Desmayos y muerte de presos que viven a más de 100°F: la mayoría de las cárceles de Texas no tiene aire acondicionado

Investigadores de la Universidad Texas A&M encuestaron por más de dos años a 309 presos para conocer cómo son tratados cuando llega el verano. Concluyeron que las políticas no son suficientes en un estado donde 70% de las cárceles opera sin aire acondicionado. Creen que Texas podría vivir un "desastre" a medida que el calor se hace más sofocante.

Por:
Univision
La fuerte ola de calor que azota al país ha impactado a cerca de 90 millones de personas y ya deja dos muertos. Según el Servicio Meteorológico Nacional (NWS), este año se han roto récords y en lugares como Newark, Nueva Jersey, y Boston, Massachusetts, las temperaturas han alcanzado los 100 grados Fahrenheit. Esta situación ha obligado a habilitar rociadores de agua e instalar aire acondicionado en autobuses, entre otras medidas. Puedes ver en ViX más noticias gratis.
Video “Extremadamente caliente”: millones de personas en EEUU se enfrentan a temperaturas por encima de los tres dígitos

Un preso en Texas dice haberse desmayado dos veces por el calor; otro dice que ha sufrido "severas migrañas", decaimiento, que vive desorientado y hasta ha perdido el conocimiento. Texas es uno entre al menos 13 estados del país donde hay prisiones sin aire acondicionado. Y la cifra no es despreciable: no tienen ventilación completa en 70% de sus cárceles, pese a que las temperaturas superan los 100 grados Farenheit.

Un reporte de la Universidad Texas A&M (realizado con encuestas a 309 reclusos entre junio de 2018 y diciembre de 2020) cuestiona el papel de las autoridades estatales para velar por la población penal que se encuentra en esos centros. Según el estudio, dentro de estas unidades ha habido en promedio temperaturas de 110 grados Farenheit; pero en al menos una de ellas ha llegado a los 149 grados Farenheit.

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"La alta humedad en las prisiones de Texas ha contribuido además a efectos en la salud como consecuencia del calor", refiere el reporte. Solo en 2018, muestran, al menos 79 presos y trabajadores de las prisiones han levantado reportes por malestares causados por el calor sofocante. Además, desde 1998 han sido documentadas al menos 23 muertes de reos como consecuencia de las altas temperaturas y la escasa ventilación.

Según cifras del Departamento de Justicia Criminal de Texas, la agencia opera 100 cárceles en el estado. Un reporte de la organización sin ánimos de lucro Texas Prisons Community Advocates (TPCA), que asiste a familias de presos, asegura que solo 30 cárceles del estado tienen aire en todos sus espacios; 49 tienen parcialmente, sobre todo en espacios de reclusión de población que va de paso; y 21 cárceles no tienen aire acondicionado.

"Bienvenido al infierno"

Las políticas que ha implementado el Departamento de Justicia Criminal de Texas incluyen dar agua y hielo, que los presos puedan darse duchas adicionales para refrescarse, ventiladores y áreas de desahogo con aire.

En sus conclusiones, los investigadores aseguran que estas medidas son "ineficientes e inefectivas". Consideran que las fallas son "sistémicas" e insisten en la dificultad de los presos para acceder a recursos para mejorar sus condiciones, desde ventiladores a recibir respuestas a sus quejas.

Texas tiene una población penal de 122,000 personas. En la encuesta, los investigadores indagaron en temas como las complicaciones en la salud que genera el calor, las restricciones que les imponen, las muertes conocidas; los recursos que les dan para superar el sofocón, como hielo, agua, ventiladores, que les permitan tomar duchas adicionales o tener espacios de desahogo. Les preguntaron además por la capacidad que tienen para poner reclamos.

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En 2017, el juez Keith Ellison decidió que el sistema penal de Texas debía ir a juicio por violaciones de los derechos civiles del preso Larry McCollum, un hipertenso de 58 años que falleció en julio de 2011 en la prisión Hutchins, de Texas, por un golpe de calor. Ellison criticó las políticas del estado para que los presos superen las altas temperaturas: "Contribuyeron con 11 muertes antes de McCollum y 10 hombres muertos después de él".

Según reportes de prensa de esos años, el cuerpo de McCollum mostraba una temperatura de 109°F cuando llegó al hospital. En su caso, como aún no había recibido una tarjeta de identificación, no pudo comprar algo de tomar ni un ventilador en la tienda de la cárcel. Y para entonces, cuenta el diario Texas Tribune, las autoridades distribuían cantidades limitadas de agua a los presos.

Cuando McCollum llegó a esa prisión, contó un conocido, los agentes lo recibieron con la frase: "Bienvenido al infierno". Tres días después colapsó. Murió el 28 de julio de 2011 y la autopsia atribuyó la muerte a vivir en un ambiente a altas temperaturas.

