Ruth Bader Ginsburg, la heroína de la marcha y la mujer más poderosa en Washington

La jueza del Tribunal Supremo es un icono en camisetas y pancartas. Su permanencia en la corte es ahora clave para el futuro de derechos sociales y políticos.

María Ramírez
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María Ramírez.
Abby Harrison muestra su cazadora con la imagen de Ruth Bader Ginsburg en el mall de Washington.
Abby Harrison muestra su cazadora con la imagen de Ruth Bader Ginsburg en el mall de Washington.
Imagen María Ramírez

Washington.- La cara de Ruth Bader Ginsburg está en camisetas y pancartas. A veces es una silueta, otras una foto pintada. La jueza del Tribunal Supremo es uno de los iconos de esta marcha. Tras la victoria de Donald Trump, la magistrada de 83 años es tal vez la mujer más poderosa en Washington.

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Su voto puede igualar o inclinar la balanza en el Supremo, que es la institución más poderosa a la hora de interpretar las leyes y avanzar o retroceder en derechos. Su energía y su carrera pionera han hecho que su imagen esté ya en cuadernos, llaveros o pegatinas. Hay otras dos mujeres en el Supremo, Sonia Sotomayor y Elena Kagan, nombradas por el presidente Obama, pero no han alcanzado la notoriedad de Ginsburg.

También su peculiar personalidad. En noviembre consiguió uno de sus sueños, debutar como en la ópera, una de sus pasiones que compartía con su amigo y rival ideológico, el fallecido Antonin Scalia. Fue extra en La hija del regimiento de la ópera de Washington.

Mariel Mcleod con su camiseta dedicada a la jueza en la marcha.
Mariel Mcleod con su camiseta dedicada a la jueza en la marcha.
Imagen María Ramírez

Una inspiración

Abby Harrison, una fotógrafa de 30 años, muestra orgullosa la cara de Ginsburg pintada en la espalda de su chaqueta vaquera. “Ruth se ha convertido en un ídolo para todo el mundo, ¿no? Sentí que hoy era el día adecuado para llevarla”, dice Harrison, que se ha levantado a las dos de la madrugada para venir de Nueva York a Washington. La joven es de Carolina del Sur, pero lleva siete años viviendo en Nueva York.

Tiene la cazadora con la cara de la jueza desde hace un par de años. Le pidió a una amiga que se la pintara porque siempre ha sido una admiradora. “Ruth Bader Ginsburg es una mujer que parece muy frágil de aspecto, pero es tan audaz en sus argumentos de disensión y en lo que dice. Creo que todas las mujeres deberían aspirar a ser así. Creo que es increíble”.

Harrison cuenta que siempre ha estado interesada en política, pero cuenta que en esta campaña ha estado poco activa más allá de ir a votar por Hillary Clinton. La de este sábado es su primera protesta en Washington. Dice que la victoria de Trump la ha activado: “Me ha catapultado a abandonar el sofá”.

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Muchas pancartas tienen escrito el “ I’m with her” de la campaña de Hillary Clinton y un cartel impreso popular de la marcha muestra una imagen de la ex candidata demócrata con su apellido de soltera, Rodham, al que renunció después de las críticas que recibió en Arkansas cuando su marido era gobernador.

La foto de Michelle Obama también está omnipresente. “¡Obama! ¡Obama!”, empieza a corear un hombre al principio de la mañana. “Y me refiero a Michelle”, aclara entre aplausos.

Y la otra cara más popular es la de la jueza, menos estrella, pero la única que tiene poder real ahora.

Larga vida a Ruth

Jennifer DeMatteo muestra su pancarta en medio de la marcha en Washington.
Jennifer DeMatteo muestra su pancarta en medio de la marcha en Washington.
Imagen Reuters

“Esperemos que se mantenga saludable. La necesitamos y necesitamos su voz”, dice Jennifer Dematteo, de Maryland, que sujeta una pancarta donde aparecen Clinton y Ginsburg. Tiene 54 años y dice que ésta es la primera protesta a la que ha ido en su vida. También dice que participó por primera vez en una campaña e hizo llamadas Clinton este otoño. “Era el momento de pasar a la acción, de no quedarse callado”, dice.

