La madre y el niño ahogados en el Río Grande habían sido devueltos a México a la espera de asilo

Según el relato de la familia, Idalia Herrera llegó a EEUU a finales de agosto con su hijo menor, Iker, de 1 año y 9 meses, con el objetivo de reunirse con su esposo y sus dos hijas, de 7 y 5 años, pero fue regresada a México mientras avanzaba su caso de asilo. Desesperada, la mujer decidió volver a intentar cruzar por el Río Grande, donde murió ahogada.

Lorena Arroyo
Por:
Lorena Arroyo.
La mujer y el menor de 2 años viajaron más de 300 millas desde Matamoros, México, hasta la frontera con Del Río, Texas, donde se aventuraron con un grupo de hondureños, pero fallecieron al pretender cruzar el río. Por otro lado, en un intento por procesar casos pendientes de asilo, esta semana comenzaron a funcionar dos instalaciones en carpas, una en Laredo y otra en Brownsville, que se utilizarán como salas de audiencias conectadas a través de circuitos cerrados de televisión.
Video "Le dijimos que no lo intentara": una madre hondureña y su pequeño hijo mueren tratando de atravesar el Río Bravo

Desde que a finales de agosto fue devuelta por las autoridades estadounidenses a México con su hijo Iker mientras esperaba una resolución a su caso de asilo, la migrante hondureña Idalia Herrera llamaba todos los días a su esposo Elmer desesperada.

"Los tuvieron dos semanas en migración y después los regresaron a Matamoros. De ver que era muy peligroso, ella llamaba todos los días. Decía que dormían en la calle y se desesperaba", le cuenta a Univision Noticias su cuñado Wilfredo Córdova. Por eso, asegura, la madre decidió regresar a Ciudad de México con el niño para tratar de volver a la frontera y cruzar por otro lado. Su objetivo: encontrarse con su esposo Elmer y sus dos hijas mayores, de 7 y 5 años, que habían migrado hace tres meses a Estados Unidos.

Elmer Córdova narró que su esposa intento llegar a Estados Unidos y pagó a un ‘coyote’ para que la ayudara. Sin embargo, la mujer y el niño pequeño murieron. Córdova cuenta que tuvieron que salir de Honduras por la pobreza y violencia que hay en su país.
Video "Ella tenía miedo de cruzar": migrante cuya esposa e hijo murieron intentando pasar el río Bravo hacia EEUU

Con ese plan, Herrera buscaba tener mejor suerte y quizás sortear a las autoridades migratorias. Pero el pasado 11 de septiembre se encontró con la muerte cuando no logró resistir a la fuerte corriente del Río Grande con su hijo de 1 año y 9 meses en brazos y ambos murieron ahogados. Los agentes de marina de la Patrulla Fronteriza recuperaron los cuerpos en un área cercana al arroyo San Felipe, cerca del sector de Del Río, en Texas.

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"El miércoles a la noche tuvimos varias llamadas de la embajada de Honduras. Nos dimos cuenta de que habían fallecido", cuenta Wilfredo Córdova, quien vive desde hace 20 años en Charlotte (Carolina del Norte), a donde hace aproximadamente tres meses llegaron su hermano Elmer y sus dos sobrinas.

Las hijas mayores todavía no saben que su mamá y su hermano han muerto

Wilfredo Herrera esperó a confirmar la noticia a la mañana siguiente para comunicársela a su hermano. "Fue desesperante. Se descontroló", afirma."Él no halla qué hacer", añade.

En medio de la tragedia, la familia aún no ha encontrado la manera correcta de contarle a las dos hijas mayores de Idalia Herrera que su mamá y su hermano han muerto.

Las hijas mayores de la pareja aún no saben que su mamá y su hermano pequeño han muerto.
Las hijas mayores de la pareja aún no saben que su mamá y su hermano pequeño han muerto.
Imagen Cortesía familia Córdova


"Cuando estaba en Matamoros, (Idalia) se comunicaba con ellas y les decía que ya pronto iba a estar aquí con ellas", recuerda Córdova. "La más grande pregunta que dónde está (su mamá). Yo le dije que iba para un lugar más bonito que aquí, que tomó otro rumbo".

Precisamente, la idea de reencontrarse con su esposo y sus hijas fue la que movió a Idalia Herrera a salir de su comunidad de El Limón, en Nacaome (Valle), el 1 de agosto pasado con su hijo menor Iker.

"Cuando mi hermano llegó, ella decía que quería estar con su familia. Le decía que iba a salir porque quería estar con las niñas", afirma Wilfredo Córdova.