Las medicinas y el calor: mala mezcla

En el reporte, muestran cómo aquellos con enfermedades que requerían tratamiento médico empeoraron sus condiciones por el calor. En 2020, cuentan, más de la mitad de los participantes en la encuesta (56%) recibieron prescripciones médicas que creen pudieron haber empeorado sus enfermedades por el calor.

Jester 3, por ejemplo, dijo: "Me sentí mareado, perdí peso, dolor de pecho, dolor de cabeza, diarrea, sudoración e intolerancia al calor por las medicinas". Michael contó: "Los medicamentos que tomo me hacen sentir muy caliente".

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Para el 31 de agosto de 2020, el reporte señala que había 11,885 personas encarceladas en Texas, calificadas como sensibles al calor y con prioridad para ingresar a una unidad con aire acondicionado. Por lo general, entran en este grupo quienes sufren enfermedades cardíacas, trastornos mentales, demencia o Alzheimer, discapacidades o aquellos que tienen 65 años o más y cumple recetas médicas por ciertas condiciones.

Sin embargo, para ese tiempo, solo 22% (unas 2,615 personas) no tuvieron acceso a espacios fríos. Entre ellos, una mujer describió en el reporte los daños que le causaba la mezcla de sus medicinas con el calor y lo difícil que había sido para ella el traslado a otro centro pese a reiterados reclamos: "No puedo comer, no gano peso, sufro con el calor, me siento mareada y con dolores de cabeza, débil. También me da diarrea con calambres en las piernas por la noche. Me he desmayado algunas veces".

Como ella, un tercio de los participantes en la encuesta dijeron que habían introducido al menos una queja relacionada con el calor: la mayoría señaló que tuvo que introducir una segunda queja. Entre el total, 16% dijo no haber recibido una respuesta: "Las quejas son una pérdida de tiempo", reclamó un preso de la Unidad Stevenson. "Hacer una queja es una broma. No sirve para nada", escribió otro en la Unidad Wynne.

Mira también:

