Cazadores de narcosumergibles

Durante dos semanas un equipo de Univision navegó por el Pacífico a bordo de una patrulla guardacostas de Estados Unidos especializada en la intercepción de narco sumergibles. Esta es la bitácora de una operación que cubrió los litorales de Ecuador, Colombia, Centroamérica y México.


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Por:
Juan Carlos Aguiar.
Un equipo de la Guardia Costera de EEUU intercepta un narcosumergible en el Océano Pacífico en octubre de 2019.
Un equipo de la Guardia Costera de EEUU intercepta un narcosumergible en el Océano Pacífico en octubre de 2019.
Imagen Univision

Es la una de la mañana y la mayoría de los ocupantes del Bertholf, uno de los 13 barcos más grandes de la Guardia Costera de Estados Unidos, duerme en sus literas. La noche es cerrada y oscura.

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Tres tripulantes, en el puente de mando, dirigen la embarcación hacia unas coordenadas enviadas por un avión del Departamento de Defensa que detectó movimientos sospechosos en aguas internacionales del Pacífico, un poco al norte de la línea del Ecuador, frente a Colombia. La proa apunta hacia el sur, mientras la popa deja una larga y espumosa estela de los 30 nudos -30 millas por hora-, una velocidad alta para una embarcación de 420 pies.

En el Centro de Información de Combate (Combat Information Center o CIC, en inglés), una de las pocas áreas de máximo secreto de la fragata, un experto monitorea cada barrido del radar.


Desde el área de radares de los buques de la Guardia Costera, los operadores monitorean cualquier nave sospechosa en altamar.
Desde el área de radares de los buques de la Guardia Costera, los operadores monitorean cualquier nave sospechosa en altamar.
Imagen Juan Carlos Aguiar / Univision

El Bertholf se acerca a la localización reportada por la aeronave. A pocas millas del comando de la embarcación se anuncia por altavoz la activación del protocolo de búsqueda. Todos los tripulantes van a sus puestos. Antes de 10 minutos, 30 hombres y mujeres se congregan en el comedor para escuchar las instrucciones de la operación.

Inicia la operación

Cuatro hombres de las fuerzas especiales y dos pilotos, con armas y chalecos antibalas, suben a una lancha cazadora que cuelga en el estribor del Bertholf -lado derecho del barco-, mientras otros tripulantes coordinan su descenso. Ya en el agua se escucha un grito: “Ready to go!”.


Notas Relacionadas

La lancha arranca veloz y se pierde en la oscuridad. En la cubierta trasera otro grupo armado espera a que los marineros alisten otra lancha, un poco más grande, que será deslizada por un extremo de la embarcación a través de una compuerta hidráulica. La brisa gélida se incrusta en los huesos. En el puente de mando el capitán Brian Anderson no pierde detalle mientras piensa en los riesgos de la operación.

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Una parte del equipo de la Guardia Costera desciende del buque para alcanzar a los narco sumergibles y detener a sus tripulantes.
Una parte del equipo de la Guardia Costera desciende del buque para alcanzar a los narco sumergibles y detener a sus tripulantes.
Imagen Juan Carlos Aguiar / Univision

“Cada vez que pongo un miembro de la tripulación en un barco o un helicóptero es peligroso. Entiendo los riesgos. Entrenamos todos los días para hacerlo con seguridad”, dijo a Univision.

Media hora después el puesto de comando informa por los altoparlantes que la lancha regresa. No habrá más salidas. Con ganchos metálicos sujetos a líneas de acero la elevan por el aire hasta dejarla asegurada para que los oficiales bajen. Están completamente mojados. Los rostros de frustración son evidentes mientras regresan con pasos firmes al calor de sus camarotes. El radar tampoco detecta movimientos.

Un nuevo intento

Por más de 12 horas integrantes de la Guardia Costera adelantaron un operativo en alta mar, en el Pacífico, para capturar un semiseumergible artesanal y poner bajo custodia la cocaína que transportaba. Esta es parte de la cronología de estos hechos :


Esa tarde, en el comedor, oficiales de inteligencia inspeccionaron las maletas de los cuatro detenidos. No eran de gran tamaño y fueron analizadas una por una. Sobre una mesa hicieron el inventario del contenido: documentos de identificaciones, dinero y ropa. Cada cosa fue fotografiada y quedó registrada en un tablero. Alcancé a identificar billetes colombianos y mexicanos, y un pasaporte café con letras doradas que decía República de Colombia. Sentado frente a esa mesa, a dos metros, sin ocultar mi decepción, vi cómo sacaron de una maleta la camiseta de la selección colombiana de fútbol, mi selección.

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Cocaína en alta mar

Con el camarógrafo Tony Álvarez abordamos la lancha que nos esperaba con su motor encendido y las compuertas abiertas. Usamos chalecos salvavidas y nos acomodamos en la parte trasera, sobre unas sillas con forma de lomo de caballo y cinturones de seguridad. Bajan la embarcación por una rampa y en menos de 30 segundos estamos en el agua. La piloto, una mujer de menos de 30 años de edad, pregunta si estamos listos, respondemos afirmativamente y arranca a toda marcha.

