En carpas, por videoconferencia y casi sin testigos: así se decide el futuro de los solicitantes de asilo enviados a México

Dos cortes en carpas situadas al lado de los puentes fronterizos de Laredo y Brownsville han comenzado a operar en medio del secretismo. Allí acuden los solicitantes de asilo que fueron regresados a México para presentar sus casos ante jueces que los ven a través de videollamadas en otras partes del país. Para Amnistía Internacional, este nuevo sistema es injusto y, en la práctica, impide a los migrantes acceder a la protección. Esto es lo que se sabe.

Lorena Arroyo
Por:
Lorena Arroyo.
Un grupo de migrantes espera para entrevistarse con las autoridades de EEUU que procesarán sus solicitudes de asilo en una corte provisional instalada en carpas en Laredo, Texas. Estas oficinas son llamadas oficialmente 'Centro de Audiencias de Inmigración de los Protocolos de Protección Migratoria' y fueron creadas para atender solicitantes de asilo que están obligados a aguardar la tramitación de su proceso en 
<a href="https://www.univision.com/temas/mexico-city">México</a>.
El complejo de carpas para las audiencias de inmigración en Laredo tiene 30,000 pies cuadrados (2,787 metros cuadrados). Esta ciudad colinda con la mexicana Nuevo Laredo, a unas 150 millas al sur de San Antonio. Estas oficinas temporales son parte de la política del gobierno de Donald Trump para agilizar el proceso legal de las solicitudes de asilo en EEUU.
Otra corte similar fue activada en Brownsville, al lado de la ciudad mexicana de Matamoros, muy cerca de la desembocadura del río Grande (o río Bravo para los mexicanos) entre México y EEUU.
Estas cortes temporales son parte del programa ‘Protocolos de Protección al Migrante’ (MPP, por sus siglas en inglés), implementado para enfrentar “una crisis de seguridad y humanitaria en la frontera sur”, según funcionarios del gobierno. En la fotografía, un niño duerme en las piernas de un adulto mientras esperan para para ser atendidos en Laredo.
La corte temporal de Laredo comenzó a funcionar el pasado lunes. En la fotografía, los números que deben llevar los solicitantes de asilo en la nueva instalación.
¨"Silencio por favor, corte en sesión", se lee en un cartel dentro de la instalación temporal de Laredo. Con el programa MPP los solicitantes reciben una "notificación de comparecencia" para su audiencia en el tribunal de inmigración, pero son devueltos a México hasta su fecha de audiencia con un juez, que ahora puede realizarse en alguna de estas carpas.
La atención de los solicitantes de asilo en estas carpas permite que un juez de inmigración determine los méritos de las peticiones con los solicitantes presentes, lo que acelera el proceso. Según las organizaciones que ayudan a los migrantes, los solicitantes de asilo que esperan en México tienen más complicaciones para encontrar ayuda legal y asesoría para el manejo de sus casos del otro lado de la frontera.
Uno de los espacios dentro de la instalación para atender a los solicitantes de asilo en Laredo. Los migrantes son atendidos por funcionarios dentro de la corte temporal y jueces que están en otras ciudades y se comunican con los solicitantes por videoconferencia.
Un grupo de migrantes en la fila para ser atendidos en Laredo. El programa MPP se comenzó a implementar en enero de este año. Según declaró Kirstjen M. Nielsen, entonces secretaria de Seguridad de EEUU, esta política tiene como objetivo frenar el tráfico de personas que “no tienen el derecho legal de permanecer en EEUU” y “exigir que ciertas personas esperen sus procedimientos judiciales en México".
El secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan, y otros funcionarios realizan un recorrido por la instalación de Laredo. El Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP, por sus siglas en inglés) estima que unos 42,000 migrantes fueron enviados a esperar en México para esperar a que se procesen sus solicitudes.
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Un grupo de migrantes espera para entrevistarse con las autoridades de EEUU que procesarán sus solicitudes de asilo en una corte provisional instalada en carpas en Laredo, Texas. Estas oficinas son llamadas oficialmente 'Centro de Audiencias de Inmigración de los Protocolos de Protección Migratoria' y fueron creadas para atender solicitantes de asilo que están obligados a aguardar la tramitación de su proceso en México.
Imagen Eric Gay/AP

Un salvadoreño está sentado en una sala de audiencias improvisada en una carpa blanca situada en un puente fronterizo en Laredo (Texas). El hombre, que ha llegado hasta ahí escoltado desde la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, tiene a su hija de unos 3 años en su regazo mientras habla por videoconferencia con una jueza de migración que está a más de 150 millas de distancia, en San Antonio. Dirigiéndose a la pantalla de televisión que tiene en frente, el solicitante de asilo le cuenta a la magistrada Margaret D. Burkhart que teme volver a México donde, según cuenta, les secuestraron durante tres días.

