Por primera vez detectan microplásticos en nieve recién caída en la Antártida

Ya antes se habían detectado microplásticos en el hielo marino y las aguas superficiales de la Antártida, pero según los investigadores es la primera vez que se detectan en nieve fresca.

Por:
Univision
Un reciente estudio hecho en Países Bajos, con ayuda de 22 voluntarios, reveló la existencia de microplásticos en la sangre humana. ¿Cómo llegan a nuestro organismo? El psicofarmacólogo y toxicólogo Alberto Augsten explica a través de qué alimentos podría contaminarse el cuerpo y cómo evitarlos, además de cuáles podrían ser los posibles efectos en la salud. Puedes ver más noticias gratis en ViX aquí.
Video Microplásticos en la sangre: ¿cuáles son los posibles efectos en la salud y cómo combatirlos?

Por primera vez científicos han encontrado microplásticos en la nieve recién caída en la Antártida, lo cual podría acelerar el derretimiento de la nieve y el hielo y amenaza la salud de los ecosistemas de ese continente, únicos por sus características tan particulares.

Ya antes se habían detectado microplásticos en el hielo marino y las aguas superficiales de la Antártida, pero es la primera vez que se detectan en nieve fresca, según los investigadores, citados por el diario The Guardian.

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El autor de la investigación, el estudiante de doctorado de la Universidad de Canterbury Alex Aves, recolectó muestras de nieve a finales de 2019 de la plataforma de hielo Ross, la más grande de la Antártida. En cada una de ellas se encontraron partículas de plástico.

“Fuimos optimistas de que no encontraría ningún microplástico en un lugar tan prístino y remoto”, declaró la doctora Laura Revell, supervisora del experimento. Revell también le indicó a Aves que recogiera muestras de las carreteras de la base Scott y la estación McMurdo, en donde se habían encontrado microplásticos antes en hielo y agua.

“Es increíblemente triste, pero encontrar microplásticos en la nieve antártica fresca destaca el alcance de la contaminación plástica incluso en las regiones más remotas del mundo”, dijo el autor, cuya investigación fue publicada en la revista científica The Cryosphere.


Aves encontró un promedio de 29 partículas microplásticas por litro de nieve derretida, una cantidad todavía mayor que las concentraciones marinas halladas antes en el mar circundante a esa zona. Específicamente en la zona de la base científica de la isla Ross, la base Scott y la estación McMurdo se detectaron concentraciones incluso mayores: casi tres veces más que en las áreas más remotas.

Según el modelo atmosférico, los microplásticos podrían haber viajado miles de millas por el aire, pero Revell cree que es probable que haya sido la presencia humana la que haya dejado una "huella microplástica" en la Antártida.

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"Había una foto que encontramos de algunas banderas marcadoras que se usan para orientarse alrededor de la base (...) Esos colores coincidían con los microplásticos de colores más comunes que encontramos en el medio ambiente", declaró.

Uno de los temores con los microplásticos en zonas como la Antártida, según una investigación previa de Revell, es que las pequeñas partículas de plástico puedan retener la radiación emitida por la Tierra y contribuir al cambio climático, provocando un calentamiento localizado; además de ser tóxicos para la flora y la fauna.


“Todavía estamos aprendiendo mucho sobre los impactos, pero por lo que sabemos hasta ahora, no es muy bueno”, concluyó la científica que asesora la investigación.

Se han hallado microplásticos en las profundidades marinas, en la placenta o en el torrente sanguíneo. Un estudio concluyó que estas partículas causan daño a las células humanas.

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Los niveles de oxígeno en los océanos a nivel mundial han disminuido un 2% entre 1960 y 2010 y se prevé que para el año 2100 esa cantidad se reduzca entre un 3% y un 4% adicional a causa del calentamiento global. Esto traería consecuencias dramáticas para la vida humana y el entorno natural.
Estos datos forman parte de un alarmante informe titulado "La desoxigenación de los océanos: un problema de todos" que fue presentado este sábado en la XXV Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en Madrid (COP25).
El informe, presentado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), asegura que el oxígeno en los océanos se está perdiendo a un ritmo sin precedentes, con la proliferación de "zonas muertas" y cientos de áreas en peligro.
La pérdida de oxígeno oceánico está estrechamente relacionada con el calentamiento y la acidificación de los océanos causados por el aumento de dióxido de carbono (CO2), derivado a su vez de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y de la llamada fertilización de los océanos.
En un planeta cada vez más caliente también se calientan las aguas. El agua más cálida retiene menos oxígeno y el calentamiento causa estratificación, por lo que hay menos mezcla vital de las capas ricas y pobres en oxígeno.
Pero la agricultura intensiva también juega un papel importante. Cuando el exceso de fertilizantes artificiales de los cultivos o el estiércol de la industria cárnica pasan de la tierra hacia los ríos y mares, alimentan a las algas y estas florecen, provocando luego el agotamiento del oxígeno a medida que se descomponen.
La sobrepesca, así como la creciente marea de plásticos, microplásticos y otros contaminantes, ya afecta severamente a los océanos, que son aproximadamente un 26% más ácidos que en épocas preindustriales, debido a la absorción del exceso de dióxido de carbono en la atmósfera.
Los tiburones, el atún, el pez espada y otras especies de peces grandes corren un riesgo mayor, dijeron los científicos, ya que necesitan más oxígeno para sobrevivir. La evidencia muestra que los bajos niveles de oxígeno los obligan a moverse hacia la superficie y hacia áreas menos profundas, donde son más vulnerables a la pesca.
Según el informe, el promedio mundial de desoxigenación esconde cambios locales que podrían ser más severos en latitudes medias o altas. De esta forma, algunas simulaciones de modelos océanicos proyectan para el año 2100 una disminución de hasta un 7% en los niveles de oxígeno en un escenario sin cambios.
El estudio presentado en la Cumbre del Clima en Madrid identificó más de 900 zonas costeras y mares semicerrados en todo el mundo que son objeto de los efectos de la eutrofización (enriquecimiento excesivo de las aguas con nutrientes o materia orgánica). De ellas, más de 700 tienen problemas de hipoxia (falta de oxígeno).
El volumen de aguas completamente agotadas de oxígeno se ha cuadruplicado en las últimas décadas, según el informe.
Los investigadores señalan que la combinación de la hipoxia inducida por la eutrofización se puede revertir si se adoptan las medidas necesarias, pero la hipoxia causada por el calentamiento global es más difícil de combatir.
El Mar Báltico y el Mar Negro son los mayores ecosistemas marinos semicerrados cuyo contenido de oxígeno es bajo. Entre los últimos 50 y 100 años la desoxigenación también se ha expandido en la mayor parte del Atlántico e incluso en los mares conectados, como el Mediterráneo.
Proteger la vida marina podría ayudar a que los océanos funcionen mejor, absorbiendo más carbono y proporcionando barreras contra el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas, como son los manglares y los arrecifes coralinos.
Para la experta Lisa Levin, "sí existen soluciones", pero estas pasan necesariamente por una "mayor ambición" en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, un objetivo que está en manos de los gobiernos "a través de múltiples vías". Levin también apuntó a la necesidad de reducir los vertidos procedentes de la agricultura, la industria o las aguas residuales y evitar "otras fuentes de estrés para los océanos", como la contaminación y la sobrepesca.
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