Como muchos de los migrantes que llegan a EEUU desde Centroamérica, la pareja soñaba con ofrecerles un mejor futuro a sus hijos. En Honduras, Elmer tenía una barbería, pero, según cuenta su hermano, entre las extorsiones que tenía que pagarle a la mara y las protestas en contra del gobierno que paralizaron el comercio "el negocio se vino abajo".

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"Se fueron por la desesperación y el hambre", afirma Córdova. "En el país de uno no es fácil vivir. Hasta los policías te venden", lamenta.

Dos meses de diferencia, dos realidades opuestas

Aunque apenas habían pasado dos meses desde que había migrado el padre con las dos hijas mayores, cuando Idalia Herrera decidió emprender el mismo camino las circunstancias en la frontera eran bastante diferentes.

Idalia Herrera y Elmer Córdova pensaban que migrando a EEUU podrían ofrecerles un mejor futuro a sus hijos.
Idalia Herrera y Elmer Córdova pensaban que migrando a EEUU podrían ofrecerles un mejor futuro a sus hijos.
Imagen Cortesía familia Córdova

Lejos de procesarla y dejarla libre en EEUU, como le sucedió a su esposo, a Herrera la regresaron a México por el programa denominado Protocolo de Protección del Migrante (PPM), por el que Estados Unidos envía al país vecino a solicitantes de asilo mientras sus casos avanzan en las cortes estadounidenses, como confirmó la vicecanciller para Asuntos Consulares y Migratorios de Honduras, Nelly Jerez.

Univision Noticias consultó a la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) si efectivamente Herrera y su hijo eran parte del programa también conocido como 'Remain in Mexico' ('Permanezca en México'), pero no ha obtenido respuesta.

Según datos proporcionados por el gobierno hondureño, la mayoría de los más de 38,300 migrantes que han sido retornados a México por el PPM son de ese país (13,728), por delante de los guatemaltecos (12,175) y los salvadoreños (4,992).

El endurecimiento de las políticas migratorias de EEUU ha provocado una acumulación de migrantes en la frontera norte mexicana que han saturado ciudades como Matamoros, donde muchos de los que esperan la fecha de su corte migratoria no tienen cabida en los albergues y deben dormir a la interperie sin acceso a servicios higiénicos y con dificultades para conseguir comida.

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Y esa fue la situación que llevó a Idalia Herrera a tratar de cruzar el Río Grande por su cuenta y la que llevó a su muerte, en un caso que recuerda al de migrante salvadoreño ahogado a finales de junio junto a su hija cuando trataban de llegar a EEUU desesperados por la gran espera en Matamoros.

Por eso, las autoridades insisten en su mensaje a las familias para no poner en riesgo a los niños en el intento de los padres por buscarles una vida mejor: "Las disposiciones legales migratorias están cada vez más rigurosas en los Estados Unidos en la frontera sur", reconoció la vicecanciller hondureña Nelly Jérez en un comunicado enviado a Univision Noticias. "Asimismo, las autoridades estadounidenses han dejado claro que viajar con niños no garantiza el ingreso a esta nación".

Mientras gestionan la repatriación de los cadáveres con las autoridades hondureñas, la familia Herrera ha creado una página de GoFundMe para reunir fondos para el envío de los cuerpos de la madre y el hijo.