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Historias como las de este salvadoreño son las que la directora de abogacía para las Américas de Amnistía Internacional (AI), Charanya Krishnaswami, ha escuchado desde el lunes cuando llegó a Texas para conocer de primera mano las cortes que el gobierno ha montado en carpas en las ciudades fronterizas de Laredo y Brownsville. A través de ellas, la administración de Donald Trump busca atender los casos de los más de 40,000 solicitantes de asilo que han sido enviados a México con el programa conocido como Protocolos de Protección de Migrantes (MPP) sin que estos estén físicamente en Estados Unidos.

Para Krishnaswami, esta nueva estrategia con la que el gobierno trata de hacer frente a la reciente oleada de migrantes centroamericanos que han llegado en los últimos meses a Estados Unidos con niños de la mano para pedir asilo, es "injusta" y no garantiza el derecho de las personas que se sienten perseguidas a pedir protección.

"Está claro que la manera en que estas cortes en tiendas están construidas para aislar a los solicitantes de asilo del público lo máximo posible y que no puedan conseguir ayuda. Así que mucha gente no tiene asistencia legal", lamenta la directora de abogacía de AI en declaraciones a Univision Noticias.

"Hay mucha gente que está intentando hacer todo bien por todas las maneras y aun así los devuelven a México y no entienden por qué. No entienden por qué vienen a corte, no tienen orientación legal ni explicación del proceso", agrega.

El objetivo del gobierno: desmotivar a quienes "no tienen razones válidas"

Pero el gobierno ve estas cortes hechas con carpas blancas y tráilers e instaladas al lado de los puentes fronterizos como una herramienta para agilizar las audiencias de asilo del país, que cuentan ya con un millón de casos atrasados, según el registro independiente que lleva la Universidad de Syracuse.

Una de las cortes instaladas en carpas está en Laredo, Texas. Hasta allí acudió un migrante para su audiencia. Tras comparecer ante el juez, el hondureño manifestó que piensa devolverse a su país. Por su parte, el secretario interino de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan, aseguró que este procedimiento "desmotivará a personas que no tienen razones válidas" para ir a EEUU.
Video "No dejan que uno opine mucho": migrante narra su audiencia por videoconferencia en la frontera


"Estamos dando más integridad al sistema y eso va a desmotivar a personas que no tienen razones válidas para venir y nos permitirá atender más rápido a quienes no tienen causas justas para pedir asilo", dijo esta semana el secretario interino de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan, al visitar la carpa de Laredo junto a otros altos funcionarios del gobierno de Trump.

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Pero las organizaciones de derechos humanos lamentan que, con el programa MPP, el gobierno está dejando en México, muchas veces en ciudades con altos niveles de violencia y sobrepasadas por la llegada de migrantes, a familias vulnerables que no tienen cabida en los albergues y que, sin dinero, se ven obligados a dormir en la calle en lugares cercanos a los puentes fronterizos y sin servicios higiénicos.

Los activistas proinmigrantes también han advertido la falta de acceso de los solicitantes de asilo a abogados que les ayuden a navegar por el sistema legal estadounidense para poder pedir protección desde el país vecino.

Y los pocos que consiguen tener representación legal, a sus abogados no les dejan hablar con otros migrantes que no sean sus clientes.

Un proceso sin testigos

El programa comenzó a implementarse la semana pasada en la carpa de Laredo que, según las autoridades, tiene capacidad para procesar hasta 400 migrantes en un día, y también está funcionando otra en Brownsville, que puede albergar hasta 720 diarios, según el contrato federal.

Un agente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza espera la llegada de migrantes que acudirán a su cita para pedir asilo en el puente que une Laredo con Nuevo Laredo.
Un agente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza espera la llegada de migrantes que acudirán a su cita para pedir asilo en el puente que une Laredo con Nuevo Laredo.
Imagen Fernando Llano/AP

El director interino de la Oficina de Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), Ken Cuccinelli, dijo esta semana que las carpas de Laredo y Brownsville son solo la primera fase de un programa que prevé extenderse a otros puntos de la frontera e involucrar hasta a 200 jueces en audiencias remotas en diferentes puntos del país. Por el momento se sabe de cortes atendiendo estos casos a través de teleconferencia en San Antonio, Port Isabel y Harlingen.

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Pero no es mucha la información que el gobierno ha dado sobre estas audiencias en carpas para las que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) solicitó al Congreso desviar 155 millones de dólares del Fondo de Ayuda por Desastres de FEMA. De acuerdo a una carta enviada al secretario interino de ese departamento en agosto, los fondos serían destinados a la construcción y operación de cinco tribunales en la frontera sur.

Por el momento, el programa se ha lanzado rodeado de secretismo: ni periodistas ni organizaciones de derechos humanos tienen acceso a las audiencias en las carpas, a excepción de los medios que consiguieron entrar en la de Laredo durante la visita de McAleenan, Cuccinelli y otros funcionarios.