“No sé si vendrá hoy, pero aquí lleva el cuello del disidente”, dice mostrando su pancarta en la que está dibujada con un cuello blanco que lleva sobre su toga cuando emite opiniones contrarias.

El puesto en el Supremo es vitalicio y lo nombra el presidente con la confirmación del Senado. Algunos demócratas presionaron a Ginsburg hace años para se jubilara y el presidente Obama tuviera la oportunidad de mandar un nombramiento. Pero ella defendió que tenía sus facultades físicas y mentales en orden como para seguir en el alto tribunal.

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En caso de vacante ahora, Trump tendría que elegir a otro magistrado y la confirmación en el Senado sería más fácil que para Obama porque los republicanos tienen la mayoría. Scalia se murió en febrero del año pasado, pero los republicanos se negaron a aceptar el candidato del presidente alegando que las elecciones se avecinaban aunque eso supusiera estar un año con una vacante en el Supremo.

El equilibrio del Supremo

Molly Wallace en el mall de Washington durante la marcha.
Molly Wallace en el mall de Washington durante la marcha.
Imagen María Ramírez

Tras la muerte de Scalia, quedan tres jueces de tendencia muy conservadora, cuatro de tendencia progresistas y uno centrista aunque fuera elegido por Ronald Reagan. Trump nombrará a otro conservador con lo que el equilibrio volverá a ser parecido al anterior a la muerte de Scalia. Al menos mientras no haya bajas entre los magistrados elegidos por presidentes demócratas.

“Quiero que esté sana. Tenemos que mantenerla sana y vigorosa en los próximos cuatro años porque la queremos y tiene una visión realista”, dice Molly Wallace, consejera de instituto con adolescentes en Rochester, en el norte del estado de Nueva York. Ella también lleva una camiseta con la imagen en blanco y negro de la jueza adornada con una corona rosa.

Wallace cita lo que dice Ginsburg ante la pregunta de cuándo habrá suficientes mujeres en el Supremo: “Cuando haya nueve”. “Durante mucho tiempo hubo 9 hombres y nadie lo cuestionó. Su ideología, su filosofía, su increíble poder intelectual… La quiero. Hoy es un buen momento para celebrarla”, dice.

La consejera escolar dice que no estuvo muy activa en la campaña, pero el día de las elecciones fue a la tumba de Susan Anthony, la sufragista que fue detenida por intentar votar, en Rochester, cerca de donde vive. Fue a dejarle su pegatina de “he votado” sobre la tumba. “Fue un momento más solemne”, cuenta.

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El emblema del feminismo, Gloria Steinem, llegó a la marcha de Washington y tomó el micrófono para alentar a las miles de personas asistentes: “Quiero agradecer el trabajo visionario de las que organizaron esta marcha, gracias por entender que debemos poner nuestros cuerpos en lo que nos importa, unificarnos con aquellos y aquellas que no tienes computadores o electricidad pero tienen el mismo sueño”.
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Mujeres escuchan a la activista, America Ferrera, dar su discurso sobre los derechos de las mujeres.
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Las mujeres salen de la estación con pancartas en contra del presidente, Donald Trump. Le han declarado su insatisfacción con sus declaraciones sobre la mujer.
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Manifestantes llegan a Union Station para la Marcha de Mujeres en Washington.
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Una gran multitud con sombreros de lana rosa y carteleras muestran su disgusto con el Gobierno actual.
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Con sus carteles, las mujeres aseguran que Trump es un presidente de pacotilla y que no las representa. 
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Dos manifestantes critican la relación entre Trump y Putin, la cartelera muestra el disgusto de las personas al asegurar que el presidente de EEUU es el muñeco del presidente de Rusia.
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