Denuncian cortes de inmigración "secretas" que el gobierno instala en la frontera

El diario The New York Times reportó que esta semana el gobierno de Trump comenzó a operar tribunales de inmigración en carpas levantadas en la frontera de Texas. Las salas, que no permiten el ingreso de observadores independientes, son consideradas “cortes secretas” donde los inmigrantes son procesados en grupo por medio de un sistema de video conferencia.

Jorge Cancino
Por:
Jorge Cancino.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, respondió así al encargado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), Mark Morgan, quien corroboró que Washington sigue "absolutamente" interesado en impulsar un acuerdo de 'tercer país seguro' para inmigrantes con México.
Video Ebrard le responde a la Casa Blanca: "México no es ni aceptará ser 'tercer país seguro'

La escasa información respecto al traslado de cortes de inmigración a la frontera con México, y la aceleración de juicios a migrantes que esperan al otro lado de la frontera por sus procesos de asilo en Estados Unidos, genera preguntas entre los miembros de la Asociación Americana de Abogados de Inmigración (AILA). Y las respuestas no aparecen.

La entidad señala que “la poca información” que ha compartido el gobierno de Donald Trump “con respecto a los tribunales” que están siendo instalados en los puertos fronterizos por parte de los departamentos de Seguridad Nacional (DHS) y de Justicia (DOJ), eleva el nivel de inquietud, sobre todo porque no se conocen detalles respecto “a los problemas operativos pendientes” que incidirán en el futuro de miles de personas que huyeron de sus países en busca de asilo para salvar sus vidas.

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Enmarcados bajo el programa conocido como Protocolo de Protección Migratoria (MPP), los tribunales procesarán de manera acelerada a más de 42,000 migrantes, la mayoría centroamericanos, que fueron retornados a México una vez solicitaron asilo en la frontera y fueron entrevistados por agentes federales estadounidenses.

Bajo la lupa

Desde que fue anunciado en diciembre del año pasado, AILA ha criticado el programa de retorno porque “expone” a nuevos peligros a quienes huyen buscando que el gobierno de Estados Unidos ponga sus vidas bajo resguardo.

Además, la Asociación ha dicho que el MPP “efectivamente niega a los solicitantes de asilo su derecho a estar representado por un abogado, y reduce la capacidad de los migrantes de recibir una revisión justa y significativa de sus reclamos” de asilo.

“Además, la violencia bien documentada y la inestabilidad que enfrentan los migrantes en México los expone (…) a sufrir más traumas, e incluso la muerte mientras esperan sus audiencias” en las cortes de inmigración de Estados Unidos.

La entidad reitera que el programa “debe ser finalizado y los solicitantes de asilo deben ser procesados en Estados Unidos”. Pero contrario a los reclamos y solicitudes planteadas por los abogados, el gobierno de Trump ha expandido el MPP a lo largo de la frontera con México, desde San Diego, en California, hasta Laredo y Brownsville, en Texas.

Cortes ‘secretas’

El diario The New York Times reportó que esta semana el gobierno de Trump comenzó a operar tribunales de inmigración en carpas levantadas en la frontera de Texas. Las salas, que no permiten el ingreso de observadores independientes, son consideradas “cortes secretas” donde los inmigrantes son procesados en grupo por medio de un sistema de video conferencia.

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En un extremo de la transmisión se encuentra el grupo a ser juzgado que está siendo enfocado por una cámara de televisión; en el otro extremo, frente a un monitor de televisión, el juez que tiene sobre la mesa de un escritorio los expedientes de los acusados, migrantes asustados que hicieron un largo y peligroso viaje desde sus países de los cuales huyeron a causa de la violencia y la pobreza, en busca del sueño americano.

“La ubicación de estos nuevos tribunales obligan a los solicitantes de asilo a esperar sus procedimientos en lugares extremadamente peligrosos, como Nuevo Laredo y Matamoros”, advierte AILA. Y precisa que ambas ciudades “fueron designadas por el Departamento de Estado como nivel cuatro y emitió una advertencia de viaje” debido a la cantidad de delitos que en ellas se cometen, entre ellos secuestros y asesinatos”.

Silencio preocupante

La mayor preocupación de AILA es que, “hasta la fecha, ni el DHS y el Departamento de Justicia han proporcionado información adicional a abogados u otras partes interesadas sobre la logística operativa relacionada con los nuevos tribunales que operarán en tiendas de campaña”.

Añade que la política que regula estos procesos “comparte poca información”, y que el desconocimiento respecto a las cuestiones operativas “eleva las preocupaciones” y también aumenta las dudas.

Respecto a cuántos casos de asilo esperan en México, AILA dice que bajo el MPP, el número de migrantes es de 37,578. La cifra es inferior a la dada a conocer esta semana por el comisionado interino de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas, Matthew Albence, quien dijo que el número de migrantes regresados a México hasta finales de julio era poco más de 42,000.