A diferencia de las audiencias de asilo en las cortes de todo el país, que están abiertas al público, la única posibilidad de ser testigos de estos procesos en las carpas es en San Antonio, donde trabajan algunas de las juezas que revisan los casos por teleconferencia y a los que el gobierno ha dado acceso a periodistas y organizaciones.

"Hemos visto que mucha gente no se está presentando en corte y, sabiendo qué peligrosos son los lugares a los que se les está mandando, tengo preocupaciones serias por su seguridad y las razones por la que no se presentan a corte", le dijo a Univision Noticias Charanya Krishnaswami de AI, quien el martes y el miércoles asistió a las audiencias en San Antonio.

Secuestros, extorsiones y miedo de volver a México

Según cuenta, el martes 120 solicitantes de asilo tenían cita en esa corte. En la sala en la que ella estuvo, de los 56 migrantes que estaban en la lista de la jueza Burkhart sólo se presentaron 33, mientras que a los otros 23 les pusieron órdenes de deportación en ausencia. El miércoles, las cifras fueron menores: de los 56 casos que debía ver la magistrada, solo 15 se presentaron, mientras que, en la otra sala, de las 86 personas convocadas, solo se presentaron unos 30.

Según documentos federales, la corte de Brownsville tiene capacidad para recibir a más de 700 migrantes al día.
Según documentos federales, la corte de Brownsville tiene capacidad para recibir a más de 700 migrantes al día.
Imagen DRONE BASE/REUTERS

Las organizaciones achacan esas grandes tasas de ausentismo a que muchos migrantes deciden regresar a sus países por el temor de quedarse en México.

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De hecho, como el padre salvadoreño que relató un secuestro en la corte de Laredo, muchas personas le comunican a los jueces el miedo de regresar a México mientras continúan sus casos de asilo y relatan vivencias traumáticas que sufrieron en ese país mientras esperaban su turno en la corte.

"Una pareja cubana describió cómo los habían intentado extorsionar. Les pidieron 1,500 dólares y le tuvieron que pedir ayuda a su familia para pagar y contaron que a varios amigos los habían secuestrado también", afirma Krishnaswami."Eran muchos los que describían secuestros, violencia, no tener un lugar donde quedarse... Y los dos jueces dijeron que no tenían control sobre si les mandaban de vuelta a México, pero que los podían referir a oficiales de asilo para que determinaran si existía un miedo creíble para regresar".


Sin embargo, la abogada de AI afirma que, aunque expongan un miedo serio a regresar, a la mayoría los devuelven al país vecino, lo que le hace desconfiar del proceso y de la entrevista con los oficiales de asilo.

Krishnaswami también vio algunas irregularidades los dos días que estuvo observando, como el caso de tres mexicanos en las listas de la corte como parte del programa MPP que, por definición, no debe incluir a ciudadanos de esa nacionalidad; o casos difíciles de comprender, como el de una familia venezolana a la que las autoridades enviaron a México pese a que tres de los cuatro miembros tenían visas B1/B2 (de turismo y negocios) que permitían su estancia en el país.

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"Era una madre y tres hijos de 15 años, 10 años y un bebé de 8 meses. Tres tenían visa para estar en EEUU, pero se les devolvió por el programa conocido como 'Permanencia en México'. Y lo hicieron, según dijeron, para evitar una separación familiar porque el bebé no tenía visa", cuenta.

Ese tipo de situaciones está provocando que muchos migrantes desistan y regresen a sus países, como Wilson, un padre hondureño que acudió esta semana a su corte en la carpa de Laredo.

"Había una pantalla grande y no le dejan a uno que opine mucho ahí", le dijo a Univision Noticias. Por eso, aunque le dieron una cita para regresar el 25 de octubre, él decidió devolverse a Honduras.

