Rhode Island protege a los dreamers y firma una ley para que puedan seguir obteniendo licencias de conducir

Esta nueva legislación permitirá que, más allá de los vaivenes del gobierno federal sobre los jóvenes inmigrantes indocumentados, puedan continuar contando con los beneficios de DACA en ese estado.

Por:
Univision
Hoy, el presidente Trump rechazó una legalización a beneficiarios de DACA y mostró señales de no ceder en sus peticiones.
Video Incertidumbre entre los ‘Dreamers’ a seis años del inicio de DACA

La gobernadora de Rhode Island firmó una legislación este lunes para permitir que los dreamers puedan continuar recibiendo licencias de conducir en ese estado más allá de las acciones del gobierno federal sobre políticas de inmigración.

La gobernadora demócrata, Gina Raimondo, firmó la legislación en un acto acompañada por legisladores demócratas que impulsaron el proyecto.

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Las autoridades informaron que la Asamblea General del estado aprobó este proyecto presentado por la representante Shelby Maldonado y el líder de la mayoría del Senado, Michael J. McCaffrey, ambos demócratas.

Esta ley, explican desde la Asamblea General, "continuará protegiendo a los inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos como menores de edad".

La ley requerirá que la División de Vehículos Motorizados del estado emita licencias de conducir a cada solicitante que califique o que haya sido beneficiado con la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia ( DACA) en el pasado, indican las autoridades.

"Los dreamers son nuestros vecinos, compañeros de clase y amigos. Estoy increíblemente orgullosa de firmar legislación que protege la capacidad de los dreamers de obtener licencias de conducir en Rhode Island, independientemente de lo que ocurra a nivel federal", indicó la gobernadora vía Twitter.


En 2012 el gobierno del presidente Barack Obama puso a funcionar DACA, programa que permitía a los inmigrantes llegados como menores de edad permanezcan en el país con un estatus legal temporal.

Con DACA, los jóvenes están legalmente autorizados para vivir y trabajar en EEUU. Debe ser renovado cada dos años aunque no otorga un estatus migratorio legal ni un camino hacia la ciudadanía.

El gobierno de Donald Trump terminó con DACA el 5 de septiembre de 2017 dando seis meses para hallar una solución. Desde entonces ha comenzado una batalla en las cortes para reestablecer el programa que protegía a unos 700,000 jóvenes.

Un juez federal dictaminó el pasado 24 de abril que los beneficiarios de DACA aún pueden solicitar renovaciones mientras la legislación esté pendiente en el Congreso. Sin embargo, el magistrado dio 90 días al gobierno de Trump para que presente nuevos argumentos para justificar el cierre del programa.


La asamblea de Rhode Island dice que hay 1,200 residentes en Rhode Island registrados con DACA y estiman que unos 2,100 más cumplen con las condiciones para ser elegibles.

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Las autoridades informaron que esta nueva legislación (la 2018-H 7982B, 2018-S 2678A) "mantendría el status quo relacionado con las licencias de operador y chofer a los destinatarios aprobados bajo el programa DACA".

"Los jóvenes protegidos por DACA han llamado hogar a Rhode Island desde que eran niños (...) y no tienen una conexión significativa con la tierra de su nacimiento", dijo Maldonado, quien codirige el Comité Legislativo Afroestadounidense y Latino del estado.

"Se han convertido en una parte vital de la comunidad educativa, la comunidad empresarial y la cultura de Rhode Island. Son una parte clave del futuro (del estado)", agregó.

El senador McCaffrey dijo: "Esta legislación garantizará que la ley estatal con respecto a las licencias de conducir y la autorización de trabajo continuará aplicándose, sin importar cómo se desarrollen las deliberaciones federales sobre el tema".