<b>María, una guatemalteca de 27 años,</b> fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
La abogada de inmigración en San Diego Maricela Amezola dice que 
<b>actualmente no tiene ningún caso de MPP,</b> aunque asegura que podría tomar algunos sin costo alguno si los argumentos para pedir el asilo fueran contundentes. Explica que tiene pocos abogados en su despacho y que por eso no puede enviarlos un día entero a Tijuana a ayudar a los migrantes bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP). Cree que las posibilidades de que un caso de asilo prospere sin abogado son muy remotas, sobre todo por la complejidad de los cambios en la legislación de parte del gobierno de Donald Trump.
Una vista del pasillo en forma de caracol en El Chaparral, el punto fronterizo por el que decenas de migrantes centroamericanos retornados a México 
<b>deben pasar cada vez que tienen su cita con un juez de inmigración en Estados Unidos.</b> Una vez ante los oficiales de Estados Unidos, son recibidos y traslados en buses a las salas de corte.
La carta en la que una organización le notifica a una inmigrante retornada a México que no podrán representarla ante el juez de inmigración: 
<b>"Nuestro equipo legal determinó que NO TIENE la capacidad para aceptar su caso en este momento",</b> se lee en el correo. La negativa se explica porque esta organización, Jewish Family Services, solo tiene un abogado y dos representantes autenticados por el Departamento de Justicia. Entre ellos tres evalúan cuáles y cuántos casos pueden asumir considerando, por ejeplo, que la vida de las personas corra peligro por ser víctimas de la violencia o por razones médicas. Esta es la única organización en la frontera de California que está tomando casos de migrantes devueltos a México bajo los MPP.
El pastor Gustavo Banda Aceves dirige el albergue Embajadores de Jesús en Tijuana, donde casi 90% de los migrantes que allí duermen fueron devueltos a México para los MPP. Explica que la desesperación de los centramericanos por ver una solución en sus casos es tal que hace que muchos de ellos desistan y se devuelvan a sus países. Por eso y las dificultades para conseguir abogados, asegura, 
<b>"la gente no quiere intentarlo más".</b>
Brenda Esmeralda Ruiz, una salvadoreña, ha estado a punto de desistir varias veces, pero el pastor Banda le ha dicho que no se rinda, que siga buscando un abogado que la represente y pelee su caso en Estados Unidos. Ella huyó de su país porque su esposo la golpeaba frecuentemente y la acosaba, hasta que un día se cansó. Salir de El Salvador fue la mejor solución que encontró para poner fin a ese círculo de violencia. Cuando tomó la decisión le pidió a un amigo que la acompañara y se fueron hasta Tapachula. De ahí se montó en la bestia hasta Mexicali y de allí siguió hasta Tijuana. Hasta ahora solo ha tenido una corte. En ella el juez le pidió considerar volver con un abogado.
Diana Vidal, otra salvadoreña de 32 años, también está en Tijuana. Huyó porque tanto las pandillas como la policía acosaron a sus hijos y los obligaban a cumplir órdenes. Cuando ella puso la denuncia en la Fiscalía, la policía comenzó a golpear a los adolescentes e incluso la amenazaron de muerte. Y una noche llegaron miembros de la pandilla Máquina, una de las menos numerosas y quienes controlaban la zona en la que ellos vivían, y les dieron 30 minutos para tomar unas pocas cosas y marcharse de la casa. Así hicieron. Ahora tienen algunos meses en Tijuana. Dice frustrada que ha hablado con cinco abogados y que ninguno ha aceptado su caso. 
<b>"El juez me dijo que tenía 87% de probabilidades de entrar (a Estados Unidos) con un abogado",</b> dice. "El problema es que ninguno quiere venir aquí porque dicen que están saturados".
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"Los inmigrantes vienen con la ilusión de que si no tienen dinero les asignarán un abogado, pero se decepcionan porque eso no ocurre", dice el pastor Alberto Rivera, que dirige el albergue Ágape, también en Tijuana. Cuenta que ve cómo los migrantes llegan con una hoja que les dan en Estados Unidos con una lista de posibles abogados probono y organizaciones sin fines de lucro: "Pero 
<b>ellos llaman y llaman y cuando les contestan les dicen que están saturados". </b>Hasta albergues como Ágape llegan personas que les dan asesoría legal, pero que en muchos casos no son abogados, explica: "Les dicen cómo llenar los documentos, pero 
<b>en algunos casos ha habido dificultades porque han llenado formularios de forma errónea".</b>
Un padre guatemalteco muestra los mensajes de texto con el que grupos criminales amenazaron a su familia e intentaron secuestrar a la hija adolescente desde su propio colegio. Ellos aseguran que su familia en Estados Unidos puede ayudarles a pagar un abogado que los represente, pero hasta ahora no han podido conseguir a ninguno que tome su caso.
Ahora esta familia espera en México el día de su corte. Entre sus miembros hay un bebé de apenas meses que la madre lleva entre brazos. Ella cuenta que mientras estuvieron en custodia de la Patrulla Fronteriza su hijo se enfermó por el frío; la llevaron a una clínica donde una doctora atendió al menor, pero cuando tocó pagar la cuenta, el funcionario que la trasladó se quejó por la cantidad alejando que ella no era estadounidense.
Daniela Díaz, una salvadoreña también esperando en Tijuana. Asegura que ha llamado a todos los números que le han dado en la lista de abogados y que hasta ahora ninguno si quiera le ha devuelto la llamada pese a que ha dejado mensajes de voz. "Esto me pasa cada vez que llamo", dice mientras escucha una de las grabadoras de una de las organizaciones con las que intentaba comunicarse.
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María, una guatemalteca de 27 años, fue regresada a México con sus tres hijos. Quiere ir a Estados Unidos para que sus niños tengan un mejor futuro y porque asegura que necesita protección porque era golpeada por su esposo. Ella asegura que tiene miedo de estar en México porque fue secuestrada y aunque escapó, amenazaron a su madre con que hallarían a la hija y la matarían. No ha logrado conseguir abogado que le apoye con su petición de asilo solo por estar en México. Si perdiera su caso no volvería a Guatemala, sino que se movería a Chiapas porque lo considera más seguro.
Imagen Almudena Toral/Univision
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