<b>María, una guatemalteca de 27 años,</b> fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
La abogada de inmigración en San Diego Maricela Amezola dice que 
<b>actualmente no tiene ningún caso de MPP,</b> aunque asegura que podría tomar algunos sin costo alguno si los argumentos para pedir el asilo fueran contundentes. Explica que tiene pocos abogados en su despacho y que por eso no puede enviarlos un día entero a Tijuana a ayudar a los migrantes bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP). Cree que las posibilidades de que un caso de asilo prospere sin abogado son muy remotas, sobre todo por la complejidad de los cambios en la legislación de parte del gobierno de Donald Trump.
Una vista del pasillo en forma de caracol en El Chaparral, el punto fronterizo por el que decenas de migrantes centroamericanos retornados a México 
<b>deben pasar cada vez que tienen su cita con un juez de inmigración en Estados Unidos.</b> Una vez ante los oficiales de Estados Unidos, son recibidos y traslados en buses a las salas de corte.
La carta en la que una organización le notifica a una inmigrante retornada a México que no podrán representarla ante el juez de inmigración: 
<b>"Nuestro equipo legal determinó que NO TIENE la capacidad para aceptar su caso en este momento",</b> se lee en el correo. La negativa se explica porque esta organización, Jewish Family Services, solo tiene un abogado y dos representantes autenticados por el Departamento de Justicia. Entre ellos tres evalúan cuáles y cuántos casos pueden asumir considerando, por ejeplo, que la vida de las personas corra peligro por ser víctimas de la violencia o por razones médicas. Esta es la única organización en la frontera de California que está tomando casos de migrantes devueltos a México bajo los MPP.
El pastor Gustavo Banda Aceves dirige el albergue Embajadores de Jesús en Tijuana, donde casi 90% de los migrantes que allí duermen fueron devueltos a México para los MPP. Explica que la desesperación de los centramericanos por ver una solución en sus casos es tal que hace que muchos de ellos desistan y se devuelvan a sus países. Por eso y las dificultades para conseguir abogados, asegura, 
<b>"la gente no quiere intentarlo más".</b>
Brenda Esmeralda Ruiz, una salvadoreña, ha estado a punto de desistir varias veces, pero el pastor Banda le ha dicho que no se rinda, que siga buscando un abogado que la represente y pelee su caso en Estados Unidos. Ella huyó de su país porque su esposo la golpeaba frecuentemente y la acosaba, hasta que un día se cansó. Salir de El Salvador fue la mejor solución que encontró para poner fin a ese círculo de violencia. Cuando tomó la decisión le pidió a un amigo que la acompañara y se fueron hasta Tapachula. De ahí se montó en la bestia hasta Mexicali y de allí siguió hasta Tijuana. Hasta ahora solo ha tenido una corte. En ella el juez le pidió considerar volver con un abogado.
Diana Vidal, otra salvadoreña de 32 años, también está en Tijuana. Huyó porque tanto las pandillas como la policía acosaron a sus hijos y los obligaban a cumplir órdenes. Cuando ella puso la denuncia en la Fiscalía, la policía comenzó a golpear a los adolescentes e incluso la amenazaron de muerte. Y una noche llegaron miembros de la pandilla Máquina, una de las menos numerosas y quienes controlaban la zona en la que ellos vivían, y les dieron 30 minutos para tomar unas pocas cosas y marcharse de la casa. Así hicieron. Ahora tienen algunos meses en Tijuana. Dice frustrada que ha hablado con cinco abogados y que ninguno ha aceptado su caso. 
<b>"El juez me dijo que tenía 87% de probabilidades de entrar (a Estados Unidos) con un abogado",</b> dice. "El problema es que ninguno quiere venir aquí porque dicen que están saturados".
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"Los inmigrantes vienen con la ilusión de que si no tienen dinero les asignarán un abogado, pero se decepcionan porque eso no ocurre", dice el pastor Alberto Rivera, que dirige el albergue Ágape, también en Tijuana. Cuenta que ve cómo los migrantes llegan con una hoja que les dan en Estados Unidos con una lista de posibles abogados probono y organizaciones sin fines de lucro: "Pero 
<b>ellos llaman y llaman y cuando les contestan les dicen que están saturados". </b>Hasta albergues como Ágape llegan personas que les dan asesoría legal, pero que en muchos casos no son abogados, explica: "Les dicen cómo llenar los documentos, pero 
<b>en algunos casos ha habido dificultades porque han llenado formularios de forma errónea".</b>
Un padre guatemalteco muestra los mensajes de texto con el que grupos criminales amenazaron a su familia e intentaron secuestrar a la hija adolescente desde su propio colegio. Ellos aseguran que su familia en Estados Unidos puede ayudarles a pagar un abogado que los represente, pero hasta ahora no han podido conseguir a ninguno que tome su caso.
Ahora esta familia espera en México el día de su corte. Entre sus miembros hay un bebé de apenas meses que la madre lleva entre brazos. Ella cuenta que mientras estuvieron en custodia de la Patrulla Fronteriza su hijo se enfermó por el frío; la llevaron a una clínica donde una doctora atendió al menor, pero cuando tocó pagar la cuenta, el funcionario que la trasladó se quejó por la cantidad alejando que ella no era estadounidense.
Daniela Díaz, una salvadoreña también esperando en Tijuana. Asegura que ha llamado a todos los números que le han dado en la lista de abogados y que hasta ahora ninguno si quiera le ha devuelto la llamada pese a que ha dejado mensajes de voz. "Esto me pasa cada vez que llamo", dice mientras escucha una de las grabadoras de una de las organizaciones con las que intentaba comunicarse.
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María, una guatemalteca de 27 años, fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
Imagen Almudena Toral/Univision
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