Fracasan las propuestas en el Senado para legalizar a los dreamers, incluida la que apoyaba Trump

En medio de las negociaciones para reemplazar el programa DACA, los senadores no lograron los 60 votos necesarios para proceder con tres planes diferentes que buscaban proteger a jóvenes indocumentados. También rechazaron una propuesta para quitarle fondos a las ciudades santuario.

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Por:
Melvin Félix.
El proyecto de ley fue presentado por un grupo ultraconservador liderado por el senador Chuck Grassley y contempla la legalización de 1,8 millones de dreamers a cambio de 25,000 millones de dólares para construcción del muro fronterizo, aceleración en los procesos de deportación y el uso permanente del sistema E-Verify.
Video Casa Blanca pide al Senado que apruebe plan migratorio que contiene exigencias migratorias de Trump

El Senado de Estados Unidos votó este jueves en contra de un plan bipartidista que buscaba legalizar a los jóvenes indocumentados conocidos como dreamers a cambio de dinero para la seguridad fronteriza.

La medida, conocida como la enmienda Rounds-Collins-King, fue derrotada en un voto de 54 a 45. Necesitaba al menos 60 votos para proceder.

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Presentada por ocho republicanos, siete demócratas y un independiente, la enmienda incluía un camino a la ciudadanía para los dreamers y $25,000 millones en fondos para la seguridad fronteriza, dos de las prioridades que enfatizó el presidente Donald Trump cuando dio a conocer en enero su marco de principios migratorios. Prohibía que los dreamers pudieran solicitar la ciudadanía para sus padres tras obtener la propia.

Se trataba de un balanceado acuerdo entre miembros de ambos partidos, cediendo a la exigencia migratoria más prominente de Trump (el muro en la frontera con México) a cambio de proteger a los dreamers.

Otras tres enmiendas migratorias fracasaron también este jueves, entre ellas otra que contaba con el apoyo de congresistas de ambos partidos y pretendía legalizar a los dreamers. Esta medida, conocida como la enmienda McCain-Coons, no prometía fondos para el muro pero sí una evaluación sobre su viabilidad.

Esa enmienda no alcanzó los 60 votos necesarios y fue derrotada en un voto de 52-47.

Las otras dos propuestas rechazadas por el Senado fueron la enmienda Toomey, que buscaba limitar los fondos federales para las ciudades santuario, y la enmienda Grassley-Cornyn, que incluía la protección de los dreamers a cambio del muro, nuevos límites a la reunificación familiar y el fin de la lotería de visas.

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El plan de Toomey fue derrotado en un voto de 54-45. El de Grassley-Cornyn falló también tras recibir 39 votos a favor y 60 en contra.

No llegan a un acuerdo

El maratón de votos fue parte del esfuerzo bipartidista esta semana por encontrar la fórmula para legalizar la permanencia de los dreamers y hacer cambios al sistema de inmigración del país.

El líder del Senado, el republicano Mitch McConnell (Kentucky), había prometido permitir que las medidas pasaran a un voto, luego de que los demócratas llegaran a un acuerdo con él para financiar el gobierno.

Por el inusual mecanismo que puso en marcha McConnell, que se saltó el procedimiento normal con el que se crean las leyes, el pleno del Senado recibió propuestas migratorias conocidas como enmiendas para alimentar una "ley cascarón" .

Antes de los votos, el presidente Trump había indicado su fuerte rechazo a la propuesta bipartidista de Rounds y Collins, incluso flotando la idea de que no la firmaría si lograra convertirse en ley.

En una llamada con los medios temprano en la tarde del jueves, un funcionario de la Casa Blanca aseguró que la enmienda bipartidista estaba "muerta" antes de pasar a un voto, describiéndola como "un ataque al cumplimiento de las leyes de inmigración" en Estados Unidos.

La administración de Trump había arrojado su apoyo al duro plan presentado por Grassley, que ni siquiera obtuvo el apoyo de la mayoría republicana en el Senado.