Michelle es la esposa de John Lucio, uno de los hijos mayores de Melissa Lucio. Después de que su suegra fue condenada a muerte en Texas en 2008, Michelle vivió con John la completa separación de la familia: cinco de los 12 hermanos pasaron a custodia de los Servicios de Protección de Menores (CPS) y John cayó en depresión y terminó en prisión. Mientras tanto, ella velaba por ambos. Lo ha hecho durante los últimos 15 años. Este 25 de abril de 2022, una corte estatal frenó la ejecución de Melissa Lucio y abrió la puerta para que sus abogados presenten ante una corte inferior evidencias que no se vieron en el juicio inicial. Michelle asegura que sintió alivio. Para ellos comenzó una nueva batalla: la de lograr la libertad plena para Melissa Lucio. Ni antes de que todo pasara ni ahora ha estado a favor de la pena de muerte: "Uno no debe matar a alguien por algo que hizo. Melissa nunca recibió un juicio justo, sabíamos que era una mujer inocente a la que el estado iba a matar. 
<b>No queríamos que se dieran cuenta que ella era inocente después de que la persona está muerta".</b>
Abraham J. Bonowitz solía defender la pena de muerte:
<b> “No sabía nada al respecto y vivía contradiciendo a las personas que se oponían a la pena capital. Un día me di cuenta de que todo lo que creía estaba mal”,</b> dice. Corrían entonces los años 80. A partir de ese momento se convirtió en uno de los líderes de la organización Death Penalty Action, que busca acabar con la pena capital en Estados Unidos. “Casos como el de Melissa Lucio nos muestran que la justicia no siempre hace lo correcto. De hecho, algunas veces hay intereses nefastos para culpar a las personas equivocadas o a aquellas que son más fáciles de condenar”, critica Bonowitz. Opina que quienes han tenido contacto con el sistema legal de Estados Unidos saben que "no tenemos justicia equitativa... a menos de que tengas dinero". 
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Charles Keith
<b> </b>es activista de la organización Death Penalty Action. Siente empatía con los Lucio porque él mismo sigue buscando la libertad de su hermano, primero sentenciado a muerte y ahora, bajo cadena perpetua tras una revisión de su caso. Para él, la pena capital no debería existir y menos en un estado que está en el llamado 'cinturón de la Biblia': 
<b>“Un hombre no debería tener el poder de ejecutar a otro. ¿Cómo le rezas a un salvador que fue ejecutado (dice al referirse a Jesucristo) y luego te das la vuelta y ejecutas a alguien?",</b> se pregunta. "Yo no entiendo eso. No quisiera ser ese tipo de cristiano”. 
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Marco Antonio Vásquez vive en la ciudad fronteriza de Brownsville. Desde allí, se enteró del caso de Melissa Lucio al ver el documental que fue proyectado en esa ciudad. Como activista de la organización Statewide Leadership Council de Texas acompañó a la familia Lucio los días previos al 27 de abril, cuando estaba agendada la ejecución de Melissa. Aunque el caso esta hispana parece único, cree que más personas son sentenciadas a muerte con poca evidencia. 
<b>“Estamos en contra de la pena de muerte y del tipo de justicia que condena a tanta gente de comunidades marginalizadas y poco representadas”, dice. </b>La pena de muerte de Melissa Lucio fue suspendida dos días antes de su ejecución. En los últimos 50 años, 187 condenados a muerte han sido exonerados en todo Estados Unidos, según el Death Penalty Information Center.
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La foto fue tomada el 25 de abril de 2022, poco después de que una corte de apelaciones estatal frenara la ejecución de su madre, Melissa Lucio. Ese día John Lucio celebró con su familia, pero el camino hasta esa tarde, aseguran, fue largo. "No solía pensar en la pena de muerte. Ahora es diferente. 
<b>Como hijo de Melissa Lucio, una mujer que está en el corredor de la muerte, es muy triste, es realmente deprimente, duro". </b>Aunque su madre había sido sentenciada años atrás, se sintió "devastado" cuando en enero de 2022 una corte fijó para el 27 de abril la ejecución de su mamá: 
<b>"La pena de muerte te frena. Dejas de hacer lo que amas, no vuelves a ser tú mismo. Hay un daño mental, es mucho estrés mental, es horrible".</b> Asegura que no cree en la pena capital y que con ella sufre el condenado pero también la familia: "No quiero que nadie sufra como yo. 
<b>Siento como si estuviera en el corredor de la muerte con mi mamá". </b>
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Robert Álvarez fue separado de su madre, Melissa Lucio, cuando apenas tenía siete años. Él fue puesto en custodia del estado mientras su mamá enfrentaba un juicio —cuestionado por la falta de evidencias— que la llevó a la pena de muerte. Él ahora tiene 22 años. Ha transitado casi toda la vida sin su madre: 
<b>"La pena de muerte debe ser abolida. Con ella perdí a mi mamá, perdí a mis amigos, perdí a alguien con quien poder hablar cuando estaba triste.</b> Cuando la pena de muerte me quitó a mi mamá 
<b>perdí a esa figura, vivía triste</b>. Que me la quitaran, no poder verla por años fue horrible. Cuando a mi mamá le dieron la pena de muerte, también le quitaron la oportunidad de verme graduar de bachiller, de verme crecer como persona, de ver cómo me convertía en un hombre". 
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Magdaleno Rose-Ávila
<b> </b>es activista de la organización Death Penalty Action, que ha liderado la campaña para liberar a Melissa Lucio. Para él, ningún gobierno debería tener el poder de aplicar la pena de muerte por los errores que pueden cometerse y "la corrupción" que asegura hay en el sistema judicial. “No se ve a ningún rico o blanco en el corredor de la muerte, porque la justicia se puede comprar. 
<b>En Texas han usado la pena de muerte y no han disminuido los homicidios. Por eso esa no es una solución”. </b>Para la Academia Nacional de Ciencias, al menos 4% de las personas que están en el corredor de la muerte son posiblemente inocentes.
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En video | Cuando faltaban poco más de 48 horas para la ejecución programada de Melissa Lucio, su familia recibió la llamada de la suspensión mientras realizaban una entrevista en vivo con Univision Noticias.
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Michelle es la esposa de John Lucio, uno de los hijos mayores de Melissa Lucio. Después de que su suegra fue condenada a muerte en Texas en 2008, Michelle vivió con John la completa separación de la familia: cinco de los 12 hermanos pasaron a custodia de los Servicios de Protección de Menores (CPS) y John cayó en depresión y terminó en prisión. Mientras tanto, ella velaba por ambos. Lo ha hecho durante los últimos 15 años. Este 25 de abril de 2022, una corte estatal frenó la ejecución de Melissa Lucio y abrió la puerta para que sus abogados presenten ante una corte inferior evidencias que no se vieron en el juicio inicial. Michelle asegura que sintió alivio. Para ellos comenzó una nueva batalla: la de lograr la libertad plena para Melissa Lucio. Ni antes de que todo pasara ni ahora ha estado a favor de la pena de muerte: "Uno no debe matar a alguien por algo que hizo. Melissa nunca recibió un juicio justo, sabíamos que era una mujer inocente a la que el estado iba a matar. No queríamos que se dieran cuenta que ella era inocente después de que la persona está muerta".
Imagen Cristóbal Vásquez/Univision
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