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Otras preguntas sin respuesta señaladas por AILA corresponden al número de tribunales y jueces asignados por el Departamento de Justicia para juzgar casos de asilo en la frontera. Y la capacidad diaria de procesos que atenderán diariamente. Citando a varios medios, la Asociación dice que el gobierno “anticipa realizar aproximadamente 420 audiencias virtuales al día en Laredo y 720 audiencias virtuales al día en Brownsville”.

Añade que, de acuerdo con reportes del Departamento de Justicia, “la Asociación Nacional de Jueces de inmigración (NAIJ) ha dicho que se espera que jueces de inmigración que adjudiquen casos de MPP escucharán entre 80 a 100 casos en una sola sesión que dura unas pocas horas".

AILA asegura que el atasco en las cortes, con más de 975,000 casos acumulados, la falta de información sobre la manera en que operarán los tribunales “secretos”, sin duda “causará estragos en los expedientes judiciales en todo el país” y afectará el debido proceso.

Qué no se sabe

La lista de lo que no se sabe crece con el paso de los días, advierten los abogados. “Hasta la fecha, ni el DHS y el DOJ han confirmado las informaciones” que publican los medios” y la falta de transparencia “creará caos”, advierten.

Añaden que la falta de respuestas “impide la posibilidad de que los migrantes tengan un día justo en la corte, y restringe el acceso a un abogado”.

Plantean además que al no contar con asistencia legal, los migrantes no podrán defenderse adecuadamente y luchar por sus permanencias en Estados Unidos, y reclaman porque en el día del juicio “los abogados no podrán estar junto a sus clientes para asesorarlos”.

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Los abogados también denuncian que no tienen acceso a lugares privados para hablar con los migrantes que representan, y los procesos tampoco permiten que testigos o familiares se presenten en estas instalaciones.

Tampoco el gobierno a respondido a preguntas básicas como la manera en que los migrantes que esperan en México se enteran de sus juicios, cómo viajarán a su día en corte, dónde se ubican físicamente los tribunales, cómo se contactarán con sus abogados, y si los defensores podrán entrar a las salas donde se celebrarán las audiencias, y si las salas de los tribunales que operarán en las cartas permitirán la entrada al público.

La lista de preguntas planteada por AILA sigue creciendo, al igual que el silencio por parte del gobierno de Trump.

