indocumentados y como familia luchamos con la ansiedad de que puedan ser deportados en cualquier momento”, agregó.
Hernández Kistte en su lugar de trabajo, una empresa producción de efectos especiales de Los Ángeles. “La ansiedad ha aumentado con la incertidumbre de que mi hermano y yo regresemos a un estatus de indocumentados. No se trata solo de nosotros. Sé que hay personas que están dispuestas a negociar por nuestro derecho a estar aquí, pero que harían de la vida de otros una pesadilla. No quiero eso", concluyó.
Martha Valenzuela tiene 23 años y llegó a los dos años desde Sinaloa, México. Se graduó en la Universidad del Estado de California. Sobre el fin del programa DACA del cual es beneficiaria dijo a Reuters: “Me rompió, es traumático porque he vivido en este país durante 21 años. Todos queremos un camino hacia la ciudadanía, todos queremos protección permanente para nosotros y nuestras familias”.
Valenzuela trabaja en una empresa en Orange, California. “La razón por la que este país nos etiquetó como ‘soñadores’ es porque queremos algo que parece que fuera inalcanzable. Si podemos soñarlo, podemos lograrlo. Se necesitan agallas para soñar y se necesitan agallas para luchar por ello", concluyó Valenzuela.
Bárbara Hernández tiene 26 años, vive en Santa Ana y se graduó en la Universidad Comunitaria de Orange Coast en California. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía seis años. Trabajaba como maestra de educación especial hasta que DACA fue derogado por el nuevo gobierno. "Ese fue el trabajo más gratificante y amoroso que he tenido, pero con este gobierno y el fin de DACA estaba muy asustada ”, aseguró la dreamer.
Hernández participa en las protestas en Los Ángeles a favor de una legislación para los dreamers. "Tuve una etapa de pánico y estaba deprimida", agregó. "Me preocupa cómo se sienten los beneficiarios de DACA y su estado mental. Me gustaría ver una protección permanente no solo para nosotros, sino también para los otros 11 millones de inmigrantes sin documentos".
Karla Estrada tiene 26 años, vive en Los Ángeles y es graduada de la Universidad de California. Es asistente legal y se prepara para ingresar a la Escuela de Leyes. Llegó a EEUU desde Morelos, México, cuando tenía cinco años. "DACA siempre ha sido muy problemático y temporal, no es lo ideal. Nos ha dado la libertad de trabajar, legalmente, sin temor a que en tres meses nos despidan porque no tenemos un número de seguridad social”, afirmo la soñadora.
Estrada vive en un apartamento en Los Ángeles y su familia permanece en México. “Tengo que cuidarme en este país, pero también tengo que cuidar de mi mamá, mi papá y mi hermano que están en México. Lo que más me asusta es no poder cuidar a mi familia (…)”, concluyó.
Brian Caballero tiene 25 años y está a punto de graduarse en el Politécnico de California en Pomona. Llegó a Estados Unidos cuando tenía seis años desde Guadalajara, México. Asegura que está preocupado por el fin de DACA: "Me aterroriza que cuando finalmente me gradúe no pueda ser empleado en EEUU”.
Caballero en una clase de laboratorio del último año de la carrera de Ingeniería Eléctrica. “La gran mayoría de las personas indocumentadas vinieron para tener una vida mejor. La mayoría de las personas están aquí igual que yo, tratando de obtener educación para mejorar sus vidas ", concluyó.
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Javier Hernández Kistte tiene 27 años y vive en Los Ángeles. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía ocho años y se graduó en la Universidad de California en Irvine. Contó a la agencia Reuters que ser beneficiario de DACA le ayudó a trabajar para pagar sus estudios. "Mis padres todavía son indocumentados y como familia luchamos con la ansiedad de que puedan ser deportados en cualquier momento”, agregó.
Imagen Lucy Nicholson/Reuters
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