Javier Hernández Kistte tiene 27 años y vive en Los Ángeles. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía ocho años y se graduó en la Universidad de California en Irvine. Contó a la agencia Reuters que ser beneficiario de DACA le ayudó a trabajar para pagar sus estudios. "Mis padres todavía son indocumentados y como familia luchamos con la ansiedad de que puedan ser deportados en cualquier momento”, agregó.
Hernández Kistte en su lugar de trabajo, una empresa producción de efectos especiales de Los Ángeles. “La ansiedad ha aumentado con la incertidumbre de que mi hermano y yo regresemos a un estatus de indocumentados. No se trata solo de nosotros. Sé que hay personas que están dispuestas a negociar por nuestro derecho a estar aquí, pero que harían de la vida de otros una pesadilla. No quiero eso", concluyó.
Martha Valenzuela tiene 23 años y llegó a los dos años desde Sinaloa, México. Se graduó en la Universidad del Estado de California. Sobre el fin del programa DACA del cual es beneficiaria dijo a Reuters: “Me rompió, es traumático porque he vivido en este país durante 21 años. Todos queremos un camino hacia la ciudadanía, todos queremos protección permanente para nosotros y nuestras familias”.
Valenzuela trabaja en una empresa en Orange, California. “La razón por la que este país nos etiquetó como ‘soñadores’ es porque queremos algo que parece que fuera inalcanzable. Si podemos soñarlo, podemos lograrlo. Se necesitan agallas para soñar y se necesitan agallas para luchar por ello", concluyó Valenzuela.
Bárbara Hernández tiene 26 años, vive en Santa Ana y se graduó en la Universidad Comunitaria de Orange Coast en California. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía seis años. Trabajaba como maestra de educación especial hasta que DACA fue derogado por el nuevo gobierno. "Ese fue el trabajo más gratificante y amoroso que he tenido, pero con este gobierno y el fin de DACA estaba muy asustada ”, aseguró la dreamer.
Hernández participa en las protestas en Los Ángeles a favor de una legislación para los dreamers. "Tuve una etapa de pánico y estaba deprimida", agregó. "Me preocupa cómo se sienten los beneficiarios de DACA y su estado mental. Me gustaría ver una protección permanente no solo para nosotros, sino también para los otros 11 millones de inmigrantes sin documentos".
Karla Estrada tiene 26 años, vive en Los Ángeles y es graduada de la Universidad de California. Es asistente legal y se prepara para ingresar a la Escuela de Leyes. Llegó a EEUU desde Morelos, México, cuando tenía cinco años. "DACA siempre ha sido muy problemático y temporal, no es lo ideal. Nos ha dado la libertad de trabajar, legalmente, sin temor a que en tres meses nos despidan porque no tenemos un número de seguridad social”, afirmo la soñadora.
Estrada vive en un apartamento en Los Ángeles y su familia permanece en México. “Tengo que cuidarme en este país, pero también tengo que cuidar de mi mamá, mi papá y mi hermano que están en México. Lo que más me asusta es no poder cuidar a mi familia (…)”, concluyó.
Brian Caballero tiene 25 años y está a punto de graduarse en el Politécnico de California en Pomona. Llegó a Estados Unidos cuando tenía seis años desde Guadalajara, México. Asegura que está preocupado por el fin de DACA: "Me aterroriza que cuando finalmente me gradúe no pueda ser empleado en EEUU”.
Caballero en una clase de laboratorio del último año de la carrera de Ingeniería Eléctrica. “La gran mayoría de las personas indocumentadas vinieron para tener una vida mejor. La mayoría de las personas están aquí igual que yo, tratando de obtener educación para mejorar sus vidas ", concluyó.
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Javier Hernández Kistte tiene 27 años y vive en Los Ángeles. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía ocho años y se graduó en la Universidad de California en Irvine. Contó a la agencia Reuters que ser beneficiario de DACA le ayudó a trabajar para pagar sus estudios. "Mis padres todavía son indocumentados y como familia luchamos con la ansiedad de que puedan ser deportados en cualquier momento”, agregó.
Imagen Lucy Nicholson/Reuters
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