En el mar picado la lancha brinca con cada ola. Tony sostiene su cámara con firmeza para no perder un solo detalle. Disminuimos la velocidad y allí estaba, frente a nosotros, luego de casi una semana de navegar de norte a sur, de este a oeste, el trofeo de los guardacostas y el motivo principal de nuestro viaje: una embarcación color aguamarina de 20 pies de largo y tres motores fuera de borda zarandeada por las olas. Tiene menos de un pie fuera del agua. Lo único que sobresalen son los tres motores en su parte trasera y los cuerpos de dos oficiales de la Guardia Costera sentados en su cubierta.

En los rostros de los marineros hay expectativa por saber más detalles del cargamento incuatado.

Desde el narcosumergible los patrulleros hacen señas a la otra lancha para que se acerque y así, con cuidado, transbordar la droga, paquete por paquete, en medio del fuerte oleaje que separa a las embarcaciones, dificultando la operación. Pasan con gran esfuerzo 12 fardos forrados en plástico grueso hasta que la capacidad de lancha llega a su límite y se dirige hacia el Bertholf.

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Una vez que han sacado los paquetes con droga de los narco sumergibles, los oficiales lo llevan al buque de la Guardia Costera.
Una vez que han sacado los paquetes con droga de los narco sumergibles, los oficiales lo llevan al buque de la Guardia Costera.
Imagen Univision

Una hora más tarde, los patrulleros repiten el procedimiento y luego es el turno de nuestra lancha para recibir bultos de droga. Nos acercamos tanto que casi podemos tocar el semisumergible. Su cubierta es de color verde azulado, lo que le permite camuflarse con el agua del mar. Alcanzamos a ver algunos tanques azules que podrían contener combustible. En total fueron 65 paquetes llevados al barco, al que regresamos casi a las 4 de la tarde.

Destrucción

Subimos al puente de mando donde los oficiales discutían cómo destruir el semisumergible. Alguien plantea abrirle huecos para que haga agua y se hunda, pero la opción ganadora es de uno de los dos oficiales que estuvo ocho horas en la embarcación: dispararle hasta que explote en el mar. Un arma calibre .50, de largo alcance, empotrada en estribor -lado izquierdo del barco- será su verdugo y así los francotiradores de la embarcación podrán practicar tiro al blanco.


La Guardia Costera decomisa cada año cientos de toneladas de cocaína en altamar, en viajes de inspección en aguas internacionales con este tipo de buques.
La Guardia Costera decomisa cada año cientos de toneladas de cocaína en altamar, en viajes de inspección en aguas internacionales con este tipo de buques.
Imagen Juan Carlos Aguiar / Univision

Cuatro hombres se paran frente a la potente arma para disparar hacia el narcosumergible que está a la deriva, con su tripulación detenida. La detonación de las secuencias de disparos retumba con fuerza. La primera ráfaga no estuvo cerca y los uniformados se rotaron emocionados. En el quinto intento un proyectil impactó uno de los tres motores causando una gran explosión que desató una llamarada que se expandió por todo el casco. Durante dos horas el fuego lo consumió, mientras el Bertholf marcaba círculos a su alrededor, hasta que se partió en dos y se hundió. El agua fría del Pacífico apagó las llamas que quedaban y ese punto, que por horas titiló en el radar, se borró por completo.

Narcosumergible usado por los guardacostas de Colombia para disuadir a la gente de la zona de no embarcarse en la aventura de la droga.
Un narcosubmarino es una embarcación que viaja a ras del agua y se encuentra completamente tapada, con motores fuera de borda.
En Tumaco, Colombia, muchos de estos semisumergibles incautados ya forman un cementerio de embarcaciones sin uso.
Este narco sumergible fue abandonado en las costas de Tumaco, una de las regiones más pobres en Colombia.
En Tumaco, Colombia, las autoridades resguardan algunos narcosubmarinos que han sido capturados y permiten ver su estructura y forma de construcción.
Los narcosubmarinos están construidos con fibra de vidrio y cada uno cuesta alrededor de un millón de dólares.
En este narcosubmarino fue detenido el colombiano Jaime Valencia. Ahora, él está preso en Estados Unidos y la embarcación se exhibe en Honduras.
Gerardo Reyes, director del equipo de Univision Investiga, recorrió varios puertos de Colombia para conocer cómo funciona el negocio de los narcosumergibles.
En este espacio interior del narco sumergible viajan la droga y los tres a cinco tripulantes.
Los tripulantes no pueden abrir la escotilla ni respirar aire fresco, así que comen y hacen sus necesidades dentro de la embarcación.
Los narco submarinos tienen varios motores fuera de borda, como este que fue capturado y ahora está en el puerto de Buenaventura, en Colombia.
La cabina de mando del semi sumergible es una de las partes de la embarcación que sobrepasa por muy poco la superficie del agua.
El semisumergible tiene el espacio mínimo para navegar llevando a los tripulantes y la droga.
En este semisumergible incautado por la Armada de Colombia puede observarse cómo funciona la cabina de mando.
Los mecanismos de navegación permiten a estas embarcaciones recorrer el Pacífico desde Colombia sin que la tripulación pueda mirar afuera o saber si están siendo perseguidos por las autoridades.
La proa del semisumergible tiene muy poca visibilidad, la indispensable para la navegación.
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Narcosumergible usado por los guardacostas de Colombia para disuadir a la gente de la zona de no embarcarse en la aventura de la droga.
Imagen Gerardo Reyes / Univision Investiga
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