<b>Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años</b> en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Un grupo de migrantes bajo el programa de 'Retorno a México' 
<b><a href="https://www.univision.com/noticias/inmigracion/en-buses-o-en-vuelos-pagados-por-trump-la-angustia-lleva-a-los-centroamericanos-que-esperan-en-mexico-a-devolverse-a-sus-paises">espera para subirse al autobús que les llevará de regreso a su país</a></b>, Guatemala. Un número creciente de centroamericanos están regresando a sus lugares de origen exhaustos por las largas esperas en México como consecuencia de este plan implementado por la administración Trump desde enero. Para sus primeras cortes, 
<b>los últimos que retornaron a Tijuana contaron que tienen que quedarse en México entre seis y nueve meses más.</b>
Una migrante muestra los documentos de la política Protocolo de Protección de Migrantes recibidos de manos de las autoridades estadounidenses antes de ser devuelta a Tijuana. Más de 20,000 migrantes ya forman parte de este programa, por el cual tienen que 
<b>esperar el resto de su proceso migratorio en ciudades fronterizas en las que corren riesgos de seguridad,</b> como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros. 
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Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brinda información a una migrante sobre el programa de Retorno Voluntario Asistido en el albergue Ágape en Tijuana, México. 
<b>La OIM está proporcionando billetes de avión pagados con fondos del gobierno de Estados Unidos </b>a los migrantes que quieran regresarse a Honduras, El Salvador y Guatemala. Un funcionario de la OIM explicó a Univision Noticias que, aunque son muchos los que sí se regresan, al menos 50% de los que se anotan en las listas pueden cambiar de opinión en el lapso de una semana.
Iván Vargas, coordinador de la línea de autobuses privada Transporte Turístico Ejecutivo, revisa la lista de pasajeros de una unidad que tiene como destino Tapachula, Chiapas. La imagen fue tomada a las afueras del albergue Ágape en Tijuana, México.
Diana Cruz, de 16 años, dice adiós a sus amigos del albergue Ágape antes de subirse al autobús que llevará a su familia de Tijuana a Tapachula. Esta familia decidió emprender el viaje de regreso a su país de origen, Guatemala, después de ver que el proceso de petición de asilo estaba muy demorado y les obligaba a esperar en México. La hermana pequeña, Atziry, de 7 años, empezó a decirle a la mamá que echaba de menos a su abuela y quería regresarse y 
<b>la madre tomó la decisión de volver para no someter a sus niñas a más sufrimiento.</b>
La frontera entre México y Estados Unidos en El Chaparral, el cruce fronterizo en Tijuana. Decenas de inmigrantes llegan a este punto cada mañana para esperar su turno para entrar y ser entrevistados por la Patrulla Fronteriza. La espera promedio para que llamen un número ahora está en al menos cuatro meses. La mayoría de los migrantes son retornados a México con una fecha para su primera corte con un juez de inmigración. Pero, al final, el caso puede tomarles hasta un año, entre otras cosas, porque sin un abogado el juez los devuelve a México —o a los centros de detención si tienen la suerte de ser admitidos en Estados Unidos— hasta que vuelvan con alguien que los represente.
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Una adolescente guatemalteca que prefirió no ser identificada sale del albergue Embajadores de Jesús, antes de subirse a un autobús cuyo destino es Tapachula. Se regresa porque teme que en su corte el juez de inmigración la devuelva a la hielera de la Patrulla Fronteriza y tenga que vivir de nuevo el frío que caracteriza a estos lugares, la mala alimentaci´on y los maltratos de funcionarios que les reiteran que no son bienvenidos en Estados Unidos, según denuncia.
El pastor Gustavo Banda, encargado del albergue Embajadores de Jesús, en el patio trasero de su casa donde organizan cada día donaciones que reciben para los migrantes. "Les están dando una esperanza muy pequeña para que se queden", dice Banda. "Los quieren desanimar porque su cita es hasta enero del año próximo", agrega. Él cree además que la falta de permisos de trabajo y la poca asistencia que les da el gobierno mexicano para regularizarse es lo que los desalienta a esperar hasta su primera fecha de corte.
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Francisco, de 34 años, quiere regresar a su país por su hijo Andy Javier, de 9 años. “Está sufriendo, mejor le regreso para Guatemala”, explica minutos antes de que parta el autobús del albergue Ágape en Tijuana.
Dos hermanos guatemaltecos de 6 años y 8 años juegan antes de subirse al autobús que les llevará de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala.
<b>Ileidy Díaz, de Guatemala, es la madre de esos niños.</b> Ella explica que su plan era que su esposo en Estados Unidos los pidiera, entre otras cosas porque ella y su hijo están enfermos: ella quería recibir tratamiento para su vitiligo y esperaba que su hijo pudiera ser tratado por una enfermedad en sus ojos. Por ahora, nada de eso ocurrirá. Díaz asegura que ya no quiere que sus hijos sufran más mientras esperan hasta el 14 de enero, cuando le tocará su fecha de corte. Cuenta que en la hielera les maltrataron, que a ella los funcionarios de la Patrulla Fronteriza la obligaron a la fuerza a firmar su regreso a México mientras sus hijos lloraban. "El miedo que eso me generó me hace devolverme a mi país", dice.
José Mario Sarmiento, de Honduras, en un autobús que viaja de Tijuana a Tapachula rumbo a Guatemala. “La vi muy difícil,” dice José Mario sobre la razón por la que ha decidido regresarse a su país. Llegó a Tijuana hace mes y medio. Quería cruzar ilegalmente ya que tiene una deportación previa, pero le dio mucho miedo la situación en la frontera y la posibilidad de ser arrestado y tener que pasar mucho tiempo en la cárcel.
Bolsas de basura cargadas de pertenencias de migrantes que se regresan a sus países de origen en un autobús privado con trayecto Tijuana-Tapachula.
<b>José María García, conocido como 'Chema', </b>encargado del albergue para migrantes Juventud 2000, parado frente a la casa ubicada en la zona norte de Tijuana, México, una de las áreas más inseguras de la ciudad. Según él, una parte de los centroamericanos que llegan al recinto deciden cruzar de forma ilegal a Estados Unidos "ya que ven que las posibilidades son cada vez más cerradas para poderse quedar o recibir el asilo", cuenta. Lo hacen, explica "porque cada vez ven más lejano (el fin de sus procesos) o cada vez ven menos las posibilidades de quedarse en los Estados Unidos". En sus estimaciones, 30% de los que llegan a su albergue se marchan o a su país o a la frontera para cruzar sin ser vistos.
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Silvia Gómez, de 25 años, sentada junto a su hija de 9 años en el autobús en el que harán el primer trayecto hasta Tapachula. Se marcha porque su familia en Guatemala se lo pidió. Le dijeron que esperar hasta el 15 de enero de 2020 por su primera corte era un tiempo excesivo para andar con una niña en un albergue. Sus planes no están claros aún: cree que dejará a su hija en Guatemala y regresará a México cuando se aproxime su fecha de entrada a Estados Unidos para presentarse ante el juez de inmigración.
Imagen Almudena Toral/Univision
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