Javier Hernández Kistte tiene 27 años y vive en Los Ángeles. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía ocho años y se graduó en la Universidad de California en Irvine. Contó a la agencia Reuters que ser beneficiario de DACA le ayudó a trabajar para pagar sus estudios. "Mis padres todavía son indocumentados y como familia luchamos con la ansiedad de que puedan ser deportados en cualquier momento”, agregó.
Hernández Kistte en su lugar de trabajo, una empresa producción de efectos especiales de Los Ángeles. “La ansiedad ha aumentado con la incertidumbre de que mi hermano y yo regresemos a un estatus de indocumentados. No se trata solo de nosotros. Sé que hay personas que están dispuestas a negociar por nuestro derecho a estar aquí, pero que harían de la vida de otros una pesadilla. No quiero eso", concluyó.
Martha Valenzuela tiene 23 años y llegó a los dos años desde Sinaloa, México. Se graduó en la Universidad del Estado de California. Sobre el fin del programa DACA del cual es beneficiaria dijo a Reuters: “Me rompió, es traumático porque he vivido en este país durante 21 años. Todos queremos un camino hacia la ciudadanía, todos queremos protección permanente para nosotros y nuestras familias”.
Valenzuela trabaja en una empresa en Orange, California. “La razón por la que este país nos etiquetó como ‘soñadores’ es porque queremos algo que parece que fuera inalcanzable. Si podemos soñarlo, podemos lograrlo. Se necesitan agallas para soñar y se necesitan agallas para luchar por ello", concluyó Valenzuela.
Bárbara Hernández tiene 26 años, vive en Santa Ana y se graduó en la Universidad Comunitaria de Orange Coast en California. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía seis años. Trabajaba como maestra de educación especial hasta que DACA fue derogado por el nuevo gobierno. "Ese fue el trabajo más gratificante y amoroso que he tenido, pero con este gobierno y el fin de DACA estaba muy asustada ”, aseguró la dreamer.
Hernández participa en las protestas en Los Ángeles a favor de una legislación para los dreamers. "Tuve una etapa de pánico y estaba deprimida", agregó. "Me preocupa cómo se sienten los beneficiarios de DACA y su estado mental. Me gustaría ver una protección permanente no solo para nosotros, sino también para los otros 11 millones de inmigrantes sin documentos".
Karla Estrada tiene 26 años, vive en Los Ángeles y es graduada de la Universidad de California. Es asistente legal y se prepara para ingresar a la Escuela de Leyes. Llegó a EEUU desde Morelos, México, cuando tenía cinco años. "DACA siempre ha sido muy problemático y temporal, no es lo ideal. Nos ha dado la libertad de trabajar, legalmente, sin temor a que en tres meses nos despidan porque no tenemos un número de seguridad social”, afirmo la soñadora.
Estrada vive en un apartamento en Los Ángeles y su familia permanece en México. “Tengo que cuidarme en este país, pero también tengo que cuidar de mi mamá, mi papá y mi hermano que están en México. Lo que más me asusta es no poder cuidar a mi familia (…)”, concluyó.
Brian Caballero tiene 25 años y está a punto de graduarse en el Politécnico de California en Pomona. Llegó a Estados Unidos cuando tenía seis años desde Guadalajara, México. Asegura que está preocupado por el fin de DACA: "Me aterroriza que cuando finalmente me gradúe no pueda ser empleado en EEUU”.
Caballero en una clase de laboratorio del último año de la carrera de Ingeniería Eléctrica. “La gran mayoría de las personas indocumentadas vinieron para tener una vida mejor. La mayoría de las personas están aquí igual que yo, tratando de obtener educación para mejorar sus vidas ", concluyó.
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Javier Hernández Kistte tiene 27 años y vive en Los Ángeles. Llegó a EEUU desde la Ciudad de México cuando tenía ocho años y se graduó en la Universidad de California en Irvine. Contó a la agencia Reuters que ser beneficiario de DACA le ayudó a trabajar para pagar sus estudios. "Mis padres todavía son indocumentados y como familia luchamos con la ansiedad de que puedan ser deportados en cualquier momento”, agregó.
Imagen Lucy Nicholson/Reuters
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